Los nostálgicos siempre son de la opinión de cualquier tiempo pasado fue mejor, y no cabe la menor duda que, en muchos aspectos, puede constituir una certeza irrefutable. El arte, en todas sus expresiones, se perfila desde su génesis más primordial hasta el desarrollo más rutilante, y, como en todas las trayectorias vitales, llega un momento de máxima genialidad, momento, por otra parte, que tiene un comienzo pero que lastimosamente también tiene un final. El séptimo arte tuvo su punto de culminación entre las décadas de los años 40 y 50. Para hacernos una idea de la inconmensurable genialidad desbordada durante veinte años, me gustaría ofrecerles una lista que resume a la perfección el caudal inmenso de talento y genialidad: El halcón maltés, Que verde era mi valle, Los viajes de Sullivan, Ciudadano Kane, Ser o no ser, Casablanca, La señora Miniver, El cuarto mandamiento, Perdición, La mujer del cuadro, Tener y no tener, Laura, Días sin huella, Breve encuentro, Los mejores años de nuestra vida, Duelo al Sol, Que bello es vivir, La pasión de los fuertes, Gilda, El tesoro de Sierra Madre, Monsieur Verdoux, La dama de Shangai, Rio Rojo, Al rojo vivo, El tercer hombre, Eva al desnudo, Los olvidados, El crepúsculo de los dioses, La reina de África, Solo ante el peligro, Cantando bajo la lluvia, Candilejas, Vacaciones en Roma, De aquí a la eternidad, La ventana indiscreta, Los siete samurais, Johnny Guitar, La Ley del silencio, Rebelde sin causa, La noche del cazador, Al este del edén, Planeta prohibído, La invasión de los ladrones de cuerpos, Gigante, El séptimo sello, Centauros del desierto, Doce hombres sin piedad, Fresas salvajes, Senderos de Gloria, Testigo de Cargo, Sed de mal, Vértigo, Drácula, El cebo, Los cuatrocientos golpes, Con faldas y a lo loco, Ben-Hur, Vidas rebeldes, La dolce vita, Psicósis, Espartaco, El apartamento, etc, etc.
La lista podría ser mucho más amplia, pero de incluirla completa abarcaría la totalidad de este artículo. Lo que pretendo con todo esto es muy simple: aceptar como hecho irrefutable que el cine nunca fue, ni probablemente será, del mismo nivel. Ocurre también con la música clásica, pués Mozart, Beethoven, Bach o Vivaldi son irrepetibles. Podemos aplicarlo a cualquier disciplina artística y siempre encontraremos una época dorada de cotas insuperables. Aceptado esto como sentencia indiscutible, no podemos negar el pan y la sal a las expresiones artísticas surgidas después de alcanzar su punto más álgido de calidad. Entre los cinéfilos existe toda una legión de plañideras desconsoladas, que añoran los títulos del pasado y vomitan toda su ira sobre el cine contemporáneo. Y quién ha recibido las mayores descargas de bilis han sido las producciones de entretenimiento, también conocidas vulgarmente como palomiteras. Alfonso Basallo refleja como nadie esta actitud cuando dice: "¿Cómo un devorador de Rambos y Terminators, telediarios, violaciones, muertes en directo y en diferido, risas enlatadas, estruendo, alaridos y chorros de fuego va a poder saborear a Keaton, tan silente; a Lubitsch, tan sutil; a Robert Bresson, tan austero; a Nicholas Ray, tan pictórico... ?" La lista de directores y sus virtudes continúa con el único objetivo de trazar una linea inexistente entre un cine y otro. Yo considero "Terminator" como una excelente película de ciencia-ficción, y "Acorralado" me parece una buena muestra del cine de acción y, sin embargo, en mi lista de películas favoritas estarán por debajo de "Centauros del desierto" o "Cantando bajo la lluvia", pero, sin duda, estarán. Comparar las obras contemporáneas con el cine clásico es un ejercicio tan fútil como autocomplaciente. Una forma irreflexiva de lamento, cuyo único consuelo es disparar a diestro y siniestro contra las producciones que hoy se llevan a la gran pantalla. Desde que en 1895 los hermanos Lumiére proyectaran la salida de obreros de una fábrica, las cosas han cambiado extraordinariamente. Los pioneros del séptimo arte, especialmente David W.Griffith y Serguéi Eisenstein, hicieron evolucionar el lenguage cinematográfico y conformaron los cánones ideales del mismo. La planificación de escenas, los cambios de planos, el movimiento de cámara y otros aspectos técnicos se constituyeron como formas básicas de una buena estructura fílmica. Siempre se ha dicho que los planos largos y sin cortes engrandecen el buen hacer de un director y, por ello, se estigmatiza a quienes utilizan en exceso diferentes planos para el desarrollo de una misma escena. Aún recuerdo a Juan Miguel Lamet, en el debate de "El diablo sobre ruedas" del programa Qué