viernes, 26 de agosto de 2011

MALDICION INFERNAL



Christine Brown trabaja en un banco. Aspira a un ascenso, pero su jefe le manifiesta sus dudas porque la cree demasiado ingenua. Tiene que aprender a ser más dura, más exigente ante las peticiones de las personas que acuden al banco. Un día se le presenta su primer desafío. Una vieja gitana le suplica que aplace la orden de embargo que pesa sobre su casa. Se lo pide de rodillas, pero ella mantiene el pulso firme y se lo deniega. Horas después, la vieja gitana la sorprende en un aparcamiento y, tras una encarnizada lucha, realiza una especie de conjuro, una maldición en toda regla. Le arranca a Christine un botón de su abrigo y se lo devuelve. Ese objeto será el vinculo con el infortunio que tomará la forma de un Lamia, una especie de demonio, que le atormentará durante tres días antes de arrastrarla al infierno. La joven, angustiada por el futuro que le aguarda, acudirá a un experto en esoterismo y magia negra. Juntos emprenderán una carrera desesperada por desarticular la maldición.




Con "Arrástrame al infierno" San Raimi recuperó el pulso perdido con "Spiderman 3" y volvió, en cierta medida, al estilo que cultivó antaño. Esto es, un regreso al cine de terror divertido y excesivo. Puro entretenimiento sin más pretensiones. Pero hoy no hablo de esta película por motivos estrictamente cinéfilos, sino por un incidente curioso. Esta mañana comentaba en el desayuno a mi mujer que el día anterior había visto "Arrástrame al infierno" y, como ella se niega a ver películas de terror, le conté el argumento. Horas después acudí al centro y dejé el coche en un aparcamiento público. Cuando volví a recogerlo había en la entrada una joven rumana que pedía limosna, de forma lastimera, a todo el que pasaba a su lado. Cuando se dirigió a mí, pasé de largo sin más y escuché como me increpaba: "¡Qué feo eres, yo te maldigo!". Aunque yo no creo demasiado en estas cosas, si que me pareció inquietante la casualidad de que me pasara el mismo día que había comentado el referente cinematográfico. Cuando arranque el coche, una cierta inquietud me invadió por unos instantes, aunque después terminé por reírme, mientras pensaba las curiosidades que nos depara el azar.



Ahora que preparo esta entrada, estoy pensando en los innumerables embargos que tienen lugar todos los días en este país. La crisis ha terminado por pasar factura a aquellos que un día creyeron que se podían embarcar en comprar una vivienda porque, entre otras cosas, la burbuja inmobiliaria invocó su propio hechizo en forma de hipotecas tentadoras y profundamente tramposas. No puedo evitar relacionarlo con el embargo que amenaza con arrebatar su vivienda a la vieja gitana. Y esto me lleva a pensar que si las maldiciones realmente funcionaran, los empleados de banca exigirían, por convenio colectivo, incorporar en su lugar de trabajo un exorcista, un hombre santo o un experto en magia negra.


De todas formas, no es la primera maldición que sufro en mis propias carnes. Hace algunos años paseaba por la Alhambra, acompañado de un par de amigos que querían conocerla, y una gitana que pretendía venderme una rama de romero, ante mi rechazo, me espetó con las siguientes palabras: "¡Eres un malaje, no te vas a casar nunca!. Aquello no funcionó evidentemente. Reflexiones extrañas de una noche de verano sin dudan alguna, pero si dejo de publicar de repente y nada se sabe de mí, recuerden que quizás me esté tomando un ponche con hielo en el infierno.


