miércoles, 28 de diciembre de 2011

GEORGE LUCAS PRESENTA LA TERCERA TRILOGIA DE STAR WARS


A pesar de manifestar hasta la saciedad de que no habría nuevas entregas de la saga Star Wars, parece que George Lucas da marcha atrás en su decisión y ya tiene nuevo proyecto. En una multitudinaria rueda de prensa en el Hotel Knickerbocker en Hollywood presentó la que será la tercera trilogía de la Guerra de las galaxias. Esta se situará cronológicamente antes de "La amenaza fantasma", y contará la infancia y madurez de Jar Jar Binks hasta su encuentro con el personaje interpretado por Liam Neeson, Qui-Gon Jin.


Lucas ha desvelado que, junto al estimado personaje de la Saga, aparecerán otros que no tuvieron especial relevancia en otras entregas, como, por ejemplo, el calamar y el elefante azul de "El retorno del Jedi". Según dijo en rueda de prensa "Se pretende dar un papel primordial a unas criaturas que, a pesar de permanecer en un segundo plano, son muy queridas por los aficionados a Star Wars". La historia contará los principios de Jar Jar, su relación especial con los ewoks, las enseñanzas del elefante azul en materia musical y las magistrales clases de tácticas de combate espacial del famoso Calamar que, posteriormente, lucharía de forma decisiva en el último capítulo de las aventuras galácticas ideadas por Lucas. Por lo que sabemos, John Williams no se hará cargo esta vez de la banda sonora ya que según dice el compositor "Aunque el proyecto parece atractivo, no quisiera robar protagonismo a los personajes, pues son de tal trascendencia que no necesitarían acompañamiento musical". Para la nueva partitura melódica George Lucas negocia con Guido y Maurizio de Angelis, que ya tuvieron un acercamiento al cine de ciencia-ficción con la nunca suficientemente valorada "Yor, el cazador que vino del futuro", con dos nominaciones a los Razzies como peor banda sonora y peor canción («Il mondo di Yor»). El estreno de la primera entrega de esta trilogía, de la que aun se desconoce el título tendrá lugar el 28 de diciembre del 2013.


¡FELIZ DIA DE LOS INOCENTES Y BUENA ENTRADA DE AÑO!

domingo, 25 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD





Le tomo la idea al amigo natsnoC y publico un dibujo y un cuento de mi hija Inés. Como es natural se trata de un relato peculiar y lo cuento tal y como lo ha relatado ella. Hay de todo como en botica, unos hermanos desconocidos de Jésus, un accidente de lo más gore y la intervención de un transexual. ¡Bendita imaginación!.



"Había una vez en el gran pueblo había un portal de Belén, ya sabes. María y San José tenía una hija y dos hijos. El niño más pequeño se llamaba Jesús y su hija se llamaba Antonella. El otro niño se llamaba Pepe. Un día habió un accidente y que ese día pues, estaban cortando el magnífico árbol de navidad y con la sierra le cortaron la pierna a un hombre pero que era una mujer. Le llevaron al médico y hacieron todo lo posible por curarlo y no encontraban nada para curarlo. Así que se fueron en ambulancia. Un día los hijos se fueron a la montaña a coger manzanas y flores con María, y San José se fue a dar un paseo con Jesús con su carro y su mantita. Así que todo iba muy bien. Jesús tenía hambre y volvieron a casa. Así que le daron de comer y Jesús se dio una siestecita muy larga y los hijos también y San José también. María también y colorín colorado por la ventana sale un cohete."

jueves, 22 de diciembre de 2011

¿QUE NOS TRAERIA DE REGALO UN PAPA NOEL ZOMBIE?


Se imaginan que el pobre Papá Noel fuera mordido por un zombie en pleno amanecer de los muertos. Estaría muy desorientado y francamente no se si sería capaz de elegir correctamente los regalos solicitados. Además tendría que cambiar su lugar de residencia, del Polo a Racoon City.















SI NO OS GUSTA PAPA NOEL, TAMBIEN PODEIS PEDIRLOS A LOS REYES MAGOS...

lunes, 19 de diciembre de 2011

1001 VIDEOJUEGOS A LOS QUE HAY QUE JUGAR ANTES DE MORIR


Hace unos días, vagabundeando por una librería, me topé con uno de esos libros temáticos sobre qué leer, obras de arte y otras actividades para cultivar la mente antes de morir. Este trataba sobre los videojuegos, aquellos que nos suministraron unos cuantos ratos de puro entretenimiento y, en algunos casos, algo más.