grande es el cine, como criticaba a Spielberg por planificar una misma secuencia en distintos planos en vez de uno sólo, manifestando que, aunque el le hubiera dado una matricula de honor al cineasta norteamericano por su primer trabajo, no era de su agrado la forma de rodar del mismo. Orson Welles realizó un solo plano secuencia espléndido en "Sed de mal" de 3 minutos que sirve como ejemplo y también como dogma de los puristas cinéfilos. La secuencia tardó en rodarse 15 días y demuestra lo complicado que resulta su planificación, aunque bien es cierto que, no por rodar un solo plano secuencia se convierte un director en maestro, ni tampoco por la ausencia del mismo en mediocre. Berlanga decía que en los planos largos es en donde se muestra la verdadera esencia del artista. Yo no creo, por otra parte, que Spielberg no fuera capaz de rodar una secuencia con plano único, más bien se debe a que el lenguaje cinematográfico ha cambiado. Los directores procedentes de cine publicitario y de los videoclips entiende la expresión del cine contemporáneo como algo con más nervio y movimiento. En la sala de montaje se realizan auténticas manipulaciones de diferentes tomas que convierten una película en dinámica, algunas veces hasta la más absoluta desesperación. Desde "La soga" de Alfred Hitchcock a cualquier película de Michael Bay existe todo un abismo. Este último es uno de los directores que mayor número de planos acomete en el desarrollo de una sola escena, sobre todo si pertenece a un momento de máxima acción. "La Roca" siempre me ha parecido una buena película, con un reparto muy atractivo, sobre todo por Sean Connery y Ed Harris, y un guión muy aceptable, pero la realización en algunos momentos es una auténtica tortura. La persecución en las calles de San Francisco es todo un derroche de medios, pero el movimiento enloquecido de la cámara y el despilfarro de planos de Michael Bay hacen que se desperdicie todo el esfuerzo, y no podamos ver con fluidez lo que alguien con más aplomo nos hubiera mostrado.
Cuando se acude a una sala de cine, se debe tener el juicio indispensable para saber qué se esta viendo exactamente y que mínimos valores se pueden exigir. La visión, por ejemplo, de una película pornográfica en una sala x, no nos puede ofrecer expectativas demasiado elevadas y no podemos salir defraudados por no encontrar un guión satisfactorio. Normalmente el cine porno es sustancialmente unidimensional, aunque hasta en este género hay quien se puede sentir decepcionado. Esto, que puede ser un ejemplo demasiado extremo, puede servirnos para ilustrar por qué algunos críticos sesudos entran con esperanzas deliberadamente falsas. Hay un tipo de cine de fácil consumo cuyo único objetivo, no ocultado, es el de simple y sano entretenimiento, pero no por ello exento de dignidad. Son títulos de gran impacto visual, normalmente acompañados de grandes efectos especiales, cuyos diálogos no suelen ser demasiado profundos, pero que cumplen el objetivo, nada fácil por otra parte, de ahuyentar el tedio. Sin embargo, para algunos, este tipo de cine es una afrenta para el arte que representan y se rasgan las vestiduras cual un Caifás encolerizado. Uno de los directores-diana preferidos por los críticos es, por ejemplo, Roland Emmerich, que ve como cada una de sus películas son continuamente vilipendiadas. Con el estreno de su último film "2012" las opiniones, o más bien reacciones, en contra hacen hincapié en lo ridículos que resultan los diálogos siempre supeditados a los efectos especiales. El otro día tuve la oportunidad de leerlos en una página web, en donde se habían transcrito con la única finalidad de demostrar lo irrisorios que podían llegar a ser. Evidentemente, todos sabemos que ante una situación de extremo peligro nos ponemos a declamar a Shakespeare. Esto me trae a la memoria el estreno de "Parque Jurásico" y la ira de quienes se sentían defraudados, porque preferían mil veces la novela antes que la película. La obra de Michael Crichton era alabada por muchos que acusaron al film de Spielberg de no trasladarla con toda la fidelidad requerida. Sin embargo, yo prefiero la película porque, entre otras cosas, los personajes de la misma no se detienen a filosofar sobre la evolución o la teoría del caos mientras son acosados por un Tyrannosaurus Rex. No siempre una historia compleja puede dar lugar a un buen desarrollo argumental. Por ejemplo, la novela de Peter Benchley, "Tiburón" era un compendio de varias tramas, relaciones con la mafia, adulterio, etc, que situaban la aventura como fondo, y lo que hicieron, tanto el autor de