martes, 30 de abril de 2013

SKYFALL

Ignoro la razón, puede que sea porque James Bond me ha parecido siempre, con todo el respeto del mundo, un personaje de cartón piedra, o por cualquier otra cosa, pero el caso es que nunca he conectado demasiado con 007. Por lo menos hasta que llegó Daniel Craig y su "Casino Royale" del 2006, película que me pareció sumamente interesante y que rompía en muchos aspectos con ese icono de opereta, con ese agente con licencia para matar que apenas parecía sufrir los embates lógicos de la profesión. Componía un personaje más físico, más al borde del desastre, lo que en suma parece acercarle a una realidad más racional, dentro de su carácter ficticio perfectamente asumible, como no podía ser de otra manera. "Skyfall" parecía retomar los mismos derroteros que aquel film del 2006, intentado sobreponerse a la muy deficiente e insípida "Quantum of solace". Pero, a pesar del prestigio que ha rodeado a la misma, a poco que se analice podríamos descubrir no pocos inconvenientes.
No se si es un defecto del cine contemporáneo o una especie de peaje, pero no son pocas las películas que incurren en el grave defecto de no formalizar sus guiones hasta dejarlos en un punto de concordancia con la lógica.  No tengo la menor idea a dónde han ido a parar las horas de café y cigarros en los que director y guionista se reunían en interminables noches para pulir la historia, para darle cohesión y, sobre todo, para limar aquellas aristas que pudieran hacer ilógica la historia que pretendían contar. Puede que todo ese factor razonable, de coherencia narrativa, se pretenda enterrar hoy en día entre los efectos apabullantes del cine moderno. En esta nueva aventura de 007 parece que han faltado muchas noches de cafeína y debate de ideas, salvo que una mente muy retorcida esté detrás de esta historia, alguien que haya querido infiltrarnos una película en el que todos son perversos y moralmente discutibles. A partir de ahora, todo aquel que tenga interés en verla, debería eludir la lectura de lo que a continuación relato, para no romperle el factor sorpresa en eso que se llama Spoiler.
En una cochambrosa habitación de Estambul, James Bond descubre a un compañero herido, apostaría que se llama Johnson, nombre muy dado a caer a las primeras de cambio,  al que le han sustraído el disco duro de un portátil donde figuraba una lista de agentes del MI6 infiltrados en grupos terroristas. A saber que hacía el bueno de Johnson paseando tan valiosa información por esos mundos de Dios, pudiera ser que viviera su propia "pasión turca" a lo Ana Belén. 007 pide ayuda médica para el compañero herido, pero M, que ya empieza a despuntar como una mala pécora, le dice que olvide el asunto y persiga a los facinerosos. Bond obedece e inicia una persecución, muy currada, en moto por los tejados de Estambul hasta que se sitúa en el techo de un tren, iniciándose una pelea con el individuo que se supone ha robado el disco duro. Moneypenny, que por entonces era una agente de campo, los tiene a tiro e informa a M que no lo tiene muy claro, que puede darle a Bond. A ésta le trae al pairo si le da a uno o a otro, así que le ordena que dispare de una vez. Ya vemos que la estima que le tiene al mítico 007 es bastante frágil, así que el disparo termina impactando en el agente del MI6, al que dan por muerto. M, en el colmo del cinismo, es la encargada del obituario del infeliz de James, aunque ya se le tacha por los pasillos de inteligencia británica como caduca y vieja chocha a la que hay que relevar del mando. En estas, nuestro peculiar agente, ha sobrevivido (de lo contrario la película hubiera acabado tras los brillantes títulos de crédito iniciales) y se otorga su momento sabático en alguna perdida costa tropical en compañía de una buena moza, entregándose al alcohol y a los escorpiones, en una especie de ruleta rusa para beodos.
