viernes, 29 de abril de 2011

ENTRE LIBROS Y VIANDAS

Mi época de estudiante no se puede decir que fuera de lo más brillante, bueno realmente fue algo desastrosa, pero me iba defendiendo como gato panza arriba. Nunca he sido de los que han quedado con algún compañero para estudiar, entre otras cosas, porque yo sólo me bastaba para distraerme con el vuelo de una mosca. De hecho, en mi etapa de opositor perenne, debajo de los apuntes tenía los cómics que solía dibujar, y que guardaba celosamente, para que no me pillaran mis padres haciendo el gandul con garabatos sin futuro. Bueno, eso fue así, hasta que un día de despiste imperdonable, el Tirador Solitario, me delató sin querer ante la furibunda mirada de mi madre que soltó aquello de "¡Ya estamos perdiendo el tiempo con los dibujicos en vez de estudiar!".


Lo cierto es que un mal día lo tiene cualquiera, y en una ocasión, cuando cursaba 3º de BUP, no se me ocurrió otra cosa que quedar con dos compañeros de clase para estudiar esa tarde en mi casa. Estos individuos no eran otros que, el conocido ya por aquí Charles Boyer, y otro amigo al que apodábamos "La masa". No es que fueran precisamente dos lumbreras, pero eran dos buenos colegas y pensé que así podríamos, por lo menos, copiar chuletas entre los tres. Cuando llamaron al timbre de mi casa me sorprendió que no trajeran ni libros ni ningún otro material al caso. Vinieron con sus jetas y las manos vacías. Esto ya empezó a mosquear a mi progenitor, que me miraba de reojo y desconfió en el acto de aquellos dos sujetos. Debo aclarar que ya había repetido el curso anterior y, como los campos de fútbol folloneros, estaba apercibido de cierre. Los llevé a mi cuarto y cándidamente les pregunté por donde empezábamos. Estos me miraron como si les estuviera hablando en algún dialecto desconocido y me respondieron que les sacara algo de comer. A regañadientes mi madre nos preparó un suculento plato de embutidos variados que mis dos amigos devoraron con un dinamismo ciertamente amenazante. Cuando dejaron el plato limpio, ambos me espetaron que si eso era todo. Con un lenguaje ciertamente soez y unos ojos inyectados en sangre me reclamaron imperiosamente más comida. Cuando acudí otra vez a la cocina, mi madre me echó a escobazos y mi padre me preguntó, algo irritado, qué cuando nos íbamos a decidir a abrir algún libro, aunque fueran las páginas amarillas. Mis amigos, por otra parte, se molestaron notablemente cuando acudí con las manos vacías y mascullaron toda una serie de palabras ininteligibles. Ante la falta de alimento, decidieron revolverme las cintas de música en busca de algo que les complaciera, que no fue otro que el "Rock and Ríos" que escucharon a toda pastilla en mi radio-cassette marca Orión. El insaciable apetito de estos individuos no se debía a una mala nutrición, ambos estaban bien alimentados, y tampoco estábamos en la posguerra, sino en los felices 80, era algo más bien obsesivo compulsivo.



Cuando se marcharon, anunciaron su regreso al día siguiente, con el consiguiente enfado de mi padre que me miraban con rayos láser, idénticos a los que disparaba Mazinger Z para destruir a sus oponentes. Cumplieron su amenaza y se presentaron ante mi puerta. Esta vez observé con regocijo que traían sus mochilas, pero cual fue mi sorpresa cuando las abrieron y, en lugar de libros, comenzaron a sacar ristras de chorizos, salchichones, mortadela y unas cervezas. Con una cara de enorme satisfacción me dijeron: "Nosotros ya hemos cumplido, ahora te toca a ti". Lo que sucedió, cuando le pedí a mi madre más comida para aquellos devoradores despiadados, no debe ser contado en un blog inofensivo como el que aquí nos ocupa. Un día acudí al domicilio de Charles Boyer, con el propósito estúpido de abrir algún libro, y me llevó a empujones al comedor de su casa, en donde en compañía de "La masa", estaban dando buena cuenta de unos gigantescos cola-caos acompañados de un buen plato de tostadas de mantequilla, así que no pude por menos que integrarme en aquella bacanal de bula indiscriminada. Debo reconocer, no obstante, que con el tiempo, y con el mismo tiento que se realiza una reentrada en la atmósfera terrestre, conseguí que alguna tarde que otra llegáramos a estudiar.
Así no les puede extrañar que, la primera vez que el Tirador Solitario entró en mi casa con un libro debajo del brazo y pidió simplemente un vaso de agua, fuera aclamado en loor de multitudes y fuera sacado por la puerta grande.