Me acordé de mis primeros videojuegos, de los pioneros que aparecieron poco a poco en los salones recreativos, aquellos templos de billar, humo y máquinas de pinball que se vieron invadidos por la tecnología, al principio ciertamente incipiente pero que evolucionaba de forma decidida. Recuerdo aquel juego de tenis en blanco y negro de dos barritas que subían y bajaban, que por entonces me producía la suficiente adrenalina como para sentirme felizmente atraído por aquel adelanto sin par del entretenimiento electrónico. Las demás máquinas recreativas eran de un nivel más o menos similar. Había una que consistía en atropellar zombies con un coche. Cuando matabas a uno sustituían el muñequito por una cruz. Otra trataba de dos pistoleros del oeste que se disparaban parsimoniosamente. Había una muy curiosa y bien trabajada, que consistía en un submarino por el cual se miraba a través del periscopio para abatir unos barcos, unas miniaturas situadas al fondo. Cuando llegó el mítico "Space Invaders" fue una auténtica revolución. La primera vez que pude verla me costó trabajo visionarla, era tal el revuelo que se había formado en torno a ella en el salón recreativo, que era difícil asomarse ante aquella pantalla verde de parpadeos hipnóticos. Después vendrían el Donkey Kong, el comecocos, Track & Field, el Tetris y otros tantos que hicieron la delicia de los chavales y de los que ya no lo eran tanto.


El día en que las consolas entraron en los hogares fue la auténtica novedad y sobre todo un alivio para los bolsillos. Cuando había que alimentar las máquinas de los recreativos, siempre te quedabas sin blanca antes de considerar que ya te habías divertido lo suficiente. Desde aquellos cartuchos, que tardaban una eternidad en cargar en un teclado, hasta la Xbox, pasando por la Nintendo de 8 bits, la Mega Drive o la Playstation todo un mundo de diversión sin límites se abría para los aficionados al videojuego. Surgieron los famosos juegos de fútbol, sobre todo el Fifa. Este fue el que más rendimiento me pudo ofrecer en infinidad de disputadas ligas entre unos cuantos amigos, sobre todo entre el Tirador y un servidor, que llegaron a ser realmente míticas.
En los juegos individuales me fascinó especialmente aquel primer "Tomb Raider" y aquel desarrollo ilimitado de escenarios. Era un juego en el que acompañabas a aquella aventurera, Lara Croft, que te contagiaba esa condición de personaje solitario que recorría inquietantes lugares en donde el desafío y el peligro te acechaban por cada rincón. Un juego muy elaborado y bien trabajado fue "Metal gear solid", en donde un infiltrado se enfrentaba a un grupo de terroristas. Lo interesante de esta propuesta eran sus diálogos frecuentes, que le daban la consistencia más propia de una película de acción que de un videojuego. Por supuesto soy un incondicional de la saga "Resident evil" y esa capacidad de dar miedo, sobre todo si jugabas por la noche y estabas sólo en tu casa. Algunos de ellos eran tan extremadamente difíciles que te conducían al abandono temporal y, cuando era casi imposible, a dejarlo permanentemente. De hecho tengo aparcado hace algún tiempo el "Tomb Raider Anniversary" porque soy incapaz de vencer a un par de centauros y el "Resident evil: Code Veronica" porque me he quedado sin munición y no puedo darle el pasaporte al monstruo del final.
En suma, los videojuegos han sido parte fundamental de nuestras vidas, de unas generaciones que tuvieron acceso a una forma de entretenimiento virtual en donde casi todo era posible, aunque, en ocasiones, me entre las nostalgia de ver a los niños jugando en la calle con un balón o dándole a las canicas.


jueves, 15 de diciembre de 2011

EL LIBRO OLVIDADO: CAPITULO I - EL SUEÑO DE DIOS


Le he dado muchas vueltas y después de alguna reflexión he decidido hacerlo. Hace muchos, muchos años, cuando los dinosaurios habitaban la Tierra, comencé a escribir un libro relacionado con la religión, la política y la sociedad. Temas relevantes o pedantes, depende de como se mire, aunque, de todas formas, no sobrepasó la categoría de mero intento. Tras muchas revisiones, el asunto quedó estancado y no pasó de las 25 páginas, una suerte de proyecto de libro olvidado en un cajón. Otra vez esa maldita pereza. Lo he mantenido desterrado en el tiempo y de vez en cuando se me pasaba por la cabeza publicarlo en La Guarida. Lazoworks me animó a que lo hiciera, y yo sabía que publicar semejante proyecto, algo pretencioso y quizás demasiado plúmbeo, podía espantar a los que amablemente se pasan por aquí. Hoy tenía un día tonto, algo disperso y, pensando en los inconvenientes y ventajas, he decidido publicarlo en varias entregas. Hay que tener en cuenta que lo escribí hace más de veinte años, lo que quiere decir que en algunas cosas he modificado mi opinión, en otras la he matizado y puede que en muchas aún conserve cierta adhesión. Sean pues benévolos con lo que a continuación paso a presentarles.

