Hace unos cuantos días Miquel Zueras publicó en su magnífico blog, Borgo, un artículo sobre los conocidos monos de mar. Eso me hizo recordar algunos artículos que se vendían por catalogo en los años 70 y que venían en revistas como tp o Pronto, y cuyos productos eran engañosos hasta le hilaridad más absoluta. Por ejemplo, los conocidos monos de mar se vendían como una especie de animalitos de gran inteligencia, equipados con tridentes, que llevaban cuernos y que reían y realizaban cabriolas como artistas de circo. Solo tenías que echar unos huevos en el agua e inmediatamente se producía el milagro del nacimiento de una pequeña civilización. La realidad era de una tristeza realmente deprimente, pues dichos monos de mar no eran más que Artemias, una especie de crustáceo braquiópodo cuyas habilidades no van más allá del simple movimiento. Las surrealistas ilustraciones de humanoides acuáticos son una auténtica tomadura de pelo, con el único objetivo de vender un producto que, por sí mismo, solo se hubiera comprado como alimento para los peces de acuario.
Por fortuna no fui uno de los incautos que adquirió los susodichos monos de mar, pero si cometí el error de comprar algún producto que otro de resultados más que lamentables. A finales de los 70 los escolares comenzaron a llevar al colegio las primeras calculadoras electrónicas. A pesar de mi incapacidad natural para comprender las matemáticas, suspiraba por tener una de ellas, pero no disponía de las 700 u 800 pesetas de rigor. Cuando vi en un catalogo de "Promociones Mundiales" que vendían una calculadora por el módico precio de 199 pesetas mis ojos se iluminaron como bombillas y cuando leí la descripción del artículo quedé absolutamente convencido: "Calculadora alemana de importación de sólido mecanismo y alta velocidad de respuesta". Pero es que además te regalaban un revólver Thunder cuya leyenda decía: "Espectacular revolver Thunder, ideal para ahuyentar a las fieras y a los ladrones. Usted se sentirá tranquilo y no volverá a tener miedo a salir por la noche. Regalo de detonadores". Bueno, no necesitaba saber nada mas, se iban a enterar en mi clase cuando apareciera con mi moderna calculadora y armado con un revolver impresionante. El as de las matemáticas y el pistolero indomable, menuda combinación letal. Inmediatamente procedí a pedir los artículos y me dispuse impaciente a esperar el envío. No sé si es que, además de embusteros, esta empresa era también inútil a la hora de enviar sus pedidos o es que correos, en aquella época, funcionaba aún con carros tirados por mulas, pero lo cierto es que aquel pedido tardó una eternidad en llegar. Todos los días cuando regresaba del colegio le preguntaba a mi madre, ¿ha venido ya el paquete?. La respuesta era siempre negativa y eso me provocaba un ansia desmedida. Un día lejano, que se pierde en la noche de los tiempos, llegó un aviso de correos para proceder a la retirada de un paquete. A la jornada siguiente, y después de una tensa espera en el colegio, pude contemplar encima de la mesa el ansiado paquete. La primera impresión fue que se habían olvidado mandarme el revólver, pues el paquete era demasiado pequeño para contenerlo. Cuando pude abrirlo y contemplar el contenido la decepción se fue transformando en ira y frustración. Allí, delante de mí, había una especie de artefacto de plástico verde con unas correderas de números pintando y un punzón y el revólver no era más que un ridículo llavero. Es una lástima que no haya podido encontrar una ilustración de semejante artilugio. La foto que podéis ver aquí es de un modelo parecido pero más avanzado, lo que puede dar una idea de semejante engaño. Lo peor de todo es que jamás pude sumar ni tan sólo 1 y 1, porque el manual de instrucciones era absolutamente complejo y probablemente fue redactado por un oso hormiguero. Había una clave concreta que consistía en que cada vez que se iniciaba algún tipo de operación había que introducir el punzón y cito textualmente "en el hoyo situado a la derecha". Lo curioso es que tal hoyo no existía, por lo que su inutilidad era descomunal. Mi padre se apiadó de mi, tras verme largas horas delante de aquel estúpido artefacto sin obtener resultado alguno y, al cabo de unos meses, pudo encontrar a otro incauto que también había picado, pero lo más gracioso del tema es que el individuo en cuestión, y tras largos años enclaustrado, pudo dar con la fórmula para que funcionase. Lamentablemente hacía tiempo que, en un ataque de ira, había hecho trizas el maldito artefacto. Respecto al minúsculo revolver, se chamuscó con la primera detonación y quedó bastante perjudicado, lo suficiente, para emprender un viaje de no retorno al cubo de la basura. Alguien puede preguntarse cómo es posible que no me diera cuenta de semejante dislate observando las ilustraciones del catalogo. La verdad es que la calculadora aparecía en una imagen pequeña y difuminada y el revolver en cuestión figuraba de gran tamaño y, por supuesto, sin nada que indicara que fuese un llavero.