martes, 23 de agosto de 2011

EL BLOG DE LA SEÑORA CAHIERS

Andaba yo este verano ciertamente poco inspirado, puede que fuese debido al calor que espanta las musas, o mejor dicho las traslada a Ibiza de vacaciones. Lo determinante es que me afecta esta época del año y mis neuronas andan con una pereza algo excesiva. Y la paradoja de todo esto es que mi compañera de viaje de tantos años, la que me sufre y me aguanta, no se le ha ocurrido otra cosa que crear un blog titulado "Cómo sobrevivir a la maternidad" cuya temática principal es relatar todas sus experiencias como madre de dos preciosas niñas, y no lo digo como padre cegado por el apego del parentesco, es que lo son verdaderamente. Lo cierto es que es la reforma de un blog que hace, aproximadamente, un año creó mi querida esposa y que no pasó de un artículo. Después quedó anclado en el mar de la tranquilidad esperando eternamente su vuelta a la vida, cosa que ha sucedido ahora. Ignoro si tendrá continuidad, todos sabemos lo difíciles que son los comienzos para un nuevo blog, las dudas que nos asaltan y el profundo temor de que permanezca en tierra de nadie. Ya se que la temática no es muy cercana a muchos de los que tenéis la amabilidad de pasar por aquí, pero no hay nada mejor para un blog recién nacido que algún comentario que otro, lo que agradecería profundamente. Aquí les dejo el enlance por si les apetece realizar una visita. Gracias anticipadas a todos.



viernes, 19 de agosto de 2011

MOURINHO BAJO LA MALDICION DE ANICETO PAPANDUJO





En la pasada final de la Supercopa de España, tanto Real Madrid como F.C. Barcelona, ofrecieron un magnífico espectáculo, pleno de emoción y buen juego. No obstante, en el transcurso de los minutos de descuento se vio empañado por una tremenda trifulca entre jugadores y banquillos, tras una fuerte entrada de Marcelo al deseado Cesc Fábregas. Unos y otros fomentaron una fenomenal tángana en la que el entrenador José Mourinho se dirigió por la espalda hacia el segundo entrenador del F.C. Barcelona, Tito Vilanova, metiendole un dedo en el ojo. Siempre me he preguntado por ese mal carácter del entrenador del equipo blanco, y al ver este último incidente me percaté de que estaba bajo la influencia de un hechizo de un brujo conocido por Anicento Papandujo. Este conjuro ya fue utilizado contra Mortadelo, al que transformó en un gamberro mal educado y encarado, con el único fin de que acumule el suficiente odio para ser liquidado. Bueno, esta maldición era para el Super, pero por un accidente recayó en el conocido rey del disfraz. Si no me creen, comparen las siguientes imágenes:




He aquí otra secuencia para que contemplen lo terrible de la maldición y sepan comprender a José Mourinho:





martes, 16 de agosto de 2011

EL OVNI QUE NUNCA EXISTIO


Ahora que estamos en este verano infinito me he acordado de un incidente de mi infancia, allá por los años 70. Una día caluroso, cuando ya atardecía, me encontraba con la pandilla habitual de amigos jugando en la calle, disfrutando como un enano de las tan ansiadas vacaciones del estío. Al principio no llamó la atención demasiado que un grupo de dos o tres personas señalaran al cielo con aire de asombro. Cuando la presencia humana de aquellos individuos empezó a aumentar, despertó nuestra inquietud y miramos al cielo con curiosidad. Allí, suspendido en el cielo, se encontraba un extraño objeto, casi inmóvil y que variaba de color. Lo cierto es que apenas se podía adivinar su forma y tamaño, pero todos empezamos a especular sobre lo que aquello era en realidad. Supongo que, influenciados por la serie de televisión "Libro azul" y por los testimonios de avistamientos, que aparecían de vez en cuando, en el programa "Directísimo" de José María Iñigo, nuestra imaginación se desató hasta el infinito y más allá. Impresionado por aquello me fuí corriendo a mi casa y, acto seguido, subimos toda la familia y vecinos a la terraza quedándonos embobados con aquella visión. Mi padre, decía medio en broma, que era capaz de ver a un extraterrestre asomándose por una de las supuestas escotillas de la nave espacial. El rumor se fue corriendo como un reguero de pólvora por toda la ciudad, lo que provocó un comunicado especial de todas las emisoras de radio local que llamaban a la calma, asegurando que aquello que veíamos en el cielo era solamente un globo sonda para medir la temperatura. En el fondo aquello fue una decepción, pues los más y los menos hubieran deseado que aquello hubiera sido un platillo volante auténtico. Un cierto halo de tristeza y decepción corrió por las calles y todo el mundo se marchó a sus casas, para continuar sus vidas cotidianas, aunque por unos instantes se sintieron imbuidos por el asombro de lo extraordinario. Un maldito globo sonda acabó con mi ilusión y a cambio me permitió dormir a pierna suelta, que para estas cosas soy muy impresionable. Estoy seguro que a continuación el Tirador solitario pensará que en realidad era un OVNI y que las autoridades lo encubrieron. Cualquiera sabe...