libro como el guionista Carl Gottlieb, fué supeditar la linea argumental a la aventura y el suspense, eliminando aquellos aspectos que podían distraernos del escenario principal. En otro orden de cosas, "Parque Jurásico" junto a "Terminator 2" fueron responsables de una nueva revolución en los efectos especiales, que nos posibilitaron ofrecernos todo lo que hacía unos años era irrealizable. La capacidad de los efectos virtuales son capaces de dar vida a cualquier cosa que se nos antoje, desde un dinosaurio hasta un ejército de orcos, y esto es de vital importancia, porque se ha conseguido producir un tipo de cine que no se hacía desde los tiempos de Ben-Hur o Cleopatra, en los que se requería una cantidad ingente de extras, que hoy en día dispararían hasta el infinito el presupuesto de cualquier proyecto. La técnica digital hirió de muerte al genero de animación tradicional, pues hoy en día casi todas las producciones que llegan a las salas de cine utilizan el ordenador como instrumento primordial, arriconando a la televisión los dibujos convencionales. Actualmente sólo existe un genio dispuesto a abordar el dibujo tradicional en sus adaptaciones a la gran pantalla, que no es otro que Miyazaki, por otra parte, siempre al filo de la jubilación. John Lasseter, fundador de Pixar, es uno de los principales genios de la animación realizada por ordenador, llegando a insuflar auténtica alma a un proceso que parecía frio y distante. Pixar ha producido las mejores películas de este genero, algunas de ellas pequeños tesoros del séptimo arte, como "Wall-e", "Up" o "Ratatouille".
La última frontera la representa el último film de James Cameron, "Avatar", en donde la tecnología 3d alcanza una nueva dimensión. El visionado de esta película es toda una experiencia, pues jamás el arte de las tres dimensiones había llegado al límite. No son unos cuantos efectos tridimensionales, es la sensación de sumergirse en el mismo mundo que describe. Esta técnica ya había sido experimentada hace algunos años, pero nunca había llegado a tales extremos de perfección. Pero la polémica viene pegada a la piel de este film desde su estreno, porque por encima de los increíbles efectos especiales existe el alma de una película convencional y es, entonces, cuando surge la pregunta: ¿espectáculo de entretenimiento o obra magna del séptimo arte?. Mi opinión personal, y subrayo personal, es que el impacto visual delimita lo que hay más allá de la imagen o, en otras palabras, los árboles impiden ver el bosque. Cuando salga a la venta en dvd despojado de los magnetizantes efectos 3d, podremos ver si es solo un envoltorio vacío o la historia se sostiene por si sola. Historia que, para ser sinceros, no es ninguna novedad, pues es una nueva vuelta de tuerca a films como "Yuma", "Bailando con lobos" o "El último Samurái", y mucho me temo que su calidad quedará por debajo de las mismas. Aparte de que la excesiva duración y la molestia de las gafas 3d dan como resultado un cierto cansancio, lo que para mi sería un escollo importante para un segundo visionado en una sala de cine. No creo, sin embargo, que esta técnica se pueda generalizar y quedará indicada para cierto tipo de películas como las de animación o las dotadas de gran impacto visual. Mi recomendación sería que, la experiencia del visionado del film de Cameron es obligada para todo amante del cine, aunque la historia y el guión, en el fondo y en este caso, son secundarios.
En 1941 Orson Welles estrenó "Ciudadano Kane", obra maestra indiscutible que siempre ocupa los primeros puestos de las listas de las mejores películas de todos los tiempos. Una gran historia dotada de un magnífico guión, rodada de forma magistral utilizando juegos de iluminación, profundidad de campo, elegante movimimientos de cámara, fotografía de Gregg Toland y un reparto de probada solvencia. En suma, una obra magna para degustadores exigentes que se sitúa en el Olimpo de las obras de arte. En el año 2006 se estrenó "Crank: veneno en la sangre", película descerebrada y alocada que narra la historia de un individuo al que se le ha suministrado un extraño veneno, que le obliga a realizar continuas acciones peligrosas para proporcionar adrenalina a su corazón, pues de lo contrario se parará y morirá. La cámara se mueve como un potro desbocado, el espectáculo es zafio y los actores correctos y, no obstante, el film es verdaderamente divertido. Está a años luz de "Ciudadano Kane" pero es también cine, y disfruta del poder de la magia de cuando en una sala se apaga la luz y asistimos expectantes a la evasión más grande jamás lograda.
