Escudriñemos ahora nuestra curiosidad implacable, para arrojar algo de luz o de insensatez hacia el escabroso tema del origen de Dios. Se suele manifestar con demasiada frecuencia que Dios ha existido siempre y que por lo tanto no tiene ni principio ni fin. Complicado planteamiento este que no considera ni el más remoto análisis explicativo. Con la propia definición se da por concluida cualquier reflexión. Y es lógico proceder así, en cuando no hay dialéctica filosófica lo suficientemente sólida como para formular una teoría explicativa convincente. En el sentido espiritual nos encontramos con un gran obstáculo, representado por el enigma del origen de Dios. Nos hallamos con la misma situación si enfocamos el problema desde la razón, puesto que ignoramos cuál es el principio del Cosmos. Se trata de una similitud compleja en la que alternamos los conceptos de Dios y el Cosmos, según la mentalidad sea esbozada desde la fe o desde la razón. Mas, arriesgándonos a un posible equivoco, plantearemos el tema de la forma siguiente. Se puede pensar que si Dios no pudo crearse partiendo de ningún principio, tampoco lo pudo hacer el Cosmos, sin embargo, éste es el resultado de una evolución lenta y progresiva que se creó de la nada, mientras Dios representa un paso gigantesco entre el vacío total y la existencia de una inteligencia sobrenatural de dimensiones inabarcables. Naturalmente el concepto de la nada sigue sometiéndose a múltiples dudas que entran de lleno en el plano de la metafísica. En el sentido lógico, la nada no puede engendrar ni objetos ni sustancias, pero irremediablemente tenemos que llegar a pensar que pudo originar el famoso Big Bang. Este terreno se nos antoja ideal para el cultivo teórico por el hecho en sí de que nos resulte extremadamente enigmático. La expansión de la materia en ese principio dio lugar al engranaje evolutivo de la espiral ascendente, de las formas más simples a las más complejas. Se puede entonces alegar que Dios es el resultado de una evolución. Tal planteamiento ofrece más incoherencias que certezas. Si un ente divino forma parte de una transformación, quiere decir que forma parte de una cadena con unos principios bastante más limitados de lo que se pudiera imaginar. Podríamos pensar que Dios fue, en un pasado remoto, un ente limitado con su carga de imperfecciones. Por lo tanto es obvio que los seres humanos están destinados a transformarse en una suprahumanidad de rasgos omnipotentes. En este planteamiento nos encontramos con Teilhard de Chardin, quien creía que la conciencia humana avanza hacia una supraindividualidad destinada a una superior unificación. Todo ello va a desembocar en un punto final, llamado Omega. El punto Omega podría bien ser Dios. El Alfa y el Omega de los que hemos oído hablar en tantas ocasiones. Dios es sólo una idea irrealizable, un proyecto imposible, o quizás una justificación de nuestra trascendencia en la escala de la eternidad. Pensar sólo en el hecho de que de la nada absoluta surgió un ápice de materia es plantear de por sí un milagro. La teoría del Big Bang tiene esa grave encrucijada. Quién piense que la teoría del Gran Estallido ha ido cediendo terreno a la de los Universos Paralelos se equivoca por completo, en cuanto en esta última existe un universo que ha ido creando sus paralelos, con lo cual desembocamos en el origen del mismo. Este planteamiento, junto a la idea de un Cosmos que se contrae y expande, forma parte del ideario de la conocida tesis del Universo oscilante, en la que se estima que llegará un momento en que todo lo que existe será atraído por su propia gravedad, desapareciendo en una catarsis llamada Big Crunch y dando lugar a otra expansión de la que surgirá otro Universo, pero ahí ya no estaremos nosotros. Dios se aburre, borrón y cuenta nueva. Esta broma pesada y desoladora nos produce aún más inseguridad existencial. Hemos transformado nuestro miedo a la muerte en algo cósmico, arrastrando a todo lo existente a su inevitable fin. Pero el hombre encuentra consuelo para todo, y de la misma forma que solucionamos nuestra mortalidad, hemos añadido una explicación, al menos consoladora. Tras esa contracción que producirá el fin del Universo, se producirá un nuevo Big Bang y todo comenzará de nuevo. Puede incluso que nuestro Cosmos no sea el primero, ni tampoco el último. ¿Quién impulsó la aparición de la materia?. Santo Tomás de Aquino aseguraría que, sin duda alguna, fue Dios, puesto que es el motor primordial que mueve todo cuanto ocurre. Si en el campo de la teoría la nada presenta un caldo de cultivo improductivo, simbolizado por un muro infranqueable, destruyamos