James Bond vuelve a la vida pública cuando se entera que han volado las instalaciones del MI6 y que, seguramente, su responsable es el mismo tipo maquiavélico que encargó robar el disco duro en Estambul. Después de un fraudulento examen psíquico y físico vuelve al servicio activo y se pone en marcha en su búsqueda del villano de turno. Logra eliminar al tipo que persiguió de tejado en tejado en una moto y le descubre una ficha de un casino de Macao. Allí conocerá a la chica del malo y a unos empedernidos matones a los que se enfrentará en un foso repleto de dragones de Cómodo, entre la desidia de los presentes en el casino, que parecen acostumbrados a peleas, muertes y desmembramientos en susodicho foso.A nadie se le ocurre llamar al 112. La chica, que va a durar menos que un chavico en la puerta de un colegio, le conduce hasta el malo de la película, un extraordinario Bardem, Raúl Silva, que atrapará a Bond y a las primeras de cambio le hará ojitos, en una escena de mucho sobeteo que no se si viene mucho a cuento. El tal Silva se deja atrapar para así llegar al MI6, en donde descubrimos que fue un antiguo agente a las ordenes de M y que una vez más, nuestra querida vieja bruja, lo abandonó a su suerte porque no le caía demasiado bien. Silva no planea otra cosa que la venganza. Se escapa y con un grupo de mercenarios irrumpe en plena comisión de investigación, dando buena cuenta de policías y políticos, pero se le escapa M.
Aquí empieza lo bueno. A James Bond no se le ocurre otra cosa que llevarse a M a un lugar seguro. Nadie de los servicios secretos sería capaz de protegerla, así que se la lleva a un caserón en medio de un páramo desolado en tierras de Escocia. Allí contará con la ayuda de un viejo armado hasta los dientes con una escopeta de caza. A 007 le sobra con su pistola, su viejo Aston Martin y sus pelotas. Porque además quiere que le encuentren los malos, dando las oportunas instrucciones para que así sea. M, que no se entera de nada, no se da cuenta, de que lo que en realidad pretende Bond es darle el finiquito, el pasaporte al otro barrio, aunque le deje semejante tarea a Silva. La estrategia no puede ser otra distinta, porque a nadie se le ocurriría en su sano juicio esperar a un ejército de mercenarios en semejantes circunstancias. Claro que, si la película fuera medianamente sincera, hubiera permitido que James  Bond metiera a la vieja en un saco y que entre él y Silva la hubieran cosido a patadas, mientras gritan como locas, "¡Toma y toma, vieja bruja!". Pero no, se opta por mostrarnos a un 007 incompetente, al que visto lo visto propongo que intercambie papeles con el guarda jurado de los juzgados de Palma de Mallorca, que seguro no cometerá tantas estupideces a la hora de elaborar un plan de protección.
El de la derecha podría ser el nuevo Bond
Es una lástima que teniendo un material tan excelente se haya descuidado la resolución del guión de forma tan burda. No es el hecho de que Bond y M acaben en una ratonera, sino que lo hacen deliberadamente y a conciencia. Pongo un ejemplo ilustre para intentar establecer la diferencia. En la estupenda película de Carpenter "Asalto a la comisaría 13", los protagonistas terminan en un escenario hostil de forma fortuita, sin saber lo que está a punto de suceder. No eligen el escenario de una comisaria, abandonada en un barrio solitario destinado a la demolición, para escapar de los asaltantes que están a punto de acabar con sus vidas, sino que son un cúmulo de circunstancias y coincidencias lo que les ha llevado allí. En "Skyfall" podían haber resuelto utilizar un escenario como el de la mansión aislada por ser de un tremendo atractivo, pero también deberían de haber optado por otro mecanismo que les conduzca forzada e irremediablemente a tan significativo lugar.
Hay alguna que otra tontería destinada a producir cierto efectismo, como la detonación de una bomba por parte de Silva que hará caer sobre Bond nada más y nada menos que un tren subterráneo, como si el villano supiera exactamente en que punto de una persecución, bastante tramposa, va a ser acorralado. Teniendo en cuenta que la película no es mala en absoluto, si que es cierto que molesta esa falta de atención en el desarrollo de la trama, esos defectos de guión que son fácilmente subsanables. La historia es atractiva como concepto de  transición, como factor de cambio en la que algún personaje de peso desaparecerá y otros se incorporan, como homenaje a su clásica trayectoria y, en definitiva, como consolidación de un nuevo renacimiento por parte de un más que eficiente Daniel Craig. Las anomalías que arrastra se arreglan con algunas noches de café y tabaco, o siendo más políticamente correctos en estos tiempos tristemente descafeinados, con bebidas isotónicas y chocolate desnatado.