Señor Cahiers, estando de acuerdo en la mayoría de los interesantes aspectos que aborda en su artículo, creo que adolece de cierto pecado original.Intentaré ser lo más explicito posible.
ResponderEliminarEl cine como vehículo comercial y de entretenimiento no es un invento ni una ocurrencia de los últimos setenta y a partir de ahí hasta nuestros días.Es consustancial al nacimiento del propio cinematógrafo, y toda su época muda está trufada de esas obras que conviven con las cimas de Murnau,Chaplin o Von Stroheim.
¿Cual es el malentendido? Que el nivel medio del cine, como usted bien señala alcanzó su cenit a finales de los años 50. A partir de ahí, aunque se siguieron haciendo grandes películas, ya nada fue igual.Y eso marca también a un espectador, educado en otra cosa (los Rambos y Terminators, que no dejan de ser una provocadora metáfora), en un universo audiovisual desbocado y fascinante, pero alejado de un mundo irrepetible, donde en un fin de semana podían estrenarse lo último de John Ford, Alfred Hitchcock, Raoul Walsh, o los grandes maestros europeos o japoneses...
Claro que el cine de entretenimiento no es un invento de ahora, fíjese en "Viaje a la luna" de Georges Méliés de 1902, pero compartirá usted la opinión de que el cine de este género ha sido maltratado desde tiempos inmemoriales y que sólo el tiempo y la distancia lo ha colocado en su justo lugar. Respecto a la cita de "Rambos y Terminators" le aseguro que no es solamente una provocadora metáfora, pues es el argumento principal de este autor y así consta en su libro "2001: la odisea del cine" obra de perogrullo que dispara con todo lo que se mueve en el cine contemporáneo.
ResponderEliminarCreo que esa prevención hacia el cine de genero es ya algo totalmente fuera de lugar, aunque es cierto que todavía quedan ciertos rescoldos, pero no cabe duda que desde la línea de Cahiers (no usted, sino la revista francesa)a mediados de los cincuenta eso no tiene el menor sentido.
ResponderEliminarNo hay más que ver las excelentes críticas que han tenido los filmes últimos de Batman, Watchmen e incluso el primer Matrix.Por no hablar de lo que considero la obra cumbre de la mezcla perfecta entre "cine palomitero" y obra de arte que no es sino la trilogía de Peter Jackson de El señor de los anillos.Entretenimiento en estado puro y cine con mayúsculas...
Es cierto, pero, eliminando la trilogía de Jackson, ¿qué films de terror, aventuras, ciencia-ficcion, acción o animación han ganado, por ejemplo, un oscar a la mejor película?. Puede que cierta crítica sea capaz de elogiar el cine de género, pero oficialmente y a la hora de premiar... eso ya es otra cosa.¿Usted no cree que "El caballero oscuro" era mejor que "Slumdog Millionaire"? Ya se que usted no es muy aficionado al cine de animación, pero "Ratatouille" era mejor que "No es país para viejos". Y si seguimos encontraremos todos los ejemplo que queramos, que no hacen sino demostrar que hay ciertos géneros que para algunas cosas siguen siendo la cenicienta del séptimo arte. Eso sin contar con la pudorosa producción europea que continuan apostanto, principalmente, por el drama.
ResponderEliminarMuy interesante artículo. Yo creo que, como sucede en todas las artes, el cine presenta distintas etapas y distintos tipos de cine. Sencillamente el arte cinematográfico avanza para dar al espectador lo que el espectador quiere, pero no creo que haya que añorar tanto el pasado. Tenemos cine clásico de sobra, para hartarnos, pero también es muy necesario el cine contemporáneo. Yo creo que El Señor de los Anillos, Amelie o El árbol de la vida, por citar tres ejemplos, no tienen nada que envidiar a Casablanca, La diligencia o Carta de una mujer desconocida. Son distintos tipos de cine, igual que ahora mismo tenemos enormes distinciones entre el cine estadounidense y las cinematografías locales. En ese aspecto, por ejemplo, el cine ha mejorado muchísimo, dándonos obras iraníes, hongkonesas o mexicanas que el cine clásico ni sueña. Un saludo.
ResponderEliminarHay una manía algo absurda de rasgarse las vestiduras respecto al cine de ahora, añorando el de antes que no tiene sentido. Es imposible volver al que se hacía en los 40 o 50, ambas décadas prodigiosas e irrepetibles, pero que no tiene sentido pretender que el actual tenga los mismos referentes. Saludos y bienvenido a La Guarida.
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