ese muro. Imaginemos que el concepto de nada es irrelevante y que la materia ha sido siempre constante en el transcurso del tiempo, dando significado a la célebre frase de Parménides de “el ente es, la nada no es”. Surgen nuevos interrogantes basados en el hecho fundamental de que tuvo que existir un momento en la eternidad que provocó un cambio radical en el núcleo de ese algo existente. Porque, de existir una materia constante desde siempre, tal y como defiende La teoría del estado estacionario, ¿cómo tuvo lugar el efecto evolucionista hacia la creación de materias más elaboradas?. Temo ser reiterativo y haber caído en la divagación excesiva, pero el camino de la metafísica es intrínsecamente complejo y, en algunas ocasiones, nos lleva a una encrucijada sin salida. El investigador Andrew Tomas acierta de pleno al manifestar lo siguiente: “Como la mente del hombre es finita y el Universo infinito, todo conocimiento humano, por tanto, es sólo parcial y relativo, y ninguna escuela de pensamiento puede poseer el monopolio de la verdad.”. Al fin y al cabo ¿qué es el hombre comparado con la inmensidad del Cosmos?. En este momento no puedo evitar una cita de Louis Pauwels que viene como anillo al dedo al dilema que nos ocupa: “Existe un tiempo para todo, un tiempo incluso para que los tiempos se reúnan”. Esperemos a que venga ese tiempo en el que los enigmas sean contestados. Por el momento, y ante la imposibilidad de obtener otra teoría más plausible, tendremos que limitarnos a pensar que la materia ha sido, dentro de un tiempo infinito, constante en toda su amplitud. Es como si el Universo fuera un campo de cultivo y el Gran Estallido fuese la semilla que inició la eclosión del evolucionismo ascendente. Ignoramos quien fue el artífice de la existencia del Todo. Quizás se debió a una causalidad inherente en el orden establecido por el instinto de la naturaleza cósmica. O quizás debemos la autoría a un dios ocioso y solitario.
Desde una perspectiva ciertamente panteísta, personalmente, me inclino hacia la teoría de que Dios es en realidad la naturaleza Universal, porque es ella quién ha creado el Cosmos y también la existencia del “Tú” y del “Yo”. La naturaleza partió de un concepto infinitesimal y utilizando complejos mecanismos ha ido construyendo un extraordinario castillo de naipes en cuya cúspide se encuentra su máxima concesión: la autoconsciencia. Sé que es absurdo analizar las posible motivaciones de una deidad en su comportamiento, pero voy a jugar a especular la lógica de la creación. ¿Por qué una voluntad omnipotente realiza su creación utilizando el rodeo enrevesado de los engranajes evolutivos?. Se podría argumentar que, la utilización por parte de Dios de complejos mecanismos, es toda una declaración de principios de la Teoría del Caos y su relación con la imprevisibilidad de los acontecimientos. Este planteamiento aclara algunas dudas que el hombre solucionó con certezas imbuidas en una fe, en muchas circunstancias, ciega. Que nadie con poder sería capaz de iniciar su creación con tan lento sistema, queda en evidencia en el concepto que tenían algunos sabios eruditos en su tiempo. Es bien sabido que se creía que el mundo y sus habitantes habían sido creados tal y como los conocemos desde el principio de los tiempos, aplicándose a tal argumentación el principio de voluntad de un Dios cuya finalidad era el simple hecho de crear, sin mecanismos evolutivos inexplicables. Cuando Darwin lanzó su teoría de la evolución, algunos pensamientos cartesianos no podían entender como su Dios no era el autor directo de una obra definitiva. Bien es cierto que el actual creacionismo se ha encargado de intentar mantener la autoría del creador, ante la idea de una divinidad reducida a un simple motor impulsor. Ese Dios que aparecía en la vida de los hombres, que lo había creado todo y que lo decidía todo, había muerto, dando la razón, por otra parte, a Nietzsche. Pero, sin el hombre no existirían los dioses, puesto que aquel es la idea de la abstracción hecha práctica. La abstracción es la virtud más significativa del ser humano, ya que con ella vino la trascendencia. Sin esa razón, Dios carecería de sentido.
El origen del dios cristiano está en la literatura religiosa asiática. De esto tenemos una seguridad absoluta.
ResponderEliminarEl origen del universo es objeto de estudio científico y se han propuesto muchas teorías. Más que una creación, el Big Bang fue una transformación de la energía. Un efecto cuántico complejo de entender, como la radiación de Hawking que emiten los agujeros negros, una radiación surgida de partículas que aparecen en la cuasinada.
