Comienzan los títulos de crédito y nos sorprende su tono casi experimental, presagio del mundo sórdido que vamos a contemplar. Después, se nos muestra una ciudad sucia en donde llueve eternamente y a un policía a punto de jubilarse, Somerset. En la escena de un terrible crimen, el teniente pregunta si las víctimas tenían hijos y la única respuesta que obtiene a cambio es: "¡A quién coño le importa!". Ya desde el principio se nos presenta un escenario decadente al que se aferran seres egoístas y sin esperanza. El teniente Somerset es testigo hastiado de ese mundo. Sus gestos y su forma de hablar así lo atestiguan. Está cansado, aburrido y su pesimismo le llega hasta la médula. A él se une David Mills un joven detective, aún ambicioso y confiado de que el mundo puede cambiar. Es el contrapeso al mundo de Somerset.
Ambos policías se disponen a realizar una salida aparentemente rutinaria. Un hombre obeso ha aparecido muerto en su domicilio, al parecer debido a una indigestión provocada por su apetito desmedido. Pero no es lo que parece. Somerset y Mills entran en escena. Es una casa apenas iluminada, sucia, llena de cucarachas, y en la mesa un hombre con problemas evidentes de sobrepeso aplasta su rostro sobre un plato de pasta. Pero la sorpresa se esconde debajo de la mesa. El hombre aparece atado de pies y manos y junto a él un cubo de vómito indica que fue obligado a comer hasta reventar. El viejo detective intuye que se esconde algo más que un simple homicidio. Hay algo implícito en el mismo, algo elaborado por alguien que quiere lanzar un mensaje, y eso solo puede ser el principio, por lo que pide abandonar el caso y que Mills se haga cargo del mismo. A instancia de su superior, ambos seguirán investigando. Somerset descubrirá en la escena del crimen un mensaje oculto detrás de una nevera: Gula. A partir de ese momento, se emprende la investigación que pretende capturar al terrible asesino que se esconde tras los siete pecados capitales.
Este es el comienzo de "Seven" del director David Fincher, emblemática película de los 90, cuyo estilo crearía escuela en posteriores propuestas cinematográficas y en innumerables series de televisión. Fincher sintió a una temprana edad la llamada del cine y a los 9 años ya realizaba sus primeros films con una cámara de super 8. Después realizó una serie de trabajos menores en la industria, hasta que en 1980 la compañía de Lucas, Industrial Light & Magic, le contrató para colaborar en títulos tan significativos como "El retorno del Jedi" o "Indiana Jones y el templo maldito". Un trabajo realizado para una campaña contra el cáncer le abrió las puertas del cine publicitario, realizando también algunos videoclips para estrellas como Madonna o los Rolling Stones. Su fulgurante éxito le llevó a dirigir "Alien 3", un fracaso en toda regla, que a pesar de haberla dotado de un estilo personal, su ritmo narrativo se parecía demasiado a la original cinta de Ridley Scott, resultando poco arriesgada. Su siguiente proyecto sería "Seven" y en él dejaría su impronta, la misma que es fácilmente identificable en films como "Zodiac" o "El club de la lucha". Estilo sórdido, pesimista y existencialista es la firma inconfundible de Fincher. Estoy seguro que "The game" tuvo un final impuesto por la productora, pues la escena en que el protagonista aparece dentro de una tumba de un cementerio mexicano, arruinado y humillado, es más representativa del tono oscuro del director.
El guión es de Andrew Kevin Walker, que fue cajero de Tower Records, cadena de tiendas especializadas en el sector audiovisual, en New York, y su experiencia en la gran ciudad parece que le marcó tan negativamente como para inspirar el argumento de "Seven". La excelente fotografía del iraní Darius Khondji nos ofrece ese mundo ocre y oscuro, síntoma de un ambiente malsano y sin esperanza. Como curiosidad, hay que decir que en Irán es una película frecuentemente visionada, no sabemos si porque un compatriota es su director de fotografía o por el retrato decadente que realiza de la sociedad occidental.