lunes, 25 de abril de 2011

ESCENAS PARA RECORDAR (MEME)

Hace unos días el amigo Kinski del blog Carga Maldita me propuso participar de esta cadena o meme, que es como se llama en estos lares, de Escenas para recordar. Servidor ha colocado fotos y no vídeos, como es habitual, entre otras cosas porque colgarlos representa más trabajo y además, al cabo del tiempo, terminan por no ser operativos, por aquello de la propiedad intelectual y demás zarandajas. Naturalmente es mi deber proponer, de todos los blogueros de prestigio que tengo el placer de conocer, sólo a cinco para que continúen la cadena. Mis nominados son: "La gran pantalla", "El blog del Tirador solitario", "Borgo", "El señor Nocivo" y "Safari nocturno". No hay ningún compromiso, y todo el que prefiera ignorar semejante encargo está de sobras disculpado. No hay que tener miedo a ninguna maldición cinéfila.

ESCENA MAS GRACIOSA
De "Mas vale solo que mal acompañado", el momento en que ambos protagonistas se percatan de que van en dirección contraria en la autopista y que vienen dos camiones de frente. Al personaje que interpreta Steve Martín se le antoja que su compañero de viaje, John Candy, es el mismo diablo.


ESCENA MAS TRISTE
De "Ladrón de bicicletas", cuando el protagonista, desesperado, comete un robo y es detenido en presencia de su hijo. Un final desolador que reflejan la miseria de una época.


ESCENA MAS ALEGRE
De "500 días juntos", el momento en que el protagonista se monta un número musical en plena calle para testimoniar su reciente amor.



ESCENA AGRIDULCE
En "El tercer hombre", el malo muere, pero nuestro supuesto héroe obtiene al final el rechazo de la mujer a la que ama.



ESCENA MAS RARA
Cualquiera de "Cómo ser John Malkovich" y todo ese argumento delirante que transcurren en esa planta 7,5 del edificio Mertin-Flemmer de Manhattan.


ESCENA MAS PERTURBADORA
El final de "La niebla de Stephen King" representa la desesperación y el infortunio en su grado máximo.



ESCENA CON MAS SUSPENSE
Un día soleado y tranquilo se puede convertir en una pesadilla para el protagonista de "Con la muerte en los talones".



ESCENA MAS ATERRADORA
Cualquiera de "El exorcista", sobre todo cuando Regan levita con los ojos en blanco ante las oraciones de los dos sacerdotes.


ESCENA MAS ROMANTICA
En "Murieron con las botas puestas" el general Custer se dirige a su propia inmolación y le dedica estas palabras a su esposa: "Señora, fue un placer pasear por la vida con usted".


MEJOR DIALOGO
La reflexión final sobre el crimen y su castigo se torna magistral en el film de Woody Allen "Delitos y faltas".


MEJOR ESCENA SIN DIALOGO
La mitad del metraje de "Wall-e" es toda una lección narrativa y un sincero homenaje al cine sin palabras.


MEJOR ESCENA DE PELEA
En la versión de Peter Jackson de "King Kong" la pelea entre el gran simio y los Tyranosaurus es fantástica.


MEJOR ESCENA MUSICAL
El número musical anárquico de "Sopa de ganso" es todo un guiño a la sonrisa más pura y sincera.


MEJOR ESCENA DE BAILE
Otro canto al optimismo fue el baile de Gene Kelly en "Cantando bajo la lluvia".


MEJOR DISCURSO
Mientras exista un gobierno tirano y opresor en el mundo, estará vigente el maravilloso discurso de Chaplin en "El gran dictador".


