viernes, 29 de junio de 2012

EL LIBRO OLVIDADO. CAPITULO VII. LA ENCRUCIJADA DE LA MUERTE



El enlace vital que nos une a la tierra es tan poderoso, que el simple hecho de pensar en abandonarlo nos produce un dolor inconmensurable. Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte vivimos con el aliento de nuestro destino, nos pesa y nos hace reflexionar, se convierte en obsesión y nos transforma en filósofos. Nuestros sueños, ideas, experiencias y demás sensaciones vitales se acaban de forma irrefutable el día que dejamos de existir. No veremos más el sol, ni respiraremos el aire que nos da la vida, no podremos disfrutar de los placeres de la vida terrenal, ni leer un libro ni ver como se desarrolla el futuro, dejaremos atrás a nuestros seres queridos, y con el tiempo nuestra memoria será olvidada al igual que nuestras tumbas, monumentos efímeros al anonimato que el viento borrará de la historia. O quizás el sueño eterno nos alivie del sufrimiento físico y espiritual, de una vida amarga, de la miseria o el abandono, si quizás sea el dulce final de un tránsito penoso e inútil. Existen personas que aman la vida hasta el final, y otras que, por el contrario, buscan el término de la misma hasta la extenuación. Sin embargo, en un plano general, el miedo a la muerte es algo más universal, tal vez porque, en el fondo y a pesar de todos los obstáculos, nos sentimos con el impulso vital del instinto que nos domina y que nos lleva a sobrevivir. Sentimos apego a nuestro mundo por una razón quizás mas obvia que cualquier razonamiento metafísico, defendemos nuestras ansias vitales porque nos gusta vivir, simple y llanamente.  


El hecho en si de existir nos da forma y no dota de un placer hedónico, solamente mitigado por nuestro devenir existencial, plagado por otra parte de dificultades y no exento de altibajos emocionales. La balanza es, sin embargo, preclara y se inclina favorablemente hacia el impulso vital. El miedo más inmediato del hombre es el miedo al dolor y al sufrimiento, y no hay mas expresión de tales desdichas que la muerte. El acabar es tremendamente angustioso. Es la máxima diatriba de la frustración. Nuestra naturaleza animal nos condiciona hasta tal punto, que el hecho de ser mortales es una afrenta a la inteligencia misma, inteligencia, por otra parte, imbuida y conducida por una extenuante arrogancia. El  poder de la razón se enfrenta a la batalla crucial de sobrevivir por encima del oprobio personal de lo efímero. Pensar es vivir y ese impulso avanza en espiral hacia el deseo mas codiciado: la inmortalidad. El conocimiento humano bajo sus mas diversas abstracciones se dota de la máxima virtud de la existencia universal, del impulso vital por excelencia, del culmen del poder de la metafísica, algo a lo que llamamos alma. ¿El autoconocimiento de sí  mismo de un ser vivo le confiere la tan ansiada y sublime alma?, ¿Es por lo tanto un don de la inteligencia humana o es aplicable a otras formas de autoconsciencia?. 


Sobre la existencia del alma se ha divagado en demasía, y es tan improbable su demostración como la propia existencia de Dios. Algunos investigadores creían encontrar la clave de la misma en el genoma humano. A pesar de nuestra similitud genética con las demás especies animales, de las cuales nos separa solo un escaso porcentaje, en algunos casos, de entre un 20 y un 10%, parece ser que esa diferencia es mas que suficiente para apropiarnos del espíritu inmortal, de los famosos 21 gramos de alma imperecedera. Para los que buscan la naturaleza sobrenatural del  ser humano, esa pequeña divergencia es mas que suficiente para encontrar nuestro billete hacia la inmortalidad. No es solo una constatación del hecho diferencial, es la suprema obviedad del hecho singular, de la idiosincrasia propia de los elegidos para la gloria de un paraíso soñado, de una vida, en suma, que continua por los siglos de los siglos. No obstante, el ratón de laboratorio, el insecto que nos atormenta  o nuestro animal de compañía muere y desaparece justamente porque carece del porcentaje justo de diferenciación. Todas las circunstancias de la vida terminan encajando en nuestro afán por construirnos un mundo acorde con nuestros más profundos deseos, aunque para ello tengamos que recurrir al engaño más burdo que pueda existir. No digo que tal diferencia no sea la que nos aporta el alma, lo que manifiesto es que siempre encontramos un vacío filosófico-existencial donde podemos introducir todas nuestras frustraciones y convertirlas en fiel consuelo de nuestra amargura. 


