miércoles, 28 de enero de 2015

DON GREGORIO BOLITA

De pequeño hubiera querido ser Noé, no por construir una descomunal arca dispuesta a navegar entre los diferentes apocalipsis que poblaban el mundo antiguo. Probablemente, dada mi torpeza en el esotérico mundo del bricolaje, la nave se hubiera hundido a las primeras de cambio, provocando la extinción humana y animal. No, en realidad, aquella añoranza por el personaje bíblico era por mi afición a los bichos, que me hubieran impulsado, de tener absoluta libertad, a poseer un zoológico doméstico, aspiración que afortunadamente fue frenada por mis padres. Con tal represión sólo conseguí tener algún que otro saltamontes, lagartijas y pájaros. Mi techo en la escala animal fue un conejo de campo que me trajo mi padre, y que tuvo que abandonar el domicilio por imperativo legal, cuando se comió los zapatos de mi madre. Con semejantes aficiones, mi meta soñada era tener un perro, pero aquello se me antojaba ciertamente complicado, por no decir claramente imposible.
Este es el verdadero D. Gregorio Bolita.

Esa actitud anti cánido de mis progenitores me parecía por entonces incomprensible y una clara afrenta a mis derechos constitucionales. Ahora, con el tiempo, he copiado esa misma pose respecto a mi hija mayor y también a un aliado incondicional, como es mamá, que se alteró estas navidades encaprichada por una viruta de perro, una especie de molécula diminuta en forma de pincher enano, una miniatura escuchimizada de dobérman diseñada para animal faldero. Un cachorrito de esta especie sometió mentalmente a mi señora a través de los cristales de una tienda de mascotas, empleando su grandes ojos de cordero degollado y los típicos tiritones de ser indefenso que casi nunca suelen fallar. A mi, en cambio, me basta imaginar las salidas nocturnas e intempestivas para hacer sus necesidades, los ladridos inoportunos, las deposiciones en el sofá y la factura del veterinario, para no dejarme engañar por la mirada suplicante y tramposa de semejante piltrafilla viviente. 
Cuidado con su mirada, peligro de enajenación.
Mi política animal, es clara, no se admitirá ninguna mascota o alimaña que campe por sus anchas fuera de su recinto penitenciario. Así he optado por otro tipo de formas de vida más controlables, como peces en un acuario, una tortuga y una ninfa, una especie de cacatúa pequeña. Los primeros relajan, la segunda no tienen ninguna conversación, es una mujer de pocas palabras y la tercera habla demasiado, es un pajarraco escandaloso. Necesitábamos subir en la escalera evolutiva y por aquí ya se me presionaba insistentemente en la adquisición de un mamífero. El único que encajaba en mis normas de comportamiento civilizado era un hamster, siendo un sustituto bastante potable de un perro. No pudiendo resistir a más presiones familiares, la pasada semana adquirí uno, un macho según el encargado de la tienda de mascotas. Cuando lo miré a la cara me pareció que el nombre de Gregorio le venía como anillo al dedo, siendo consciente de que mis dos hijas se encargarían de cambiárselo  rápidamente por "Ajito nono" o "Peluchito". Curiosamente no fue así y se aceptó la denominación sin demasiados tapujos, tan sólo se le añadió el apellido "Bolita" por parte de mis retoños y el tratamiento de "Don" que aportó mi señora esposa. Lo primero que hizo Don Gregorio Bolita fue tomar posesión de su nuevo hogar. Se construyó una confortable cama, dentro de una casita azul ubicada en su jaula, con virutas de papel, se llevó una buena provisión de comida y se dispuso a pasarse los días enteros dormido. De vez en cuando, se levanta y con los ojos medio entornados, bebe agua, hace un pis y se vuelve a la cama. Supongo que le interesa un comino el mundo exterior,  y menos desde su encuentro inicial con mis dos niñas, que le dieron la bienvenida con gritos, risas y grandes gesticulaciones. Eso sí, puntualmente, sobre las 12 de la noche comienza su jornada laboral, haciendo girar una rueda que le sirve de gimnasio y recorriendo las cuatro esquinas de su hogar. A las pocas horas vuelta al catre y así un día tras otro. Un animal de rutinas, como yo.


martes, 20 de enero de 2015

CURIOSAS FOTOS ANTIGUAS

Segunda entrega de una sección que me fascina y que probablemente será habitual en este blog, la fotografía antigua, sobre todo aquellas que transmiten cierto desasosiego o perplejidad, que reflejan la idiosincrasia de otros tiempos, en los que un nuevo arte se abría camino con la  fuerza de lo nuevo, de un territorio a explorar libre de imposturas y artificios.

