lunes, 21 de diciembre de 2009

JUGUETES EN EL TRASTERO

DEL CINEXIN AL EFECTO JUDDER

Cuando era pequeño yo siempre quería para el día de Reyes (entonces Papa Noel pintaba muy poco) el Cinexin, pero, año tras año, aquel deseo se frustraba de forma taimada. Durante todo el año me imaginaba lo maravilloso que sería proyectar, en mi propia casa y a mi antojo, dibujos animados y cortos de Charlot, sin embargo, al llegar el momento el destino siempre me tenía reservado otro tipo de presentes, un milloncete de Airgam o el mercedes de Santi-Rico. Un año lo pude acariciar con la punta de los dedos, pero como era la misma noche de Reyes, según mi madre el mejor día para acudir a Galerías Preciados pues todo el mundo estaba en la cabalgata, resultando que solo quedaba uno y estaba averiado. Mi gozo en un pozo y el sueño de tener un cine en casa se fue diluyendo con el paso del tiempo. Años después se volvió a fabricar, pero habían sustituido la emblemática manivela por un botón automático y ya nada fue igual. Ahora que quisiera que los Reyes Magos se lo regalaran a mi hija pequeña, resulta que no se fabrica, pues en estos tiempos de consolas y dvd ya no existe lugar para la idea romántica de un pequeño proyector de sueños perdidos.

Los que queríamos nuestro propio cine doméstico tuvimos que esperar a la llegada del VHS, siglas de Vídeo Home System, desarrollado por JVC en la década de los 70 y popularizado en los años 80 y 90. Este sistema había derrotado al vídeo 2000 y al Beta, impulsado por Sony. Para los amantes del cine, el poder disponer de una videoteca personal, era un lujo de sibaritas largamente acariciado. Ver una película al antojo del interesado y contemplarla tantas veces como quisiera era más que suficiente. Recuerdo que en mi casa era obligatorio el visionado de "EL Retorno del Jedi" al menos una vez al mes, entre otras cosas por lo limitado de mi videoteca, y que mi padre se aprendió, casi de memoria, la película a pesar de no haber visto las dos anteriores entregas. Otra cosa distinta era la calidad del material. Las emisiones de la películas que se grababan en televisión merece una mención especial. Formatos que no se respetaban, especialmente el cinemascope, ofreciéndonos adaptaciones a los 4/3 del televisor convencional, mutilando sin piedad las obras originales. Iluminación deficiente, que nos ofrecían visionados apagados y sin contraste, y otros despropósitos eran moneda corriente hasta que llegaron las emisiones de pago en canales especializados. Otro asunto curioso fue el surgimiento de los videoclubs en donde, por un módico precio, podías alquilar el título disponible, y aunque en aquella época no eramos demasiado exigentes, lo cierto es que las cintas solían estar deterioradas y el visionado de los contenidos era bastante deficiente. Al principio comprar una película de VHS era algo que solo los insensatos se atrevían a realizar, puesto que alcanzaban un precio astronómico y no era rentable. Después la cosa cambió y los precios fueron muy populares, pudiendo ejercer el lujo de comprar el título deseado que enorgullecería nuestra videoteca particular. A principios de los 90 surgió el Laserdisc, sistema que sustituía la cinta por un disco del tamaño de un Lp que, aunque fue un rotundo fracaso, anticiparía la revolución que vendría después y que terminaría por enterrar al entrañable VHS. El dvd comenzó tímidamente su andadura, con pasos de hormiguita, pero desterrando sibilinamente al VHS que no podía competir ante la fantástica calidad de imagen que ofrecía aquel. Además el problema de la grabación quedó subsanado con los reproductores-grabadores y con el ordenador, cuyas controvertidas aplicaciones sobre el derecho de la propiedad intelectual ya conocemos todos. La piratería llegó de forma brutal con este formato, alcanzando extremos insostenibles. En la calle se podían adquirir títulos que aún permanecían en la pantalla grande y, aunque la calidad de sonido e imagen era casi siempre una afrenta al buen gusto, las ventas ilegales alcanzaron cifras descomunales, lo cual indica la escasa exigencia del comprador. El cine sufrió un gran varapalo solo equiparable a la llegada de la televisión. La película pirateada sufría tres impactos mortales, el del estreno, el del alquiler y el de la venta. La consecuencia inmediata fue el descenso del número de espectadores de las salas cinematográficas y el cierre paulatino de los vídeo-clubs. Además la venta callejera fue derrotada por las descargas de Internet, y los creativos del séptimo arte tuvieron que hacer encaje de bolillos para atraer a un publico, saturado de ofertas a través de la red y de las cadenas de pago, sacudiendo el polvo a antiguas técnicas como el 3D, pero, sobre todo, ofreciendo espectáculo como en los tiempos de las grandes superproducciones. El cine que viene de Hollywood ha mantenido, a pesar de los prejuícios patrios, un interés constante y ha posibilitado la rentabilidad de las salas de proyección. Esto a pesar de los que han querido restringir la entrada del cine norteamericano, amparándose en la defensa de las producciones españolas, cuando, en realidad no son las que sostienen el negocio e imponiendo, a los propietarios de las salas, cuotas mínimas y otras obligaciones leoninas. Son las producciones que vienen de fuera las que posibilitan también el visionado del material de aquí, porque si esta industria tuviera que vivir del cine español, los complejos modernos de las multisalas hubieran sido reducidos a pequeños locales de arte y ensayo. Ya que pagamos por duplicado, a través de los impuestos que van a las subvenciones y del precio de la entrada, se nos podría dar la indulgencia de elegir que película podemos ver libremente.

