domingo, 13 de diciembre de 2009

WILLIAM WYLER, EL MAESTRO SIN ESTILO

Se suele decir hasta el hastío más tedioso, sobre todo en ambientes académicamente presuntuosos, que William Wyler no tenía un estilo definido, y que era capaz de abordar cualquier genero sin imprimir un sello personal. Esta idea que estaba bastante extendida entre una parte considerable de la critica francesa, no deja de ser tan insustancial como errónea. Lejos de tales afirmaciones, lo cierto es que Wyler era capaz de filmar desde un drama hasta un western, con el mismo oficio y sabiduría que los grandes especialistas. Nadie como el supo sacar momentos memorables a las grandes estrellas que poblaron su filmografía.
En “Cumbres Borrascosas” se respira con intensidad todo el impulso romántico de la novela de Emily Bronté y nos ofrece unas magníficas interpretaciones tanto en sus principales papeles como en los secundarios . El páramo, rodado en estudio, se respira y crea una atmósfera onírica de indudable belleza. Exageradamente arrebatadora como el romanticismo al que define y moldea hasta sus ultimas consecuencias. En un almuerzo con David Niven, el actor, que no quería el papel de Edgar por considerarlo pusilánime, le soltó a bocajarro a Wyler lo siguiente: "De verdad, Willy, yo te quiero, me encanta estar contigo, pero fui desgraciadísimo trabajando para ti en Desengaño. No podría volver a hacerlo. Trabajando eres un hijo de puta".Sus adaptaciones cinematográficas de obras de teatro son algo más que simples puestas en escena, y anticipa lo que después realizarían directores procedentes del mundo televisivo como Sydney Lumet, John Frankenheimer o Robert Mulligan. Tanto en “Calle sin salida” como en “Brigada 21” la dirección es impecable, sobre todo en esta ultima donde la cámara se integra a la perfección en el limitado escenario de una comisaría de policía, de nuevo con un plantel de excelentes actores de carácter y con un Kirk Douglas cuyo papel le viene a la medida.
Wyler abordó de forma magistral el western, con dos películas realmente espléndidas. En “El forastero” el duelo interpretativo entre Gary Cooper y Walter Brennan resulta más que interesante y sus matices cercanos a la comedía, inspiradamente socarrona, nos ofrece a la vez un tono suficientemente intenso. Años después se nos ofrecería una nueva aproximación a la misma historia en “El juez y la horca” de John Huston, cuyo lastre podía ser su desmedida excentricidad. “Horizontes de Grandeza” comienza con una rueda de carromato girando, acompañada de la vigorosa música de Jerome Moross, que nos traslada a una buena historia, tópica por otra parte, la enemistad visceral de dos rancheros, pero a la vez original. Y lo es en cuanto al carácter de los personajes, casi todos con una doble lectura. Gregory Peck interpreta a un caballero del este que oculta un gran valor bajo una capa de aparente cobardía. Charles Bickford es el un terrateniente con gran posición social y prestigio que en el fondo se mueve por impulsos muy próximos a la crueldad y la violencia. Burl Ives, por el contrario, es rudo y no pertenece al mundo social de Bickford y, sin embargo, destila más honestidad que este. En una escena memorable, irrumpe en una fiesta de su enemigo irreconciliable, en un plano secuencia que después retomaría Clint Eastwood en “Sin perdón” cuando sorprende en la escena final a todos los que quieren acabar con el, anticipándose de forma despiadada. Ese plano de espaldas, y con el rifle en la mano, ya lo había filmado antes de forma muy similar Wyler. El capataz, interpretado por Charlton Heston, que tiene un carácter servil respecto a su patrón, Charles Bickford, y desafiante hacia Peck, se nos desvela de forma muy distinta conforme los acontecimientos evolucionan y nos regala otra escena impagable, cuando al final decide no acompañar a Bickford en una incursión temeraria que roza el suicidio y, arrepentido cabalga en compañía de sus hombres junto al solitario jinete que se encamina hacia la inmolación. No podemos olvidarnos tampoco de la enamorada y caprichosa Carroll Baker, la prometida de Gregory Peck, a la que Heston dedica unas miradas de lo más reveladoras y, por supuesto, a la bellísima y siempre interesante Jean Simmons en su papel de Julia Maragon. Un personaje magnífico que encarna al hijo de Burl Ives, es el interpretado por Chuck Connors. Provocador, zafio y cobarde, es todo un acierto en la película sobre todo en la escena de su particular duelo con Gregory Peck.