 

lunes, 22 de abril de 2013

LA GIOCONDA ESPAÑOLA: LA CONDESA DE VILCHES



La primera vez que contemplé el retrato de Federico Madrazo de doña Amalia del Llano y Dotrés (Condesa de Vilches) , me llamó la atención su pícara expresión, su mirada y esa pose de mujer atractiva, de serena ironía. No es el típico retrato tradicional de seriedad y compostura, de nobleza impostada, de pose calculada en definitiva. Aquí hay alguien que comunica con la mirada, que sonríe discreta y enigmáticamente, que juega con la posición de sus brazos. Una mano que roza con sus dedos su delicado rostro y con la otra sujeta un abanico de plumas. 
Como buena intriga, similar a la que destilaba la célebre película "La mujer del cuadro", a uno le hubiera gustado que tras el lienzo de Madrazo se ocultara una mujer  de carácter libertino o enigmático, alguien que ocultara una vida sorprendente. Y no llegando a tales extremos, lo cierto es que doña Amalia si que fue una mujer verdaderamente brillante y polifacética, escritora, pianista y cantante ocasional, amazona, inteligente que organizaba representaciones teatrales en su propia casa, en donde en algunas ocasiones actuaba para el público allí presente. Una mujer singular que supo dar vida a la intelectualidad del momento.


“Linda era como un ángel la condesa de Vilches, como un ángel al que Dios permitiese abandonar la solemne seriedad del cielo adoptando el reír humano, porque, según los doctores en bellezas, la de la Condesa no habría sido tan completa sin aquel soberano don de sonrisa y risa que le iluminaba el rostro y le descubría el alma. Ahora caigo en que no había vestido, ni mantilla, ni lazo, ni garambaina que no le sentase a  maravilla. Caigo también en que sus movimientos tenían una gracia especial, un cierto no se qué, un encanto indefinible, que podrá expresarse cuando el lenguaje tenga la riqueza suficiente para poder designar, en una misma palabra, la malicia y el recato, la modestia y la provocación”
Episodios Nacionales. Benito Pérez Galdós

Nota: Gracias a un amable comentarista, que figura más abajo, parece ser que el texto en cuestión de Galdós no hace referencia a la condesa de Vilches, sino que pertenece a la obra del mismo autor "La corte de Carlos IV" y se refiere a una actriz, "una cómica del teatro del Príncipe llamada Pepita González o la González" (página 5), añadiéndose el texto impostado inicial de “Linda era como un ángel la condesa de Vilches, como un ángel al que Dios permitiese abandonar la solemne seriedad del cielo adoptando el reír humano, porque, según los doctores en bellezas, la de la Condesa no habría sido tan completa sin aquel soberano don de sonrisa y risa que le iluminaba el rostro y le descubría el alma..."
Es evidente que alguien con aviesas intenciones ha fusionado el texto para colarnos una incorrección histórica, lo cual es en sí mismo  es una perversión de lo más sofisticado. Mis más sinceras disculpas y mi autoflagelación más contundente.




 

viernes, 19 de abril de 2013

EL ROBOT EXPLORADOR CURIOSITY ENCUENTRA PRUEBAS CONCLUYENTES DE LA EXISTENCIA DE AGUA EN MARTE


Hacía tiempo que no teníamos noticias de la misión del robot explorador Curiosity en sus indagaciones sobre la superficie del planeta rojo. Sin embargo, después de la filtración de la foto que figura más arriba, se ha producido un gran revuelo mediático de proporciones cósmicas. El descubrimiento de un botijo en Marte han disparado las especulaciones y ya se han sacado las oportunas conclusiones. La primera es la existencia irrefutable de agua, la segunda la de un alfarero y la tercera la de una abuela. Este último dato ha sido obtenido del resultado de analizar el tejido que cubre uno de los orificios del botijo, estimando que pueda ser una elaborada pieza de ganchillo. Lo que lleva también a la conclusión de la existencia de moscas de la canícula, en otras palabras, moscas cojoneras del verano, dada la utilidad de dicha pieza de tela. Sobre el ovni que aparece en la foto, expertos en fotografía de la NASA han indicado que se trata de un defecto de la película. Respecto al caracol, informan que es una pieza desprendida del robot que se asemeja al molusco. Los científicos han salido al paso de las preguntas sobre el chupete que cuelga del Curiosity, explicando que el robot sufría ataques nocturnos de pánico y que, susodicho instrumento para bebés, le tranquiliza de forma considerable.