En la primera década del siglo XXI nos llegó la alta definición y nos sumergimos en un mar de dudas tecnológicas de difícil adaptación. Los televisores convencionales de tubo con formato 4/3 han dejado su lugar a los panorámicos de 16/9 y, entre estos, surgió la batalla entre el LCD y el Plasma. Particularmente yo siempre he preferido este último, sobre todo para el visionado de películas, porque el LCD tiene unos efectos rarísimos en la imagen y no gusta en demasía a los cinéfilos de pata negra. El Plasma, en cambio, nos ofrece un visionado más convencional y menos experimental. Bien es cierto, no obstante, que lo último en tecnología LCD ha evolucionado a mejor y ofrece mejores prestaciones, sobre todo si se está dispuesto a un desembolso generoso. Por si este lío considerable no nos ofreciera las suficientes complicaciones, el disco dvd standar ha dado su paso o dos nuevos formatos, el HD-DVD, ya casi extinto, y el Blu-ray que parece destinado a sustituir el sistema actual, aunque este último aún resiste con aparente buena salud. Y resiste por varios factores. El primero consiste en que quizás no existe el mismo salto de calidad que cuando el dvd sustituyó al VHS. El segundo factor a tener en cuenta es el precio de una película en Blu-ray, algo más elevado que el dvd, aunque este aspecto se subsanará cuando se masifique la fabricación. El último aspecto que condiciona el éxito de este disco es el conocido "efecto judder", o si quieren lo pueden definir como efecto judas. Pero ¿qué es esto?. Pues una tontería de grandes dimensiones o el invento de algún ingeniero, aburrido en un despacho, escondido en la última planta de una empresa de últimas tecnologías. Resulta que una película convencional utiliza 24 fotogramas por segundo y el formato televisivo que hemos disfrutado, hasta ahora, 25. Jamás me ha molestado tal diferencia, entre otras cosas, porque es inapreciable y, en todo caso, como mal menor, lo único reprochable es que veíamos la imagen con mayor fluidez. Entonces se le ocurrió a algún listillo que la mejor forma de ser fieles al concepto original de una película, consitía en quitar al formato televisivo un fotograma. El resultado es el temido efecto Judder, que consiste en un pequeño salto o ralentización muy visible en las escenas de mucha acción o en los movimientos panorámicos de la cámara. Antes el fotograma de más era inapreciable y, sin embargo, ahora, el de menos, es bastante molesto, haciendo insufrible el visionado de una película, y si ésta es de acción representa un auténtico calvario. No obstante, los televisores de última generación parece que han solventado el problema, aunque yo no me fiaría en demasía, pues se ha entrado en una espiral de crear y solucionar problemas sin saber cual de las dos actitudes tiene preferencia.

