lunes, 31 de enero de 2011

LA ULTIMA SINFONIA DE JOHN BARRY



John Barry comenzó su carrera realizando arreglos musicales y temas de Jazz, alternando con formas experimentales que obtenía de la utilización de instrumentos electrónicos. Después, su trayectoria quedaría ligada al Free Cinema, componiendo las bandas sonoras de películas como "La habitación con forma de L" y "Plan siniestro", entre otras. Pero será la reutilización de un tema de Monty Norman, adaptado para los films de James Bond, lo que le otorgará un más que merecido prestigio.


Su ascenso como compositor de bandas sonoras será avalado con éxitos tan estimables como "El león en Invierno", la magnífica "El último valle", "Robin y Marian" y la oscarizada "Nacida libre". Tras un cierto declive creativo con trabajos no demasiado brillantes como "El desafío del búfalo blanco" o "Abismo", resurgiría de sus propias cenizas con "Fuego en el cuerpo" y sobre todo con "Memorias de Africa" y "Bailando con lobos", ambas ganadoras de sendos oscar, grandes músicas que nos hacen evocar grandes espacios abiertos plenos de romanticismo y aventura.

Ayer murió John Barry , un músico de carácter, que tiene la virtud de haberme marcado, hasta tal punto, que cuando me encuentro ante la inmensidad de cualquier paisaje, no puedo más que evocar mentalmente esas notas magistrales de "Memorias de Africa".

domingo, 30 de enero de 2011

METAMORFOSIS EVIL


Marcos intentaba despertarse. Era uno de esos días en los que una lucha obsesiva por abrir los ojos y levantarse se convertía en titánica. El sueño era plomizo, casi narcotizante y le oprimía contra el colchón de la cama. Hoy era domingo y no tenía que madrugar, pero tenía que sacar a pasear a su perro y, después, tenía previsto ir a comer a casa de sus padres con su novia Laura. Había sido una semana agotadora en la oficina del catastro y quizás le estaba pasando factura en forma de cansancio mortecino.


Por fin pudo entreabrir sus ojos y no reconocía donde estaba. No le dio demasiada importancia, pensó que aún estaba adormilado. Se restregó con frenesí sus ojos y los abrió tanto como pudo y seguía sin saber dónde demonios estaba. Se dio cuenta que estaba tumbado en un viejo sofá, tapado con una manta algo raída en una especie de despacho. Se levantó y observó detalladamente la habitación. Había una mesa llena de papeles, con un teléfono algo vetusto, una lampara de pie, una estantería llena de archivadores y un panel con varios documentos clavados con chinchetas. Su primera conclusión es que estaba soñando, pues no reconocía aquel lugar ni tampoco entendía porque estaba vestido de oficial de policía. Contempló un cinto con una pistola que colgaba inquieto de una silla. Se registró compulsivamente la ropa y encontró una cartera. Dentro había una placa dorada y un nombre que le era muy familiar, Leon Scott Kennedy. Comprendió que jugar con la videoconsola hasta altas horas de la madrugada, con el juego "Resident Evil 2", le estaba pasando factura en forma de pesadilla. Optó por recostarse de nuevo y cerrar los ojos para ver si se le pasaba, pero a los pocos minutos los abrió con una expresión de inquietud que, poco a poco, se iba transformando en terror. Todo era demasiado real, un frío sudor le recorrían la espalda y comenzó a pellizcarse y abofetearse, primero de forma sosegada y después furiosamente. Nada, no había forma de salir de aquel terrible sueño. Escuchó un viento siniestro, acompañado por el graznido de los cuervos, a través de la ventana. En el exterior había una atmósfera desoladora. Coches empotrados unos contra otros y cadáveres devorados por negros pájaros. Es evidente que estaba dentro del juego, interpretando al personaje Leon S. Kennedy. De repente, se escucharon ruidos en la puerta, primero unos leves quejidos acompañados con un ruido de pies arrastrándose y después un sonido violento que hacía retumbar toda la habitación. ¡Los muertos querían entrar!. Comprendió que si era un juego, no tendría más remedio que jugar, aunque una sensación extraña comenzaba a atormentarle. Tomó temblorosamente la pistola entre sus manos y apuntó a la puerta, que cada vez se hacía más vulnerable. Con cada astilla de madera que saltaba, sus nervios se iban desquiciando. Cuando los muertos entraron comenzó a disparar sin ni siquiera apuntar. Su cuerpo temblaba de la cabeza a los pies e incumplió una de las reglas básicas del juego: No desperdiciar munición y apuntar siempre a la cabeza. Cuando se quedó sin balas, unos de aquellos seres se acercó a él, observó sus ojos sin brillo, perdidos, su rostro desencajado y pálido, su boca ensangrentada por la que asomaban unos siniestros dientes y un olor putrefacto. Intentó zafarse de él, pero sus brazos le respondían de forma torpe y alocada. Lo empujó con violencia y pudo encaminarse a la puerta, sorteando otros dos que le aguardaban, pero cuando giraba hacia la derecha por un largo pasillo se dio de bruces contra una de aquellas horrorosas criaturas que le mordió con furia en su hombro izquierdo y el cuello. Siguió corriendo si mirar atrás, ni se percató de un plano de Racoon City colgado en la pared, y comprendió que estaba perdido. De forma desesperada buscó por todas partes aquella hierba milagrosa del juego o el spray que le repondría la vida, su vida. Su pulso se aceleró de forma brutal, sentía como la fiebre le dominaba y con cada latido de su corazón iba perdiendo recuerdos. Su ultima reflexión fue cuestionarse si realmente era Leon S. Kennedy que había soñado ser un tipo llamado Marcos, con un perro al que pasear y una novia llamada Laura, aunque, en definitiva, lo que más le molestaba es que había jugado una partida pésima. Después, sus ojos dejaron de brillar, su rostro comenzó a desencajarse, a palidecer, mientras la sangre le venía a la boca y un olor putrefacto lo invadía todo.