lunes, 15 de abril de 2013

THE WALKING DEAD

Decía uno de los personajes de esta serie, "O matas o mueres... o mueres y matas", una frase que resume a la perfección la idiosincrasia de los habitantes de este mundo post-apocalíptico que compone de forma trágica "The Walking dead". La temática zombie da mucho juego y no hay que quedarse exclusivamente con el factor terror, miedo o violencia. Al contrario de lo que pueda parecer para los no aficionados al género, las circunstancias que rodean a cualquier trama de los no muertos, puede dar lugar a múltiples y complejos mecanismos de comportamiento sociológico. En cualquier situación extrema se produce una reacción impredecible, los roles propios de una civilización se transforma, mutan en toda una cadena de variables, en las que la supervivencia adquiere un significado primordial. Mantenerse con vida, por encima de los principios morales y de las normas más elementales que han domesticado al hombre, transformándole en civilizado. 

Que en esta serie lo que importa realmente son sus personajes, los vivos evidentemente, sus reacciones y su evolución en un mundo caótico, es algo que no se le escapa a nadie. El propio guionista del cómic original, Robert Kirkman, decía que no era una historia de zombis, sino de su protagonista, Rick Grimes, un oficial de policía que resulta herido en un tiroteo. En un arranque parecido a "28 días después", permanece en coma y cuando despierta en el hospital descubre que el mundo ha cambiado, que ya no queda nada de lo que conoció, que la ley y el orden, al igual que los lazos sociales han desaparecido. No hay gobierno de ningún tipo, no hay ni tan siquiera la más rudimentaria organización que pueda solventar los imprevistos del desastre, de la desolación. Desolación presente en sus ciudades, en donde los automóviles son sólo el testimonio del ajetreo de la vida cotidiana que un día existió, los cadáveres abundan por doquier y en cada rincón acecha un caminante, un mordedor, un zombi.
Vivo, muerto y zombi
Quedan los restos de luchas cruentas, un tanque abandonado, cuyo único habitante ya no es humano, es un despojo a punto de despertar del sueño de la muerte a la pesadilla de quién sólo sentirá el hambre de carne humana.
Nadie sabe como empezó, pero a la largo de la serie se va dando información para entender en cierto modo algo del enigma que les asola. Para empezar, todos están infectados y sólo al morir se transforman en un caminante. En el capítulo 6 de la primera temporada, un científico del control de epidemia ofrece una imágenes en las que observamos un cerebro en plena actividad, pleno de luz. A continuación se nos muestra con la oscuridad de la devastación de la muerte y, unos minutos después, reactivado para volver a la vida. El contraste entre una actividad cerebral y otra es demoledor. La diferencia entre los sentimientos, el conocimiento, la consciencia de sí mismo, los recuerdos, lo que nos hace humanos y la imperceptible luz del instinto, del mecanismo que sólo demanda movimiento y la necesidad de alimentarse para vivir sin vida. Eso ya se había visto antes de forma más simbólica. Un francotirador espera desde la ventana a que su mujer, transformada en un caminante, aparezca delante de su punto de mira. Coloca una foto de ella delante de él en la que rebosa vida en su expresión, algo diametralmente opuesto a la mirada perdida, sin aliento de la piltrafa humana en la que se ha transformado. Cuando logra situarla a tiro duda, y su decisión final, apretar o no el gatillo en un acto de amor, determinará su futuro de forma trágica.
Ese es el mundo que le ha tocado en suerte a Rick y a sus compañeros de viaje y, a lo largo del mismo, morirán muchos y otros se añadirán a tan singular grupo de seres humanos, en busca del refugio que les ofrezca la mayor seguridad posible. Aprenderán a matar, al principio titubeantes y después con la firmeza de la rutina. En el primer capítulo, Rick descubre a un caminante, una mujer en el suelo, con medio cuerpo desmembrado pero con el impulso vital del movimiento. En un gesto de piedad, entre lágrimas, acaba con su vida de un disparo en la cabeza. Ese mismo Rick no vacilará mucho después, en una de sus noches más oscuras, en cometer una matanza sin tregua entre los zombis de una prisión. Aquí ya no hay compasión, sino rabia. También cambiará su actitud hacía los demás. En un momento de infortunio, acepta ser el líder del grupo, sólo si aceptan sus decisiones. En un discurso áspero proclama que ésto ya no es una democracia, que para sobrevivir tendrán que acatar sus órdenes, que él manda sin condicionantes ni cortapisas. El tiempo volverá a dar una vuelta de tuerca más a su desesperación y, en un momento de tribulación e incertidumbre, ya no quiere volver a ejercer como responsable, demasiadas muertes, demasiadas pérdidas como para recaer sobre sus hombros el peso del destino. La vida de todos dependerá de nuevo de sus determinaciones, de sus opiniones  y de sus opciones personales. El sentido democrático vuelve como remedio a la soledad de un mundo que desespera hasta la extenuación.
