Anastasio Cornejo era empleado de pompas fúnebres. Su monótona vida transcurría entre féretros y lágrimas ajenas. Su mujer, doña Filomena, mujer poco agraciada, había sido una señorita de provincias que apuntaba hacía una galopante soltería, hasta que se cruzó en su camino Anastasio. Le decía su madre "Aprovecha que es el último tranvía" y ella mascullaba para adentro "O el primer ataud". Fuera como fuese, ambos espíritus se unieron en santo matrimonio, y se mantenía a duras penas, sobre todo por la depresión incurable que el oficio de su marido producía a doña Filomena. Un día, Anastasio pasó delante de una pajarería y le resultó tremendamente simpática una especie de cacatúa, de color blanco, que le miraba desde el otro lado del cristal con cierto interés. "Es una ninfa, es cariñosa y con un poco de paciencia puede enseñarle algunas palabras". Con el rostro ilusionado, el empleado de pompas fúnebres acudió a su casa con el pájaro en una bonita jaula, esperando que le pudiera hacer compañía a su esposa y alegrarle la vida. Cual fue su sorpresa cuando, antes de llegar, observó un tumulto de gente agrupado en torno a una ambulancia. Uno de sus vecinos le dijo por las bravas y sin tacto alguno "Su mujer ha salido del portal y se ha tirado debajo del camión del butano. Se ha ido para el otro barrio, no somos nada".
Después de aquel fatídico día, pensaba Anastasio que aquel pájaro, que le había comprado a su difunta esposa, le haría compañía. Nada más lejos de la realidad, durante años nació un sentimiento de mutuo odio entre ambos. Aquel "repugnante animal", así era como le llamaba su dueño, jamás articuló una sola palabra. Solía picar con furia los dedos de Anastasio y éste siempre le decía sin perder la costumbre, "¡Algún día te enterraré pedazo de bestia!". Emitía un piar ensordecedor que podía oírse a varías manzanas de allí. De hecho, cuando doblaba la esquina de la calle, parece que aquel pájaro intuía la cercanía de su dueño y comenzaba a chillar de forma escandalosa, hasta que introducía la llave en la cerradura y aquel píar se hacía insoportable. "¡Algún día te enterraré pedazo de bestia!" le gritaba el pobre hombre, "¡Y encima ni habla!", sentenciaba después. Los vecinos del barrio solían acudir a su puerta a quejarse del alboroto que solía emitir aquel insolente animal. Más de una vez le dejó la puerta abierta de la jaula para que escapara, pero jamás puso una pluma fuera de ella. No quería darle el pasaporte, porque había sido un regalo para su sufrida esposa y para eso era muy respetuoso y serio, así que se conformaba con decirle, una y otra vez, "¡Algún día te enterraré pedazo de bestia!".
Pasaron los años y los dos se hicieron viejos. Un día, mientras le daba comer a su odiado compañero, Anastasio sintió una fuerte punzada en el pecho, se sentó en el suelo y se iba desvaneciendo poco a poco. Antes de que el corazón diera su último latido, escuchó al pajarraco que le decía: "¡Algún día te enterraré pedazo de bestia!".
Ese sentimiento de cariño/odio lo expermiento con mi perra Luna, una mastina de 10 meses. Unas veces por que se hace de querer con zalamerías, otras porque se come mis filetes cuando me levanto de la mesa
ResponderEliminarYo sólo tengo perros y gato en casa, no me gustan los pájaros, ni los peces, ni... al menos en cautividad.
ResponderEliminarLa foto de Craig son de las promocionales de la peli de Fincher. Ésta especialmente me gusta mucho. La peli me gustó, pero es que la sueca ya me había gustado bastante. En cuanto a Craig es un muy buen 007 aunque tenga cara de ruso malo.
Un abrazo!!!
Casualmente un vecino me ha contado que ha dejado suelta a su ninfa porque está harto de que le pique. :D
ResponderEliminarMr. Pepe Cahiers, como compañia no hay nada mejor que un buen libro, un saludo y que final.
ResponderEliminarMuy bueno. Salgo corriendo a comprar una cacatúa... y a regalársela a cierta... amistad.
ResponderEliminarSaludos.
Buen relato, Cahiers. Me dan ganas de enseñárselo a una vecina que ha adoptado una de esas cotorras grises de los parques y que pega unos chillidos enervantes.
ResponderEliminarRecuerdo ese siniestro personaje que aparece con el Pájaro Loco, creo que se llamaba Pablo Morsa. Saludos. Borgo.
Alimaña: Es lo que tienen algunos tipos de mascotas, que son un poco incordio.
ResponderEliminarCinexim: Ni pájaros, ni peces, pues justamente lo que tengo yo, a parte también de una tortuga.
Piedra: Yo tengo una y picar pica poco, pero es muy escandalosa y no puedo ni sacarla al balcón.
Belknap: Cierto, no necesitan demasiados cuidados y entretienen mucho más.
Licantropunk: Si es como la que tengo yo, tendrá un enemigo eterno en su vecino, aunque seguro que se la devuelve.
Miquel: Pues fíjese que, antes de comprar la ninfa que me atormenta, leí en internet que eran poco ruidosas. Pues si llega a ser más ruidosa me mandan los vecinos al exilio.
Que mala leche el pajarraco. Porque el resentimiento tras unos años de peleas vale, pero ya desde el primer día...
ResponderEliminarYo no lo habría aguantado.
Ah, las pajarillos. Tan entrañables y siniestros a la vez. ¡Duro con ellos! XD
ResponderEliminarJa ja ja... Macabro y gracioso a la vez, realmente se ha salido Mr. Cahiers.
ResponderEliminarMe recuerda un poco al chiste del "Tuerto y el Loro cabrón"... aunque su final Mr. Cahiers es épico.
Bueno.. el final es lógico, después de todo, si lo único que repetia al animalico era esa frase... que iba a saber decir... un problema de actitud. :->
Un abrazo.
natsnoC: Igual que hay amores a primera vista también existen odios a primera vista.
ResponderEliminarWolfville: Ya lo demostró el maestro Hitchcock.
SBP: Gracias. Lo bueno de ese final es que el pájaro habló cuando tenía que hacerlo.
El pájaro tuvo la última palabra...
ResponderEliminarMi bisabuela tenía un loro, Curro se llamaba, que era muy gracioso, lo sacaba a pasear por la casa y decía su nombre, hola y poco más, pero vamos, no hacía escándalos...jajaja
1besico!
fiona: Me imagino que, como en todas las cosas, habrá pájaros buenas personas y bichos malos, que de todo tiene que haber en la viña del señor.
ResponderEliminarya sabe mi opinión sobre esos bichos, Sr. Cahiers, y sobre las ninfas, animales, que sólo tienen hermoso el nombre...por lo demás una notable muestra de humor negro, territorio donde se le observa cómodo...
ResponderEliminarJajaja! Muy bueno Pepe. Un final digno de La guerra de los Rose!
ResponderEliminarTirador: No sea usted tan duro con los plumíferos, estimado amigo, recuerde a Romualdo.
ResponderEliminarLazoworks: Bueno, al fin y al cabo era una especie de matrimonio mal avenido.