Pues eso, ya saben, nunca jueguen hasta altas horas de la madrugada para acostar después sin pausa, que las pesadillas las carga el diablo...

jueves, 27 de enero de 2011

PLAYMATES CINEMATOGRAFICAS (I)








En 60 años de historia no fueron pocas las chicas que posaron para la revista Playboy. La inmensa mayoría fueron efímeras glorias de un mes, una imagen de portada o estrellas fugaces de la belleza más contundente y voluptuosa. Unas pocas alcanzaron sus sueños y el cine no pudo ser ajeno a esta cantera de jóvenes con talentos diversos. Justo es reconocer que solo un puñado de ellas pudieron tener su lugar en la cumbre del séptimo arte, mientras otras fueron carne de cañón de producciones de serie B o actrices de reparto muy alejadas del primer plano.

MARILYN MONROE (MISS DICIEMBRE 1953): Un golpe de suerte hizo que ella fuera la playmate que abrió fuego con un gran éxito en la revista Playboy. Aquel primer número fue decisivo y no pudo contar con mejor anfitriona. Su trayectoria en el séptimo arte es más que conocida.




ARLINA HUNTER (MISS AGOSTO 1954): Su gran parecido físico con Marylin Monroe hizo confundir a muchos creyendo que aparecía en un corto nudista titulado "Apple Knockers and Coke", cuando en realidad era la playmate de agosto del 54. Rodó algunas películas, quizás la más famosa sería "El sexto héroe" con Tony Curtis.


JAYNE MANSFIELD (MISS FEBRERO 1955): De ser una perfecta desconocida y gracias a su aparición en la revista de Hefner, pasó a firmar un contrato con Warner Brothers y se convirtió en una actriz con una carrera prometedora, truncada por su prematura muerte en un accidente de coche en 1967. Para el recuerdo quedarán sus películas "Una rubia en la cumbre", "Una mujer de cuidado", "Sucedió en Atenas" o "Promesas, promesas". Loni Anderson y Arnold Schwarzenegger protagonizaron un biopic en 1980 para la televisión titulado "La historia de Jayne Mansfield".