MAMÁ PRECAVIDA: En momentos de crisis bélicas es fácil que se provoquen algunos comportamientos presuntamente histéricos, aunque nunca se sabe si toda preocupación es poca ante el miedo. De todas formas, no tengo muy claro si es un carrito de bebé o un artilugio para asar castañas. 

PRESCINDIENDO DE LA PLAYA:  Un dispensador de bronceado que,  a cambio de una moneda, te deja con un color de piel tal y como lo tendrías después de una aburridas horas de exposición al Sol. Sea invierno o verano la máquina no descansará hasta fumigarte por completo. Me pregunto si también sería útil para darle una manita de pintura al salón de tu casa.

DEPORTE PELIGROSO: Siempre pensé que tirarse dentro de un tonel por las cataratas del Niágara era una especie de mito, una leyenda urbana, pero no es así, tal y como lo podría atestiguar Annie Edson Taylor, quien en 1901 y con 63 años de edad fue la primera en saltar en un barril, forrado con un colchón,  logrando sobrevivir.

CENSURA PLAYERA: El espíritu puritano siempre está al acecho, dispuesto a escandalizarse y saltar como un muelle para emprender las oportunas reprimendas correctoras. En la fotografía, el encargado de aplicar la moralidad de la época, toma medidas desde la rodilla hasta el bañador para ver sin cumple las normas más elementales del recato.

LOS EXTRAÑOS: Estas insólitas figuras no son humanas, son de cera y sobrevivieron al incendio del año 1925 del célebre Museo de Madame Tussauds de Londres. Fueron muchas las figuras que las llamas devastaron, aunque por fortuna se pudieron salvar los moldes.

EL PRIMER MAZINGER Z: La obsesión del mundo nipón por los robots no es nueva y ya en tiempos pretéritos, los hombres del Sol naciente,  acostumbraban a hacerse fotos en compañía de tan cibernéticas figuras.

ARTISTA AMBULANTE: Antes de que los perroflautas invadieran nuestras calles, diversos personajes se dedicaban al noble arte de la distracción urbana. En este caso, un curioso individuo nos presenta su particular mono de feria, un esperpéntico disfraz sufrido por un resignado e incipiente actor. Eso sí, atado con una cuerda, por si tiene tentación de presentar su renuncia. 

EL GALLO DE MORÓN: Ignoro las circunstancias que hicieron que este tipo se realizara una fotografía con esa guisa, pero hay que destacar que se lo tomó muy en serio y con una altivez difícil de mantener.

AUTOPSIAS A LA CARTA: En la mesa se puede leer algo así como "Ya se ha acabado todo" , anticipándose a la disección que acabará por separar las diferentes partes orgánicas de alguien que ya no está entre nosotros. No obstante, no estoy muy seguro de que la fotografía sea la de una situación real, ya que hay otras que la imitan pero con otros protagonistas, lo que me lleva a pensar que es una instantánea recreada, una puesta en escena. Por cierto, cómo se parece el tipo de la pipa, el segundo por la derecha, a Peter Hayden Dinklage, el actor que interpreta a Tyrion Lannister de "Juego de tronos", aunque eso sí, más alto. Ahora que me fijo aún más, el segundo por la izquierda es clavadito a Josh Hartnett, uno de los protagonista de "Pearl Harbor", pero más bajo.

EL INVISIBLE HARVEY: Para el que no lo sepa, Harvey, era un conejo gigante que solo los borrachos podían ver, en este caso el personaje interpretado por James Stewart en la película de 1950. A este tipo de animales imaginarios también se les llama Puka, y uno de ellos aparecía también en el film de culto "Donnie Darko".

PRIMITIVO IRON MAN: Parece que el conocido superhéroe de Marvel ya participó en alguna guerra colonial. Eso, o que estos combatientes andaban algo aburridos entre escaramuza y escaramuza.