Recuerdo cuando acudí a la sala de cine a verla, entonces Brad Pitt venía de "Leyendas de Pasión", y algunas féminas suspiraban y cuchicheaban y, cuando contemplamos el primer crimen, un silencio sepulcral invadió la sala hasta cortarlo de raíz, el mismo silencio que acompañó al resto de la proyección y que no nos abandonó ni al terminar la película. Porque ese es el mérito principal del film de Fincher, su capacidad de impactar, de dejarte clavado en la butaca. Todas la recreaciones de los asesinatos son impactantes, obras de arte según algunos, y acompañadas de las reflexiones del personaje de Morgan Freeman, hacen que su carga de profundidad golpee de forma más que evidente.
Nunca vemos al asesino cometiendo sus crímenes y de no ser por el simple azar, o por su manía obsesiva por la literatura de Dante y Milton, es casi seguro que hubiera salido indemne. De hecho es él quien se entrega en última instancia, regalándonos dos de las escenas de más tensión del film. Una, cuando encañona a Mills con ese primer plano de la pistola y de fondo esa figura borrosa, casi fantasmagórica, y la segunda cuando alguien desconocido se baja de un taxi, entra en la comisaria y contemplamos, en un plano de fondo, a un hombre con una camisa blanca y ensangrentado con los brazos abiertos, como mostrando su culpa. Su crueldad es extrema y, como dice, Somerset hace falta mucha paciencia y dedicación para cometer sus crímenes, sobre todo, el que más horroriza, el de la pereza, aberración muy bien descrita por un médico: "Excepto en un par de ocasiones, jamás había visto un sufrimiento tan extremo".
El asesinato de la prostituta hace que los protagonistas caigan en la desesperación. Magistral es la escena en donde se muestran ambas salas de interrogatorios, en donde han asistido atónitos ante el relato de los testigos, relato absolutamente desgarrador por una parte y clarificador del mundo en que viven. Fincher da un protagonismo intencionado a la mujer de Mills, Gwyneth Paltrow, dotándola del suficiente carisma y simpatía, para que el final que nos aguarda nos afecte más profundamente.
Los actores están a la altura que corresponde a una obra de este calado. Freeman, como siempre, sereno y eficiente clava su papel a la perfección, pues es el espejo desesperado de la apatía de un mundo que hunde sus miserias en esa lluvia eterna, comparable a la que caía en el futuro tecnológico de "Blade Runner". Brad Pitt compone de forma eficiente el papel de un joven policía impulsivo y aún esperanzado. Kevin Spacey que ese año había realizado otro papel sorprendente, el de ya mítico Kaiser Soze en "Sospechosos habituales", interpreta a nuestro asesino, John Doe, un individuo lejos del arquetipo de psicópata histriónico, mostrándose de una serenidad y frialdad absolutamente impresionante.
El final, es lo que cierra la tensión acumulada durante todo el metraje y, aunque supongo que la inmensa mayoría ya lo ha visto, prefiero no desvelarlo por si alguien aún no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Lo que si voy a señalar es como, para el final más truculento y devastador, Fincher lo ambienta en el único día soleado de toda la película y en un espacio abierto. Todo indica control, pero el suspense es máximo porque algo se prepara y se intuye que será de terribles consecuencia. Hitchcock ya había realizado la misma planificación en la escena del avión fumigador de "Con la muerte en los talones". Un escenario en el que todo parece tranquilo, es lo suficientemente intrigante para esperar lo peor.