EVE MEYER (MISS JUNIO 1955): Hizo las veces de productora de las películas de su marido, el conocido Russ Meyer, el director de "Vixen", siempre obsesionado por los generosos atributos de sus protagonistas. Divorciada de su díscolo esposo, murió en el famoso accidente aéreo de Los Rodeos en las Islas Canarias.



COLLEN FARRINGTON (MISS OCTUBRE 1957): Aunque su relación con el cine no sea directa, lo cierto es que esta bella mujer es la madre de la actriz Diane Lane, con la que guarda un parecido más que evidente.


MARA CORDAY (MISS OCTUBRE 1958): Una de las reinas de la serie B, como "Tarántula", "The black scorpions" o "The giant claw", aunque también formaba parte del reparto de "La pradera sin ley" junto a Kirk Douglas. Ella era la camarera a la que que Harry el sucio le dijo "venga, alégrame el día" en "Impacto Súbito".


YVETTE VICKERS (MISS JULIO 1959): Otra chica de culto de serie B, con títulos como "El ataque de la mujer de 50 pies" o "Attack of the Giant Leeches". También apareció en "Hud", junto a Paul Newman y mantuvo un romance durante catorce años con el actor Jim Hutton.

STELLA STEVENS (MISS ENERO 1960): Quizás su aparición en la revista de Hefner le hizo famosa, de hecho comentó una vez a un reportero, "cariño, tú y yo no estaríamos hablando si no fuera por aquellos desnudos", pero lo cierto es que demostró ser una magnífica actriz en películas como "El profesor chiflado", "El noviazgo del padre de Eddie" o "La balada de Cable Hogue".


ASTRID SHULZ (MISS SEPTIEMBRE 1964): Chica playboy de nacionalidad holandesa y con amplio dominio de varias lenguas que llegó a realizar unas once películas, entre ellas "El arte de amar" y "La última carta", aparte de algunas, tipo sol y playa, con Frankie Avalon.

SUSAN DENBERG (MISS AGOSTO 1966): No podía faltar en esta selección una chica Hammer, la protagonista de "Frankenstein creó a la mujer" y de un capítulo de la serie "Star Trek".

ANGELA DORIAN (MISS SEPTIEMBRE 1967): Realizó películas tan dispares como "La semilla del diablo" o "Cuando los dinosaurios dominaban la tierra", aunque en esta última aparece con su verdadero nombre, Victoria Vetri.



CYNTHIA MYERS (MISS DICIEMBRE 1968): Chica playboy de un físico contundente que no pudo evitar ser una de las protagonistas de "El valle de los placeres", del pillastre Russ Meyer.



MARTHA SMITH (MISS JULIO 1973): Tuvo un papel en "Desmadre a la americana" y después alguna que otra participación en series de TV.




DOROTHY STRATTEN (MISS AGOSTO 1979): Su relación con el cine fue de consecuencias trágicas. Asesinada por su marido cuando se enteró que pensaba abandonarlo por Peter Bogdanovich, con quien había rodado "Todos rieron", inspiró una película de Bob Fosse titulada "Star 80" y protagonizada por Mariel Hemingway.

lunes, 24 de enero de 2011

MENU DEL DIA: HOMO SAPIENS


Desde tiempos remotos, y nunca mejor dicho, el cine contempló como el tema de los dinosaurios tenía el suficiente atractivo como para embarcarse en numerosas producciones que tuvieran como protagonistas a estas temibles bestias. Siempre nos fascinaron esas criaturas, seres reales que tuvieron su correspondiente halo mítico en su configuración como dragones y otros mitos de naturaleza animal. Pero la ventaja de los dinosaurios es que habían existido, eran absolutamente reales, pero en un tiempo distinto. Así que la magia del cine se encargó de recrearlos con mayor o menor fortuna en el celuloide, fue capaz de hacerlos interrelacionar con el hombre y, naturalmente, éste se convirtió en un plato de categoría para su particular menú.


La primera incursión de importancia y trascendencia fue "King Kong" de 1933, en donde Willis O´Brien se encargó de dotar de vida y movimiento a sus criaturas. No creo que sea necesario decir que nunca existieron simios como el de la película, pero si el resto de criaturas que aparecen en la película. Un impresionado niño por entonces, Ray Harryhausen, tomó el relevo de aquella técnica rudimentaria del Stop Motion (animación fotograma a fotograma) y se convirtió en el máximo artífice de las criaturas fantásticas durante varias décadas.