En este ambiente deprimente, no son sólo los caminantes los únicos que destilan un peligro inherente, sino también algunos humanos, incluso los más insospechados. En la tercera temporada, nos topamos con una población regentada por un tipo singular al que apodan "El gobernador", en la que todo parece ajeno al horror que acecha fuera de sus barricadas. Toda una suerte de American way of life a pequeña escala. En Woodbury, que así se llama este peculiar enclave, hay lugar para barbacoas al aire libre, pero también para otros espectáculos menos edificantes y ese "gobernador" tiene una cara y una cruz, en forma de secretos y de una maldad obsesiva, lo que le convierte en uno de los malos con un ojo averiado equiparable a otro tuerto con aviesas intenciones, como fue el mítico Falconetti de "Hombre rico, hombre pobre". La situaciones límite en las que viven los protagonistas de "The Walking Dead", les ha hecho cerrar filas en torno a su circulo de relaciones más próximo, desconfiando de los demás, hasta el punto de negar auxilio al desconocido. Terrible resulta la escena en el que el bueno de la serie, el intachable Rick Grimes, viaja en coche, haciendo caso omiso de las súplicas de un hombre que le implora ayuda. A la vuelta del viaje, volverá a encontrar al mismo sujeto, tirado en la cuneta y medio devorado. Dará marcha atrás para llevarse su mochila. Incluso llega un momento en que la violencia que se aplica a los zombis resulta hasta placentera, tal y como lo demuestra el rostro de satisfacción del personaje de Maggie cuando hunde el machete que blande entre sus manos entre cabeza y cabeza de los caminantes.
Que alguien como Frank Darabont  y Gale Anne Hurd estén frente a este proyecto es una garantía de calidad, de que se quiere realizar un producto digno y bien acabado. El único problema de "The Walking Dead", como el de muchas series de televisión  en general, es la profusión de capítulos que tienen poco que aportar, los llamados de relleno, que hacen demorar los hechos importantes que se pretenden narrar. En este caso, quizás todos esos tiempos muertos, ayudan a forjar a los personajes, a crear el clímax de tensión que está por venir, pero siguen siendo algo molestos en un nivel que siempre se requiere que se mantenga en altas dosis de adrenalina. Tras una primera temporada muy prometedora, llegó la segunda que se desarrolla en una granja en donde nuestros protagonistas son tratados con moderada hospitalidad por un personaje, Hershel Greene, que a la larga demostrará poseer un más que valioso sentido común, algo así como la voz de la conciencia. No son pocos los que califican la segunda temporada como "La casa de la pradera", porque apenas existen suficientes escenas de tensión y, salvo el momento de la liberación de los no muertos del granero y el secreto que esconden, es cierto que la trama fluye en torno al conflicto dramático entre los diversos personajes, sobre todo entre Rick y Shane. La tercera temporada es sin duda la mejor de todas y con cierta diferencia, sobre todo en los capítulos iniciales y en los finales. No se libra por lo tanto de esos molestos capítulos de transición, que supongo serán casi inevitables, pero el simple hecho de cambiar el bucólico escenario de la granja por una siniestra prisión, infectada de caminantes, ya es suficiente aliciente.
Una serie en definitiva, que a pesar de sus altibajos, no debe perderse ningún buen aficionado al género, incluso para aquellos que prefieren mantener las distancias con el tradicional cine de zombis. Una desesperante historia en un mundo con un futuro desolador, en el que es difícil emprender el camino de la supervivencia, en los que hay muchos momentos en que el dolor de las innumerables pérdidas haría plantearse a cualquiera de sus protagonistas rendirse, tirar la toalla y no continuar en el camino. La eterna lucha, casi extenuante, es buena compañera del pesimismo y así se refiere Rick en el cómic, cuando enfrentado a los zombis del otro lado de la valla de la prisión hace la siguiente reflexión:

