Es una obviedad que la saga de Star Wars se convirtió en un filón a explotar desde la fecha de su estreno. No ha existido ninguna faceta de la que no se haya obtenido algún beneficio y el borrador, que tenía George Lucas de su saga galáctica, no podía ser menos y ahora se nos ofrece en forma de cómic. Mi amigo, el bloguero Tirador solitario, tuvo el detalle de regalarme un ejemplar que liquidé de forma rápida, pues no parece que sea el exceso de diálogos una de las máximas virtudes de esta versión en viñeta de Star Wars. A modo de conclusión rápida, se podría decir que se nota que está basado en un borrador, principalmente por la escasa profundidad de algunos personajes indispensables y cierta tendencia a construir una historia con un trasfondo algo farragoso.
El argumento, centrado en la historia que se cuenta en
"Una nueva esperanza", tiene lógicamente parecido con el resultado que todos ya conocemos, aunque se mezcla, al principio, algo de lo que aparecía en
"La amenaza fantasma", la invasión de un planeta, en este caso Aquilae, y el trasfondo del bloqueo comercial y también algunas situaciones que se dan en
"El retorno del Jedi", la batalla de la luna de Endor, sustituyendo, afortunadamente, a los infantiles ewoks por los wookies. Respecto a esto último, es curioso observar la relevancia de un personaje como Chewbacca, que no aparece hasta bien entrada la historia pero que asume el papel de Luke Skywalker, arrebatándole la destrucción de la Estrella de la Muerte. El personaje interpretado por Mark Hamill es aquí un veterano Jedi, con cierto parecido físico al mismísimo George Lucas, que asume además el papel de un ausente Obi Wan Kenobi, mientras el joven aprendiz, el que realmente está basado en Luke, se llama Annikin Starkiller quien interpreta a un advenedizo joven algo plano y, sin duda, decepcionante, guardando cierto parecido a un, en palabras del Tirador, Legolas galáctico. No obstante, Darth Vader es el que sale peor parado, siendo un individuo sin demasiado atractivo, desconocedor del lado oscuro de la fuerza y escaso de carisma. Carisma que le roba, en cierta medida, el príncipe Valorum, un sith con alma de caballero. Es curioso que sea el padre de Starkiller, Kane, quien posee casi todo su cuerpo reconstruído artificialmente de forma similar a Vader. Si hay alguien que se aleja absolutamente de su aspecto físico, ese es Han Solo, que aquí es interpretado por una criatura de color verde, inspirada de forma poco disimulada en el famoso personaje del cómic la Cosa del pantano
Otra variante relativamente importante es el origen de R2-D2 y C-3PO. Aquí son dos androides del imperio que huyen de la Estrella de la Muerte cuando es atacada. Su personalidad aún no anda demasiado definida y ambos intercambian la suya a partes iguales. Como aspectos llamativos, hay que señalar que R2 habla el lenguaje humano y que ambos son poco de fiar, estando siempre dispuestos a revelar cualquier secreto al primero que se tropiece con ellos. C-3PO, que siempre tuvo un parecido más que evidente con el robot María de
"Metrópolis" de
Fritz Lang, aquí resulta una copia casi idéntica.
El emperador parece más un simple funcionario y no parece esconder su filiación al lado oscuro, ni estar dotado de ningún poder especifico, lo que le convierte en un personaje más que prescindible.
Como dato curioso cabe señalar que el sable láser es aquí utilizado indiscriminadamente, sea por Han Solo o por las tropas imperiales, perdiendo ese carácter de arma reservada a los Jedi que tanto los identificaría en la saga cinematográfica. Sin embargo, hay unas cuantas escenas que se respetaron después y que quedaran siempre en la retina del cinéfilo de Star Wars, como la pelea en la cantina entre unos facinerosos y Obi Wan, un plano del Palacio de la luz de Aquilae casi idéntico a la fortaleza de Jabba el Hutt o el momento de la evasión en el triturador de basura.
Respecto a la calidad artística del cómic, hay que decir que Mike Mayhew
se desenvuelven bien en la plano corto, dotándole a los personajes de
un carácter realista que se difumina en los escenarios amplios. Si
tenemos que valorar la obra en su conjunto, hay que decir que debemos
tomarlo como lo que realmente es, un borrador, un boceto de una historia
que, con el paso del tiempo, se fue configurándose en su plasmación en
la gran pantalla de trazos más firmes y, desde luego, con una
personalidad irrefutable, algo de lo que carece el cómic, lo cual es
asumible y, en todo caso, perdonable.