Muchas de aquellas películas nos mostraban algunas deficiencias en cuanto a las características de los legendarios dinosaurios. Movimientos torpes, tamaños inadecuados y ese fallo anatómico de arrastrar sus pesadas colas, en lugar de convertirlas en contrapesos que articulaban y daban equilibrio a sus descomunales cuerpos. Por los menos algunos se tomaban la molestia de recrear desde cero sus criaturas, mientras otros se limitaban a disfrazar, de forma torpe, a lagartos reales que situaban en primer plano. No deja de ser deliciosamente ingenuo que, por ejemplo, en la película "El valle de Gwangi" un vaquero a caballo sea capaz de hacerle frente, con una lanza, a un timorato allosaurus, un feroz depredador de unos 12 metros. Contrasta con el ataque brutal del tyrannosaurus rex de "Parque Jurásico".



De todas formas, la misma ciencia ha ido modificando su concepto de estos extraordinarios animales, desde ser considerados animales anquilosados de sangre fría y poco inteligentes en el pasado, al concepto más moderno de insinuar que su sangre caliente les impulsaba con gran agilidad y que, algunos de ellos, demostraban cierta capacidad resolutiva. El tyrannosaurus rex ha sido considerado de diversas maneras, desde calificarlo como un gigante aletargado y lento a ser un eficiente cazador. En la actualidad se cuestiona esto último, y se argumenta que su considerable tamaño le impedía cazar en carrera, siendo más un carroñero que un depredador especializado. Es un planteamiento erróneo, porque parte de la premisa de que el tamaño le impide alcanzar una velocidad razonable para dar caza a su alimento, como si sus posibles presas, los pesados herbívoros de la época, fueran tan ágiles como un guepardo.


Incluso la sofisticada "Parque Jurásico" comete algunos fallos garrafales. Para empezar debió llamarse "Parque Cretácico", porque la mayoría de los dinosaurios que figuran en ella pertenecen a este periodo de la era Mesozoica. Por otra parte, los temibles velociraptores no alcanzaron jamás el tamaño de la película. Los auténticos nos llegarían a la altura de la cintura. No es que no existieran dromeosáuridos de ese tamaño, ya que existió el utahraptor, muy parecido anatómicamente al velociraptor, pero de unos 6 metros de longitud, aunque el motivo de la elección de éste creo que obedece a motivos comerciales. Fonéticamente suena mucho mejor el nombre de velociraptor. Las últimas noticias de este depredador es que podría estar cubierto de un incipiente plumaje. El dilophosaurus en cambio, es mucho mayor que el que aparece en la película. Para los no iniciados, este dinosaurio es el que ataca al personaje de Dennis Nedry, cuando trata de huir con las muestras robadas. En la película esta criatura escupe veneno, pero tal hecho es pura invención. Otro hecho cuestionable, que se desarrolla en la tercera entrega de esta saga, es el combate entre un spinosaurus y un tyrannosaurus rex, en el que éste último resulta perdedor del mismo. Aunque el spinosaurus tenga un tamaño superior, su mandíbula estaba adaptada para otro tipo de presas, siendo de una musculatura inferior a la del rex, más adaptada para morder con más potencia, aunque lo cierto es que el resultado final de semejante combate es solo imaginable. Hagan, pues, sus apuestas, aunque les advierto que uno vivía en Africa y el otro tenía su residencia fija en América del Norte.