Tenemos que añadir también el esfuerzo de los cinéfilos al renovar su videoteca de VHS por dvd, y lo tranquilizador que ha resultado ser que el reproductor de Blu-ray sea capaz de leer estos últimos, pues hubiera sido ya un esfuerzo titánico volver a poner al día los títulos ya consolidados, como definitivos, en nuestras respectivas estanterías. Las grandes pantallas de Plasma o LCD, unidos a la alta definición y a los sistemas de Home-cinema, nos han traído la experiencia más cercana al cine que, hasta ahora, se ha podido disfrutar, pero todas las tecnologías son superadas y tarde o temprano todos estos sistemas acabaran en el trastero, como el Cinexin que nunca tuve.

domingo, 13 de diciembre de 2009

WILLIAM WYLER, EL MAESTRO SIN ESTILO

Se suele decir hasta el hastío más tedioso, sobre todo en ambientes académicamente presuntuosos, que William Wyler no tenía un estilo definido, y que era capaz de abordar cualquier genero sin imprimir un sello personal. Esta idea que estaba bastante extendida entre una parte considerable de la critica francesa, no deja de ser tan insustancial como errónea. Lejos de tales afirmaciones, lo cierto es que Wyler era capaz de filmar desde un drama hasta un western, con el mismo oficio y sabiduría que los grandes especialistas. Nadie como el supo sacar momentos memorables a las grandes estrellas que poblaron su filmografía.
En “Cumbres Borrascosas” se respira con intensidad todo el impulso romántico de la novela de Emily Bronté y nos ofrece unas magníficas interpretaciones tanto en sus principales papeles como en los secundarios . El páramo, rodado en estudio, se respira y crea una atmósfera onírica de indudable belleza. Exageradamente arrebatadora como el romanticismo al que define y moldea hasta sus ultimas consecuencias. En un almuerzo con David Niven, el actor, que no quería el papel de Edgar por considerarlo pusilánime, le soltó a bocajarro a Wyler lo siguiente: "De verdad, Willy, yo te quiero, me encanta estar contigo, pero fui desgraciadísimo trabajando para ti en Desengaño. No podría volver a hacerlo. Trabajando eres un hijo de puta".Sus adaptaciones cinematográficas de obras de teatro son algo más que simples puestas en escena, y anticipa lo que después realizarían directores procedentes del mundo televisivo como Sydney Lumet, John Frankenheimer o Robert Mulligan. Tanto en “Calle sin salida” como en “Brigada 21” la dirección es impecable, sobre todo en esta ultima donde la cámara se integra a la perfección en el limitado escenario de una comisaría de policía, de nuevo con un plantel de excelentes actores de carácter y con un Kirk Douglas cuyo papel le viene a la medida.
Wyler abordó de forma magistral el western, con dos películas realmente espléndidas. En “El forastero” el duelo interpretativo entre Gary Cooper y Walter Brennan resulta más que interesante y sus matices cercanos a la comedía, inspiradamente socarrona, nos ofrece a la vez un tono suficientemente intenso. Años después se nos ofrecería una nueva aproximación a la misma historia en “El juez y la horca” de John Huston, cuyo lastre podía ser su desmedida excentricidad. “Horizontes de Grandeza” comienza con una rueda de carromato girando, acompañada de la vigorosa música de Jerome Moross, que nos traslada a una buena historia, tópica por otra parte, la enemistad visceral de dos rancheros, pero a la vez original. Y lo es en cuanto al carácter de los personajes, casi todos con una doble lectura. Gregory Peck interpreta a un caballero del este que oculta un gran valor bajo una capa de aparente cobardía. Charles Bickford es el un terrateniente con gran posición social y prestigio que en el fondo se mueve por impulsos muy próximos a la crueldad y la violencia. Burl Ives, por el contrario, es rudo y no pertenece al mundo social de Bickford y, sin embargo, destila más honestidad que este. En una escena memorable, irrumpe en una fiesta de su enemigo irreconciliable, en un plano secuencia que después retomaría Clint Eastwood en “Sin perdón” cuando sorprende en la escena final a todos los que quieren acabar con el, anticipándose de forma despiadada. Ese plano de espaldas, y con el rifle en la mano, ya lo había filmado antes de forma muy similar Wyler. El capataz, interpretado por Charlton Heston, que tiene un carácter servil respecto a su patrón, Charles Bickford, y desafiante hacia Peck, se nos desvela de forma muy distinta conforme los acontecimientos evolucionan y nos regala otra escena impagable, cuando