sábado, 6 de agosto de 2011

MEME VERANIEGO

Hace unos días, el amigo Miquel Zueras publicó en su blog un meme sobre películas que tiene algo que ver con el verano y, teniendo en cuenta mi pasión por una buena lista, no he podido resistirme, realizando en el acto mi propia selección de títulos que tenga algo que ver con el calor, propio de estas tan poco entrañables fechas. No he querido repetir títulos, aunque si me hubiera gustado haber repetido alguno de los que figura en la lista de Miquel, como La ventana indiscreta, Tiburón o Fuego en el cuerpo. Esperando llegue septiembre y los blogueros vuelvan a sus labores habituales, les dejo con este meme para animar el panorama que ultimamente está en periodo de veranización que no hibernación.


LA BALADA DE CABLE HOGUE: Abandonado a su suerte en el desierto, esperando su muerte segura, el protagonista de este film de Sam Peckinpah encuentra su propio lugar en el mundo con la grata compañía de una muy atractiva Stella Stevens. Ambos protagonistas demuestran una especial química en sus interpretaciones en este simpático western crepuscular.

LAS COLINAS TIENEN OJOS: No hay mejor víctima propiciatoria que un grupo familiar accidentado,en pleno desierto, a merced de unos mutantes radioactivos con muy malas intenciones. Claro que, éstos se encontraran con la horma de su zapato cuando el hombre civilizado encuentra su lado oscuro como única salida. Calor, sangre y sudor en este film de violencia contundente.

GIRO AL INFIERNO: Retrato de la América profunda y esperpéntica, o de como un hombre puede quedar atrapado en medio de ninguna parte con todas las cartas marcadas para perder de forma casi segura. Eso si, el calor está más que garantizado.

EL VUELO DEL FENIX: Clásico del cine de aventuras por excelencia con un magnífico reparto. La odisea de unos hombres atrapados en el desierto que tienen como última esperanza la idea de un hombre odiado y admirado. Los hombrecillos de las reglas de cálculo heredarán la Tierra.

DEPREDADOR: "Llegó por la emoción de la caza, pero escogió la víctima equivocada". Así rezaba el cartel publicitario de este emocionante film de acción y aventuras. Cine ochentero dirigido por el siempre interesante John McTiernan. Y recuerden, los años en que hace mucho calor dice que el depredador acecha...

VERANO DEL 42: Relato vacacional de juventud e iniciación con sentido del humor y aliento ciertamente nostálgico. Por cierto, el libro es realmente espléndido y juraría que mejor que la película.


LE LLAMAN BODHI: A pesar de aparentar ser peor de lo que parece, lo cierto es que esta película de atracadores y surfistas tiene cierto brío y buen pulso. Detrás de las cámaras una Kathryn Bigelow, aún muy lejos del Oscar, que filma una persecución ciertamente espléndida.


EN EL CALOR DE LA NOCHE: Mucho calor en esas noches del sur estadounidense y mucha mala uva de los parroquianos para evitar que un inspector de policía negro meta sus narices en un asesinato local. Genial, como siempre, Rod Steiger.