Respecto al tema de la clonación, se dice que es bastante improbable que se pueda acometer y que tal propuesta pertenece más a la ciencia-ficción que a una realidad constatable. Cuando se estrenó "Los niños del Brasil", la comunidad científica se apresuró a decir que aquello era algo imposible, pero algunos años después una oveja llamada Dolly se encargó de hacer realidad el dicho de que "nada es imposible". De hecho, se comenta que los japoneses están muy cerca de conseguir clonar al Mamut, utilizando los núcleos de sus células y los óvulos de una hembra de elefante africano. Aunque se discuten las consecuencias morales y éticas que supondrían la vuelta a la vida de los dinosaurios, yo daría cualquier cosa por volver a ver a semejantes criaturas, seres de una espectacularidad de tiempos míticos en los que la lucha por la supervivencias era algo más que un simple concepto. Nuestros animales actuales, con su diversidad y riqueza, poco tienen que ver con aquellos del pasado que, a pesar de ser reales, permanecen también en el subconsciente colectivo de lo extraordinario, hasta el punto de inventarnos toda una iconografía de seres mitológicos. Tengo la apresurada teoría de que lo mediocre sobrevive, y me baso en el hecho de que, los animales más sublimes, están casi siempre condenados a su extinción. De hecho, cuantas veces se ha dicho que, tras un holocausto nuclear, se adaptarían con suma facilidad las cucarachas y las ratas. Esta experiencia la he podido comprobar de forma empírica en mi acuario. Siempre sobreviven los peces menos vistosos.

Sea como fuese, lo cierto es que el hombre hubiera tenido un serio problema de supervivencia en el mundo de estos terribles animales, y su extinción fue decisivamente oportuna para el dominio de los mamíferos. Cuando planteo las diversas teorías sobre su desaparición, mi amigo, el Tirador solitario, asiente con la cabeza, diciendo "quién sabe". Lo que en realidad quiere decir, es que los dinosaurios fueron eliminados por alguna extraña inteligencia para posibilitar el surgimiento de la raza humana. Independientemente de todas estas elucubraciones, lo realmente incuestionable, es que de haber coexistido juntos, el homo sapiens pasaría a ser un plato especial del menú. He aquí una relación de aquellas extraordinarias criaturas que una vez anduvieron por nuestro mundo:
UTAHRAPTOR:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 6,5o metros
Peligrosidad ..... 8


VELOCIRAPTOR:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Asia
Tamaño ..... 1,80 metros
Peligrosidad ..... 5



SPINOSAURUS:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Africa
Tamaño ..... 15 metros
Peligrosidad ..... 9



ACROCANTHOSAURUS:
Epoca ..... Cretácido
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 13 metros
Peligrosidad ..... 10



SUCHOMIMUS:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Africa
Tamaño ..... 11 metros
Peligrosidad ..... 6





TYRANNOSAURUS REX:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 14 metros
Peligrosidad ..... 10






ALBERTOSAURUS:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 9 metros
Peligrosidad ..... 9




CERATOSAURUS:
Epoca ..... Jurásico
Lugar ..... Norteamérica-Africa
Tamaño ..... 6 metros
Peligrosidad ..... 7






GIGANOTOSAURUS:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Sudamérica
Tamaño ..... 15 metros
Peligrosidad ..... 10



NEOVENATOR:
Epoca ..... Cretácico
Lugar ..... Europa
Tamaño ..... 8 metros
Peligrosidad ..... 8






DILOPHOSAURUS:
Epoca ..... Jurásico
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 6 metros
Peligrosidad ..... 8


ALLOSAURUS
Epoca ..... Jurásico-Cretácico
Lugar ..... Norteamérica
Tamaño ..... 12 metros
Peligrosidad ..... 10


HERRERASAURUS:
Epoca ..... Triásico
Lugar ..... Sudamérica
Tamaño ..... 3 metros
Peligrosidad ..... 6

martes, 18 de enero de 2011

ESPARTACO



En una polvorienta cantera, un esclavo llamado Espartaco (Kirk Douglas) empieza a demostrar que es algo más que un simple y conformista siervo. Su actitud y su forma de mirar es la de quien siente que la libertad es algo más que una palabra. A este lugar de tortura, sufrimiento y muerte llega el orondo Léntulo Batiato (Peter Ustinov), responsable de la escuela de gladiadores de Capua, en busca de esclavos con dotes físicas para adiestrarlos. Repara en Espartaco y en su mirada desafiante y es comprado para que inicie su aprendizaje en el arte de la lucha a muerte. En Capua, Espartaco aprenderá cuales son los puntos vulnerables del cuerpo humano, cuales son letales y cuales conducen a una muerte lenta, comprenderá que la amistad no significa nada, tal y como se lo aclara otro gladiador, Draba (Woody Stroode), y se enamorará de la esclava Varinia (Jean Simmons).