El origen de los orígenes el destino de los destinos. ¡Eso sí que es coger al toro por los cuernos y o demás son tonterías!
ResponderEliminarDe Teilhard de Chardin ya habló en una ocasión el Tirador Solitario en uno de sus comentarios en mi blog y me pareció ciertamente interesantes sus ideas.
Tu post me ha recordado una frase que leí recientemente de Woody Allen, muy tonta pero me hizo gracia: Yo fui expulsado del colegio por copiar en el examen de metafísica; miré en el alma del muchacho que se sentaba al lado de mí
Saludos filosóficos,
Canastos, Cahiers, lo que nos haces darle al coco... Me alegro de que te hayas "acordado" de este libro, me resulta de lo más interesante lo que planteas aquí, muy bien escrito por cierto. Si es que lo tienes todo...
ResponderEliminarEn el fondo gran parte de esas cuestiones, se quieran o no, caen al final en la red de las especulaciones. Y es fácil desembocar en un embudo intelectual, como expresa Andrew Tomas cuando se refiere a la incomprensión per se del Universo...el problema es que Tomas hace una reflexión que ya había planteado en los mismos términos Nicolás de Cusa, en el siglo XV, pero refiriéndose a la divinidad, en su Docta Ignorantia...una Divinidad eterna e increada, en contraposición al Universo.
ResponderEliminarSr. Cahiers te deseo lo mejor para este año 2012, recién nacido. Un fuerte abrazo. Ya tienes mi voto en el 20 minutos. Te deseo mucha suerte para el concurso!
ResponderEliminarSe pone la cosa interesante. Yo no es por nada, pero este texto es altamente publicable. ¿No te has planteado terminarlo?
ResponderEliminarUn saludo!!
Octopusmagnificens: Es evidente que el Big Bang fue consecuencia de algo, aunque no sabemos exactamente qué. Seguramente sería el descubrimiento más importante de la humanidad, no en vano estamos aquí por ese momento cuasi milagroso.
ResponderEliminarA-B-C: Ese chiste de Allen es muy bueno y describe a la perfección algo tan intangible como la metafísica.
Clementine: Se podría decir que soy "aprendiz de todo y maestro de nada". Modesto que es uno.
Tirador: Como usted bien sabe no me podía resistir a incluir alguna cita del bueno de Andrew Tomas, aunque semejante reflexión suena ya a muy trillada, entre otras cosas porque el tema era propicio para ello.
Marcos: Muy agradecido y le deseo igualmente un feliz año 2012.
Wolfville: Supongo que, más que terminarlo, tendrá seguramente una continuidad en este blog, que desde luego es una ventana abierta al exterior que hace años ni imaginaba.
Lo de aprendiz, de acuerdo, porque creo que nunca se deja de aprender. Pero eres mucho más maestro de lo que tu modestia te permite reconocer. Tú hazme caso a mí.
ResponderEliminarMenuda gozada leer sus sabias reflexiones... Precisamente el otro día leí un fragmento de Maeterlink que me pareció fabuloso. "(El gran secreto de la humanidad que recataban con tanto cuidado debajo de fórmulas misteriosas y sagradas) es sólo una negación sin límites, un vacío inmenso, una desesperanzada ignorancia, (...) y hemos de considerar una suerte que no sea otra cosa, pues un Dios y un universo harto pequeños para que el menguado cerebro del hombre pudiera darles la vuelta, comprender su naturaleza y economía y conocer su origen, finalidad y límites, serían tan mezquinos y míseros que nadie se resignaria a ser por siempre su prisionero".
ResponderEliminarTodo esto del big crunch me suena al apocalipsis de la Biblia... Creemos lo que nos explican, desde una óptica más razonable, pero opino que todo es mucho más grande y complejo que lo que puedan explicarnos los científicos o los religiosos. La ciencia de hoy en día intenta tapar los vacíos que dejó la religión, pero aún así... Quien es el valiente que tiene huevos a explicar un universo infinito? Nadie... Es imposible y lo verdaderamente fascinante es como el ser humano lucha impunemente po conseguir hallar una explicación a todo. En fin, fabuloso... Espero el capítulo tres.
Clementine: Gracias por sus palabras. Supongo que soy un autodidacta portátil, de estar por casa, como unas buenas pantuflas.
ResponderEliminarLazoworks: Es que somos muy pequeños comparado con lo que nos rodea, y esto es tan complicado como hacerle comprender a una hormiga como funciona un microondas.
Todo fue en una semana (que lo sepas)... Dios creó todas las cosas en 6 días y el domingo descansó.
