Cuando era un niño y pensaba en el futuro, sobre todo a partir de esa barrera mítica que representaba el año 2000, me lo imaginaba poblado de prodigios técnicos, de coches volando sobre nuestras cabezas, de robots circulando por las calles con plena normalidad y viajes habituales al espacio exterior. Desplazarse a Marte sería algo tan rutinario como el que visita a sus tías de Albacete. No solo era yo quien imaginaba todas estas maravillas, autores de ciencia-ficción y otros de mayor "reputación" argumentaban sus predicciones con absoluta normalidad. El cine nos ofrecía esa visión anticipándose a la realidad en títulos como "2001: Una odisea del espacio".
Había también quien imaginaba ese futuro de otra manera muy distinta. Los que vaticinaban sus particulares distopías nos hablaban de un mundo agotado, estéril, destruido por guerras, un mundo, en resumidas cuentas, post-apocalíptico. También los había que lo imaginaban sometido por totalitarismos despiadados.
Toda esta reflexión viene a cuento porque, revisando un cajón con antiguas cintas de cassette, me he tropezado con una de un grupo llamado "Topo". En los 70 surgió en España un movimiento musical llamado rock urbano. Sus letras hablaban de marginalidad y de los problemas de una juventud que se movía entre la injusticia social, las drogas y otros aspectos sociológicos del momento. "Topo" representaba a la perfección ese tipo de género musical, y había una canción que solía escuchar con relativa asiduidad y que llevaba el título de "Vallecas 1996", compuesta en el año 79, nos dibujaba toda una suerte de vaticinio malthusiano y pesimista del mundo futuro.
Vivir en Vallecas es todo un problema en 1996
sobrevivimos a base de drogas
que nos da el ministerio del bienestar.
La televisión funciona siempre
nos proyecta un mundo irreal
nos hace olvidar la verdad de las calles
bendita televisión
santa televisión
querida televisión ..
La tele no descansa
la tele es nuestra amiga
la tele te vigila.
Ricos y pobres todos iguales
no existe nada para comprar
el consumo acabó en los años ochenta
con las reservas de la humanidad.
Sabéis que hay un campo verde
un aire limpio y fresco
he visto un águila volar
un lobo y una ardilla
es cierto yo no os miento, lo siento
y todavía quedan cinco truchas.
Es evidente que los pobres componentes de "Topo" no dieron ni una en sus predicciones. No solamente no sobrevivimos a base de drogas que nos da ese supuesto ministerio del bienestar, sino que probablemente tengamos que pagar cualquier medicamento, obra y gracia del temido copago sanitario. Si es cierto que la televisión funciona siempre, pero otra cosa distinta es que nos muestre un mundo irreal, y es que "Callejeros" estaba aún muy lejos, amén de ciertas tendencias incontrolables por el morbo informativo. El consumo no acabó en los años 80, aunque la crisis lo ha perjudicado ciertamente y, por supuesto, eso de "ricos y pobres todos igual" es de una ingenuidad aplastante. La ecología puede que no pase su mejor momento, pero no hay que ser tan negativos, puesto que águilas hay más de una, ardillas y truchas bastantes y, en cuanto a lobos, es noticia actual que han tenido una expansión respetable, que amenaza a los ganaderos, algo innato en esa lucha ancestral entre tan fascinante depredador y el hombre.
Ente la utopía y la distopía existe la realidad presente, y es que los coches siguen siendo lo que eran, los robots están en la cocina e ir a la luna es pedir demasiado. Habrá que aguardar el futuro que vendrá, esperando que esa profecía maya del 2012 no se cumpla. Siempre me la he imaginado como un señor con un manojo de llaves en la mano, dando cuatro palmas y vociferando: "¡Señores vayan saliendo que vengo a cerrar el negocio!".