En Capua, Espartaco, sufrirá el acoso y desprecio de Marcelo (Charles McGraw), el hombre de confianza de un pusilánime Léntulo. Un día cualquiera reciben la inesperada visita de Marco Licinio Craso (Laurence Olivier), primer cónsul de la república, acompañado de Marco Publio Glabro, de su hermana Helena y Claudia. Han venido a contemplar una lucha de gladiadores y quieren que sea a muerte. En ella tendrán que enfrentarse Espartaco y Draba y este último, cuando tiene a su merced al derrotado gladiador, opta por enfrentarse a los patricios romanos que contemplan la escena con regocijo y frialdad. Draba fracasa en su intento y morirá a manos de Craso. Después su cuerpo sera colgado boca abajo para servir de aviso a los demás esclavos. Pero su muerte será el germen que contagiará a todos los demás y que, en un momento de tensión, hará prender la chispa de la rebelión. Ante la revuelta de sus esclavos, Léntulo emprende la huida y dejará atrás las primeras ráfagas del viento de una auténtica revolución.



Los gladiadores comandados por Espartaco iniciaran en su huida toda una suerte de liberación de todos los esclavos que encuentran a su paso, constituyéndose un auténtico ejercito. Roma mandará a sus legiones para apresar y destruir la revuelta, pero serán derrotadas una y otra vez. Mientras, Léntulo vive refugiado en casa de su amigo el senador Graco (Charles Laughton) acérrimo enemigo de Craso. Espartaco, que vive un intenso romance con la esclava Varinia, planea huir de Italia pagando a los piratas cilicios que los embarcaran en sus naves. Sin embargo, las cosas tomaran un giro que conducirá al desastre al ejercito de esclavos.



Kirk Douglas tenía una espinita clavada. Tras su éxito con "Los vikingos", era más que evidente que el cine histórico era una garantía casi segura de éxito, lo que le llevó a hacerle una visita a William Wyler, que ya lo había dirigido en "Brigada 21", con el guión de "Ben-Hur" en sus manos para solicitar el papel protagonista, pero su gozo quedó en un pozo cuando el director confesaba tener a Charlton Heston como protagonista y que podía ofrecerle interpretar a Mesala. Obviamente a Douglas no le interesaba otra cosa que el papel de protagonista, así que rechazó la oferta no sin cierta frustración.



Un buen día su socio de Bryna Productions, Edwards Lewis, le envió un ejemplar del libro "Espartaco" de Howard Fast y el proyecto se puso en marcha. Es curioso, pero no deja de ser sorprendente que en una película de ideales como esta, se involucraran tantos nombres incluidos en las listas negras del Comité de Actividades Antiamericanas. El autor de la novela era uno de ellos y tuvo que limpiar su nombre escribiendo libros patrióticos que alejaran de él todo tipo de sospechas. Otro involucrado fue el autor del guión, Dalton Trumbo, uno de los diez de Hollywood que acabaron con sus huesos en la cárcel por negarse a declarar ante el comité. Cuando Douglas acudió a la United Artist con el proyecto, el estudio lo rechazó, argumentado que ya tenía un proyecto similar, titulado "The Gladiator" con Yul Brynner de protagonista y Martin Ritt como director, que también había sufrido los envites del temido comité del senador McCarthy. Ante el inconveniente de estrenar dos producciones de corte similar, la United Artist abandonó el proyecto y Kirk Douglas quedó solo ante el peligro.


El actor encargó el guión al autor de la novela, Howard Fast, y cuando este se lo entregó, la decepción fue considerable, al considerar que aquello se parecía más a un panfleto de consignas y discursos moralistas que a un libreto bien estructurado narrativamente. Douglas acudió entonces a Trumbo, que firmaría como Sam Jackson y provocó una desairada reacción de Fast que consideró el guión como "una auténtica basura".