COSTUMBRES PECULIARES: Dicen que hubo una extraña moda, que consistía en sacar a los niños pequeños en una jaula y colgarlos en el balcón, como si fueran canarios. Parece que se hacía con fines terapéuticos, con la finalidad de que el tierno infante tomara el Sol y el aire, aunque a mi, en particular, me parece poco creíble.

E.T. EN BLANCO Y NEGRO: Una fotografía con polémica, porque, aunque parece que todo el mundo la da como una falsificación, aún no hay pruebas contundentes sobre ello. Tampoco parece que exista un criterio sobre quienes son los dos agentes que llevan de la mano a tan escuálido ser de otro mundo. La identidad ha variado según las fuentes y han pasado a ser desde nazis, agentes del KGB o de la CIA. En un libro sobre ufología se describe como "Dos investigadores alemanes sostienen el cadáver de un supuesto extraterrestre, descubierto entre los restos de un ovni que se estrelló cerca de la capital mexicana en los años cincuenta". Se rumorea, no obstante, que podría ser la fusión de dos fotografías, la de los dos agentes con gabardina y otra con las dos señoras enlutadas que se suponía llevaban un carrito de bebé, que aquí se ha sustituido por el pequeño invasor.



martes, 13 de enero de 2015

MATAR AL BUFÓN: SUCEDIÓ AQUÍ HACE 37 AÑOS

Los atentados recientes de París, en especial la ejecución de los dibujantes satíricos de la revista "Charlie Hebdo", me ha hecho recordar algo similar que sucedió aquí, en España, en septiembre de 1977, cuando un grupo de extrema derecha conocido como la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) hizo estallar una bomba en la redacción de la revista "El Papus", un claro antecedente de lo que después sería "El Jueves", matando al conserje, Joan Peñalver e hiriendo a 17 personas. Aún conservo el número especial que se editó posterior a tan luctuosos incidentes, en donde los mejores dibujantes de este país quisieron rendir un homenaje sincero a la libertad de prensa, un concepto que parecería más que indispensable en pleno siglo XXI, pero hay algunos relojes que se quedaron parados, hace mucho, mucho tiempo...