El miedo a la muerte se podría configurar de dos maneras distintas. Por una parte tenemos un miedo que se centra en la concepción de que nuestra entidad cognoscitiva se disipe en la bruma del olvido, que no formemos parte de la existencia y que desaparezca de un plumazo toda nuestra capacidad de ser y de sentir. Existe, no obstante, un segundo miedo, más irracional y entroncado con cierto halo espiritual, representado por el hecho de creer que nuestra experiencia vital continua en una dimensión distinta e inquietante. Es particularmente extraordinaria la reacción de la inteligencia humana ante esta disyuntiva. La capacidad del intelecto es tan compleja y profunda que dota al hombre de la aptitud necesaria para plantearse problemas de gran calado trascendental. Y es precisamente, por esa conciencia por lo que el hombre se crea una continuidad inmortal, formada en su egocentrismo espiritual. Pensar que el final de nuestra existencia humana es el puente que une al ser humano con la inmortalidad es algo que nos conforta y que nos da ánimos ante la muerte. Sin embargo, esta concepción espiritual es solamente parte del engranaje del mecanismo defensivo de nuestra racional inteligencia, sometida a tal presión emocional, que es capaz de crear un mundo de la nada y, sobre todo, de tranquilizar nuestra inquietud máxima. Hay personas  que, en circunstancias de muerte próxima, han experimentado sensaciones que entroncan directamente a lo que imaginamos que podría ser una continuidad, o mas bien un tránsito, hacia otra dimensión.  Han sentido incluso un cierto sosiego espiritual y mental, como si se despojaran de todo aquello que les ha atado a la vida terrenal y emprendieran un largo y tranquilo viaje hacia mundos desconocidos. ¿Correspondes esas vivencias al testimonio de una vida tras la muerte, o se trata simplemente de una sugestión, surgida de nuestra mente ante el último aliento de nuestra existencia?. La mente es tan cercana a nosotros como desconocida en toda su amplitud. Hasta tal punto nos es enigmática que aquellos que han demostrado ciertas dotes psíquicas son considerados como extraordinarios, por el hecho en sí de utilizar su capacidad mental un poco más lejos que el hombre común. Es por lo tanto una capacidad para aprovechar la enorme potencialidad racional, más que una diferenciación del instrumento cognoscitivo. Es posible que tal capacidad, en circunstancias excepcionales, sea capaz por si misma, y prescindiendo  de la voluntad,  de activarse y crear todas las expectativas necesarias para sofocar el pánico que nos produce el final de todos los finales. 


La limitación del ser humano es un hecho más que evidente. Cualquier deseo de traspasar la barrera de tal cortapisa constituye, por sí mismo, un desafío y posiblemente una aspiración fundamental. La muerte es, efectivamente, la máxima limitación a nuestros desenfrenados deseos. El hombre es consciente de ello, aunque no lo acepte de forma incondicional, sino que protesta en el seno de su espiritualidad. A veces, es frecuente que una ilusión se imponga a la realidad, sobre todo si aquella es de una naturaleza especialmente hedónica. La realidad es, casi siempre, fría e intransigente y desgarra nuestras más profundas esperanzas. Científicamente, es un hecho comprobado que la muerte corpórea es definitiva. El proceso de descomposición y transformación del organismo humano es absolutamente terrible e ingrato a nuestros ojos. Observar, como una forma de existencia, que vivía inmersa en una multitud de sentimientos y emociones, sucumbe ante la muerte, es verdaderamente desconsolador. Este abatimiento de la vida corporal es una condena sin recurso, y  pensar que, en realidad, nada muere, todo se transforma formando parte de la fría e insensible cadena alimenticia de la naturaleza, es algo que carece de la más elemental seducción. Nuestro consuelo, nuestra verdadera salida ante tan nefasto destino, es vivir, por encima de todo vivir, el gran regalo que nos ha hecho el destino y al cual no se puede renunciar. Toda la evolución de lo que existe, del Universo, del tiempo, parece que perseguía un máximo logro, el autoconocimiento de sí mismo y, aunque fuera por tiempo limitado, es un lujo trascendental e irrepetible, una experiencia en todo su esplendor.