"Estamos entre ellos... ¡Y cuando por fin nos rindamos, nos convertiremos en ellos! Vivimos un tiempo prestado. ¡Cada minuto de nuestra vida es un minuto que les robamos!. Míralos ahí fuera. Sabes que cuando morimos nos convertimos en ellos. ¡Crees que nos escondemos tras los muros para protegernos de los muertos vivientes!. ¿No lo entiendes?. ¡Nosotros somos los muertos vivientes!."




miércoles, 10 de abril de 2013

CUESTIÓN DE TIEMPO

A Eufrasio Cantalejo le quedaba apenas un mes de vida. Tenía el orgullo de ser poseedor de una de las enfermedades más extrañas y fulminantes del mundo. Los médicos le habían desahuciado y abandonado a su suerte. Sólo le quedaba rezar. Un día le propusieron, como única salida para engañar a la muerte, la criogenización. Le despertarían cuando la ciencia tuviera una respuesta a su extrema dolencia. Y así sucedió, pasaron cien años y Eufrasio fue reanimado de su letargo. Cuando estuvo lo suficientemente lúcido, preguntó si ya estaba curado. Unos científicos de batas blancas, le comunicaron que a pesar de haber pasado un siglo aún la ciencia no tenía respuesta, que lo habían despertado para pasarlo a otra cámara de criogenización más moderna, con una autonomía propia para otros cien años. Antes de pasar al letargo, pudo ver las maravillas de aquel mundo futuro y no comprendió como aún no habían encontrado la solución a su enfermedad, en una civilización que prácticamente había acabado con todos los sufrimientos que atormentan al ser humano. Una vez más fue animado a dormir en una confortable cápsula en donde pasaría no se sabe cuanto tiempo, quizás otros cien años. Un día volvió de nuevo a la vida, abrió los ojos y se encontró en una especie de chamizo sobre unas pieles de animales. Un fuego situado junto a él le daba un calor confortable. Intentó levantarse pero no pudo, sus piernas aún estaban adormiladas. Ya había sentido antes esa sensación, la primera vez que le despertaron. Se percató de la presencia de un hombre sentado junto a la hoguera, tenía un extraño tocado de plumas en la cabeza. Le dijo que era el chamán de la tribu, que habían encontrado su cápsula y otras más, pero que el único cuerpo con vida era el suyo. El mundo había sufrido un cataclismo cuando una estrella del cielo cayó a la Tierra. Había pasado doscientos años dormido y ahora moriría en un mes, no tenía salvación. Explicó sus dolencias a aquel hombre arrugado y con plumas en la cabeza. Este asintió con la cabeza, se levantó y volvió al cabo de un rato. Le hizo beber un espeso y repugnante brebaje elaborado a base de hierbas del bosque y le dijo: "¡Ya está!". ¿Ya está?, pensó para sus adentros, el mes que viene moriré. Y llegó el mes que viene y dijo lo mismo "el mes que viene moriré". Así pasó Eufrasio los últimos 60 años de su vida, siendo uno de los hombres más longevos de la tribu.