miércoles, 7 de enero de 2015

EL CINE EN BLU-RAY, COLOCANDO PIEDRAS EN EL CAMINO


Nunca lo tuvo fácil el formato Blu-ray para ganarse un lugar entre los aficionados al cine, los amantes de cuidadas videotecas, repletas de títulos del séptimo arte que merecían un lugar en la estantería. El VHS y el DVD fueron más afortunados en su época. El primero porque representaba una extraordinaria novedad, la posibilidad de ver en casa una película cuando y cuantas veces fueran necesario y, sobre todo, porque permitió a una legión de cinéfilos realizar un sueño que años atrás era casi imposible. Después el DVD dio un salto de calidad muy estimable en cuanto a imagen que hizo tambalearse los cimientos del VHS, hasta tal extremo, que no fueron pocos los que procedieron a sustituir sus viejas cintas de vídeo. No obstante, todos sabíamos, en menor o mayor medida, que tarde o temprano vendría otro sistema más avanzado dispuesto a jubilar las viejas tecnologías. Y llegó la alta definición, con dos sistemas prestos al combate, el HD-DVD y el Blu-ray que como antaño sucedió con el Sistema 2000, el Beta o el VHS sólo podría quedar uno con vida, casi siempre ligado al apoyo incondicional de una gran marca. En este caso, Sony se ha sacado una espina que tenía clavada en su derrota del vídeo Beta o Betamax, imponiendo el formato Blu-ray, aliado de un producto estrella como es la consola PlayStation. 
Para empezar, hay que decir que este nuevo formato tiene una calidad de imagen realmente impresionante, más apreciable en las televisiones de última generación, que te dejaran con la boca abierta. Pero es un sistema estropeado por sus propios creadores, empeñados en inventar toda una serie de tropelías para que fracase, aunque me imagino que no será de forma deliberada. Este tipo de situaciones suceden cuando hay algún individuo muy aburrido, quizás un ingeniero, en algún despacho oculto a la vista. Tal es su tiempo disponible para pensar, que de vez en cuando, le surge alguna tontería de su privilegiada y ociosa mente. La primera idea brillante fue quitarle un fotograma a las películas para que se pareciera más al cine. En lugar de una imagen fluida, se nos ofreció una que daba pequeños saltos, casi inapreciables, pero que molestaban al espectador más exigente. Fue el conocido efecto Judder, un nombre muy apropiado para tan estúpido invento. Decían que había que aguantar y que el ojo humano pronto se acostumbraba a tan endemoniada modificación. Y debe ser cierto, porque lo he experimentado y tiene cierto fundamento. Eso, unido al hecho de mejorar el formato y las nuevas tecnologías aplicadas a las pantallas de televisión, han mitigado en gran medida el desacierto inicial. Un temor de muchos era que no pudieran reproducir sus viejas películas en DVD y otros formatos en el nuevo soporte, pero afortunadamente eso no es un problema.
Así que, una vez superados los pequeños inconvenientes, viene el caso que me ha llevado a escribir esta entrada. Por navidades recibo como regalo "El amanecer del planeta de los simios" en formato Blu-ray. Me dispongo a realizar una prueba para ver que tal se ve la imagen y, una vez transcurridos 10 segundos en los que se puede contemplar la típica presentación de la 20 th Century Fox, pantalla en negro y ya no se ve nada más. En estas fechas ir a descambiar algo a unos grandes almacenes es un engorro, aglomeraciones, colas en las cajas y demás inconvenientes. El dependiente farfulla no se que cosa de actualizar, pero ni caso, pienso que es una copia defectuosa, como ha ocurrido toda la vida con los discos DVD. Vuelvo a comprobar y sucede exactamente igual. Maldiciones e improperios salen de mi boca, me han vuelto a colocar una mala copia, o peor aún, me han dado la misma. Regreso otra vez para la oportuno cambio y me viene a la cabeza la palabra "actualización", la que pronunció como una profecía iniciática el dependiente. Nuevas muchedumbres consumistas impulsivos, calefacción nuclear fusionada, largas colas y nuevo cambio de disco, monos para arriba, monos para abajo. Antes de pasar por mi reproductor Blu-ray, hago una prueba en casa de mis suegros, en un aparato recién comprado. La imagen perfecta, con una nitidez asombrosa que contrasta con el fundido en negro sempiterno que ofrece el mío, una vez más. Investigo por Internet y descubro asombrado algunas cosas.
 Resulta que un Blu-ray tiene más de ordenador que del típico reproductor convencional DVD y necesita actualizaciones del firmware cada cierto tiempo. Esta afirmación requiere unas cuantas dosis de generosidad y sería equiparable a comparar un bolígrafo con una máquina de escribir, pero lo tristemente cierto es que para poder ver películas recién salidas al mercado necesitas la dichosa actualización. Resulta indispensable, por lo tanto, una conexión a Internet, directamente desde el Blu-ray, o descargarse el programa en un CD y luego esperar esa puesta al día, tan innecesaria como una patada en los genitales. No obstante, atención a la jugada, porque una vez completada puede ser que algunos formatos ya no se lean en vuestro reproductor, sobre todo las películas descargadas ilegalmente, esas que nadie baja de Torrent o eMule. Es curioso, porque los fabricantes de reproductores no te venden el producto con ese sistema anti-copy, quizás porque saben que, de ser así, no tendrían a buen seguro el mismo nivel de ventas. Es como darle las llaves del gallinero al zorro y luego echarle a patadas. Eso me recuerda las descomunales cifras que alcanzó la primera PlayStation, aplastando literalmente a su competencia más directa, la Saturno de Sega, y todo ello por la facilidad de piratearla. Cuentan las malas lenguas que, lo más surrealista del asunto, es que una muy conocida y puntera marca comercial ha alcanzado el delirio más apabullante, pues con su última actualización ha permitido visionar las últimas producciones de la Fox, pero no las de la Warner, lo que les tiene últimamente muy atareados para solucionar tan inoportuno despropósito. 
En todo este asunto hay algo que no entiendo. Hoy en día se puede descargar de la red, en muy pocos minutos, una copia de calidad de cualquier formato. Un sistema cómodo para muchos y barato para casi todos. No creo que la mejor forma de recompensar  a los que se toman la molestia de comprar un original sea incomodarlos con este tipo de bobadas, siendo además todas ellas absolutamente innecesarias. El efecto judder, las actualizaciones y otras ideas brillantes, son sólo eso, piedras en el camino de un formato que parece disuadirte de que compres material original. Una soberana estupidez.