CAPITULO I
EL SUEÑO DE DIOS


Dios tuvo un sueño fantástico y en él creo un universo complejo e inabarcable. Tuvo un capricho egocéntrico y dio forma a un ser a su imagen y semejanza que colocó en los suburbios de ese universo particular. Contempló su obra y se dispuso a pasarlo en grande con aquellas confusas criaturas, les puso mil pruebas y desafíos y comprobó con regocijo la confusión, y también la tenacidad, de aquellos entes mortales que, obstinados, se aferraban a sus pequeños sueños en medio de las más diversas tribulaciones. Esto podría tener sentido, sobre todo visto desde un punto de vista antropocentrista. Es justamente lo que el hombre hubiera hecho si gozara de tal capacidad, aunque, en honor de la verdad, justo es reconocer que en mayor o menor escala, cada vez que hemos tenido oportunidad de jugar a ser dioses nos hemos dejado llevar por ese arrebatador deseo de poder y voluntad. Deberíamos pensar, con mejor acierto que esperanza, que el hombre tuvo miedo y soñó con dioses que lo protegerían desde el infinito. Tuvo pánico ante la muerte y soñó con una vida inmortal en paraísos de particular hedonismo. Su vanidad le hizo escalar a la cúspide de los elegidos de su Dios particular. Es una temeridad, para este autor y para cualquiera, intentar aceptar o negar con formas categóricas las supuestas verdades e hipotéticas realidades. Sin duda alguna voy a cometer un acto que personalmente me parece inevitable. Ejerceré el sano ejercicio de la divagación, que es la única salida coherente cuando tratamos el tema de la espiritualidad y de las creencias religiosas. Lo demás, es decir, las aseveraciones, las certezas y las formas categóricas pertenecen a los dogmáticos. Afirmo que lo que voy a exponer es pura y absoluta inconsistencia, y quien pretenda lo contrario es que ha sido tocado por la gracia divina.

En el intrincado mundo de lo espiritual no se tiene nunca la certeza de estar pisando sobre firme. Lejos de ello, nos enfrentamos ante la manifestación más compleja de la conducta humana, que se cierne sobre una multitud de características de naturaleza tan intrínseca como desconocida. El estudio de las variadas y múltiples creencias religiosas no se puede afrontar como cualquier otro tema, sino que requiere un tratamiento especial enfocado desde un plano trascendental. Como quiera que la conducta del hombre en este punto crucial del pensamiento es amplia y multiforme, aunque las raíces sean idénticas, habrá que ir desvelando los diversos aspectos que le sirven de engranaje a la maquinaria espiritual creada por la mente, o quizás por una intuición fundamentada en quien sabe que certezas.


Alguien dijo en una ocasión que si Dios no existiera, habría que inventarlo. Hay una gran verdad encerrada en este pensamiento. Es realmente importante saber hasta que punto la humanidad necesita de un dios que garantice las aspiraciones suprasensibles de la misma. He de confesar lo complicada que resulta la tarea de afrontar el tema de Dios con un mínimo de objetividad, objetividad basada en pruebas tangibles. El ateísmo que pueda denotar el presente escrito no implica necesariamente una actitud hermética hacia otras corrientes filosóficas. Sería excesivamente presuntuoso manifestar cualquier afirmación o negación con el respaldo de la verdad. Lo sería aunque solo pretendiera alcanzar la verdad relativa. ¿Qué somos?. Pues nada más y nada menos que náufragos en un océano infinito, habitantes de las afueras de un inmenso conocimiento que solo podemos apenas intuir. A pesar de mi incredulidad, he de reconocer mi profunda admiración hacia el tema de la existencia de Dios. Me parece particularmente fascinante situarme ante la encrucijada de un asunto tan vital e importante para la trascendencia humana.

