Un hombre está sentado en su despacho, no vemos su rostro, pero, si lo pudiésemos atisbar, veríamos la cara de arrepentimiento y la culpabilidad. Una carta, una confesión y un revolver que se dirige a su cabeza. Un sonido abrupto y después silencio. Su esposa (Jeannette Nolan) lo descubre, su mirada es fría, llena de ambición. No llama a la policía en el acto, antes tiene que notificarlo al responsable de que la conciencia de su marido, un agente de la ley corrompido, le haya pasado factura. Ahora, por su silencio, ella entrará en la nómina de quien gobierna la ciudad, el responsable del crimen organizado Mike Lagana (Alexander Scourby), el mismo que maneja a su antojo a policías y políticos.
En las vidas de este microcosmos se interpondrá el sargento Bannion (Glenn Ford), cuya honestidad y honradez contrastan con la corrupción imperante. El sabe quién está detrás, de hecho no es un secreto, todos lo saben, todos callan, todos menos Bannion. Irrumpe en la mansión de Lagana con la seguridad de quien se sabe honesto con la verdad. Un cuadro preside el despacho en donde aguarda el sargento, es el retrato de una mujer, la madre de Lagana, a la que este adora y afirma que era una gran mujer. La tensión domina el ambiente, Bannion no está en venta y advierte al responsable de los bajos fondos de la ciudad.
Mike Lagana mueve sus peones, concretamente a su mano derecha, Vince Stone (Lee Marvin), matón cobarde y despiadado que ya tiene su plan en marcha, actúa con el descaro de quien se sabe impune, no en balde acaba de abandonar una partida de poker con el alcalde y el jefe de policía, mientras la mujer que exhibe, una fulana llamada Debby Marsh (Gloria Grahame), revolotea a su alrededor satisfecha de sus caprichos y de su vida disoluta, aunque, en su no demasiado meditada imprudencia, realice continuas burlas sobre la relación Lagana-Stone, equiparándola a la que pudiera existir entre un domador y sus fieras.
Una noche mientras el sargento Bannion lee un cuento a su hija, su mujer vuela por los aires al arrancar el coche. A partir de ese momento estará solo en su búsqueda de la verdad y también de una venganza que le remueve las entrañas. Obligado, por su obcecación, a entregar su placa por parte de los mandos corruptos, él no cejará y su viaje a los infiernos será su única salida para alcanzar la justicia que su ira y su honestidad le pide a gritos.
"Los Sobornados" está basado en una novela de William P. McGiver que, a su vez, se había inspirado en una serie de textos, especializados en el crimen organizado, publicados por el Saturday Evening Post. El guión fue encargado a Sidney Boehm, periodista policial que había trabajado en el New York Evening Journal. Así pues la historia que se nos cuenta tiene mucha conexión con la realidad, no es una ficción sin más sobre la corrupción y sus consecuencias. De hecho el propio McGiver relata su experiencia de aquellos años en la ciudad de Filadelfia: "Era una ciudad totalmente corrompida. Gobernada durante décadas por el mismo partido político. Se había convertido en una patria de venalidad... Había un precio para cada cosa, para cada hombre, desde el simple agente al jefe de comisaría."
Sin duda Fitz Lang era el hombre idóneo para la realización de los sobornados. Ya había demostrado su buen hacer dentro del cine negro con títulos tan significativos como "Furia", "Solo se vive una vez", "La mujer del cuadro" o "Perversidad". El productor Jerry Wald que había ingresado en la Columbia, tras su agitado paso por la RKO, fue el primero en apoyar para el proyecto a Fitz Lang, que en aquellos tiempos pasaba por unas horas bajas, debido a que su imagen pública estaba en entredicho desde la perspectiva de algunos cazadores de brujas del Macarthismo. Lang supo darle a la historia su propio carácter, imprimiéndole algo del legado del expresionismo que aún corría por sus venas, reflejando a través de los decorados la personalidad de cada personaje, desde la simple habitación de hotel de Bannion hasta la lujosa casa de Lagana, pasando por el apartamento de lujo de Vince.