al final decide no acompañar a Bickford en una incursión temeraria que roza el suicidio y, arrepentido cabalga en compañía de sus hombres junto al solitario jinete que se encamina hacia la inmolación. No podemos olvidarnos tampoco de la enamorada y caprichosa Carroll Baker, la prometida de Gregory Peck, a la que Heston dedica unas miradas de lo más reveladoras y, por supuesto, a la bellísima y siempre interesante Jean Simmons en su papel de Julia Maragon. Un personaje magnífico que encarna al hijo de Burl Ives, es el interpretado por Chuck Connors. Provocador, zafio y cobarde, es todo un acierto en la película sobre todo en la escena de su particular duelo con Gregory Peck.
Wyler siempre supo sacar el mejor rendimiento a sus actores y, aunque tuvo fama de tirano, era capaz de ofrecer actuaciones antológicas de cada uno de ellos. Su relación con Bette Davis entra ya en el mundo de lo legendario. Sus enfrentamientos siempre llegaban a buen puerto, tal como lo demuestran títulos míticos como "La carta" o "La loba" y sobre todo "Jezabel" y la capacidad asombrosa de mostrar un vestido en color granate en un baile, cuando visionamos una película en blanco y negro. En 1946 nos regaló la que, para mi, es la mejor película de su extensa filmografía y una obra maestra de todos los tiempos como fue "Los mejores años de nuestra vida". Trabajo honesto y sensible de un cineasta que, a su paso por el ejército durante la segunda guerra mundial, quiso plasmar en la gran pantalla la difícil adaptación de tres veteranos que regresan del frente, marcados ya para siempre por el devenir del conflicto bélico. Todos los actores están absolutamente inconmensurables, Dana Andrews, Frederic March, Myrna Loy, Harold Russell, Teresa Wright y Virginia Mayo. Película dotada de grandes momentos que emocionan de forma directa y de grandes miradas que, sin el empleo de la palabra, transmiten toda una suerte de sentimientos, tal y como lo podemos observar en las que se dirigen Dana Andrews y Teresa Wright en una de las escenas finales. La iluminación de los rostros, sobre todo del elenco femenino, es de una emotividad que conmueve de la forma que el cine clásico solo podía hacer. Mención especial para la fotografía de Gregg Toland, quien por sí mismo merecería capítulo aparte por su aportación magistral al séptimo arte.
En el terreno del llamado cine histórico, Wyler también se manifestó de forma espectacular con "Ben-Hur" , film que supo expresar como nadie la grandeza de Cristo, sin necesidad de mostrar su rostro, siempre de espaldas a la cámara pero con el estremecimiento de una figura carismática de trascendencia de sobra conocida. Cine de acción, las carreras de cuadrigas, e intimista, su relación amor-odio hacia Mesala, la pasión expresada a la esclava y la lealtad y amistad del padre, y también la relación de respeto filial dirigida a Quinto Arrio tras salvarle la vida. Otra muestra del carácter de Wyler salió a la palestra, cuando, frente a la actitud pasiva y poco profesional de Charlton Heston, le realizó una visita a su remolque y le hizo hincapié en el magnífico trabajo que estaba realizando su compañero de rodaje Hugh Griffith (el personaje del Jeque Ilderim), tras lo cual Heston reaccionó de forma profesional, ofreciendo una de sus mejores interpretaciones.
Adaptándose a los nuevos tiempos, Wyler fue capaz de dar una lección de cine en "El Coleccionista", sobre todo a los representantes de la Nouvelle Vague francesa, entre ellos el crítico fundador de "Cahiers du Cinemá" André Bazin y su famosa referencia al director cuando dijo: "Su estilo es no tener estilo". Pero no solo los críticos franceses despreciaron a William Wyler, el mismo Orson Welles contribuyó a ello al tratarlo simplemente como artesano de grandes producciones y David Thompson dijo lo siguiente: "Wyler no tiene personalidad cinemática ni intereses temáticos constantes ni un estilo propio en el lenguaje de la cámara. Sus films se plantean como simples presupuestos. La pulcritud y el equilibrio sustituyen a la profundidad. Hay ausencia total de preocupación temática o formal". Pero, para la posteridad y como legado de la esencia misma del cine han quedado, entre otras: El coleccionista, La calumnia, Ben-Hur, Horizontes de Grandeza, La gran prueba, Horas desesperadas, Brigada 21, La heredera, Los mejores años de nuestra vida, La señora Miniver, La loba, El forastero, Cumbres borrascosas, Callejón sin salida o Jezabel. Y no hay nada más que decir.