viernes, 5 de abril de 2013

EL CINE DE ANIMACIÓN Y EL DISEÑO DE PERSONAJES



Ayer acudí con mi hija de 6 años al cine, cumpliendo con el ritual de ver la película de animación que por suerte o por mala fortuna toque en el momento. El título en cuestión era esta vez  "Los Croods", film no demasiado trascendente pero visualmente muy atractivo. Narra las aventuras de una familia de cavernícolas que tienen que abandonar la seguridad de su cueva por causa mayor y adentrarse en un territorio tan fascinante como peligroso. La película intenta darnos alguna clase de enseñanza con moralina, en la que se interpreta lo asfixiante que puede ser la sobreprotección paternal, llevada al paroxismo en contraposición de lo que supone vivir en libertad, en una libertad por otra parte no exenta de ciertos riesgos. Algún sesudo pensador vería en esta trama argumental una referencia a "El miedo a la libertad" de Erich Fromm, aunque naturalmente sería una conclusión sobredimensionada de algo menos pretencioso y, desde luego, nada perseguido por esta propuesta de cine de animación. Porque, si nos ponemos a buscarle tres pies al gato y queremos extraer algún mensaje filosófico sobre lo que trata "Los Croods", podríamos llegar a la precipitada conclusión de que sus perpetradores intelectuales no logran encontrar el equilibrio en la conducta de los personajes, pasando del conservadurismo más timorato a la osadía, en cierta medida, más irresponsable. Supongo que es mejor quedarse con el espectáculo visual que supone la película, que es en lo que alcanza una notable destreza y, sobre todo, en el diseño de sus personajes, sin el cual un proyecto como el que nos ocupa alcanzaría cuotas peligrosas de mediocridad. A priori podríamos pensar que la acción se desarrolla en la prehistoria que todos conocemos, pero es ahí donde se apuesta por otra cosa distinta, más original, casi onírica, en el desarrollo de las criaturas que pueblan sus inmensos escenarios. De tal manera que nos podemos encontrar a un Mamut con lunares, un felino con cabeza de búho, un carnero con cuerpo de avestruz, unas pirañas en forma de ave o una ballena terrestre emulando a un elefante. 


Sorprende por lo inesperado y ese es uno de los valores de "Los Croods", independientemente de que no vaya a pasar a los anales de la historia del género de animación por otras virtudes menos palpables, aunque el entretenimiento está garantizado, con un 3D aceptable que merece la pena. Se que son muchos los que rechazan las tres dimensiones, pero en este tipo de propuestas nos ofrece un rendimiento considerable, con una sensación de profundidad ciertamente estimable. Me ha hecho recordar otra película que tenía una galería de personajes impecable, como fue "Rango", curioso western, quizás poco indicado para los más pequeños, por su arriesgada puesta en escena repleta de rostros arrugados, escamosos e inquietantes. Lo que molesta de ésta última propuesta es que podrían haber sido extraordinaria, pero se quedó alfo huérfana de un guión algo más contundente. No obstante, "Rango" es una joya de la animación que se deja ver y que hubiera merecido algo de mayor fortuna, en el desarrollo de la historia de un pistolero a la fuerza que se debate entre el sentido del honor y la cobardía del impostor.


Una saga que prueba fortuna siempre en la construcción de sus personajes es la de "Ice Age", unas veces con más acierto que otras. Ya hablé en este blog de uno de ellos, de la comadreja Buck de la tercera entrega, que hacía que la misma alcanzara cotas de calidad que no había demostrado hasta entonces. En "Ice Age 4" se hizo un esfuerzo estimable en la elaboración de los personajes que interpretan a unos piratas sin escrúpulos a la deriva. Aquí el resultado queda a medias, debido a que quizás el carácter de cada uno de ellos no llega a la altura esperada, sobre todo del líder, una suerte de trasunto de John Silver el Largo de "La isla del tesoro", que se esfuerza por ser carismático pero que se queda a medio camino. Puede que todos quedaran un tanto en el aire debido al carisma de otro personaje tan simpático como el de la abuela delirante del perezoso. 


Si le damos un repaso, en líneas generales, a las últimas propuestas animadas que han pasado por las salas de cine, nos daremos cuenta del peso específico que sus criaturas pixeladas tienen y de como, junto a una buena historia, pueden tener su lugar en la permanencia del recuerdo o en el olvido de lo insustancial. Una de las últimas en llegar ha sido "Rompe Ralph", que  en un juicio apresurado podría parecer la menos coherente, pero que una vez vista tiene hallazgos sorprendentes. Cuenta con una ventaja nada desdeñable, apelar al sentimiento nostálgico de los vídeo juegos de antaño, aquellos que nos arrastraron de forma masiva a las salas recreativas. Y lo hace con un respeto encomiable, siendo sus protagonistas fieles representantes de una época que parece no tener final. Incluso  la escenografía aparatosamente empalagosa, esa carrera en el paisaje de las golosinas, del azúcar y las piruletas, no parecería desde luego lo que podría atraer a un público más exigente. Eso, unido al diseño de su pequeña protagonista, podría resultar de lo más infantil, pero resultar eficaz dentro del marco de una trama argumental que no carece de méritos.


