
Los dibujos animados representan en nuestra infancia toda una suerte de hedonismo sentimental, con un poder de atracción difícilmente equiparable con otras disciplinas. No hay nada más sugestivo, para la mente de un niño de temprana edad, como el movimiento colorista de la figura animada y ese poder le acompañará en un viaje que, en algunos casos, puede durar toda una vida. Este artículo rinde un homenaje especial a los dibujos animados televisivos que nos cautivaron a los que nacimos entre las décadas de los 60 y 70.
Con la imagen que figu
ra en la parte superior comenzaban los dibujos de la Warner, con su música particular, que era garantía de diversión pura y dura. Sus genios creadores fueron, entre otros, Tex Averi, Ben Hardaway, Bob Clampett o el legendario Chuck Jones, y su principal característica era el juego típico de quién persigue a quién, acompañado de porrazos y caídas que llegaban a la hilaridad más absoluta. Bugs Bunny era su estrella más rutilante y encarnaba un personaje que llevaba una vida apacible y que, en un momento concreto, era molestado por alguien, algunas veces el cazador Elmer, el Pato Lucas u otro personaje, y entonces era capaz de sacar de sus casillas a cualquiera, empleando un cinismo y unas malas artes que conducían a la locura al incauto agresor. El Pato L
ucas, sin embargo, era el típico fullero que tienen como norma fundamental el arte de maquinar para engañar, aunque al final obtenga de todo ello el fracaso más absoluto, si bien es cierto que también ha vuelto loco, en más de una ocasión, al pobre Elmer. El Coyote y el Correcaminos nos recuerdan a las películas mudas de persecuciones entre bribones y policías. No olvidemos tampoco a Silvestre y Piolín, al gallo Claudio, Pepe la Peste o el ratón Speedy González, que fue retirado del mercado en el año 1999 para no ofender a la cultura mexicana, pero fue repuesto en el 2002, gracias a los alegatos de la comunidad hispana en Estados Unidos que no se sentían en absoluto ofendidos por el personaje. Actualmente los dibujos de la Warner son políticamente más correctos y han perdido el carácter gamberro que les caracterizaba y por ende su encanto.




William Hanna y Joseph Barbera comenzaron juntos en el estudio de animación de Metro-Goldwyn-Mayer y fueron responsables de la primera aparición de Tom y Jerry, hasta que ésta cerró definitivamente la sección de animación en 1957, ocasión que aprovecharon para crear su propio estudio, Hanna-Barbera Productions. Muy criticados por la pobre técnica de animación empleada, entre otras cosas por el elevado número de series y personajes, no obstante hay que reconocer que algunas de sus criaturas fueron realmente buenas, sobre todo por el planteamiento argumental y por la personalidad conferida a cada uno
de ellos. Así podemos encontrarnos con Don Gato, una especie de jefe mafioso al frente de una banda callejera entre cuyos miembros destacan Panza, Demóstenes o Benito (éste dotado de una voz diminuta muy simpática), cuyas malas artes son ejercidas por los callejones de Manhattan, enfrentados al oficial de policía Matute. Los Picapiedra se desarrolla en la edad de piedra, en una ciudad llamada Piedradura, y tiene como principal estandarte a Pedro, malhumorado trabajador de una cantera, cuyo mejor amigo es Pablo Mármol, viviendo sus cotidianas aventuras en un mundo en donde la mayoría de los inventos prácticos son ejercidos por dinosaurios muy funcionales. Inspirada por el film "La carrera del siglo" nos encontramos con la descacharrante serie Los autos locos, en la que un grupo muy variopinto participa en alocadas competiciones automovilísticas, teniendo como principales protagonistas a los tramposos Pierre Nodoyuna y Patán a bordo del Súper Ferrari doble cero y cuyos rivales son: El Rocomóvil, conducido por los trogloditas Hermanos Macana; el Espantomóvil, a cuyo volante van Los Tenebrosos, es en realidad un castillo de terror con ruedas; el profesor Locovitch conduce un artefacto dotado de innumerables inventos; el Barón Hans Fritz conduce una especie de av
ión de la primera guerra mundial; Penélope Glamour competía en un coche rosa muy femenino; el Súper Chatarra Special al mando del sargento Blast y el soldado Meekly es realmente un tanque; uno de los más divertidos es la Antigualla conducido por Mafio y sus pandilleros, salidos literalmente de una película de gánsters de los años 20; el Alambique Veloz a cargo de Lucas, el granjero, y un oso cobardica; Pedro Bello, imagen del galán, está a los mandos del Superheterodino y los últimos competidores son el leñador Brutus y el castor Listus, a bordo de el Troncoswagen, un simple tronco con ruedas de sierra . No olvidemos a otras creaciones de Hanna-Barbera como fueron el guasón pero enfadado gato Jinks (éste es mucho más ingenioso cuando se le dobla con acento andaluz) y sus ratones Pixie y Dixie; el bueno de Maguila el gorila, sempiterno habitante del escaparate de una tienda de animales; Leoncio el león y Tristón; el Escuadrón diabólico, con los conocidos Pierre Nodoyuna y Patán; el lagarto Juancho o la inefable pandilla de Scooby-Doo.





Erase una vez el hombre fue una producción, mayoritariamente francesa, muy didác
tica que explicaba de forma amena la historia de la humanidad. Un personaje curioso de nuestra infancia era Calimero, un pollito negro con medio cascarón de huevo en la cabeza, que fue creado por los italianos Nino y Toni Pagot e Ignazio Colnaghi, concebido para una campaña publicitaria de un detergente, pero que después, dado su éxito, se convirtió en un personaje con serie propia que al final de cada capítulo decía la famosa frase: ¡Es una injusticia!. Otra serie de gran repercusión fue la producción franco-japonesa Ulises 31, que se desarrolla en el siglo XXXI, cuando su protagonista, al mando de su nave espacial Odiseus, destruye al Cíclope y es condenado por los dioses a errar por mundos desconocidos hasta llegar al reino de Hades. Buen argumento para un anime bien desarrollado que gustó a niños y no tan niños.
Una serie casi desconocida fue Súper Agente Cobra, manga de Buichi Terasawa, inspirada en parte por un relato del habitual Philip K. Dick, titulado "We Can Remember it for Wholesale", y que narra las peripecias de un buscavidas y pirata del espacio, que al mando de su nave espacial vive mil aventuras, acompañado casi siempre de mujeres muy bellas de curvas vertiginosas (de hecho su tripulante, Lady Andrómeda, es un robot femenino). Serie, por otra parte, muy bien realizada técnicamente y que tiene cierto tono de cine negro. Basado en un simpático personaje creado por el escritor sueco Runer Johnson, nos llegó el anime germano-japonés Vickie el vikingo, cuyas aventuras querían enseñarnos que es mejor emplear la inteligencia que la fuerza. Todos recordamos las hilarantes persecuciones entre unos hambrientos y escuálidos lobos y nuestro pequeño personaje.
Si tuviera que destacar algunos dibujos animados de nuestros días, lo haría, por