Lejos de escarmentar, al cabo de unos pocos años, reincidí al encargar un monocular cuya publicidad decía: "Extraordinario instrumento óptico ideal para observar las estrellas y planetas". A mí las estrellas me importaban un pito, y el motivo real de la compra era para espiar a una rubia que me tenía encandilado. Naturalmente, cuando recibí el envío, se convirtió en una nueva decepción, ya que el monocular tenía unos aumentos ridículos, hasta tal extremo que las cosas casi se veían del mismo tamaño, mirases a través de ellos o a simple vista. Además mi padre me sentenció con una de sus lacónicas frases: ¡Niño déjate de tonterías y dedícate a tus estudios!.
Otro producto que siempre tuve la tentación de adquirir eran las gafas equipadas con rayos x, cuya mayor utilidad, lógicamente, era la de contemplar mujeres desnudas, aunque, incluso para mi ingenuidad, aquello era demasiado para ser verdad y lo cierto es que era otro fraude bastante chapucero tal y como lo muestro en las siguientes ilustraciones.
Son muchos los artículos engañosos que se vendían por catalogo y, a pesar de su condición, no dejaban de tener cierto encanto e ingenuidad. Artilugios inútiles, verdades a medias, ilusiones falsas, en conclusión toda una serie de mentiras por catálogo.
Increíble. Lo de los monos de mar me ha impactado. Aunque no sé si tu calculadora y tu revólver me han dejado más atónito. Hay que ver lo que pensaba la gente para timar.
ResponderEliminarJa,ja. Lo raro es que esos anuncios de los monos de mar salían una y otra vez en lo de Tp o donde fueran, así que supongo que la gente compraría, no vas a estar anunciando si no tiene éxito, y mira que los vi veces de crío. Lo de la calculadora y la pistola no lo recuerdo (no me iría mucho, supongo). Así que una vecina rubia (tch,tch) Menudo interés científico (ja,ja). Lo de las gafas sí lo recuerdo. No pillé ninguno de esos artilugios... Pero juguetes más convencionales que anunciaban por la tele también eran bastante engañosos.
ResponderEliminarHay una curiosa historia de Paul Pope en Solo que habla del asunto (no sé si está editada en castellano).
Un saludo.
¿Compraste el telescopio? Qué pillín.
ResponderEliminarA mi me hubiera gustado convertirme en Charles Atlas. No pudo ser. Lástima.
Saludos.
Muy bueno, Cahiers. Me dan ganas de dibujar un cómic con "El pistolero de la calculadora" que en el momento más inoportuno apunta al malo con la calculadora y con el revolver intenta hacer una raíz cuadrada. Confieso que yo adquirí la "Hucha del terror" que anunciaban en Vampus. Esa supuesta reproducción del sarcófago de Drácula era una caja de latón con un pequeño esqueleto de plástico tapado con un pedazo de tela (debajo no había nada, sólo se veía el cráneo y una mano) y al depositar la moneda la manita se lo llevaba. Eso sí: me pregunto quién podía estar tan perturbado para inventar ese burrito que al acariciarle las orejas soltaba cigarrillos por el culo. Borgo.
ResponderEliminarEstos timos siguen vigentes y la gente sigue picando. Los Teletiendas de hoy día son un claro ejemplo de "paraísos de la estafa".
ResponderEliminarNo recuerdo haber caído nunca en la tentación de pedir algo por catálogo, pero mi madre sí, y anda que no ha habido chascos. Desde una mini cámara dgital llavero que no hacía fotos hasta un mini horno que hacía honor a su nombre: era tan tan mini que sólo cabía en su interior una madalena tamaño estándard.
