Dos enemigos irreconciliables se toman un descanso en una de las escenas cumbre de "Tiburón", Robert Shaw y la bestia mecánica a la que llamaron cariñosamente Bruce. La historia pudo ser muy diferente y ambos pudieron no ser los protagonistas de esta intensa historia. El actor porque se pensó primero en Lee Marvin y Sterling Hayden para el papel de Quint y, el temible escualo, porque los productores tenían la cándida idea de emplear tiburones reales "domesticados". Al final, la elección tanto del reparto como de la amenazante criatura encajaron a la perfección en la película, que el tiempo ha transformado en una obra maestra, si es que alguna vez no lo fue.
Un momento divertido en el rodaje de una película cuya virtud no era precisamente el humor. Linda Blair y el director William Friedkin se abrazan entre muecas, intentando quizás espantar la tensión en el rodaje de un film, "El exorcista", que aterrorizó a varias generaciones. Después quedaría la leyenda de la maldición que persiguió a algunos de sus participantes, algo de lo que el cine también se nutre.
Una fotografía que refleja la tensión en el rodaje de una de las películas míticas por excelencia del Hollywood clásico, "Lo que el viento se llevó". En ella se muestra a un airado George Cukor, a sabiendas que a causa de su enfrentamiento con el productor David O. Selznick, tenía los días contados como director, siendo sustituido por Víctor Fleming. Tampoco la mirada que Clark Gable le dirige a Vivien Leigh parece de lo más emotiva. Entre los chismes de la sociedad cinematográfica del momento, se decía que el actor se atiborraba de cebolla para besar a la actriz y que esta hacía algo similar fumando como un carretero.
Una bellísima Claudia Cardinale muestra su pericia como incipiente pistolera en un film que, además de los consabidos duelos de humo y pólvora, hubo, y muchos, cruces de miradas en primer plano. "Hasta que llegó su hora" es una película que se toma su tiempo de forma pétrea, fusionándose con el paisaje y la historia, y todo con la inconmensurable banda sonora del maestro Morricone y aquella armónica tan significativa.
Marilyn Monroe parece dormitar sobre un Eli Wallach, que se nos antoja admirado de tanta suerte. No en vano el feo del spaguetti western de Leone, podía presumir de su compañera de reparto, un mito erótico a punto de romperse, en un film del maestro Huston, "Vidas rebeldes". Un western tardío, una elegía anticipada de actores monumentales, como Montgomery Clift, Clark Gable y la propia Monroe. Una mirada triste, un adiós sin retorno.
Hablando de gigantes, en esta fotografía el director Michael Mann se sitúa entre dos de ellos, Robert De Niro y Al Pacino, preparando su cara a cara en la película "Heat". Aunque ambos actores ya habían formado parte del reparto de "El padrino II", sus personajes pertenecían a distintas líneas temporales. Ahora, y ante la atenta mirada de medio mundo, se produciría el deseado encuentro, que quizás por sus expectativas pareció no estar a la altura de lo esperado, pero el tiempo, como el buen vino, se ha encargado de mitificar justamente.
Charles Laughton observa a un prodigioso Robert Mitchum en el rodaje de "La noche del cazador". La película sería el debut y despedida de Laughton como director de cine. Quizás las despiadadas críticas le hicieran abandonar. De haber tenido la medida del tiempo, la nueva perspectiva le hubiera llevado a replantearse su abandono, porque ahora su categoría de film de culto es incuestionable. Y no podía ser de otra manera en una realización innovadora, en este cuento de terror tan sublime y elegante.
Se nota que Stallone no tenía esa relación tan cordial con John Huston, como si parecían disfrutar Michael Caine y Pelé en la película "Evasión o victoria". Se cuenta que su respeto al gran director y sus deseos para agradarle le robó algo de espontaneidad. No obstante, su personaje no carecía de cierta simpatía. No es "La gran evasión", se la define más bien con esa denominación peyorativa de "película de encargo", dirigida sin demasiado entusiasmo, pero, sin querer, es un buen trabajo y, desde luego, lo mejor que el séptimo arte ha podido ofrecer al deporte rey.
Marilyn Monroe parece dormitar sobre un Eli Wallach, que se nos antoja admirado de tanta suerte. No en vano el feo del spaguetti western de Leone, podía presumir de su compañera de reparto, un mito erótico a punto de romperse, en un film del maestro Huston, "Vidas rebeldes". Un western tardío, una elegía anticipada de actores monumentales, como Montgomery Clift, Clark Gable y la propia Monroe. Una mirada triste, un adiós sin retorno.
Hablando de gigantes, en esta fotografía el director Michael Mann se sitúa entre dos de ellos, Robert De Niro y Al Pacino, preparando su cara a cara en la película "Heat". Aunque ambos actores ya habían formado parte del reparto de "El padrino II", sus personajes pertenecían a distintas líneas temporales. Ahora, y ante la atenta mirada de medio mundo, se produciría el deseado encuentro, que quizás por sus expectativas pareció no estar a la altura de lo esperado, pero el tiempo, como el buen vino, se ha encargado de mitificar justamente.
Charles Laughton observa a un prodigioso Robert Mitchum en el rodaje de "La noche del cazador". La película sería el debut y despedida de Laughton como director de cine. Quizás las despiadadas críticas le hicieran abandonar. De haber tenido la medida del tiempo, la nueva perspectiva le hubiera llevado a replantearse su abandono, porque ahora su categoría de film de culto es incuestionable. Y no podía ser de otra manera en una realización innovadora, en este cuento de terror tan sublime y elegante.
Se nota que Stallone no tenía esa relación tan cordial con John Huston, como si parecían disfrutar Michael Caine y Pelé en la película "Evasión o victoria". Se cuenta que su respeto al gran director y sus deseos para agradarle le robó algo de espontaneidad. No obstante, su personaje no carecía de cierta simpatía. No es "La gran evasión", se la define más bien con esa denominación peyorativa de "película de encargo", dirigida sin demasiado entusiasmo, pero, sin querer, es un buen trabajo y, desde luego, lo mejor que el séptimo arte ha podido ofrecer al deporte rey.