MEJOR COMIENZO
"En busca del arca perdida" comienza con el final de una aventura y nos muestra sin rodeos a un personaje en toda su expresión.


MEJOR MUERTE
El final del personaje interpretado por James Cagney, Cody Jarret, corresponde al carácter del mismo y obtiene su final en la cima del mundo.


MEJOR CLIMAX
El relato sobre la suerte del buque de guerra "Indianapolis" realizado por Rober Shaw en "Tiburón" nos va preparando para el duelo final.


MEJOR FINAL
Giro tramposo para algunos o genial conclusión final para otros, de un personaje de alto calibre como era el de Kaiser Söze de "Sospechosos habituales.


LA ESCENA QUE JAMAS DEBIO SER FILMADA
Cuando el protagonista de "The game" de David Fincher aparece en un cementerio mejicano, humillado y arruinado, es lo suficientemente desolador y con el suficiente empaque como para no haber rodado ni un metro más de película.


LA MEJOR ESCENA DE LA HISTORIA
Cuando en "El imperio contraataca" Dad Vader confiesa a Luke Skywalker que es su padre comienza la auténtica leyenda de todo un mito del séptimo arte.


viernes, 22 de abril de 2011

JESUCRISTO Y TERMINATOR

Para finalizar con esta semana de pasión religiosa, aquí les dejo un vídeo donde se nos plantea que habría pasado si a Jesucristo le hubieran enviado un Terminator para su protección. Disfruten lo que queda de vacaciones, que el lunes o el martes como mucho tienen que volver al tajo.

martes, 19 de abril de 2011

CASTING PARA JESUCRISTO SUPERSTAR

Siempre he pensado que a la película de "Jesucristo Superstar" no le vendría mal un remozado remake, con nuevos sonidos y decorados. Pero, ¿cuál sería el casting ideal para los principales papeles?. Yo he elegido una versión heavy, pero me imagino que cada uno de ustedes tendría su visión particular. Sean por un día directores de casting y elijan su particular elenco. Pueden optar por su género musical favorito. Por ejemplo, supongo que el amigo Marcos Callau le daría el papel de Jesucristo a Frank Sinatra, el de Judas a Sammy Davis Junior y el de Pilatos a Dean Martin. DAVID COVERDALE (WHITESNAKE) EN EL PAPEL DE JESUCRISTO


RONNIE JAMES DIO EN EL PAPEL DE JUDAS


SIMONE SIMONS (EPICA) EN EL PAPEL DE MARIA MAGDALENA


OZZY OSBOURNE EN EL PAPEL DE HERODES


ROB HALFORD (JUDAS PRIETS) EN EL PAPEL DE PILATOS

ROB ZOMBIE EN EL PAPEL DE CAIFAS

viernes, 15 de abril de 2011

CAMBIO DE REGISTRO PARA TIO EMMERICH

El denostado por la crítica, Roland Emmerich, nos presenta "Anonymous" su ultimo proyecto cinematográfico que parece alejarse de las habituales producciones de género catastrófico a las que nos tiene acostumbrados el director alemán, aunque el cine histórico no le es ajeno, pues ya tuvo su correspondiente incursión con "El patriota" y con la arqueología especulativa de "Stargate" y "10.000". Esta vez se adentra en las conspiraciones de la corte Isabelina y, con el trasfondo de las luchas por el poder del trono, romances y demás intrigas, nos propone la teoría de que tal vez William Shakespeare no fuera el autor de sus obras y que detrás había otra mente creadora. Una mente que podría haber sido Edwar de Vere, el decimoséptimo Conde de Oxford, escritor bajo la protección del secretario de la reina Robert Cecil.


El propio Emmerich describe "Anonymous" de la siguiente manera:

"Es una mezcla de un montón de cosas: es un thriller político porque narra quien sucedería a la Reina Elizabeth y la tensión de aquellos que querían tener mano en ello. Son los Tudor en un lado y los Cecil en otro, y entre ellos, la Reina. A través de esta trama contamos como las obras de teatro escritas por el Conde de Oxford terminaron firmadas como de ‘William Shakespeare".