lunes, 7 de diciembre de 2009

SUPERHEROES, CAMARA Y ACCION

El cine, siempre buscando nuevas ideas, ha encontrado en el mundo del cómic un auténtico filón de donde extraer las suficientes dosis de interés para lograr mantener la taquilla. Se trata de un auténtico fenómeno de vampirización, en el que ambas partes se han beneficiado de modo simbiótico, pués tanto uno como otro se han visto influenciado en estilos y formas. Las adaptaciones del comic al cine no han sido un camino fácil, y es ahora, con los últimos avances en efectos especiales, cuando han caído las barreras que suponían ciertas aplicaciones. Retos que han sido desafiados, entre otras cosas, porque han superado un problema fundamental. Y es que lo que en papel resultaba eficiente, una vez trasladado a la gran pantalla, podría ser altamente ridículo, tal como podemos constatar si recordamos las incursiones televisivas de Superman, Batman o Spìderman. A continuación procederé a comentar aquellas adaptaciones a la gran pantalla que me parecen las más interesantes.


SUPERMAN: La primera adaptación seria de este superhéroe se realizó en 1.978 y fue dirigida por el eficiente Richard Donner, con guión, entre otros, de Mario Puzo y con la inconfundible música de John Williams. Con una factura impecable y con unos efectos especiales, ahora caducos, pero entonces bastante decentes, la película es eficiente en cuando explica los antecedentes del héroe pero decae en su enfrentamiento con su archi-enémigo Lex Luthor, debido al excesivo tono de humor con el que se le acredita. Superman II, dirigida por Richard Lester, fue otra cosa distinta y por fin pudimos ver a unos enemigos con la suficiente entidad como para ofrecer un espectáculo digno y equilibrado. Superman III y IV fueron dos bodrios infumables, la primera por agotamiento del personaje y la segunda por falta de presupuesto, ya que entró en la categoría de una serie B, al ser producida, no ya por los hermanos Salkind, sino por Cannon Group. Hasta el año 2006 no volvió a retomarse al personaje, y esta vez ya en plena vorágine del cine de superhéroes, se pudo contar con unos grandes efectos especiales y con un director, Bryan Singer, que había demostrado su buen hacer con X-Men. Pero, en mi opinión, el resultado es fallido, entre otras cosas, porque carece de la suficiente tensión narrativa para mantenernos medianamente interesados, ofreciéndonos un film anodino y vacuo.

