jueves, 26 de noviembre de 2015

SEIS AÑOS DESDE LA GUARIDA

Decía Lichtenberg que "Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos". Y es que últimamente, cuando pienso en "La Guarida del Eremita", me da la sensación que después de 2190 días en la blogosfera y 426 entradas me siento algo cansado. No se si para un blog 6 años es una edad avanzada o aún puede llegar a sentirse joven, pero lo cierto es que me cuesta una barbaridad seguir el ritmo. De hecho, solía publicar una media de cuatro entradas mensuales y ahora me supone cierto esfuerzo publicar la mitad. Mi única tabla de salvación es que he diversificado, cada vez más, los temas que por aquí se tratan, lo que quiere decir que tal vez me pueda haber metido  en camisa de once varas en no pocas ocasiones, y que me atreva a opinar sobre arte o que me ponga en plan rapsoda a escribir prosa poética. Hay que intentar ser osado en todo y ya se sabe que de los cobardes nunca se ha escrito nada, así que me permitiré, de vez en cuando, atormentarles con alguna de esta nuevas materias.
Por supuesto que no me planteo en absoluto dejar el blog, es un territorio demasiado propio al que le tengo un cariño especial y, francamente, lo echaría de menos. Lo que me molesta especialmente es que también he reducido las visitas y comentarios a otros blogs amigos, como si una especie de artritis informática me impidiera viajar más por este mundo tan apasionante y especial como es el nuestro. Cuando un blog se despide o cierra sus puertas siempre suelo dejar el mismo comentario. Es mejor publicar de vez en cuando, siempre que te venga la inspiración o te apetezca hablar de algo que te interesa, que pegar el persianazo a algo tan personal como es esto. Han sido muchas las horas derramadas como para plantearse un abandono absoluto, muchos los amigos virtuales que nos acompañan en el camino y, en definitiva, hay que pensar que todo esto es parte indispensable de nosotros mismos, los que nos dejamos un pedacito de nuestra alma en cada frase que abandonamos por aquí.
Hay otro dato que he reservado para el final, los 10.826 comentarios que ha quedado registrados en el blog a lo largo de estos seis años, algo que me motiva para seguir apareciendo por estos lares y darles la tabarra durante unos cuantos lustros más. Así que no tendré más remedio que luchar encarnizadamente contra mi habitual pereza y falta de energía, para que "La Guarida del Eremita" peine canas con entusiasmo y no se llene de telarañas y polvo. 

Eternamente agradecido, se despide de todos ustedes hasta la próxima entrada, Pepe Cahiers. 



martes, 10 de noviembre de 2015

¿DÓNDE VAS, TERMINATOR?