lunes, 25 de junio de 2012

LISTAS INFERNALES


Hace aproximadamente un mes, la revista Cinemanía publicó una encuesta para elaborar una lista de las 200 mejores películas de la historia. El problema de este tipo de listados es siempre la sensación de dejar mal colocada a una película que merecería mejor puesto, o situar otra en demasiada estima por el simple hecho de ejercer el derecho del gusto personal, sobre el cual no tengo ningún tipo de prejuicio, aunque bien es cierto que, por encima de cualquier sentimiento subjetivo, se debe tener cierto criterio ecuánime y, sobre todo, no  traspasar el límite de la coherencia. Pero antes de continuar con la lista, procedo a mostrarla y después paso a comentarla.

200. Sed de mal (1958)
199. El hombre elefante (1980)
198. Río bravo (1959)
197. El maquinista de la general (1926)
196. Ladrón de bicicletas (1948)
195. La quimera del oro (1925)
194. La fiera de mi niña (1938)
193. El ángel exterminador (1962)
192. Sopa de ganso (1933)
191. Amanece que no es poco (1989)
190. 300 (2006)
189. El mago de Oz (1939)
188. Volver (2006)
187. Deseando amar (2000)
186. Los intocables (1987)
185. Amadeus (1984)
184. Hasta que llegó su hora (1968)
183. Bailar en la oscuridad (2000)
182. Mary Poppins (1964)
181. Barry Lyndon (1975)
180. El árbol de la vida (2011)
179. Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988)
178. Déjame entrar (2008)
177. El guateque (1968)
176. [REC] (2007)
175. Sin City (2005)
174. La princesa prometida (1987)
173. Zodiac (2007)
172. Los santos inocentes (1984)
171. Harry Potter y las reliquias de la muerte 2 (2011)
170. Jungla de cristal (1988)
169. Drácula de Bram Stoker (1992)
168. West Side Story (1961)
167. Lawrence de Arabia (1962)
166. La delgada línea roja (1998)
165. Viridiana (1961)
164. Orgullo y prejuicio (2005)
163. La semilla del diablo (1968)
162. Encadenados (1946)
161. ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964)
160. Kramer contra Kramer (1979)
159. El show de Truman (1998)
158. El laberinto del Fauno (2006)
157. Atrapado en el tiempo (1993)
156. (500) días juntos (2009)
155. Watchmen (2009)
154. La noche del cazador (1955)
153. Donnie Darko (2001)
152. Scream (1996)
151. Midnight in Paris (2011)
150. Ser o no ser (1942)
149. Harry Potter y la piedra filosofal (2001)
148. Love Actually (2003)
147. Memorias de África (1985)
146. Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra (2003)
145. Historias de Filadelfia (1940)
144. En el nombre del padre (1993)
143. Perdición (1944)
142. Testigo de cargo (1957)
141. La palabra (1955)
140. Pequeña Miss Sunshine (2006)
139. Tesis (1996)
138. Los puentes de Madison (1995)
137. Senderos de gloria (1957)
136. Super 8 (2011)
135. Plácido (1961)
134. Todo sobre mi madre (1999)
133. Una noche en la ópera (1935)
132. Grupo salvaje (1969)
131. Rocky (1976)
130. Pesadilla antes de Navidad (1993)
129. La bella y la bestia (1991)
128. Amanecer (1927)
127. Metrópolis (1927)
126. La gran evasión (1963)
125. Sospechosos habituales (1995)
124. Los 400 golpes (1959)
123. Aliens (1986)
122. El exorcista (1973)
121. Fargo (1996)
120. El tercer hombre (1949)
119. El viaje de Chihiro (2001)
118. Los siete samuráis (1954)