BATMAN: La primera irrupción de entidad corresponde al año 1989, y de la mano del peculiar director Tim Burton se nos ofrece una muy buena película, con magníficos decorados y actuaciones más que aceptables, sobre todo la de un Jack Nicholson en su salsa, un Michael Keaton que da el tipo, aunque a priori no fuera el más indicado para ese papel, y una Kim Basinger que mantiene su atractivo habitual. Burton repite dirección en "Batman vuelve", con Danny DeVito y Michelle Pfeiffer como novedades en el reparto, pero el desmedido espectáculo de gran guiñol se come la película, y lo que queda del personaje principal es casi secundario, no gustando en demasía a los aficionados al genero que veían como el Señor de la Noche era engullido por la mascarada más surrealista. El recambio vino de la mano de Joel Schumacher que con "Batman Forever" cambió el rumbo sombrío y carnavalesco de Burton por un tono más colorista y espectacular. Tras la máscara un correcto Val Kilmer al que acompañan una bellísima Nicole Kidman y, unos pasados de rosca, Tommy Lee Jones y Jim Carrey. Aparece Robin, encarnado por Chris O´Donnell, y el film aunque no es una gran obra se mantiene a pesar de los excesos. Pero en la segunda entrega, "Batman y Robin", firmada por Schumacher todo se desmadra hacia el desastre. Protagonizada por George Clooney, todos los actores estan absolutamente horrendos, incluida una muy poco favorecida Uma Thurman, salvándose únicamente Arnold Schwarzenegger, cuyo personaje arranca algo de dignidad a esta aberración hortera y, francamente, estúpida. El personaje parecía ya agotado y amortizado, hasta que en el 2005 un seísmo de proporciones épicas golpeó nuestros sentidos, obsequiándonos "Batman Begins" de Christopher Nolan. Christian Bale compone un magnífico Batman, lleno de profundidad y complejidad, pero es que, además, en el reparto están, nada más y nada menos, que Liam Neeson, Michael Caine, Morgan Freeman, Rutger Hauer y Gary Oldman, todos ellos perfectos en sus respectivos papeles. Toda la seriedad arrebatada al superhéroe era restaurada con creces, y parecía difícil que el nivel pudiera mantenerse, pero tres años después, llegó la que, en mi modesto parecer, es la obra maestra del género: "El Caballero Oscuro". Repetían los principales actores, pero jamás olvidaremos la insuperable actuación del desaparecido Heath Ledger, interpretando un Joker quintaesencia de la locura, cuya interpretación merece algo más que el Óscar ganado a título póstumo. No olvidaremos tampoco el gran final de la película que raya en la más absoluta grandeza.

X-MEN: El joven director Bryan Singer había dirigido la muy interesante "Sospechosos habituales" y ofrecía, pues, todas las garantías para llevar a la gran pantalla los personajes de X-Men, en España conocidos como Patrulla X. Y la verdad es que, después de tanta mascarada bufonesca ofrecida por el Batman de Schumacher, el film de Singer era otra cosa muy distinta, tal como lo anticipa el comienzo con el telón de fondo de un campo de concentración nazi y los judíos camino del exterminio, bajo una espesa lluvia. Con un reparto muy interesante, con Patrick Stewart e Ian McKellen como Charles Xavier y Magneto respectivamente, el tratamiento es de una seriedad apropiada y que pedía a gritos el mundo del cómic. Especialmente acertada fue la elección de Hugh Jackman como Lobezno, que aporta el carisma requerido para un superhéroe ya legendario. X-Men 2 nos ofrecía los mismos registros de calidad que su antecesora, y nos mostraba otra interpretación interesante por parte de Alan Cumming y su papel de Rondador Nocturno. Las chicas, Halle Berry, Anna Paquin, Rebecca Romijn-Stamos y Framke Janssen, tienen el suficiente peso específico y atractivo como para merecer una mención especial. Con "X-Men , la decisión final" sucede un aspecto contradictorio. El argumento toma giros de gran importancia que afectará al futuro de la saga, pero a pesar del desafiante reto asumido, la dirección no es tan impecable, pues ya no está tras la cámara Bryan Singer.
SPIDERMAN: Tras el proyecto fallido de James Cameron, será el realizador especialista en cine de terror, Sam Raimi el que traslade a la gran pantalla uno de los buques insignia de Marvel. Aunque la idea de que Tobey Maquire se enfundara el traje azul y rojo no entusiasmaba a muchos, lo cierto es que es un actor que, a pesar de su juventud, da cierto brillo a sus interpretaciones. Willem Dafoe da carácter en su interpretación del Duende Verde y Kirsten Dunst convence a medias en su papel de Mary Jane. La película es correcta en su ejecución y satisface a los más escépticos, pero no se comprende como se lleva al celuloide una historia que, en el cómic, no sólo se lleva por delante la vida del Duendecillo Verde, sino también de la novia de Peter Parker, aspecto que aquí se modifica, hasta tal punto, que se prescinde del personaje de Gwen Stacy y se sustituye por el de Mary Jane. Quizás fuera demasiado pronto para dar muerte a alguien tan importante en la primera película, pero lo cierto es que el argumento original era lo bastante interesante como para afrontarlo en una nueva entrega. Spiderman 2 es, sin duda, la mejor de la trilogía, y cuenta con el mismo reparto, solo que el villano es esta vez el Doctor Octopus, muy bien interpretado por Alfred Molina. El trepamuros y sus dilemas están sabiamente tratados, las peleas son magníficas y cuenta con el único inconveniente, también presente en las otras entregas, de quitarle la máscara a Spiderman a las primeras de cambio. Esta manía obsesiva por desenmascarar al superhéroe saca de sus casillas a los más puritas, porque tradicionalmente el personaje siempre se esmera para que nadie sepa jamás su identidad. Spiderman 3, aunque de una realización espléndida, es un batiburrillo argumental de Sam Raimi, que, con la justificación de que ésta sería su última entrega, quería meter en la misma demasiadas tramas y subtramas. De esta manera, se despacha al super-villano Venon, lo suficientemente interesante como para darle más cancha, y se nos ofrece un Spiderman vitoreado y homenajeado por los habitantes de New York, algo opuesto a la personalidad que nos ocupa.