ResponderEliminarEs la teoría mas factible posible, ya que diferentes estudios teóricos confirman el dato
Saludos.
Impresionante Mr. Cahiers.
ResponderEliminarAl final todo se reduce a una cuestión "determinista", todo esta prefijado o no.
Muy acertado lo que comentó Andrew Tomas: "mente limitada, universo ilimitado."
Aunque... ¿ quizás el universo no sea ilimitado ?
Todo esto es como las capas de una cebolla, después de superar una hay otra, y otra, y otra, y otra....
Que gran escrito, nos hace reflexionar sobre un monton de cosas. Estoy totalmente de cauerdo con "WOLFVILLE" deberias plantear acabarlo y publicarlo en alguna editorial o por cuenta propia.
Estoy esperando la tercera parte.
Un abrazo.
Alimaña: Y gracias a que descansó el domingo es un día festivo, aunque yo creo que el sábado trabajó solo media jornada.
ResponderEliminarSBP: Decían por ahí que el Universo tenía final, pero que al llegar al mismo se iba expandiendo, así que nunca se llegaba a lo que pueda existir más allá del mismo. Cualquiera sabe. Dudo mucho que esto tenga futuro en el mundo editorial, por el momento me conformo con atormentar a los que gentilmente pasáis por aquí. Gracias por su alentador comentario.
Uf, el Origen del Universo, casi nada. Me temo que siempre será un misterio. Recomiendo la visión del descargable documental "Ziegeist" en el que se muestra como las religiones orientales han ido plagiándose y adaptando unas a otras con curiosas similitudes entre las deidades egipcias y el cristianismo. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHombre, Cahiers, pues no me parece justo que nos atormentes sólo a nosotros...
ResponderEliminarQuerido Señor Cahiers: excelente su artículo, con mi esperanzada mirada cristiana siempre recomiendo la lectura de Theilard de Chardin en su "El Porvenir del Hombre" (que amablemente me regaló el tirador solitario), se plantean cuestiones esenciales para el ser humano...pero siempre como necesidad, la ciencia, el hombre se diferencia del animal porque en un momento dado sus ojos se abrieron hacia una curiosidad en lo trascendente para no volverse a cerrar jamás... algo así viene a decir Theilard (con mejor estilo litarario claro...jajaja). La fe me basta para creer... pero a la vez no me es suficiente...
ResponderEliminarFeliz Año, querido Cahiers.
Atentamente: Amiga Anónima.
Miquel: Al final todas las religiones se terminan pareciendo en muchas cosas, se fagocitan unas a otras, porque en el fondo su misión es prácticamente la misma.
ResponderEliminarClementine: Ustedes me han estado leyendo durante algún tiempo y eso me ha permitido publicar algo que dormía el sueño de los justos. Es una oportunidad que me ha posibilitado este apasionante mundo de los blogs. Fuera de este ámbito, me parece muy difícil publicar. Hay que tener talento o mucha suerte o quizás ambas cosas a la vez.
Amiga Anónima: Es evidente que el hombre se diferencia de los animales por esa trascendencia, sobre el sentido de la muerte, aunque algunos han mostrado también cierto reconocimiento de la misma, pero no desde luego hasta el punto de necesitar creer en algo más allá de la vida con fecha de caducidad. Feliz año y que los Reyes sean buenos con usted.
Bueno, pues entonces que la mucha suerte te acompañe, porque el talento te sobra. Y no es un cumplido. ¡Felices Reyes!
ResponderEliminarClementine: Gracias por sus amables palabras y felices y clásicos Reyes.
ResponderEliminarHace días que tenía en mente leer este pots tuyo pero las Navidades no me han dejado todo demasiado tiempo libre pero a pesar de ello te comento igualmente. Me gusta cuando dices "Es como si el Universo fuera un campo de cultivo y el Gran Estallido fuese la semilla que inició la eclosión del evolucionismo ascendente. Ignoramos quien fue el artífice de la existencia del Todo. Quizás se debió a una causalidad inherente en el orden establecido por el instinto de la naturaleza cósmica. O quizás debemos la autoría a un dios ocioso y solitario." Yo me inclino que somos fruto de la casualidad, de un error en el orden establecido y que Dios no existe más que en nuestras pequeñas mentes humanas para intentar "sobrevivir" a esta vida tan terrenal que sin algo de "celestial" parece no tener sentido o ser demasiado simple. Dios es una consecuencia de la inteligencia humana. ¿Por qué tenemos inteligencia? Bueno, eso sería otro tema. Me encanta tu libro. No dejes de publicarlo en tu blog!! Un abrazo
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