Aunque es improbable demostrar esta teoría, no fueron pocos los eruditos que cuestionaron la autoría de Shakespeare, entre ellos Freud, Henry James, Mark Twain o el propio Dickens. En el reparto estarán Vannessa Redgrave, Rhys Ifans y Derek Jacobi. La película que se estrenará este año ya tiene aguardando a los críticos y gafapastas que estarán ya afilando sus uñas, perdón quise decir sus plumas.


Aquí les dejo un trailer del film, que una vez visto parece dejar claro su espectacularidad y que, en el fondo, quizás no exista tanto cambio de registro.






martes, 12 de abril de 2011

DISCUSIONES EXTREMAS




Comentando estos días en el magnífico blog de Clementine, "La gran pantalla", en la que hablaba de los leones que encabezaban las películas de la Metro, decía que, entre mis amigos, yo era considerado un experto zoólogo. Bueno, aparte de poseer un par de enciclopedias del reino animal y devorar todo tipo de documentales, tampoco es que sea una eminencia, pero me defiendo aceptablemente y soy una especie de referencia entre mis colegas, claro que estos no diferencian una avutarda de un ornitorrinco. No obstante, uno de ellos, un tipo singular al que apodábamos como Charles Boyer debido a su escaso parecido con el célebre actor, me disputaba mi posición de gran sabio del mundo animal. Este amigo era bastante peculiar, pues aparte de encenderse como una bombilla cuando discutía, solía hacer gimnasia en el instituto con gabardina cerrada hasta el cuello, guantes, gafas de culo de vaso y pantalón corto. Era también un conocido temerario, y un día se atrevió a bajar el puerto de Sierra Nevada a tumba abierta con una BH de paseo, sin frenos, comiéndose un bocadillo de Nocilla. En la primera curva, observé por el espejo retrovisor de mi bicicleta como daba vueltas de campana, saltando la BH por un lado, las gafas por otro y, sin embargo, el bocadillo de Nocilla permanecía íntegro en sus manos.

Cierto día que hablaba, ante mi asombrado público, sobre la táctica de caza del tiburón blanco sobre los bancos de peces, defendiendo que el gran depredador propinaba dentelladas a diestro y siniestro haciendo auténticos estragos, Charles Boyer se atrevió a contradecirme, manifestando que tal teoría era errónea y que el escualo iría individualmente a por cada pieza. Tal provocación motivó una acalorada polémica que duró hasta altas horas de la madrugada. La bronca zoológica fue de gran impacto, con acusaciones mutuas de falsedad documental y reproches personales, que si se comía las presas enteras y yo que no, que daba dentelladas y así sucesivamente.



Como mi amigo era más cabezón que el niño de Gabia y no se daba por vencido, decidimos probarlo empíricamente. Organizamos un viaje a Australia para visitar al gran blanco. Había un paquete turístico que incluía tal evento, así que nos dispusimos a dar buena cuenta de nuestros ahorros de toda la vida y nos encaminamos a tan osada aventura. Una vez en Australia, la agencia contactó con un experto que nos llevaría en un barco al lugar adecuado. Cuando llegamos al puerto nos recibió un tipo tatuado y con cara de patibulario, fumador empedernido que masticaba nerviosamente hasta el filtro de sus cigarros. En alta mar, nuestro guía experto, empezó a vaciar un cubo de vísceras, sangre y pescado podrido y los primeros escualos no tardaron en llegar. Teníamos un cable de acero con un buen trozo de carne en el agua que los tiburones mordían frenéticamente. Cuando se acercó el más grande que habíamos visto en toda la tarde, los dos no asomamos por babor a un metro de distancia del temible depredador, hecho que aproveché para empujar a mi amigo que calló al mar. Cuando el tiburón blanco se lo tragó de un bocado tuve que reconocer mi error. El gran escualo se lo había tragado de un tirón y no dándole dentelladas, tal y como yo defendía. Cuando escupió las gafas, y antes de ser deglutido por los jugos gástricos, le grité: "¡Tenías razón!. Después lamenté no haber contado con el resto de mis amistades para comprobar la teoría del ataque al banco de peces. Otra vez sería.


