jueves, 2 de octubre de 2014

SALVAR LA ACRÓPOLIS

En una ocasión escribí una entrada sobre un Cabo de inválidos que, en un gesto heroico, consiguió salvar la Alhambra de ser dinamitada durante la ocupación francesa. En Grecia sucedió un hecho sorprendente que transcurre entre las brumas de las gestas y las leyendas más sorprendentes.
En 1821, en el transcurso de la contienda bélica entre turcos y griegos, en la que estos últimos querían recuperar parte de lo que fue el Imperio Bizantino y, sobre todo, la mítica Constantinopla, sucedió un hecho insólito. En una escaramuza en la que el ejército imperial turco invadió Grecia, fueron acorralados por los griegos, siendo forzados a refugiarse en la Acrópolis. Los turcos tenían un enclave privilegiado desde el que poder disparar a los griegos. No obstante, la situación se volvió contraria a los turcos cuando la munición comenzó a escasear.
Ante una más que inminente rendición, alguien, con conocimiento de la historia, se le ocurrió una idea desesperada pero que podría llegar a buen puerto. Bajo los muros y columnas de la Acrópolis podría estar la solución. Los griegos construían sus edificaciones utilizando una argamasa muy particular. Empleaban plomo fundido en los cimientos que servían, con un complejo sistema de grapas de metal,  para sostener sus construcciones. Los turcos plantearon la posibilidad de derribar las columnas de tan majestuoso monumento para extraer el necesario plomo, que una vez fundido sería empleado en la fabricación apresurada de munición. Una idea que llegó como un viento amenazador a los oídos de los griegos, que se quedaron perplejos al imaginar al emblema de su nación reducido a escombros. Tomaron una decisión arriesgada y que demostraba un amor incondicional por el patrimonio histórico de su pueblo. No debió ser nada fácil entregar munición a los turcos para continuar la batalla, a cambio de respetar el legado de los tiempos clásicos. Los griegos entregaron al enemigo las balas que más tarde acabarían con sus propias vidas. Un sacrificio de sangre y muerte que parece difícil de entender, una cuestión que enfrenta a la existencia humana y sus pasiones. Quizás hubiera sido más fácil utilizar ese gesto para un alto el fuego definitivo, una forma de entender que la guerra es la peor amenaza contra nuestra propia historia.


22 comentarios:

  1. Una entrada muy interesante, Pepe, con un final recurrente, desgraciadamente, a lo largo de la historia, debido a la estulticia humana.
    Un abrazo

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    1. En cuestiones bélicas se nos ha dado muy bien prescindir del sentido común y de la inteligencia de la que tanto presumimos.
      Un abrazo.

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  2. Una historia interesantísima. Gracias, no la conocía. Aunque para mí también sacrificio inútil. Te aseguro que yo no doy mi vida, ni la de nadie, ni por salvar el Museo del Prado. Lo aprendí viendo "El Tren" (J. Frankenheimer).

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    1. Cierto, al fin y al cabo una edificación se puede reconstruir, pero un muerto no, salvo en versión zombi... y no es lo mismo.

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  3. Prefirieron morir que ver saqueado su patrimonio, una decisión difícil pero admirable. Y cuantas guerras se han llevado por delante monumentos insustituibles, al final la guerra sólo es dolor y destrucción.
    Muy interesante entrada.
    ;)

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    1. El fanatismo se lo lleva todo por delante, y si no que se lo digan a aquellas estatuas de Buda destruídas por los talivanes.

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  4. Una gran historia que desconocía.

    Las guerras siempre son trágicas y llenas de dolor.

    No deberían existir.

    Un saludo

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    1. En efecto, al fin y al cabo la guerra es siempre el juego del poder, donde se sacrifican generaciones enteras para calmar sus ambiciones, siempre estúpidas.
      Saludos.

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  5. No sabía nada sobre esta historia, es muy curiosa y demuestra lo mucho que un pueblo puede amar su pasado y lo orgulloso que puede llegar a estar.

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    1. La historia de un pueblo, su legado y todo lo que representa es la máxima identidad a la que se puede aspirar, pero la vida humana no debe ser negociable en ningún caso.

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  6. Muy interesante. Yo tampoco sabía nada de esta historia, y por muy admirable que resulte, entregarle munición al enemigo me parece, a todas luces, del género gilipollas.

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    1. Un género muy probable. De todas formas, habría que saber lo que realmente sucedió, si es tal como se cuenta, si fue una decisión unánime o una imposición de las autoridades. Con estas cosas sucede como en la leyendas, nunca se sabe hasta donde son verdad.

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  7. que hombría que había en la antigüedad, algo inédito al día de hoy... la verdad una historia que no conocía, muy halagadora del género humano y del cuidado del arte también... salu2...

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    1. Pues no conocía la historia, Pepe, y además siempre he tenido a los griegos por poco amantes de su patrimonio. Todos hemos hecho barbaridades urbanísticas porque la protección del patrimonio es un concepto bastante moderno, pero a mí Atenas quitando lo típico (Acrópolis/Plaka/Monastiraki) me parece una maraña fea de edificios. Se pasaron el siglo XX demoliendo y construyendo como locos y ya no les cabe un alfiler...

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    2. JLO: El dilema está en saber hasta que punto la vida humana es sacrificable, si es ético anteponerla a algo material, en este caso un bien material de singular importancia.

      Mara: No conozco Atenas, aunque si ese afán de primeros del siglo XX de modernizar las ciudades, eliminando sin piedad muchos viejos cascos históricos que hoy serían dignos de admirar.

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  8. Increíble historia, que yo tampoco conocía. Ójala hubieran hecho lo que apuntas en tu frase final, sin duda lo más inteligente.

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    1. Una solución lógica y humana, pero que no se tomó, ni en este ni en otros conflictos similares en los que la vida es sacrificable.

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  9. Esta historia me era por completo desconocida. Algo había oído sobre el Partenón y la guerra entre turcos y griegos y es que el Partenón se había conservado casi intacto pero quedó en ruinas cuando estalló el polvorín que los turcos habían escondido bajo el monumento.
    Saludos! Borgo.

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    1. Otro de los perjudicados en las guerras son los patrimonios históricos insustituibles, gracias al bombardeo indiscriminado de la población civil, daños que por entonces ni tan siquiera se consideraban colaterales.
      Saludos Miquel.

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  10. Un gesto valiente y de honor de los soldados griegos. A ellos pues les debemos que siga en pies, aunque maltrecho, el Partenón. Bonito pedazo de la Historia, amigo Cahiers.

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    1. Desde luego, aunque fuera a un alto precio, el sacrificio de derramar su sangre.
      Saludos.

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  11. Me ha parecido una leyenda/historia preciosa a través de lo cruel, por el honor que demuestran los soldados y por lo bien que representa la importancia del arte y la cultura para un pueblo y la humanidad en general.

    Estos soldados fueron sin saberlo los primeros Monument Men.

    Saludos.

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