El malvado de "El origen de los guardianes" equilibra la balanza de lo que podría haber sido la típica película navideña, familiar y sin demasiadas aristas. Y es que el señor de los malos sueños, de las pesadillas, de las noches de terror, está diseñado con las suficientes pinceladas de oscuridad como para poder mantener a un público más adulto pendiente del hilo argumental, contando con el hándicap de lo insoportable que les resultó a muchos el personaje del conejo de Pascua. La película también sorprende con su principal protagonista, un Jack Escarcha con un manto de tristeza que hace al personaje interesante en esta propuesta muy deudora de Los Vengadores marvelitas. En cuanto a Pixar y su última aportación, "Brave", hay que decir que, si bien no ha cumplido la expectativas a las que nos tiene acostumbrados la célebre productora, sigue siendo fiel a su tradicional estilo, que aporta algo más que las demás producciones del cine de animación, aunque está por debajo de alguna de sus anteriores creaciones. No cabe duda de que la extensa galería de personajes de "Hotel Transylvania" es lo más atrayente de una película un tanto alocada, que no sabe tomarse un descanso para templar su ritmo narrativo,  lo que convierte en un lastre todo su intento por conectar con los más exigentes. Por eso resulta de singular belleza el momento en que la película se para en explicar la tristeza de un Drácula que añora al amor de su vida, el que perdió en una noche de fuego y destrucción.  Es curioso, pero en este repaso algo ligero, se me va quedando muy atrás "Las aventuras de Tadeo Jones", que pese al mérito que tiene por el hecho de haber recaudado cifras millonarias en el mustio cine patrio, no parece que pueda sostener un pulso de suficiente identidad como para ser una buena película. Eso, a pesar de sus virtudes como film de aventuras, pero algo desdibujado, tanto en sus personajes, demasiado planos o estereotipados, como en un guión algo simplón. 

Hotel Transylvania


lunes, 1 de abril de 2013

EL ARTE ERÓTICO DE BEN NEWMAN

Ben Newman es un artista británico cuyas obras destilan un erotismo ciertamente algo enfermizo, morboso sin duda alguna, sobre todo en la reinterpretación de algunos cuentos infantiles que versiona de una forma muy particular. El arte es libre y Newman lo demuestra en cada uno de sus trazos, atractivos e imaginativos, aunque de lo que no cabe duda es de su talento.

Atrevida sería la palabra correcta para esta versión de ¿"Los tres cerditos"?,  aunque no logro imaginar como se llega a esta interpretación tan extraña.


Extraño número erótico, emulando una ejecución en la silla eléctrica, y parece congregar a un numeroso grupo de aficionados más partidarios del  bondage que de la pena capital. 


Esta abuelita, en realidad el lobo feroz, no parece dispuesta a comerse a Caperucita Roja, no en el sentido literal claro está.


Estos compañeros de viaje de Dorothy parecen algo distraídos y se ignora si serán capaces de concentrarse en su búsqueda del Mago de Oz.


A esta chica parece gustarle que Pinocho mienta una y otra vez, ¿por qué será?.


¿El camarote de los Hermanos Marx en versión "Frankenstein"?. Claro que el buen doctor nunca tuvo tan buenas enfermeras...


Al monstruo de la Laguna negra se le ve en demasiadas ocasiones fuera del agua, debe ser por alguna razón imperiosa.

A los fantasmas les da por la vena intelectual y se pirran por la empollona Velma de Scooby Doo.


A saber porque este astronauta se encuentra demacrado, ¿demasiada actividad física?.


Últimamente los niños pasan mucho tiempo jugando con sus figuritas de Lego y se ignora la razón.


Los calamares gigantes son casi imposibles de ver en la superficie, pero si la vista merece la pena si que se atreven a echar un vistazo al paisaje.

En este crucial momento no protestaba ni el enano gruñón de la presencia de Blancanieves.

Esta es la intrépida reportera April O´Neil, entrevistando a una de las tortugas ninja, pero, viendo la habitación acolchada y al quelonio en cuestión, parece que su empeño es una locura.


 Parece que al príncipe se le ha olvidado despertar a la Bella durmiente.