Bueno, lo cierto es que la parte del relato que transcurre en Australia es una mentira podrida, pero aquella discusión extrema sin que existió realmente. El tal Boyer es un amigo de los de toda la vida y no iba a gastarle semejante faena, en todo caso al Tirador Solitario si que le daría un sustillo, pero sólo eso, no sean ustedes mal pensados. Pero que conste que yo tenía razón, y el que piense lo contrario tiene un viaje de ida pagado a las tranquilas aguas australianas. Sólo de ida...


jueves, 7 de abril de 2011

LA PRIMERA PELICULA DE CIENCIA FICCION DE LA HISTORIA DEL CINE


En 1896 los hermanos Lumiére realizaron lo que para algunos es considerado como el primer film de ciencia-ficción y que titularon "Charcuterie Mécanique". Hoy puede ser considerado una soberana estupidez, pero debemos tener en cuenta la mentalidad del espectador del finales del siglo XIX, que ya habían mostrado su impresión cuando contemplaron aquel tren proyectado en una pantalla. Podría decirse que este corto, de apenas un minuto, encierra un tono burlesco sobre los inventos tecnológicos. En él se muestra una máquina, en la que por un lado se introduce un cerdo y por el otro lado sale convenientemente dividido en embutidos, jamones, salchichas y demás productos cárnicos. Fue tal la importancia de este documento cinematográfico que hasta fue capaz de crear escuela, tal y como lo demuestran filmaciones como "The Sausage Machine" en la que el cerdo es sustituido por un cánido que se transforma en salchichas o "Making Sausages", dirigida por George A. Smith, en los que las víctimas propiciatorias son perros, gatos y un pobre pato. El ciclo terminó con una producción de Edison, filmada por Edwin S. Porter en 1904, titulada "Dog Factory" en la que una máquina era capaz de transformar unas salchichas en perros de distintas razas, aspecto significativo y algo más humanitario que sus precedentes. Para que vean que en el cine ya se ha hecho casi de todo, aunque lo cierto es que, una vez vista esta extraña propuesta, podríamos no tener muy claro que fuera una incursión en el género, sin bien es cierto que es ciencia, por la parte tecnológica que nos muestra, y también es, evidentemente, ficción. Si hilamos un poco fino hasta seríamos capaces de ver un claro antecedente del cine gore.

lunes, 4 de abril de 2011

APENAS UN SUSPIRO



Después de unos días intensos, en los que he asistido al nacimiento de Martina, me reincorporo a filas intentando volver a cierta normalidad que, noches de llantos, biberones y pañales intentaran menoscabar con mayor o menor fortuna. Mi intención es mantener cierto ritmo entre publicaciones de artículos y comentarios en los blogs amigos, siempre con permiso de la autoridad, en este caso de mi hija recién nacida e Inés que, a sus casi cinco años, es un auténtico torbellino. Quiero expresar, así mismo, mi agradecimiento al personal sanitario del Hospital por su amabilidad y por el descubrimiento del singular ginecólogo que atendió a mi mujer en el parto, una especie de superviviente de Woodstock, mezclado acertadamente con la sabiduría y el aplomo de un viejo búho.

Pero mi relato de hoy es de una tonalidad distinta, y advierto que lo que a continuación voy a contar es ciertamente dramático y triste. Estos días, influenciado por el nacimiento de mi segunda hija y esas terribles noticias sobre el robo de niños en los hospitales, me he acordado de una hermana que nació muerta allá por los años 50. Lamentablemente no puedo ofrecerles el relato de primera mano porque mis padres ya fallecieron, pero si puedo ofrecerles la historia aproximada que mi otra hermana recuerda.