Últimamente anda el cine algo errático en cuanto a cómo abordar determinadas sagas, los conceptos andan en plena fusión y nadie parece tener claro el camino. Se habla con demasiada ligereza del término "reboot", o lo que es lo mismo reinicio, y en eso se lleva la palma nuestro viejo amigo Spiderman, del que ya se plantea, sin rubor alguno, su tercera puesta en marcha desde cero y con nuevo protagonista. El cyborg exterminador, ideado por James Cameron, no podía ser menos y su continuidad no estaba muy clara, se dudaba entre seguir con el hilo argumental dejado en el aire en la muy irregular "Terminator Salvation" del 2009 o romper con todo y ofrecer un reinicio en toda regla de la saga. Esta última opción era un atrevimiento demasiado osado, dada la calidad indiscutible y el mito que se había creado con las dos primeras entregas y alguien, con un mínimo de cerebro en Hollywood, debió creer que era una soberana estupidez desafiar el recuerdo cinéfilo de aquellas emblemáticas producciones. 
De tal manera que pusieron en marcha un proyecto que no era exactamente un reboot, sino más bien una versión distinta de los orígenes, deformados por el tiempo y sus diversas manipulaciones. Aviso a navegantes, aquí comienzan los spoilers y en esto créanme que soy generoso, ya que los perpetradores de "Terminator Génesis" no lo fueron tanto, cuando destriparon casi toda la película en sus desafortunados tráilers. Este nuevo Terminator nos devuelve a los 80, se supone que cuando Sarah Connor era una ingenua y anónima camarera que recibiría la nada deseada visita de un exterminador del futuro. No obstante, todo a cambiado, y la heroína madre del líder del futuro ya está al tanto de lo que sucede, porque cuando era niña ya le salvó un terminator cuando su padre fue asesinado, convirtiéndose éste en su nuevo mentor. Así que cuando aparece su protector del futuro, Kyle Reese, se encuentra con un organismo cibernético viejo pero no obsoleto (algo que Schwarzenegger repite frecuentemente durante la película, aunque no tengo muy claro si se refiere al personaje o al actor que lo interpreta) que ejerce de abuelo de Sarah. Estos conceptos de viejo, obsoleto y abuelo que parecen un tanto ridículos explicados fuera de contexto, funcionan aparentemente bien, dando un sentido de humanidad y humor al terminator, desde luego muy alejado de aquella primera propuesta ochentera. Encontraremos algunos planos idénticos a la película de James Cameron del 84 y curiosos encuentros. El más llamativo, el de aquel nuevo y joven primer terminator con el modelo más viejo que ha cuidado de Sarah, emulando al abuelito de Heidi. La trama comienza a ser algo errática, con viajes en el tiempo y la aparición en el pasado de un John Connor que ahora es el malo de la función porque Skynet lo ha transformado en un medio organismo cibernético.
Sucede en ocasiones que, películas bien consideradas, a las que el público y crítica han situado en el Olimpo del séptimo arte, termina muchas veces por decepcionarnos. Demasiadas expectativas puede ser algo contraproducente.  Al contrario, cuando una producción es vapuleada por todos, termina por no parecer tan mala, quizá nos despierte cierta simpatía. ¿Sucede esto con "Terminator Génesis"? No exactamente. La película es entretenida, a veces interesante, con algunos conceptos e intenciones bien encaminadas, pero le falta alma, entusiasmo, personalidad, algo que perdure en nuestra mente y, sin duda, no tiene esa condición especial que podría transformarla algún día en una obra de culto. Entre las cosas interesantes destacaría el enfrentamiento entre el Schwarzenegger viejo y su copia digitalizada joven, muy lograda por cierto y a años luz de aquel chapucero efecto CGI del rostro de Dwayne Johnson en la segunda entrega de "La Momia".
Otro aspecto a reseñar y que ha levantado gran polémica es la conversión de John Connor en un híbrido entre humano y máquina, no sólo físicamente sino espiritualmente, si es que tal término se puede aplicar a un organismo cibernético. Connor, el gran líder de la resistencia es ahora una prolongación de su viejo enemigo Skynet, lo que le confiere a la inteligencia artificial un carácter que se entronca con un lado humano hasta ahora desconocido, un tono maquiavélico que le hace alcanzar un peldaño más en su evolución y conocimiento de sí mismo. Hasta ahora Skynet se limitaba a mostrar su obsesión por matar a su enemigo, ya fuera en el pasado, presente o futuro. Sin embargo, la opción de destruir el mito y no la persona es mucho más ladina, más humana. Corromper a John Connor, hacerle renegar de todas las cosas por las que ha luchado a lo largo de los años, es el golpe definitivo contra la leyenda. Mejor hacer pasar a tu enemigo por traidor ante los suyos que quitarle la vida. Además funciona no sólo dentro de la pantalla, sino fuera de ella, ya que no son pocos los aficionados a "Terminator" que han demostrado su rechazo ante tan osada propuesta. 
La figura legendaria de John Connor es un tema espinoso, y a la hora de dotarlo de un rostro que lo interprete  no se ha acertado o se ha producido un rechazo sin paliativos. A muchos les parecía un niño insoportable Edward Furlong, aunque no lo hizo nada mal y rechazaron frontalmente a Nick Stahl por considerarlo demasiado blando para el papel, aunque ese carácter de perdedor y de hastiado de soportar la carga de su nombre me pareció que estaba bien desarrollado. A Christian Bale se le respetó con una mezcla de indiferencia y desidia de lo que parecía una entrega  en ocasiones ajena a la saga. En todo caso, el Jason Clarke de este "Terminator Génesis" me parece el más flojo, sobre todo comparándolo con el mejor, que no es otro que Michael Edwards, quien no tiene ni una sola línea de diálogo en la segunda entrega de James Cameron, pero cuyo rostro esculpido en cicatrices y su mirada firme y pétrea le hacia merecedor de ser el auténtico John Connor.
Los nuevos personajes principales tampoco han despertado la simpatía del público en general. Ni Emilia Clarke como Sarah ni  Jai Courtney en el papel de Kyle Reese parecen demasiado inspirados. No están nefastos en sus respectivas interpretaciones, como opinan muchos, pero no le llegan a la altura de los zapatos a Linda Hamilton y Michael Biehn, actores que lo dieron todo en el film de 1984, pero que después no tuvieron una carrera excesivamente brillante. Parecían haber nacido para hacer a esos personajes, algo así como el Luke Skywalker de Mark Hamill. Respecto al abuelo Schwarzenegger, frente a los que quieren ya jubilarlo yo me inclinaría por tenerle un respeto, como homenaje a la educación sentimental cinéfila de los 80 y porque es un actor que ya no necesita demostrar nada, su presencia sigue llenando la pantalla y ya quisieran muchos actores del cine de acción actual tener ese carisma. Como él mismo dice hasta la extenuación, viejo si, pero no obsoleto.
Kyle Reese advertía en 1984 al psiquiatra criminalista de la comisaria, el doctor Silberman, que no esperasen más ayuda, ya no vendría nadie más. Bueno, eso no es del todo cierto, desde la primera entrega han viajado en el tiempo 7 terminators, un humano y un híbrido o lo que es lo mismo, la M30 en hora punta, contando con que en la tercera entrega no hubo ninguna incursión en el espacio tiempo. Esto ha sido utilizado como coartada para explicarnos que todo es alterable, que se han podido crear realidades paralelas, lo que significa que en próximas entregas tendrán carta blanca para hacer los que les venga en gana. Pero esa incongruencia o justificación les ha permitido que Sarah y Kyle se pierdan entre fechas y se olviden de engendrar a John Connor, lo que, desde luego, es un triunfo involuntario de Skynet. No ha necesitado esforzarse, le ha sido suficiente con aprovechar un agujero en el guión de "Terminator Génesis".
En cuando al director, Alan Taylor, poco o nada hay que decir, su trabajo es algo rutinario, profesional si se prefiere y se suma a un proyecto que pretende seguir extrayendo la sabia de un concepto personal y brillante de James Cameron. La película es interesante cuando se acerca al icono, cuando se suma a la imaginería visual del futuro apocalíptico que tan bien se expresó en la primera secuencia de la mítica película de 1984. Nos entusiasma en esos minutos iniciales, en los que la resistencia derrota a Skynet, en los que vemos como es enviado el primer terminator, todo lo que imaginábamos pero no habíamos visto hasta ahora, aunque nos sigue faltando una batalla crucial, espectacular. Creo que ha sido un fallo, que este nuevo proyecto debió seguir donde terminó la película protagonizada por Christian Bale hasta cerrar el círculo temporal y devolvernos al punto inicial.