Saludos ;)
Siempre tuve curiosidad por las gafas RAYOS x ¿Que se veria de verdad? Je!
ResponderEliminar¡Oh! Recuerdo haber visto los anuncios de los monos de agua y de otras cosas en las revistas de tebeos como "Pulgarcito" o "Mortadelo", la verdad es que me quedaba mucho rato mirándolos intentando saber como funcionarían unas gafas de rayos-x, recuerdo como freí a preguntas a mi padre sobre si esas gafas mataban a la gente, porque recordaba una película de serie B antigua en la que los extraterrestres disparaban rayos-x y yo también quería hacerlo... sí, ya en mi más tierna infancia en vez de pensar en la vecina pechugona servidor ya urdía planes malignos jujujujuju (que triste T_T)
ResponderEliminarCreo que a todos nos fascinó en su momento poder ver a través de las paredes... ¿O acaso no pegamos la oreja cuando oímos hablar a los vecinos?...
ResponderEliminarMarcos: ... y lo ingenuos que eramos algunos para caer en la trampa.
ResponderEliminarDavid: Pues, los dichosos Monos de Mar no hace ni dos años que los vi a la venta en una famosa cadena de tiendas de juguetes.
Licantropunk: No crea, también existían productos milagrosos para transformarte en un musculitos.
Miquel: Si observa el dibujo publicitario del burrito, verá que hay una versión normal y otra de lujo. Me imagino que la normal te daría celtas sin filtro y el de lujo ducados como Dios manda.
Pliskeen: Y hay que ver la cara de timadores que tienen algunos que anuncian semejantes bicocas. Habían un tipo italiano y su traductor que vendían joyas que no le quiero ni contar...
Taradete: Pues, según la ilustración, parece que solo eran unas gafas de cartón con un agujero en medio.
Sr.Nocivo: Seguro que tenía usted más posibilidades con sus planes malignos que un servidor con la susodicha rubia.
dvd: Efectivamente el cotilleo nos pierde sobremanera.
No crea que fuiste el único en caer, jajjaa, rcuerdo que vendian un chisme para poder espiar a tu vecina a través de las paredes, increible, dije yo. Podré ver a mi vecinita, esa que todos tenemos y nos hace subir y bajar en ascensor cien veces para encontrarnosla, jejjeje. El chisme resultó ser una mirilla de la puerta, normal y corriente, y tenias que hacer un agujero en la pared para colocar el chisme. Joer que timo, para eso no me hace falta la mirilla.
ResponderEliminarJoder, yo recuerdo que estaba fascinado con los monos ésos. Menos mal que no tenía dinero ni para plantearme el comprarlos. Me acabo de enterar con tu post de lo que eran en realidad. No tenía ni idea...
ResponderEliminarEstuve a punto de comprarme las gafas de Rayos X, yo quería ver la ropa interior de las señoritas por la calle. Estaba decidido y un amigo me dijo, "pero si son de rayos X las verás desnudas, no en ropa interior". Toma ya. Y no me las compré...
Si observamos el precio de los productos en cuestión, vemos que tampoco eran ninguna ganga, claro que estamos en una época en que no existían los "Todo a 100" ni los bazares chinos.
ResponderEliminarComo buen amante de lo oculto estuve a punto, no de adquirir, sino de solicitar, ya que se facilitaba de forma gratuita auténtica esencia de Piedra filosofal, que cierta hermandad de San José ofrecía a todo el mundo; al final no termine de ver claro al asunto...
Amigo Gargola lo que me cuenta de la mirilla es para partirse y es que, al final, todo este tipo de artilugios es para tomárselo a risa. Muy bueno lo del agujero en la pared.
ResponderEliminarLos monos nos tenían fascinados a todos, estimado Mr. Lombreeze, aunque supongo que, en el fondo, todos creíamos que aquello no podía ser verdad. Como las gafas con Rayos x. ¡Es tan inverosimil!
Hombre amigo Tirador, comprar unas gafas con rayos x, con la tecnología que eso hubiera requerido, por cien o doscientas pesetas,o nada más y nada menos que la piedra filosofal no es caro, el problema es que la realidad si era bastante cara, porque gastarse ese dinero de los años 70 en unas gafas de cartón... Pues con la susodicha sustancia filosofal se hubiera montado usted en el dolar y nos hubiera sacado de la crisis internacional. Recapacite usted y solicíela.