Curiosamente, uno de los actores elegidos para la película opinaba lo mismo que Fast. Este no era otro que Charles Laugthon, que desde el principio hizo lo imposible para asegurarse unos buenos honorarios. Laurence Olivier se ofreció, ante la sorpresa y desesperación de Douglas, dirigir la película e interpretar a Espartaco. Por su parte Peter Ustinov se encargó de destilar sus ácidas opiniones a diestro y siniestro, manifestando que "en una película de Kirk Douglas debes procurar no actuar demasiado bien". Tony Curtis quería también el papel protagonista, pero se le escribió un personaje que, en un principio, no existía en el guión. Para el papel de Varinia, antes que Jean Simmons, fueron candidatas Ingrid Bergman y Jeanne Moreau. Respecto a la dirección, se le ofreció a David Lean, pero éste la rechazó amablemente, así que la Universal impuso a Anthony Mann, arrepintiéndose después ante las alarmante noticias sobre la falta de control en el rodaje que el ilustre director parecía sufrir. No había forma de imponerse ante unos actores de difícil trato y soberbia desmesurada y, cuando Douglas observó como Ustinov se dirigía a si mismo en sus escenas, no tuvo más remedio que despedir a Mann, que por cierto no pareció sentirlo demasiado. De todas formas, justo es de reconocer que, según algunos, las secuencias de la escuela de gladiadores se deben al mérito indiscutible de Mann, y no me cabe duda de que lo que rodara el viejo maestro debe ser de un valor más que apreciable.


Y en estas diatribas llegó Stanley Kubrick, con el poco entusiasmo de la Universal y del elenco de actores y equipo técnico, que lo consideraron más como un ayudante de Douglas que como un director de peso. Evidentemente se equivocaban, aunque bien es cierto que Kubrick no se sentía demasiado confortable cuando su criterio podía ser discutido por otros. De hecho, y dada también su mala experiencia con Marlon Brando en "El rostro impenetrable", en el futuro se cuidó muy mucho en salvaguardar su independencia, hasta tal punto de transformarse en un maniático de la perfección y egocentrista compulsivo. Personalmente me quedo con "Atraco perfecto", "Senderos de Gloria" y "Espartaco", aunque fuesen filmadas lejos de esa voluntad férrea de creación sin interferencias de las que presumiría en sus films posteriores. Por otro lado, una de sus acertadas decisiones fue la sustitución de la actriz que iba a realizar el papel de Varinia, una poco conocida Sabine Bethmann, por la espléndida Jean Simmons.

Una producción como "Espartaco" generó no pocos conflictos, retrasos y multitud de problemas. Se decía, medio en serio y medio en broma, que muchos extras se estaban costeando una hipoteca con un rodaje que se hacía eterno y en el que Douglas se tuvo que enfrentar, entre otros, a un Charles Laugthon que amenazaba a las primeras de cambio con un pleito laboral. De otro lado, las relaciones entre Kubrick y Dalton Trumbo no fueron demasiado cordiales. Uno de los desacuerdos principales fue el tratamiento que el director realizó de la muerte de Espartaco, que en el guión sucedía en el campo de batalla y que en la película transcurría en la cruz. Además, hubo un hecho que enturbió aún más su ya delicada relación. Kirk Douglas, con el apoyo de algunos actores del elenco protagonista, se planteó la idea de que Trumbo figurase con su propio nombre en los títulos de crédito y, al sopesar los problemas que ello podría acarrear, a Kubrick no se le ocurrió otra cosa que proponer que el guión se le atribuyeran a él. Las cosas no sucedieron así, y con el apoyo de la Universal que vio en aquello una provocación con un aliciente publicitario, Trumbo emergió de aquel injusto ostracismo de la caza de brujas, síntoma evidente de que los tiempos estaban cambiando.

