En una ciudad fantasma, un matón de poca monta (Sterling Hayden) acude a un local en busca de efectivo. Su nombre es Dix y es un tipo duro, un pistolero forjado en mil batallas, un perdedor que lleva marcado en su rostro el desencanto de una vida no deseada. Su fuerte no es la inteligencia, pero es eficaz en su trabajo y honesto dentro de la profesión. Su único sueño y pasión es poder recuperar la granja de sus padres y dedicarse a la cría de caballos. El local lo regenta un tipo llamado Cobby (Marc Lawrence), sin demasiado carácter, impresionable y pusilánime, alguien con la suficiente carencia de personalidad como para dejarse manipular fácilmente. Es un especialista en moverse en los bajos fondos, sabe lo que se cocina en la trastienda de la ciudad, pero no es un hombre de acción, lo suyo es financiar o buscar quién pueda hacerlo.
Nuestro pistolero acude a un bar, un local que es una sepultura, tan poco frecuentado como una heladería en la Antártica. Detrás de la barra trabaja, o ve pasar la vida, otro individuo marcado también por el tiempo (James Whitmore) y que, en sus ratos libres, acepta cualquier trabajo fuera de la ley que le pueda beneficiar. Le gustan los gatos y es un tipo en el que puedes confiar, es duro y fiel hasta el final.
También hay una chica, trabaja en un club. No es demasiado joven ni demasiado bella y busca su último tren, el que le lleve no a una vida mejor, sino diferente. Está enamorada del pistolero y éste la acepta a regañadientes. Él le advierte que no se haga ilusiones, por ahora, son solo dos en el camino haciéndose compañía.
Nuestro tercer hombre (Sam Jaffe) acaba de salir de la cárcel y tiene un plan. Todo el mundo le llama doctor. Tiene la suficiente edad como para pensar en retirarse y solo necesita quien le financie. Planea robar una joyería, un buen botín que le permita retirarse y soñar con chicas jóvenes y atractivas. Es su único vicio, aunque en él sea una virtud y su perdición final. Acude a nuestro hombre experto en moverse en el enfangado mundo de los trapicheos, el mismo que buscará quien pueda financiarle, aparte de ocuparse de sobornar al policía de turno para que haga la vista gorda. Nuestro policía lleva impreso en su rostro los números de serie de los billetes con el que se gana su vida de corrupto. Pero cuando las cosas se pongan feas, no dudará en presionar a quien le paga, para que confiese hasta el pecado original.
El hombre que se ocupará de financiar el golpe, es un caballero de clase alta (Louis Calhern) y se ocupará de comprar las joyas. El no se expone casi nunca, tiene un detective privado que le hace el trabajo sucio, sea cobrar antiguas deudas o hacerse con el botín del atraco. Es un hombre casado que respeta y venera a su mujer, pero naturalmente mantiene una relación con una mujer más joven que él. Su único problema es que, tras su fachada de hombre adinerado, no tiene ni un centavo.
Para abrir la caja fuerte será necesario la intervención de un especialista, un tipo con una vida miserable, cargado de hijos y que necesita un golpe de suerte para salir de la miseria. Después tenemos al jefe de policía (John McIntire) quien quiere cambiar las malas formas de sus agentes y dar un escarmiento a los delincuentes de los bajos fondos. Todos estos personajes se cruzaran en los caminos de la jungla de asfalto que representa la ciudad desnuda, en la historia de un atraco con éxito pero abocado al desastre.
Basada en la novela del mismo título de W.R. Burnett, John Huston compone el retrato de unos personajes que juntan sus talentos para la realización de un robo. Son especialista, profesionales de los bajos fondos. A diferencia de las películas de gángsters no pretenden llegar a la cima del mundo, sino vivir con lo que sacan de sus "trabajos". Algunos solo esperan dar un golpe que les permita un retiro tranquilo y sin sobresaltos, otros ir tirando hasta que dure el dinero. Pero, para ellos es un medio de vida con jubilación certificada. Para ellos el plan maquinado por el Doctor es su última posibilidad de escapar de una vida gris y carente de cualquier esperanza.