El por qué "Seven" no obtuvo el mismo reconocimiento que "El silencio de los corderos", puede explicarse por varias circunstancias. La primera es, que el film de Demme cuenta con un personaje interpretado, de forma sublime, por Anthony Hopkins, que representa el noventa por ciento del peso de la película. "El silencio de los corderos" no se entiende de otra manera que no sea la de un Hanibal Lecter que te atrapa en su relación con Clarice. Por otra parte, el final es ciertamente reconfortante. El asesino muere, nuestra protagonista recibe todos los aplausos y homenajes, la chica secuestrada sobrevive e incluso nuestro fascinante Hanibal se fuga. En "Seven" nada de esto sucede. El final es trágico, devastador. En efecto, el asesino muere, pero dentro de su plan para castigar los siete pecados capitales. Él representa la envidia y por ello debe morir y, de paso, castiga también el último de los pecados, y no lo hace con la muerte, sino con la destrucción interna del individuo. Ese pecado sin muerte externa es la ira.
Peliculón.
ResponderEliminarEs que David Fincher es mucho David Fincher.
Revisité hace poco "La habitación del panico" y "Game" y la experiencia fue beneficiosa.
Y me gusta que por fín se empiece a reconocer el motivo de que "El silencio de los corderos" tuviera más exito.
Gracias amigo Julio Alberto y, efectivamente, yo creo que Fincher, junto a Christopher Nolan, son dos maestros del film oscuro y denso."La habitación del pánico" que a priori pude dar escaso juego, en las manos de Fincher se transforma en una tensión de lo más edificante.
ResponderEliminarPedazo de crítica, ¡enhorabuena!
ResponderEliminarSeven es una de esas películas de la que no te cansas de jamás, y que cada vez que la ves de nuevo descubres un nuevo detalle, un gesto, un elemento del crímen, una sensación diferente... pocas saben hacerlo como esta.
Sin duda Gelen, y eso que durante mucho tiempo tuvimos que conformarnos con la copia de VHS porque tardó una eternidad en salir en DVD.
ResponderEliminarGracias por la anécdota de Karin Dor. La había leído en Las Damas De Hitchcock de Spoto. A Spoto nunca le doy mucha credibilidad, creo que carga un poco las tintas. Lee si acaso la anécdota de cuando dejó Hitchcock a su hija suspendida en la noria durante el rodaje de Extraños En Un Tren. Tal como la cuenta Spoto no tiene nada que ver a cómo la explica Pat Hitchcock en el libro de Charlotte Chandler.
ResponderEliminarUn saludo!!!
Un saludo!!!
Seguramente Spoto tiende a la exageración, pero es que Hitchcockn también se ganó su reputación a pulso. Gracias por tu visita a la Guarida.
ResponderEliminarNo he visto Seven, pero creo que ya es hora de que la vaya viendo para poder opinar, creo que es un clásico contemporáneo de obligado visionado!! así que voy ello!
ResponderEliminarNo te arrepentirás Ismael y que no te cuenten el final. Gracias por tu visita a la Guarida.
ResponderEliminarEsta película me marcó. Morgan Freeman está soberbio, igual que Pitt, peor me gustaría destacar a mi favorito que es sin duda Kevin Spacey. Una gran película. Si no es la mejor que ví de los noventa se le acerca mucho...
ResponderEliminarGran película, marcó una época en la forma de interpretar los "thriller" en los noventa. Influyente hasta hoy... vease la saga "saw" por ejemplo...
ResponderEliminarMarcos, yo creo que Freeman es uno de los mejores actores de carácter del cine norteamericano, y Spacey tiene ese aire socarrón que le hace realmente interesante.
ResponderEliminarAlimaña, basta ver los episodios de CSI para ver las influencias, eso sin contar la cantidad ingente de películas que copiaron descaradamente su estilo pero no alcanzaron el mismo nivel.
Excelente reseña de un film que no veo desde su estreno en cine. No soy especialmente seguidor de Fincher aunque he de reconocer que es un director más que sólido (a excepción de esa especie de "Sólo en casa" con Jodie Foster).
ResponderEliminarY efectivamente, como apunta Alimaña, marcó toda una nueva estética para el thriller que luego fue banalizada por cientos de productos menores.
Pues no pierda la oportunidad, amigo Quimerico, y haga una revisión en toda regla. Seguro que no se arrepiente.
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