La idea de Dios no es perfecta en toda su amplitud. Existen lagunas que los expertos en religión no pueden aclarar. La Teología muestra su incapacidad para convencer a los escépticos. En efecto, cuando los teólogos se encuentran ante un enigma religioso se sumen en una especie de letargo doctrinal tan enrevesado como escasamente útil. Sin embargo, las preguntas están siempre esperándonos en cada recodo de nuestra mente: ¿Existe Dios?, ¿Es un ente físicamente humano o es solamente una metáfora religiosa?, ¿Por qué el silencio como respuesta?. Es indudable que Dios ha afectado a la humanidad desde que ésta abandono el estado irracional, configurándola de una manera mística. Cuando el hombre comenzó a indagar sobre su origen en los albores de la historia, cuando se preguntaba del por qué de su existencia y de los fenómenos que le rodeaban, surgió como respuesta la idea de un ser superior que lo manejaba todo y sabía absolutamente todo, tanto como para tranquilizar los miedos del primer pensamiento de aquel animal trascendente y asustado. El pensamiento nos hace libres pero también nos hace esclavos de nuestros miedos más profundos. La respuesta de aquel ser, que razonaba entre dudas y temor era profundamente irreflexiva, era más bien totémica y supersticiosa. Naturalmente no podía ser de otra forma. Nuestra actual civilización carece de elementos lo suficientemente sugestivos, como para eliminar de raíz el concepto de Dios. La idea de una divinidad protectora es algo inherente a nuestra condición de seres humanos, podrá menguar en distintas circunstancias históricas, pero siempre permanece latente en nuestro subconsciente colectivo e individual. Imagínense al hombre primitivo, recién salido de su anonimato animal, escudriñando los enigmas que rodean su mundo. Ante el misterio surgió una multitud de dioses, desde los más simples a los más sofisticados. Dioses de los más absurdos y variopintos, que habían creado a los hombres de la madera o el barro. En nuestra cultura actual esas deidades han ido sucumbiendo y han sido sustituidas por otros dioses más tecnológicos y comerciales, pero igual de efectivos. Cuando el hombre crea a su dios particular se viste a sí mismo de una trascendencia especial. Ya no es solo un animal dotado de inteligencia, sino también un ser espiritual, elegido por un ente divino, y como tal, debe ejercer su dominio sobre el planeta. En realidad, tal dominio corresponde al impulso civilizador de la inteligencia humana. El hombre ha creado ya una trascendencia espiritual que el tiempo y la evolución dogmática de las religiones consolidará definitivamente. No obstante, observa que existe un momento crucial en la historia de la vida, en el que no se diferencia en absoluto de las demás especies del planeta: la muerte inexorable. Un ser elegido por Dios no puede tener semejante destino final. El hombre se imagina una continuidad de la vida en el más allá o, en el peor de los casos, una reencarnación que le dote de la deseada inmortalidad. Esta condición le vendrá como anillo al dedo para seguir manteniendo su pureza de elegido divino. Surge el concepto que nos marcará para la eternidad, que no es otro que el alma. El alma humana se convierte en el don más especial que jamás pudiera soñar criatura alguna. Es el billete de ida hacia la inmortalidad. El inconveniente estriba en que es sólo de ida...

Todo este proceso era inevitable. El principio espiritual saldría tarde o temprano del interior del hombre, como un incuestionable deseo de trascender hacia algo más sublime que lo que la vida material nos ofrece. Por encima de todo el hombre es un animal que siente la soledad con mas amargura que cualquier otro. Tanto el hombre primitivo como el de nuestra actual civilización se sienten profundamente desamparados. Nuestro antepasado miraba angustiado hacia la oscuridad de la noche y se mostraba inquieto hacia los sonidos de su entorno. El hombre actual se siente igualmente solo frente al mundo globalizado. Es lógico pensar que la espiritualidad puede ser su refugio más seguro, de la misma forma que lo ha sido desde el principio de los tiempos.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