117. Snatch, cerdos y diamantes (2000)
116. El retorno del Jedi (1983)
115. Magnolia (1999)
114. Luces en la ciudad (1931)
113. La red social (2010)
112. Las dos torres (2002)
111. El cazador (1978)
110. Indiana Jones y la última cruzada (1989)
109. La chaqueta metálica (1987)
108. El club de los poetas muertos (1989)
107. Réquiem por un sueño (1999)
106. Terminator 2 (1991)
105. Grease (1978)
104. Toro salvaje (1980)
103. Old Boy (2003)
102. Lost in Translation (2003)
101. Tiburón (1975)
100. Match Point (2005)
99. Rebeca (1940)
98. Brokeback Mountain (2005)
97. Los Goonies (1985)
96. El hombre que mató a Liberty Valance (1962)
95. Érase una vez en América (1984)
94. Ben-Hur (1959)
93. Manhattan (1979)
92. El verdugo (1963)
91. El hombre tranquilo (1952)
90. Gran Torino (2008)
89. V de Vendetta (2005)
88. Kill Bill Vol. 2 (2004)
87. Eva al desnudo (1950)
86. Mystic River (2003)
85. El gran Lebowski (1998)
84. The Artist (2011)
83. Ciudad de Dios (2002)
82. Casino (1995)
81. Con la muerte en los talones (1959)
80. ¡Olvídate de mí! (2004)
79. American History X (1998)
78. El pianista (2002)
77. ¡Qué bello es vivir! (1946)
76. Parque Jurásico (1993)
75. Cisne negro (2010)
74. La ventana indiscreta (1954)
73. El bueno, el feo y el malo (1966)
72. Centauros del desierto (1956)
71. Matar a un ruiseñor (1962)
70. Desayuno con diamantes (1961)
69. Eduardo Manostijeras (1990)
68. Infiltrados (2006)
67. American Beauty (1999)
66. Memento (2000)
65. Wall-E (2008)
64. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)
63. Trainspotting (1996)
62. Braveheart (1995)
61. Malditos bastardos (2009)
60. La vida de Brian (1979)
59. El golpe (1973)
58. Avatar (2009)
57. Doce hombres sin piedad (1957)
56. En busca del arca perdida (1981)
55. El crepúsculo de los dioses (1950)
54. Moulin Rouge (2001)
53. Toy Story (1995)
52. Alien, el octavo pasajero (1979)
51. El silencio de los corderos (1991)
50. El precio del poder (1983)
49. Salvar al soldado Ryan (1998)
48. Toy Story 3 (2002)
47. E.T., el extraterrestre (1982)
46. Amélie (2001)
45. Scott Pilgrim contra el mundo (2010)
44. Reservoir Dogs (1992)
43. Cinema Paradiso (1988)
42. Sin perdón (1992)
41. Vértigo (1958)
40. El rey león (1994)
39. Up (2009)
38. 2001: Una odisea en el espacio (1968)
37. Matrix (1999)
36. Kill Bill, Vol. 1 (2003)
35. Cantando bajo la lluvia (1952)
34. Big fish (2003)
33. Million Dollar Baby (2004)
32. El gran dictador (1940)
31. Titanic (1997)
30. Taxi Driver (1976)
29. Regreso al futuro (1985)
28. Annie Hall (1977)
27. Apocalypse Now (1979)
26. Seven (1995)
25. El resplandor (1980)
24. Gladiator (2000)
23. Ciudadano Kane (1941)
22. Con faldas y a lo loco (1959)
21. Lo que el viento se llevó (1939)
20. Psicosis (1960)
19. Drive (2011)
18. El apartamento (1960)
17. Forrest Gump (1994)
16. Blade Runner (1982)
15. Origen (2010)
14. La comunidad del anillo (2001)
13. La naranja mecánica (1971)
12. Star Wars (1977)
11. Uno de los nuestros (1990)
10. Cadena perpetua (1994)
9. El club de la lucha (1999)
8. La lista de Schindler (1993)
7. Casablanca (1942)
6. El imperio contraataca (1980)
5. El Padrino II (1974)
4. El retorno del rey (2003)
3. Pulp Fiction (1994)
2. El caballero oscuro (2008)
1. El padrino (1972)