Se podría decir que "Espartaco" se divide en dos partes que al final se funden. Una es el retrato personal del protagonista, sus sufrimientos, sus sueños, sus esperanza y su fracaso final. La otra parte fundamental del film es el trasfondo político, en esa Roma de conspiraciones y discursos en los que se enfrentan dos formas de entender el poder. Graco se moverá en una postura defensora de la democracia y de preservar, de cara a la galería, las tradiciones y los cultos, pero profundamente beligerante con los que quieren el poder del imperio a toda costa. En esta tesitura se encuentra Craso, ardiente impulsor de lo que representa el control político por encima de las libertades. Como dice Graco, éste último no ama a Roma como a una mujer, sino como a una prostituta. Otro momento clave, que identifica la raíz ideológica de Craso, es cuando las tropas desfilan, en silencio y al refugio de la oscuridad, despertando su admiración y define ese momento como la grandeza de Roma. Naturalmente, en tiempos de crisis, la postura de preservar el poder sobre la libertad se impondrá, y el senador romano defensor de la democracia se suicidará como su último acto de frustración. Fantástica escena en la que Graco escoge con que puñal se quitará la vida.

La vida de Espartaco cambió de rumbo cuando fue reclutado, a la fuerza lógicamente, para la escuela de gladiadores de Capua. Ese momento le permitirá adquirir la fuerza y adiestramiento necesario para provocar la ola de esperanza y libertad que barrerá Roma. Esa primera parte de la película, es hermosa en cuanto a planificación y ritmo, regalándonos esos cruces de miradas entre Espartaco y Varinia, fiel testimonio de un amor creciente que será uno de los pilares del nuevo sueño del libertador de esclavos. Pero paulatinamente, a pesar de los éxitos, una sombra de fracaso cae de forma plomiza sobre ellos e inexorablemente les llevará a esa derrota final. Una derrota final elevada de forma sublime con uno de los mejores momentos, no solo de este film, sino también de toda la historia del cine. Cuando preguntan quién es Espartaco, cada uno de los prisioneros se levantará gritando "¡Yo soy Espartaco!", como si en realidad fuera el mismo Dalton Trumbo quien se viera reflejado en ese final utópico y pleno de dignidad. Las lagrimas de Douglas, podrían ser las suyas o las de cualquier proscrito de la caza de brujas. Pero independientemente de esa simbología, la escena funciona por si misma y siembra de dudas la victoria de Craso.

De sobra es conocido que el film sufrió algunos cortes obligados por la censura, la famosa escena de tintes homosexuales entre Craso y Antonino y algunos momentos de excesiva violencia. Lo que no lo es tanto es el hecho de que, con motivo de una homenaje a Kirk Douglas, se dieran cuenta atónitos que apenas quedaban copias íntegras de "Espartaco". La Universal no disponía de una copia nueva y las demás andaban perdidas por medio mundo, alguna en manos de un coleccionista, otra en el Museo de Arte Moderno de New York, pero ninguna completa. Hubo que recurrir a fragmentos dispersos para reconstruir el montaje, o por lo menos uno que se acercara al concepto original. El problema es que el deterioro del metraje era considerable y algunos fragmentos ni tenían sonido. Se recurrió a los másters y se inició un costoso proceso de restauración que contó con el apoyo financiero de, entre otros, Steven Spielberg que ya había prestado su valiosa colaboración en recuperación de "Lawrence de Arabia". Como anécdota cabe destacar que Anthony Hopkins dobló aquellos fragmentos en los que se había perdido el sonido de la voz de Olivier.

"Ben-Hur" había arrasado en los Oscar y, respecto a "Espartaco", se podía presagiar que obtendría igualmente un reconocimiento más que evidente por parte de la Academia. La realidad fue bien distinta y el proyecto de Kirk Douglas ganó premios menores, aunque Peter Ustinov si se llevara su correspondiente estatuilla al mejor actor secundario.

Los proyectos que entrañan dificultad extrema se enfrentan a un destino incierto, en el que no son pocos los que se juegan su futuro. "Espartaco" tuvo una trayectoria difícil. Un director que tuvo que abandonar el rodaje, un elenco de actores reputados pero complicados de manejar, un Kubrick con un ego de considerables dimensiones que podían chocar con un actor-productor de carácter y retrasos continuos, fueron elementos de extraordinaria complejidad, pero que al final dieron sus frutos y nos ofrecieron una película épica, con diálogos extraordinarios, actores prodigiosos y momentos imperecederos que forman parte ineludible de la leyenda del séptimo arte.