NOVIO A LA VISTA: Retrato de los veraneos de principios del siglo pasado, del paso de la adolescencia y de las relaciones de la alta sociedad y sus tópicos. Berlanga aún no era tan ácido, pero el film es verdaderamente entrañable. Atención a las batallitas de los dos viejos veteranos de guerra.


LA CAZA: Jornada dramática de caza en donde se transmite la tensión y el asfixiante sudor en cada fotograma. El reparto en estado de gracia absoluta.


EL TURISMO ES UN GRAN INVENTO: La madre de todas las españoladas, plena de tópicos y con un Paco Martínez Soria haciendo de sí mismo, pero con la gracia incuestionable que le suele acompañar. Un actor, por otra parte, que rechazo frontalmente pero que termina por divertirme.

martes, 2 de agosto de 2011

RELATOS ENLAZADOS

Parece que ahora es mi turno, de continuar con esta suerte de relatos de lugares comunes y personajes que van y vienen. El capítulo anterior lo encontraran en "El patio de los Senescales" y tendrá su conclusión final en el blog de "Chez Morera", que pondrá el cierre a esta apasionante aventura.

CAPITULO XIV


Aquella mañana Lucas no estaba de buen humor. Hacía un día caluroso de los que se busca con desesperación una buena sombra, como si de un tesoro inalcanzable se tratase. Por si fuera poco había comenzado su trabajo, un trabajo que odiaba sin ningún tipo de cortapisa. Carloto en un gesto de compasión, y ante las dificultades económicas de Lucas, le había encargado que pintara la fachada de "El enano saltarín". Colores alegres pero discretos, de una claridad atenuada y de una contundencia tímida, le había dicho el tabernero, como si él hubiera entendido ni una sola palabra de todo aquello. A cada brochazo que daba en la fachada brotaba su pasado que le carcomía sin piedad. Lucas había sido un afamado bibliotecario, su mundo se cobijaba amorosamente entre los libros que eran su pasión. Un día todo eso cambió. Lo recordaba perfectamente.
Hace un año la conoció a ella. Lucas se había sentado en su mesa de costumbre, lejos del mono de don Jacinto con el que intentaba no relacionarse demasiado, desde aquel día en el que el simio le confesó, con cierta socarronería, que él era la cabeza visible de una futura rebelión de los de su especie en la que sólo el bueno y mudo de Jacinto sería tratado con cierta displicencia. Ella se sentó frente a él y con una delicadeza sublime pidió a Carloto un té blanco. Irradiaba una belleza difícil de comprender y sus grandes ojos miraban con la naturalidad de quien se sabe fuera de lo común. Sacó un libro y comenzó a leerlo, ajena al habitual ruido de fondo de la taberna. A Lucas le sorprendió que aquel libro fuera "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde" y aquello le sirvió como excusa perfecta para iniciar una conversación más que fructífera con aquella muchacha cuyo hechizo le había cautivado.
Los primeros meses con ella fueron maravillosos, era como una droga, como un golpe incesante de hedonismo, como ese amor del que uno escucha susurrar a los poetas, pero que siempre se piensa que no es real, que no pertenece a este mundo. Si embargo, con el transcurrir del tiempo, algo cambió, una rutina marmórea y sin control se fue instalando en sus corazones, sobre todo en el de ella, que se fue transformando en fría indiferencia y, al final, en un odio sordo y pertinaz que acabó destrozándole el alma. Era como una ciega desesperación en forma de apatía que le había sumido en una profunda depresión. Durante algún tiempo, después de que ella le abandonara, apenas si comía y no se atrevía ni a salir al exterior. Había perdido su empleo de bibliotecario y aquello lo hundió aún más.