Un día del invierno de 1954 mi madre se puso de parto de su primer hijo, en este caso sería una niña, y como era costumbre por aquella época se disponía a tenerlo en su propio domicilio. Mi familia requirió los servicios de un médico y una matrona que se presentaron en mi casa, con la desagradable sorpresa de que el ginecólogo presentaba un estado de embriaguez ciertamente preocupante. No se si porque el parto se presentó difícil o por las escasas capacidades de aquel individuo, pero lo cierto es que se complicó hasta límites insospechados. El bebé se había encajado y mi madre sufrió una hemorragia. Ante aquel panorama, semejante incompetente, se asustó y abandonó a mi madre con la única ayuda de la matrona. Ante el cariz de los acontecimientos y viendo que aquel médico no regresaba, mi abuelo acompañado de mis tíos fueron a buscarlo a su domicilio, siendo recibidos por su mujer que, con cierta preocupación, comentó que su marido estaba muy nervioso por lo que le había sucedido y que se había marchado a ver una película. Una vez localizado en el cine, manifestó que sus nervios no le permitían actuar, teniendo la "delicadeza" de facilitar el domicilio de un joven ginecólogo que había terminado la carrera recientemente y que podría serles de ayuda. Cuando el nuevo doctor acudió a mi casa, el espectáculo era dantesco. La niña había muerto al nacer y mi madre se desangraba hasta la muerte. La envolvieron en unas sabanas y la llevaron urgentemente al hospital más cercano. Dicen que se podían ver el rastro de sangre por todas partes. A cada latido de su corazón se iba acercando más a una muerte segura. Una vez atendida en un centro sanitario, se le hicieron dos transfusiones de sangre, una de ellas contaminada con hepatitis, que años después presentaría una macabra factura. Una de mis tías, que entonces tendría unos 14 años, acudió a limpiar el lugar de tan nefastos acontecimientos y pudo descubrir, asustada, como envuelta en unas sabanas se encontraba muerta la recién nacida. Aparentemente presentaba el aspecto de una niña sana y que, en otras circunstancias, hubiera vivido sin problemas. Iba a llamarse Pilar, pero su vida, apenas un suspiro, se cruzó con la de un ser despreciable e incapaz, un doctor que no llegó ni tan siquiera a ser negligente, fue más allá de eso, abandonó a una mujer y su hija a su suerte y no fue capaz de pedir ayuda, se marchó al cine y quiso borrar su infamia con una película de sesión continua. Aquella niña se cruzó antes de nacer con la muerte disfrazada de medico, de quién se supone que estaba para traerla al mundo y sólo fue capaz de arrancarle la vida. Mi padre la depositó en una caja de zapatos y se dirigió al cementerio, donde un enterrador aceptó hacerse cargo de ella sin hacer demasiadas preguntas, dado el estado anímico de aquel hombre derrotado. Nunca más se supo de ella.

Son muchas las incógnitas que se me antojan. Una de ellas, es preguntarme por qué aquel médico despreciable no fue denunciado y puesto en manos de la justicia. Me imagino que en aquellos años, un miedo invisible había hecho mella en las personas y les había inoculado una prudencia desmedida, que les impedía denunciar a quienes ostentaban cierta autoridad, un médico, un sacerdote, un policía. Un régimen opresor, surgido de las cenizas de una cruenta guerra civil, había narcotizado a la población civil que, ante semejantes injusticias, se limitaba a sufrir en silencio, un silencio devastador. Tampoco comprendo demasiado aquel proceder de mi padre y se me escapa de cierta lógica, la lógica de quien pertenece a una época tan distinta.


Es por eso por lo que en estos días, mientras sostenía entre mis brazos a mi hija recién nacida, perfectamente atendida, he recordado la imagen de aquel bebé envuelto entre sabanas de sangre y que no tuvo las mismas oportunidades. No hay una tumba olvidada por el tiempo y su recuerdo parecía desvanecerse entre las brumas de la indiferencia. Es por eso, por lo que desde este humilde blog, quiero prestarle algo de atención, un gesto pequeño con aspiraciones de grandeza, en cuanto quiere ser el testimonio de que un día, una niña que se iba a llamar Pilar, pasó por este mundo de puntillas, apenas existió y nadie le dedicó oraciones o palabras de aliento, pero aquí y ahora quiero que sea recordada y que aquella caja de zapatos no fuera el triste final de quién debió tener una oportunidad. Aquella niña pasó por aquí y con su tragedia, y la de tantos otros, hizo añicos aquella célebre frase de que "cualquier tiempo pasado fue mejor".