FURIA CONTROLADA


Augusto Mariaga dirigía un penal de máxima seguridad en el estado mexicano de Guerrero en el año 1970. Su pasión por el fútbol se había inoculado en sus venas poco a poco, y se dejaba arrastrar por las exaltaciones patrióticas que tan noble deporte desparramaba por todo el país. Aquella noche había realizado a la perfección su trabajo, con una serenidad propia de una profesión no exenta de peligros, había realizado el oportuno y rutinario recuento de presos y los había dejado a buen recaudo en el interior de sus respectivas celdas. Sin embargo, esa noche se produjo una apurada victoria de la selección de México sobre Bélgica, lo que provocó un ataque de furia y alegría a Augusto Mariaga que, pistola en mano, disparaba al aire gritando "¡Viva México! y abriendo indiscriminadamente todas las celdas que coincidían con su jubiloso recorrido. Los presos se abrazaban unos a otros con lágrimas de alegría y, lógicamente, aprovecharon las circunstancias para escapar del recinto penitenciario. 140 presos se dieron a la fuga, y nunca se tuvo claro si sus lágrimas de felicidad eran motivadas por la victoria de la selección o por la generosidad inconmensurable de su alcaide. Lo cierto es que Mariaga fue juzgado por semejante dislate y tratado con suma generosidad por el tribunal, que entendió los motivos de su falta, considerándola justificada ya que "Había actuado de tal manera por un arrebato de patriotismo".


Ya lo he comentado en alguna que otra ocasión, que el fútbol mueve pasiones y que es difícil de entender por aquellos a los que este deporte no les produce más que indiferencia. Yo no se si soy un tipo similar al tal Mariaga, pero reconozco que en numerosas ocasiones me dejo arrebatar por cierta furia controlada. Siendo como soy el individuo más pacifico al sur de la península, debo admitir que cuando me planto ante un partido de la selección española o del Granada CF me transformo en una especie de Mister Hyde, toda una suerte de individuo grosero y mal hablado, fumador de enormes puros cuando acudía al campo de fútbol, aspecto especialmente singular en alguien que no ha fumado en su vida. En cierta ocasión, en una promoción del Granada CF de ascenso a la segunda división, se nos planteó un partido a cara de perro contra el Burgos. Teníamos que remontar un resultado adverso y la hinchada del equipo rival, situada debajo de la grada en donde me sentaba en compañía del Tirador Solitario y un grupo de amigos, no dejaba de gritar y cantar, circunstancia que me tenía ciertamente cabreado. Cuando se marcó el gol de la victoria, un grupo de energúmenos, entre los que me encontraba yo, saltamos del asiento y corrimos al borde de la grada comenzando a proferir insultos y cortes de mangas a los aficionados del Burgos, a los cuales les quiero pedir, aunque con cierto retraso, mil disculpas por tan lamentable comportamiento. Un policía me tomó por el hombro y me dijo educadamente que me sentara en mi asiento. Puedo ser todo lo grosero del mundo en el fútbol, pero se perfectamente que hay ciertas fronteras que no se pueden traspasar y, sin decir palabra, volví a mi asiento ante la mirada asombrada de mis acompañantes. Quiero decir con esto que, esa frontera impetuosa de furia, jamás debe ser rebasada con la violencia física. Un amigo, con escasas dotes artísticas, me envió por fax al día siguiente un dibujo con los referidos incidentes. Amigo, por cierto, que es un seguidor incondicional del Barcelona y que tiene unas broncas monumentales y vehementes con su hermano que es del Real Madrid.


Actualmente no soy muy de visitar los campos de fútbol, y me conformo con verlos por la televisión, desplegando idéntico entusiasmo. De hecho, un día que marcamos un gol en circunstancias apuradas, me recorrí toda la casa gritando y tirándome al suelo de rodillas para celebrarlo. Cuando me vio mi hija de cinco años se arrojó sobre mí, igual de entusiasmada, vociferando "¡Goooooool!". Así que, cada vez que esto ocurre, montamos entre ella y yo el mismo show y con suerte algún día me dejaré media rodilla clavada en el suelo. Mi otra hija, que tan sólo tiene 8 meses, llora desconsoladamente cuando se produce semejante espectáculo y sólo hay que esperar a que llegue el día en el que se nos una a la fiesta. Y es que el fútbol es así, generador de alegrías y decepciones, fuente de pasiones inexplicables en un deporte en que 22 individuos en pantalón corto le atizan a un balón. Pero los aficionados vemos algo más, un espectáculo sublime en donde la gesta o la tragedia pueden ser vividas en todo su esplendor. Para terminar, una anécdota. Estando una noche de parranda, me encontré al Tirador Solitario, un consumado seguidor del equipo de San Mamés, algo triste en los escalones de una conocida discoteca. Una chica que le traía de cabeza le había dado calabazas. Le pregunté por su estado anímico y, aparte de manifestar su decepción amorosa, me dijo: "¡Y además ha perdido el Athletic!".