Argumentalmente la película es inflexible en cuanto a sus consecuencias. Bannion es honrado, y esa condición le sumerge en un mundo de limitaciones, un filete de carne es un lujo y como muchos de sus compañeros se preocupar por la pensión. Los corruptos viven confortablemente y con la seguridad que les produce tener en nómina a las fuerzas vivas de la ciudad. Todo cambia cuando el detonante de la venganza surge del policía sin miedo, y éste se enfrenta a criminales y a la autoridad comprada por el poder de Lagana. Existen también los que simplemente no hacen nada, a los conejos asustados que se esconden en su madriguera según definición del propio sargento de policía. Lang se refiere con estas palabras a la justificación de la figura del vengador justiciero: "Este momento que se nos escapa. Este instante, instante de debilidad que permite el desliz, existe para cada uno de nosotros. Es inevitable ley de vida. Resulta tan fácil, en pro de uno de estos momentos, convertirse en un criminal. Estoy convencido de que si uno efectúa el primer paso, los abismos se abren y el segundo paso llega a ser inevitable."
Ante la soledad del policía honesto, abandonado a su suerte, por la autoridad, surge la ayuda inesperada de quienes representan el lado más débil, de los que son verdaderamente leales o de los que colaboran por simple admiración. En el primer caso estará el personaje de la secretaría del dueño de un desguace, que ante la negativa de éste a prestar ayuda a Bannion (al fin y al cabo no es asunto suyo), presta su ayuda incondicional más allá de los exigible. En el segundo caso aparecen los antiguos compañeros de armas del ejército, que se ocuparan de la protección de la hija del sargento tras la retirada de la vigilancia policial. El último apoyo es, con diferencia, el más interesante. La chica del matón, Debby, quedará admirada cuando Bannión acobarda a Stone y su interés va más allá de los razonable. De hecho su osadía será castigada cuando Vince Stone, enterado de su relación con el policía, le arroja café hirviendo en su cara, desfigurándola no solo exteriormente, la transformación interior vendrá en forma de espíritu reflexivo pero, incuestionablemente, vengativo. Ella será el verdadero brazo ejecutor de Bannion. Como mujer marcada por su rostro desfigurado, iniciará una suerte de venganza suicida que pondrá en bandeja a Bannion a todos los que, de una forma u otra, han sido culpables. No hay que olvidar que, la investigación deja de convertirse en la constatación de un simple suicidio, a partir del testimonio de la amante del policía que se quita la vida, y que después es asesinada. Y es que en esta película casi todas las mujeres son sacrificadas de una forma u otra, desde la abnegada esposa de Bannion hasta la mujer de vida licenciosa. Esta última admira a la mujer del sargento de policía, pues pertenece a un mundo al que ella, por su condición no tiene acceso. En el momento del último aliento de su vida le pide a Bannion que le cuente cómo era la mujer de este, como última imagen de lo que pudo ser su vida y no fue.
Al final la justicia gana y el honrado policía vuelve a su puesto de trabajo. Quizás pueda ser una salida en falso, un final impuesto por los códigos éticos de la época, pero el sentido que impregna toda la película es el de reflejar una sociedad fría y corrupta, y eso no se sacude del alma de "Los sobornados" con un simple final.
Son los finales que nadie se cree; ni siquiera Lang. Pelicula negra inolvidable, con una violencia desatada por las pulsiones de todos los personajes. Gloria Graham está genial e incluso el soso Glenn Ford creo que hace uno de sus mejores papeles. Los dos unidos por la venganza. Típico de Lang.
ResponderEliminarSaludos!
Has tocado una de mis debilidades, compañero. Junto a "La mujer del cuadro" probablemente mi Lang favorito. Y es que Glenn Ford era inigualable para encarnar estos vengadores honestos y atormentados, mientras Marvin se convirtió en mi infancia en uno de los actores más odiososo merced a su interpretación aquí.
ResponderEliminarSoberbia!
Me ha gustado eso del "legado del expresionismmo que le quedaba por las venas". Afortunadamente creo que le duró hasta su última obra.
Saludos!