Wyler siempre supo sacar el mejor rendimiento a sus actores y, aunque tuvo fama de tirano, era capaz de ofrecer actuaciones antológicas de cada uno de ellos. Su relación con Bette Davis entra ya en el mundo de lo legendario. Sus enfrentamientos siempre llegaban a buen puerto, tal como lo demuestran títulos míticos como "La carta" o "La loba" y sobre todo "Jezabel" y la capacidad asombrosa de mostrar un vestido en color granate en un baile, cuando visionamos una película en blanco y negro. En 1946 nos regaló la que, para mi, es la mejor película de su extensa filmografía y una obra maestra de todos los tiempos como fue "Los mejores años de nuestra vida". Trabajo honesto y sensible de un cineasta que, a su paso por el ejército durante la segunda guerra mundial, quiso plasmar en la gran pantalla la difícil adaptación de tres veteranos que regresan del frente, marcados ya para siempre por el devenir del conflicto bélico. Todos los actores están absolutamente inconmensurables, Dana Andrews, Frederic March, Myrna Loy, Harold Russell, Teresa Wright y Virginia Mayo. Película dotada de grandes momentos que emocionan de forma directa y de grandes miradas que, sin el empleo de la palabra, transmiten toda una suerte de sentimientos, tal y como lo podemos observar en las que se dirigen Dana Andrews y Teresa Wright en una de las escenas finales. La iluminación de los rostros, sobre todo del elenco femenino, es de una emotividad que conmueve de la forma que el cine clásico solo podía hacer. Mención especial para la fotografía de Gregg Toland, quien por sí mismo merecería capítulo aparte por su aportación magistral al séptimo arte.
En el terreno del llamado cine histórico, Wyler también se manifestó de forma espectacular con "Ben-Hur" , film que supo expresar como nadie la grandeza de Cristo, sin necesidad de mostrar su rostro, siempre de espaldas a la cámara pero con el estremecimiento de una figura carismática de trascendencia de sobra conocida. Cine de acción, las carreras de cuadrigas, e intimista, su relación amor-odio hacia Mesala, la pasión expresada a la esclava y la lealtad y amistad del padre, y también la relación de respeto filial dirigida a Quinto Arrio tras salvarle la vida. Otra muestra del carácter de Wyler salió a la palestra, cuando, frente a la actitud pasiva y poco profesional de Charlton Heston, le realizó una visita a su remolque y le hizo hincapié en el magnífico trabajo que estaba realizando su compañero de rodaje Hugh Griffith (el personaje del Jeque Ilderim), tras lo cual Heston reaccionó de forma profesional, ofreciendo una de sus mejores interpretaciones.
Adaptándose a los nuevos tiempos, Wyler fue capaz de dar una lección de cine en "El Coleccionista", sobre todo a los representantes de la Nouvelle Vague francesa, entre ellos el crítico fundador de "Cahiers du Cinemá" André Bazin y su famosa referencia al director cuando dijo: "Su estilo es no tener estilo". Pero no solo los críticos franceses despreciaron a William Wyler, el mismo Orson Welles contribuyó a ello al tratarlo simplemente como artesano de grandes producciones y David Thompson dijo lo siguiente: "Wyler no tiene personalidad cinemática ni intereses temáticos constantes ni un estilo propio en el lenguaje de la cámara. Sus films se plantean como simples presupuestos. La pulcritud y el equilibrio sustituyen a la profundidad. Hay ausencia total de preocupación temática o formal". Pero, para la posteridad y como legado de la esencia misma del cine han quedado, entre otras: El coleccionista, La calumnia, Ben-Hur, Horizontes de Grandeza, La gran prueba, Horas desesperadas, Brigada 21, La heredera, Los mejores años de nuestra vida, La señora Miniver, La loba, El forastero, Cumbres borrascosas, Callejón sin salida o Jezabel. Y no hay nada más que decir.

