Hace algunos años, cuando se estrenó la película de "Spawn", arrastré a unos amigos al cine y cuando salimos de la sala los improperios hacia la película y su escasa calidad retumbaron en mis oídos como cañones. Fue tal el nivel destructivo de sus opiniones que me pareció que debería aportar algo positivo sobre esta, por otra parte, poco defendible película. Al día siguiente escribí una falsa crítica, que casi la calificaba como obra maestra y la mandé por fax a un amigo ciertamente impresionable. Casi lo tenía convencido y, de no ser por la intervención del Tirador Solitario que descubrió el pastel, se habría convertido en un fiel admirador de "Spawn". Lo que quiero decir con esto es que la retórica puede establecer, en algunas ocasiones, falsas premisas sobre hechos incuestionables. Aquí les adjunto la crítica que por entonces escribí con fines perversos, que como curiosidad, firmé por primera vez como Pepe Cahiers:
CRITICA DE SPAWN
"Película realmente magistral, que funde los más novedosos efectos especiales con un lirismo lleno de épica. Desde sus homenajes velados a "¡Qué bello es vivir!" de Capra, a ese universo gótico creado por DC cómics, este film es toda una lección de buen cine. Heredera de los ambientes de Tim Burton y Moebius, la estructura narrativa nos ofrece una redención del personaje a través de la condición de héroe. Los esplendidos decorados nos muestran una ciudad en la que llueve eternamente, una clara referencia a la tierra sin esperanza de "Blade Runner", una suerte de purgatorio marginal, en la que los personajes muestran esa dualidad casi mitológica entre el bien y el mal. Rebelarse contra el infierno, dominado, no por Satán, sino por un descomunal Perro-cancerbero, que probablemente usurpó el poder al mismísimo rey de las tinieblas. Ese mismo infierno sacado de la imaginación de Dante, en donde se realizan pactos y promesas incumplidas. Nos encontramos también a un caballero del Grial, un rey Arturo sin reino, que fue condenado a luchar contra el mal hasta encontrar a su propio alter-ego. Porque, para alcanzar la pureza, hay que cometer el crimen, mancillar la inocencia y alcanzar el grado de conciencia de culpa; lo que los psicoanalistas llamaban "El yo culpable", entroncado con la ambición de purgar el mundo de maldad. Bajo la supervivencia de Spawn nos encontramos, paralelamente, a un personaje esclavo de su destino, manejado no por los dioses de un Olimpo caprichoso, sino por los demonios del infierno. Un infierno que se contrapone al paraíso terrenal al que se resiste a abandonar nuestro protagonista, configurándose en el Edén perdido del que nos hablaba Milton. Spawn es una pieza del engranaje mortal, cuyo destino final sería el apocalipsis de San Juan, pero que, bajo el signo metafísico de la transmutación será evitado. Frente a nuestro caballero cruzado, la película nos ofrece su reverso, en forma de maquiavélico payaso-bufón, con capacidad mutante, que es la antítesis del ángel de "¡Qué bello es vivir!", deliberadamente histriónico y probablemente desagradable al espectador, pues sus desafortunados tintes cómicos solo pretenden, de forma astuta, producir el más absoluto de los rechazos. Sólo podía suceder así en una película tan profundamente maniqueísta, en donde no hay lugar para la simpatía hacia el malvado.
Interesante es, sin duda alguna, la paráfrasis de la crucifixión. Un enviado de un ente superior, en este caso maligno, es crucificado en una alambrada de metal, signo de los nuevos tiempos, por aquellos recelosos que creen traicionada la idea del nuevo líder-caudillo, y acto seguido liberado del martirio por nuestro caballero del Grial, configuración de José de Arimatea, que le enseña la destreza y poder de su nuevo cuerpo, una expresión metafórica del sudario que produce la metamorfosis entre la mortalidad y el poder absoluto de lo imperecedero. El principio alquímico de la transmutación hecho carne, y la prueba evidente de que el cine aún no ha muerto."
Pepe Cahiers
... absolutamente delirante.