Aparte de repetir el tópico, ya muy manido, de incluir entre la primera a "El padrino", algo bastante lógico, y desplazando a "Ciudadano Kane" a la posición 23, me sorprende ver situado a "El caballero oscuro" como la segunda mejor película de todos los tiempos. Siendo como soy un incondicional del film de Nolan, no acierto a comprender como ha podido llegar a semejante consideración, teniendo en cuenta el puesto que ocupan muchas de las que le siguen. Me gusta ver "El imperio contraataca" en tan privilegiada posición, pero si nos situamos al final de la lista y la recorremos en sentido inverso, contemplaremos auténticas tropelías. De pecado mortal es, sin duda, emplazar en la cola  películas como "Sed de mal", "Rio bravo", "El maquinista de la general", "Ladrón de bicicletas" o "La fiera mi niña", por citar algunas, pero verlas superadas por "Rec", "Harry Potter y las reliquias de la muerte" o "Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra" es algo que clama al cielo. Observar como un film simpático y de cierto culto como es "Los Goonies" supera a "Tiburón", "Los siete samuráis", "Plácido" o "Perdición" es para mirárselo en cualquier institución de salud mental. Qué "Moulin Rouge" ocupe el puesto 54 por encima de "Matar a un ruiseñor", "Centauros del desierto" o "El hombre que mató a Liberty Valance" es motivo suficiente para enviar un Terminator que haga justicia.  Podríamos estar hasta el fin de los tiempos, concretamente a finales de este año, y no acabaríamos de clamar algo de sentido común a esta lista, que con toda la buena fe del mundo, ha cometido una auténtica escabechina. Comprendo que puede ser considerada una selección popular, pero me resulta más difícil entender que corresponda a una elección de los lectores de una revista especializada en cine. Ya se que no es Cahiers du Cinéma, pero se espera cierto criterio algo más afortunado. Fotogramas publicó hace algunos años una lista similar e incluía alguna tendencia a lo irracional, pero no recuerdo que fuera tan alarmante. ¿A quién crucificamos a Jesucristo o a Barrabás?. A Barrabás que es más bueno que el pan integral.


martes, 19 de junio de 2012

LO QUE EL VIENTO NOS DEJÓ

Mantengo una relación especial de amor-odio respecto a "Lo que el viento se llevó", un folletín en no pocas ocasiones bastante estúpido que se sostiene y aguanta por sus dos protagonistas principales, Vivien Leigh y Clark Gable, sobre todo por el personaje de este último, un Rhett Butler que sirve de contrapunto y válvula de escape a tanta pompa, cursilería y heroísmo romántico. Siendo como es, un alegato en favor de la forma de vida del sur y por ende de la esclavitud, toda una suerte de estado servil de bonhomía, y un ataque frontal hacía el norte, verdadero criadero de patanes y malos muy malos, "Lo que el viento se llevó" no se conforma con esa visión interesada y parcial de unos hechos históricos, sino que además se torna profundamente ridícula en cuanto a la presentación de sus arquetipos sureños.
Los primeros minutos iniciales del film de Victor Fleming ya son lo suficientemente inaguantables e insufribles, con esos dos petimetres haciéndole la corte a una insoportable señorita del sur. Es cierto que, para colmo de males, el doblaje contribuye, y mucho, a que la escena resulte aún más remilgada. Durante ese arranque, los caballeros protagonizan ensalzados discursos patrióticos y arengas entusiastas hacia la posibilidad de entrar en guerra con el norte. Sus vítores, al hecho de participar en la confrontación bélica, podrían ser similares a los que expresa un niño ante la visión de un poni atado a los pies de su cama. Afortunadamente aparece el personaje de Rhett Butler, que compensa tanto encaje de bolillos con su cínica y socarrona actitud. Después surge en escena un tipo remilgado, Hamilton,  que es digno de participar en todas las listas de tontos, de tontos ilustres, que le pide matrimonio a una despechada Scarlett. 

Observen al individuo en cuestión y comprenderán porque el sur perdió la guerra civil. De hecho, con esa bobalicona expresión, uno piensa que es carne de cañón, que será el primer caído en combate, que la primera bala de la contienda hará un acto de piedad sobre semejante ejemplar humano. Pero la película nos sorprende de forma inesperada, reservándole al pobre infeliz una muerte aún más merecida y es que, en algunas ocasiones, la crueldad surge donde menos lo esperas:

"Aunque el capitán Hamilton no le fue concedida una muerte heroica en el campo de la gloria, fue un héroe a pesar de todo y murió de neumonía, después del sarampión."