ResponderEliminarMíticos monos de mar. Me suenan como de sueño, pero tal vez llegara a ver algun anuncio. De todas formas, sí, nos engañaban con las cosas más absurdas del universo.
ResponderEliminarY es cierto, ¿por qué cuando pedíamos algo por correo tardaba tantos siglos en llegar?
En cierto modo, mirándolos desde una visión algo más madura, hacen bastante gracia los anuncios y productos de este tipo :D
ResponderEliminarPero la verdad es que este tipo de productos pueden llegar a ser bastante crueles con los niños que ponían toda su ilusión en ellos, como te pasó a ti. Tanto tiempo esperando con ganas e ilusión, tanto tiempo deseándolos... y al final resulta que eran una burda mentira.
En fin... muy buena entrada Pepe, como siempre.
Recuerdo Möbius que por aquellos tiempos pedí una cassette de Vangelis al Discoplay y tardó varios meses en llegarme. Ni el correo del Zar.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo amigo Cendrero. Me imagino la cara que se le pondrían a muchos niños que picaron con los dichosos Monos de mar.
Jaaaajaaaaaaaaaa... Perdona que me ría de tus desgracias pero es que las cuentas de un modo XDDD
ResponderEliminarMe he divertido un buen rato. Mi padre era de los incautos que compraba de todo, incluidos esos monos. Una vez que los hechó al agua todo era decirme ¿pero no los ves? Están ahí... Y yo todo era sentirme frustrado porque solo percibia unas virutas flotando. Nunca hasta ahora entendí porque al día siguiente estaban en el cubo de la basura. Y cuando compró un artilugio para ver la tele en color y este se trataba de un acetato en tres colores (rojo, verde y azul) para pegar encima de la pantalla. La de partidos de fútbol que nos tragamos en tricolor (en las pelis mi madre nos obligaba a quitarlo)XD
Por cierto, la Hucha misterio SÍ funcionaba; jamás ahorré tanto como entonces, venga a echarle monedas parta ver como alargaba la mano...
Saludos!
Me acaba usted de recordar, amigo Quimerico, otros de los productos más engañosos que se me había quedado en el olvido, esa lámina trasparente de tres colores que se vendía incluso en tiendas de electrodomésticos y que, a pesar de su evidente engaño, la gente se obstinaba en comprar.
ResponderEliminarLo que el Señor Tirador parece no recordar, es que si que en su casa tenia las gafas de rayos x y debo decir que se si que se veían los huesos de la mano mirando al trasluz o algo tan parecido a los huesos humanos de una mano que siempre pensé que aquello era auténtico, creo que se deberían distribuir esas gafas en las urgencias de los hospitales públicos de nuestro país, para paliar la crisis que nos ocupa y realizar diagnosticos eficaces y rapidos sin necesidad de hacer radiografias.
ResponderEliminarRealmente creo que seria la solución.
Atentamente.
Amiga Anónima.
Amiga anónima me desconcierta usted. ¿Las gafas funcionaban de verdad o sólo era una ilusión óptica?. ¿Algo parecido a los huesos humanos?.¡Dios santo! ¿Qué clase de artilugio infernal era ese que imitaba los huesos de la mano?.
ResponderEliminarEs verdad, se veían los huesos humanos, o al menos algo que tenía un semiparecido con los huesos humanos, no se porque el tirador no interviene y pone orden en esta discursión el lo ha visto cientos de veces y también la yema de un huevo, no me he vuelvo loca yo se lo que ví, y estoy dispuesta a declararlo ante una comisión del senado.
ResponderEliminarAtentamente.
Amiga Anónima.
El tirador ya me ha informado. En las gafas había pegado una especie de transparencia con algo que simulaba los huesos y miraras a donde miraras siempre veías lo mismo.
ResponderEliminarPues sí...Ya la habías hecho...Y qué risas me he echado con lo de la calculadora y la pistola
ResponderEliminar"El as de las matemáticas y el pistolero indomable" ¡¡Cómo no pudo ser!! (jaja)
Un saludo.