8 comentarios:

  1. Estimado amigo, me ha parecido muy acertado lo descrito en tu artículo, sobre este gran hombre, y no menos director de cine. Mi pelicula favorita de este gran director, es "VACACIONES EN ROMA". Sabías que Wyler corrió el riesgo de contratar como guionista a Dalton Trumbo, hombre marcado por la Comisión de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy (Comisión Warren)? Trumbo trabajó bajo el sobrenombre de Ian McLellan Hunter. Cuarenta años después, la película se reeditó con la introducción de Dalton Trumbo (con su auténtico nombre) en los títulos de crédito.

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  2. Efectivamente, mi anónimo comunicante, tal es así que el propio Trumbo, ya en la lista negra, realizó una adaptacion de "Vacaciones en Roma" por el año 1948 para que la dirigiera Frank Capra, con Elizabeth Taylor y Cary Grant como protagonista, pero, por diferencias económicas de la productora de Capra y la Paramount, no se pudo llevar a buen puerto. Por cierto que Trumbo firmaría el guión con el mismo nombre, McLellan Hunter, hombre de paja y amigo del escritor. No sería hasta el rodaje de "Espartaco" y "Exodo" cuando el guionísta, marcado en la lista negra, alcanzaría por fín todo el reconocimiento arrebatado.

    Pepe Cahiers

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  3. Este verano tuve la ocasión de ver La heredera, y me pareció una película descomunal, con una dirección de actores portentosa y un dominio del ritmo cinematográfico admirable.
    Nunca he entendido la mala prensa que tuvo el alsaciano por cierta crítica especializada pero los comentarios de Orson Welles, que desconocía, me parecen de traca, aunque la misma era solo envidia , ya que a Wyler nunca le habrían masacrado Los Ambersons...

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  4. Orson Welles despreciaba la política de los grandes estudios,de la cual Wyler era un claro representante. Por eso acusaba al realizador alsaciano de ser un productor-director y no un creador independiente como era él. Claro que como usted dice, Tirador, luego le pasaba como en el Cuarto Mandamiento, cuando creo que fue Robert Wise quien realizó el montaje, porque estaba de parranda en los carnavales de Rio.

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  5. Estimados amigos Pepe y Tirador, para cuando un artículo sobre AVATAR, porque supongo que personas como vosotros, no podréis perderos esta nueva forma de ver el cine, este gran espectáculo que nos promete, el creador de TERMINATOR, y ALLIENS. Espero pronto tu artículo sobre AVATAR. Estare encantado de comentarlo contigo. UN GALLEGO.

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  6. Amigo gallego, habrá que esperar para ver si detrás de esta gran superproducción, Avatar nos ofrece también una buena historia, de lo contrario, será solamente un mega-espectaculo de imagen y sonido.

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  7. Completamente de acuerdo estimado señor Cahiers: lo cierto es que la adaptación de "Cumbres Borrascosas" resulta un trabajo descomunal, teniendo en cuanta la temática desgarrada y la tensión sexual que encierra la novela en ese aspecto está mucho más lograda que la adaptación por ejemplo de la Lolita de Nobokov, de Stanley Kubrick, que se queda en un quiero y no puedo. Supongo que estos detalles se nota la mano de un genio.

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  8. La diferencia es que mientras Kubrick siempre pretendía realizar una obra maestra, cada vez que se situaba detrás de las cámaras, Wyler se esforzaba en filmar un trabajo empleando toda su sabiduría y su buen hacer, pero sin la intención premeditada de confeccionar un ejercicio de egolatría artística. Por eso soy de la opinión de que Kubrick realizó sus mejores obras, Espartaco, Senderos de Gloria o Atraco Perfecto, cuando no tenía esas narcisistas aspiraciones. Hay que recordar que en las dos primeras tenía como productor a Kirk Douglas, cuyo carácter no estaba para disquisiciones que alimentaran al divo de Kubrick.

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