Cuestión que invita a la reflexión es el tema de la esclavitud. Los negros de "Lo que el viento se llevó" se dividen en dos, los que maldicen a los yankees por haberles liberado y añoran los tiempos de látigo y la miseria, aunque nuestros caballeros protagonistas jamás los maltrataron, palabra de Ashley (Leslie Howard), y los que se sienten agradecidos, que son presentados como especuladores. Se los dibuja como nuevos ricos, de recoger algodón bajó el yugo del castigo, a vestir lujosos trajes y fumar caros puros. No es de extrañar, 24 años antes D.W. Griffith había rodado "El nacimiento de una nación", con una visión aún peor del factor racial y por el incuestionable enaltecimiento del Ku Klux Klan. Digamos que era una actitud ciertamente normalizada en aquel contexto y que dos décadas no eran demasiado significativas.

Naturalmente los soldados del norte son crueles, ladrones sin escrúpulos y además se les nota en la mirada, esa aviesa intención de ser ejecutores del mal. Por el contrario los derrotados soldados del sur, caballeros sin par, tienen toda la apariencia de la santidad más evidente.

Claro que para santidad están ellos, los personajes interpretados por Olivia de Havilland y  Leslie Howard, imagen de dos ángeles caídos del cielo, expresión viviente de la bondad humana y la misericordia, sobre todo ella, paciente, tolerante. Él, algo más pusilánime de espíritu, se siente inútil y se hunde en la miseria del perdedor. No es un superviviente como Butler (Clark Gable) y por eso el amor no triunfa en la pareja protagonista, porque ambos personajes masculinos se sitúan, respectivamente, en las antípodas del carácter humano. 


No obstante, "Lo que el viento se llevó" tiene méritos más que evidentes y, más que una buena película, es una muestra evidente del mito de algunas propuestas cinematográficas. Posee virtudes incuestionables, una hermosa fotografía en color, actores en estado de gracia y un final perfecto y merecido. Constituye una parte incuestionable del séptimo arte, y esa parte del mito quedará para siempre reflejada en unos cuantos fotogramas inmortales que siempre formaran parte de nuestras vidas.



jueves, 14 de junio de 2012

EL OSCAR QUE NO GANO SCHWARZENEGGER

Es un hecho que determinados géneros cinematográficos parecen estar al margen del reconocimiento de cierta oficialidad formal. Solamente cuando un director de reconocido prestigio aborda determinadas propuestas, es cuando parece que las bendiciones recaen sobre su trabajo sin el más mínimo esfuerzo. Una especie de fiebre se desata y, como las ondas que produce una piedra al caer al agua, los halagos y prebendas surgen por doquier. No se necesita más, basta con un nombre o concepto con tendencia al éxito y nadie podrá pararlo. Otros, sin embargo, a pesar de trabajar su propia suerte, no tienen ese reconocimiento merecido, aunque el tiempo, como en todas las facetas de la vida, se encarga de poner a cada cosa en su sitio. En el séptimo arte, ese ganado prestigio lleva el apelativo de "obra de culto" y se transmite de forma natural y sin agentes contaminantes.

Toda esta parrafada viene a cuento sobre un personaje que en la historia del cine se ha repetido hasta la saciedad, que no es otro que el de asesino a sueldo o exterminador. Pero lo traigo a colación por el visionado reciente de "No habrá paz para los malvados", película no exenta de mérito aunque con tendencia a ser sobrevalorada.  Nadie es ajeno a los parabienes que ha recibido su protagonista, José Coronado, por la interpretación de Santos Trinidad. Su economía de gestos, su contundencia, su presencia física y sus escasos diálogos. Mismas virtudes que nos ofreció Javier Bardem en su papel de asesino psicópata en "No es país para viejos". Ambos fueron arrastrados en su día por la corriente del éxito y se anticipaba, sin margen de error, que sus interpretaciones les llevaría a la consecución de algún prestigioso premio.Y así sucedió, ganando Coronado el Goya al mejor actor y Bardem el Oscar al mejor actor secundario.