Naturalmente, en el universo particular de Huston, no hay lugar para los ganadores. El pusilánime Cobby, presionado por el policía corrupto, les delatará a todos. El atraco, que en un principio debería ser limpio se complica y el humo de las pistolas pasará su correspondiente factura. Un miembro de la banda será abatido por un disparo accidental. Estremecedor es el momento que las fuerzas de la ley irrumpen en la casa del especialista en cajas fuertes y les recibe un sacerdote que les ruega respeto, pues el hombre que buscan yace en un ataúd entre las lágrimas de su viuda.
Cuando acuden para negociar el botín, el detective del comprador sufre un ataque de codicia e inicia un tiroteo en el que es abatido, no sin antes haber herido al pistolero. Después todos padecerán el duro castigo al que somete Huston a los perdedores. El doctor es detenido por perder el tiempo viendo a una muchacha bailar, el tratante de joyas se suicida ante la idea de ingresar en prisión y nuestro pistolero morirá por la herida de bala en un campo rodeado de caballos.
En un final claramente impuesto por los códigos éticos de la época, el jefe de policía conectará a la prensa todos los aparatos de radio de los coches patrullas, para, en un discurso hueco, demostrar que la sociedad está protegida contra el crimen. Pero Huston, claramente al lado de los perdedores, nos regalará ese verdadero final de la muerte del pistolero, un final de los más hermosos de la historia del cine negro. "La jungla de asfalto" servirá como modelo para todo el cine que sobre robos se ha realizado después, teniendo como auténtica heredera a "Atraco perfecto" de Stanley Kubrick, con un final que hubiera filmando el mismo Huston.
Es curioso como el destino interviene en el mundo del cine. Antes de que "La jungla de Asfalto" llegara a manos de Huston, este andaba metido en el proyecto de L. B. Mayer para llevar a la gran pantalla "Quo Vadis", que quería financiar un film del tipo que realizaba C. B. DeMille. Así que cuando Huston se presentó con un guión que primaba la maldad de Nerón, dejando a un lado los aspectos románticos y religiosos, a Meyer le dio un sincope y le pidió literalmente de rodillas al cineasta que reconsiderase aquella actitud. Pero las cosas no tuvieron el desarrollo esperado y Huston abandonó el proyecto por "La jungla de asfalto" de la cual Meyer no sentía especial estima, ya que consideraba aquella película "llena de gente fea y desagradable haciendo cosas feas y desagradables. No cruzaría ni la habitación para ver algo así".
Huston quería un reparto de actores desconocidos, aunque el mismo se contradijo al contratar a Marc Lawrence para el papel de Cobby, un actor bastante conocido en el cine negro. Cuando Huston se presentó con las pruebas efectuadas a su reparto de caras poco conocidas, dio su brazo a torcer cuando vio una prueba que Arthur Hornblow había realizado a Sam Jaffe, en donde este mostraba todo su talento. Stertling Hayden llevaba mucho tiempo sin trabajar, entre otras cosas por un pánico escénico que había desarrollado y por problemas matrimoniales que le llevaron al psicólogo. Huston, que lo quería a toda costa para el papel de Dix, le realizó unas pruebas y resultó airoso. Hayden decía de John Huston: "En el mismo momento en que te ve, se pone en pie y avanza por la habitación con los ojos fijos en ti... Es un rostro que pertenece a la carretera, a un furgón de carga, a una mina, o a una buhardilla de la Rive Gauche".
Para la elección de Marilyn Monroe la cosa fue muy distinta. La actriz era en aquella época muy poco conocida y cuando llegó para realizar la prueba ante Huston, tímida y nerviosa, tuvo como resultado una penosa impresión. De hecho cuando Marilyn realizó sus pruebas, el cineasta se dedicaba a garabatear en una libreta, factor que significaba que no le interesaba en absoluto. Con buenas palabras Huston la despidió sin ningún interés pero muy amable, sabiendo que no contaría con ella. No obstante cuando se asomó por la ventana para echarle un último vistazo y observó el sensual contoneo de la actriz, el viejo zorro cambió su decisión. Aquello fue sin duda la oportunidad de Marilyn Monroe, que cansada de no obtener el éxito deseado se había decidido por abandonar y dedicarse a cortar negativos.