Ésta es una de mis películas favoritas. Aquí Gloria Grahame está mejor que en ninguna otra. Su actuación es comparable a la que realiza en "Deseos humanos" con la diferencia de que en ese caso sólo es "mujer fatal" y en éste otro tiene una pizca de bondad e inspira compasión. Además en "Los sobornados" Gloria está "gloriosa", vamos... ya nos entendemos. Por otra parte, Glenn Ford es uno de mis actores favoritos en este tipo de cine y el pájaro tuvo suerte pues estuvo presente en un buen puñado de obras maestras. El villano Lee Marvin está sobresaliente también. Es una gran obra maestra y me ha gustado mucho tu post resaltando el expresionismo alemán que siempre estuvo presente en el cine de Fritz Lang. Si Lang no es mi director favorito será porque existen Orson Welles y Otto Preminger... Un abrazo y enhorabuena por este post.
ResponderEliminarUna puta obra maestra. Siempre me sobrecogen las desfiguraciones de caras...
ResponderEliminarAun veinte años después o así desde que vi esta joyaza, todavía recuerdo gran parte del argumento. Y por supuesto las escenas inolvidables. Una peli básica, sin duda.
ResponderEliminarSaludos.
Ethan: Son de esos típicos finales de algunas películas que, por su crudeza, no tenían otra intención que la de sostener la confianza en el sistema.
ResponderEliminarQuimerico: Es que Lee Marvin tenía uno de esos típicos rostros, esculpidos en piedra, cuya aparición en escena te impresionaba. Además de ser un magnífico actor.
Marcos: Pues fíjese amigo Callau, que Guillermo Cabrera Infante definía a Gloria Grahame como fea pero tremendamente atractiva. Con el primer adjetivo no estoy demasiado convencido.
Cinemagnificus: Pues aquí tiene usted doble ración de rostros desfigurados, aunque en el de Lee Marvin más que mostrar se adivina su próxima degradación.
Wolfville: Pues aproveche y echele una nueva visual que seguro que se reforzará su recuerdo.
Pues venía sólo a agradecerte tus comentarios en mi blog. La verdad es que cuando te encontré por allí no vine por aquí porque sigo ya demasiados blogs y ya no puedo (ja,ja).
ResponderEliminarDe todas formas tengo que decirte, que ya que he llegado aquí me he leído tu excelente post sobre "Los Sobornados" y que cuando el tiempo me lo permita, pasaré siempre que pueda (aunque dentro de nada me voy a "despedir" temporalmente durante un mesecito o algo más de esto de los blogs).
Un saludo.
PD: Supongo que no hace falta decirlo, pero por si acaso... Los Sobornados me encanta y me parece un peliculón.
¿Gloria Grahame fea?
ResponderEliminarSin comentarios lo de Cabrera Infante...
Bienvenido David. Si, la verdad que esto de los blogs es como realizar senderismo, recorriendo todos los caminos que uno pueda y muchas veces te falta tiempo para completarlos. Espero que no se demore en su regreso a su más que interesante blog.
ResponderEliminarNunca Lee Marvin estuvo tan malo-malísimo como cuando arroja el café hirviendo a Gloria Grahamme. Creo que Almodovar parodió esta escena, no recuerdo en qué película, con su poca gracia habitual. Borgo.
ResponderEliminarPues no sabría decirle, amigo Miguel, en que película parodia Almodovar la escena del café, pero me suscribo a su opinión de Lee Marvin y de la poca gracia del director manchego.
ResponderEliminarPelícula enorme de esas que no se hacen, porque es imposible, porque esa generación de cineastas que aprendió a hacer películas en el mudo supieron captar de forma tan milagrosa la esencia del cine, que podrán hacerse grandísimas películas, pero esas obras maestras de los 40-50...eso es otra liga, amigos...
ResponderEliminarEn efecto, ese cine corresponde a los pinoneros que sintieron la llamada de un arte incipiente y construyeron los cimientos básicos del lenguaje cinematográfico.
ResponderEliminar¿Fea?...¡Dios mío!. Mira que se le pueden poner adjetivos... todos menos ése.
ResponderEliminarObra maestra de Lang, viene bien reivindicarla de vez en cuando jeje!
ResponderEliminarSaludos
Se ve que los cánones de belleza de Cabrera Infante no deben estar demasiado equilibrados.
ResponderEliminarCon obras de esta maestría es facil su reivindicación. Gracias por tu comentario.