En 1984  Arnold Schwarzenegger realizó un papel similar en "Terminator" y es evidente que las consecuencias no fueron ni de lejos las mismas. Su director, James Cameron, no era por entonces nadie en el mundo de la industria, muy lejos del sello de prestigio que puedan tener los hermanos Coen en Estados Unidos o Enrique Urbizu en nuestro país. Además, el actor de origen austriaco está encasillado en papeles de acción y músculo, en donde no se requiere precisamente recitar a Shakespeare. Pero, no obstante, su interpretación de un ciborg asesino y despiadado no desmerece en absoluto de los trabajos posteriores de Coronado y Bardem. La estructura argumental de los tres films tiene no pocas coincidencias. La matanza en un local nocturno, la frialdad de sus acciones, la cura que el trío protagonista efectúan sobre sus heridas, el asesinato del encargado de una tienda y otros aspectos, hacen que el tratamiento de sus personajes tenga ese nexo en común, tan evidente como clarificador.  Arnold se repara sus desperfectos en ojo y muñeca, Coronado se cose una herida de arma blanca y Bardem cura su maltrecha pierna.

Probablemente Arnold Schwarzenegger no tenga el talento interpretativo de Coronado o Bardem, eso es más que evidente, y no sea capaz de vender yogures en un anuncio o de propinar a Jordi Mollà una buena paliza a golpe de jamón, es un actor encasillado en un género no tan reconocido. Probablemente fue uno de los mejores en el cine de acción, pero no se le puede pedir una dotes de interpretación similares al actor de "Huevos de oro". No está en la lista de Woody Allen para un futuro proyecto, pero aquella interpretación de 1984 me parece memorable en un film que se ha ganado su prestigio por méritos propios. En vez de decir "Rock and roll" como Santos Trinidad, pronunció aquel famoso "Volveré" y compuso como nadie la figura mecánica del asesino sin remordimientos de conciencia. Para siempre quedará esa mirada de exterminador, como una mantis religiosa, una expresión indicativa de la falta de piedad.

 

jueves, 7 de junio de 2012

INES TOMA LAS RIENDAS DE "LA GUARIDA"

Ruego me disculpen por no haber publicado estos últimos días y por no aparecer por sus respectivos blogs, como suele ser habitual en mí. Una maldita alergia asmática me mantiene en el lecho de dolor con una pertinaz tos que, como un agujero negro insólito, me ha devorado hasta el espíritu. Esperando sobrevivir a la infamia del polen canalla y despiadado, mi hija Inés toma el mando de "La guarida del eremita", aportando un giro de frescura algo distinto de los habituales contenidos de este blog. A la espera de mi recuperación, les dejo un cuento y su correspondiente ilustración de mi joven sustituta. Hasta la vista.


LA CASA DEL ARBOL

                Hace mucho tiempo, unas hadas tan valiosas que vivían muy lejos, y entonces algo paso con la casa del árbol. De repente todas las hadas se reunieron ahí, y la princesa dijo una orden, que todo el mundo tiene que traer polvo de hadas y ayudar a la casa del árbol.
                De repente, se estaba acabando el polvo de hadas, y de repente el que vendía polvos de hadas, estaba muy cansado de hacer polvo, pero todas las hadas le ayudaron. Entonces  las hadas de otoño que estaban retrasando el otoño, porque tenía largo viaje, hacia el mundo de las hadas de todas las estaciones. De repente, paso el  invierno, el otoño y la primavera, y llegó el verano. El árbol de la vida no se encontraba tan bien, pero todas ayudaban consiguiendo el polvo de hadas. La princesa ordenó que tuviéramos una varita para que hacer más polvo de hadas, y no trabajar. Como todas trabajaban en equipo, pues entonces, todo saldría bien.
                Había un hada que se llamaba Lucilena, que no tenía alas por su aspecto. El sol decía asustadamente ¡Oh no que va a pasar!. De repente el conejito se iba a comprar y tenía que volver antes que termine el festival de que la casa del árbol recupere todas las fuerzas. Entonces todas llegaron a tiempo para ver el gran festival. Se celebraba con piscina, y todas podían concursar en la mejor isla del verano, y todos vivieron felices y colorín colorado, por la ventana sale un cohete.