El cine de Huston pertenece al mundo de su propio carácter, vigoroso, viril y aventurero. Su estilo fue otra forma de expresar su propia personalidad. Para terminar nada mejor que unas palabras de Albert Band, cuando en una mañana de resaca descomunal del director lo recogió para rodar algunas escenas de la película: "John se volvió hacia mí y dijo ¿qué escena rodamos hoy, muchacho?. Nunca lo olvidaré. Fuimos al plató y preparó un plano en el que intervenían diez elementos al mismo tiempo. Tardó medio día en rodarlo, pero quedó fantástico. Sabía exactamente cómo rodar una película. Decidía los planos sobre la marcha. Y tenía un talento asombroso para hacer planos que eran difíciles de fastidiar. Tenía un sentido visual enorme y nunca perdió el sentido de la composición".
El cine de Huston pertenece al mundo de su propio carácter, vigoroso, viril y aventurero. Su estilo fue otra forma de expresar su propia personalidad. Para terminar nada mejor que unas palabras de Albert Band, cuando en una mañana de resaca descomunal del director lo recogió para rodar algunas escenas de la película: "John se volvió hacia mí y dijo ¿qué escena rodamos hoy, muchacho?. Nunca lo olvidaré. Fuimos al plató y preparó un plano en el que intervenían diez elementos al mismo tiempo. Tardó medio día en rodarlo, pero quedó fantástico. Sabía exactamente cómo rodar una película. Decidía los planos sobre la marcha. Y tenía un talento asombroso para hacer planos que eran difíciles de fastidiar. Tenía un sentido visual enorme y nunca perdió el sentido de la composición".
Colosal. Desde el principio hasta el dramático e insuperable final. Un Sterling Hayden en estado de gracia bajo la diestra batuta de John Huston confeccionan una de mis obras preferidas del cine negro. Magnífica aparición de la Monroe, irresistible como ella sóla. Magnífica reseña Cahiers. Un abrazo.
ResponderEliminarPues como no la he visto, me la apunto también a mi lista de pendientes (me da miedo mirarla, la lista digo, porque cada día se hace más y más larga...). Desde luego tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminarUn saludo
Maravillosa, otro hito de Huston en el cine negro que siguieron otros.
ResponderEliminarSaludos
Pues amigo Marcos, aquí empezaba la relación amor-odio que tuvo Marilyn Monroe con los directores con los que trabajó.
ResponderEliminarEstimado Crowley, casi todos tenemos por ahí alguna lista pendiente de visionar. Compre suficientes provisiones y despídase de los suyos durante un mes, en el que solo vivirá para ver sus películas pendientes
Pues sí, señor Möbius, es que Huston era un grandísimo director y poco más se puede decir.
Una obra maestra del cine negro con uno de los mejores finales de la Historia del Cine.
ResponderEliminarLos diálogos son sobresalientes y sueltan lindezas como ésta del Doc. Erwing Riedenschneider ""La experiencia enseña a no confíar en un policía. Cuando menos se espera, se ponen al lado de la Ley."
Una de mis películas favoritas. Me ha encantado la cita de Meyer que desconocía y con la que estoy de acuerdo, salvo porque yo sí que cruzaría la sala para verla jajajja.
Mr.Lombreeze la frase del Doctor es la mejor forma de describir la corrupción policial. Y para comprender a Meyer, hay que recordar que la Metro era especialista en cine a todo color con super estrellas y dramas romanticos. El cine negro era para otros estudios.
ResponderEliminarUna maravilla de película,unas de las mejores del género negro...homenaje a los perdedores..
ResponderEliminarhace tiempo que no la veo ,con tu post me dan ganas de verla otra vez...
saludos
Pues no se prive Lazaro, un nuevo vionado nunca esta de más. Gracias por su visita.
ResponderEliminarGran reseña de una de las cimas del cine negro. Desconocía multitud de detalles acerca del cast, como el miedo escénico desarrollado por Hayden o la elección de la Monroe. De todos modos, si algo se me queda grabado en la retina es la actuación de Louis Calhern, un gran secundario que descubrí gracias a este film.
ResponderEliminarEs curioso, porque decía Hayden que después de todo lo que había pasado durante la segunda guerra mundial, en primera línea, no comprendía como se ponía como un flan delante de las cámaras.
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