Un día se miró al espejo y decidió salir del abismo, adquirió un pacto consigo mismo que consistía, principalmente, en volver a vivir, con recuerdos, con dolor, con nostalgia, pero vivir al fin y al cabo. Cuando acudió al "Enano saltarín" preguntó a Carloto si sabía de algún trabajo que pudiera realizar. Y aquí estaba, dando brochazos a diestro y siniestro, intentando sobrevivir con un trabajo que odiaba. En una de aquellas embestidas con la brocha perdió el equilibrio y cayó de la escalera, precipitándose contra el suelo.
Cuando recuperó la consciencia, lo primero que vio fue a don Floro, el boticario, que aplicaba unas sales bajo su nariz cual hechicero circunspecto, mientras el mono de don Jacinto le guiñaba un ojo. Podía ver también a Leonardo Cuarterón que daba su oportuna teoría de aquel suceso mientras señalaba al suelo. En cuanto recuperó plenamente la consciencia, le aseguró a Carloto que seguiría con la pintura de la fachada. El tabernero le miró con extrañeza y le preguntó:
-¿Qué pintura de la fachada?
-¡La que usted me encargó ayer!
-Muchacho, creo que el golpe contra la mesa te hace desvariar...
-¿Contra la mesa?, ¡pero, si me he caído de la escalera mientras pintaba la fachada!
-¡De eso nada muchacho, has resbalado con una piel de plátano de ese mono insolente y te has dado un golpe terrible contra la mesa! Ha sido una caída de lo más tonta, casi te quedas en el sitio. Ya hemos avisado a la biblioteca para que no te esperen hoy. Supongo que descansarás un poco. Debes reponerte.
Lucas no entendía nada y se sorprendió al ver a don Floro con sus dos manos intactas. No hacía mucho, un gigante vestido de tirolés, se las había cercenado con un hacha. Además, algunas cosas en la taberna habían cambiado ligeramente de forma sutil, casi imperceptible. Le parecía una locura, pero se atrevió a preguntar por la fecha de ese día. El boticario le informó pertinentemente sobre su pregunta y un sudor frío le recorrió la frente. Había retrocedido en el tiempo, concretamente al día en que conoció a aquella muchacha de mirada tierna que le había llevado a los días más duros de su vida. El destino le ofrecía una nueva oportunidad, un borrón y cuenta nueva o, mejor dicho, la posibilidad de cambiar su futuro de forma certera. Bastaría con no aparecer esa noche por allí y así no conocería a quien le robó el corazón para después arrojarlo al infierno de la indiferencia. Después lo reconsideró, y planeó aparecer esa noche para contemplarla por última vez, antes de darle definitivamente la espalda. Cuando salía por la puerta, dispuesto a su regreso nocturno desafiante y liberador, el mono se le acercó y le susurró al oído "Me debes una, querido amigo". Por primera vez lo miró pensando que después de todo no era tan mal tipo, para ser un simio.
Tras una tensa espera, Lucas penetró en "El Enano Saltarín", dejando a sus espaldas la profundidad de la noche. Llevaba una sonrisa dibujada, que delataba su impulso de venganza sobre lo que el futuro creía cierto y que podría evitar en una jugada maestra. Allí estaba ella, sentada en aquella mesa, posando su mirada serena sobre el libro, destilando aquella belleza que le desarmaba. Aún podía sentir que su corazón se desbocaba, aún la amaba, tanto que un dolor penetrante le retorcía el alma. Su conocimiento de lo que estaba por venir, le hizo fuerte y comenzó a darse la vuelta hacia la puerta de salida, triunfante, asombrado de su aplomo y fortaleza. Pero, mientras giraba, se percató de algo muy extraño. Ella sujetaba entre sus manos un libro distinto. Pudo ver, sobrecogido, el título. Era "Grandes esperanzas" de Dickens, una de sus lecturas favoritas y por un instante dudó. Aquello parecía una señal del destino. Algo había cambiado y tras titubear por un instante, se dirigió con unas lágrimas apenas disimuladas hacia aquella mesa para perderse en aquellos ojos eternos.