HULK: El hecho de que Ang Lee fuera el encargado de trasladar a la gran pantalla un personaje como el que ahora nos ocupa, no parece, desde luego, lo más apropiado. Y es que la profunda complejidad psicológica, con la que impregna el film, pesa sobre su desarrollo de forma mortecina. No hay demasiadas escenas de acción y los orígenes del gigante verde son explicados con una complejidad no siempre justificable. Eric Bana en su papel protagonista no destaca ni para bien ni para mal, y Nick Nolte interpreta con su personalidad habitual, que, en algunos casos, resulta algo cansina. El experimento resultó fallido y en la segunda entrega, con Louis Leterrier de director, se optó por un espectáculo más acorde con el personaje y, sobre todo, con un enemigo a la altura como es el de Abominación. Edward Norton realiza un buen trabajo como Bruce Banner, dando todo el conjunto la sensación de mayor cohesión.



IRON MAN: El estreno de esta película y de la calidad que aportaba al genero fue toda una sorpresa. No se esperaba demasiado y, el producto final ofrecido, destilaba honestidad y seriedad. Para colmo, si el personaje principal era interpretado por Robert Downey Jr, ya nos podíamos dar por satisfechos, pues aporta la cantidad necesaria de humor y cinismo. Buenos efectos especiales y excelente diseño del superhéroe. Todo lo contrario fue EL MOTORISTA FANTASMA, film no demasiado brillante que se disuelve como el azúcar en una taza de té hirviendo, pero sin embargo aporta lo espectacular de sus personajes. La escena del jinete fantasma y del motorista cruzando el desierto es realmente brillante
HELLBOY: Guillermo del Toro es un director con una trayectoria más
que interesante y, desde luego, era una apuesta fiable para llevar a la gran pantalla Hellboy. Y efectivamente lo fue, pues el film es original e interesante a partes iguales, ofreciéndonos un magnífico entretenimiento con un actor como Ron Perlman que, sin duda, es Hellboy. La secuela que nos llegó en el 2008 había bajado algo el pistón y se notaba, en demasía, la influencia del Laberinto del Fauno, película que había rodado Del Toro dos años antes. SPAWN era también un personaje surgido del infierno, aunque creado por Todd McFarlene, dibujante que se había formado en Marvel. Y es, en ese infierno, donde debió quedar esta producción dirigida por un mediocre Mark A.Z.Dippé, porque es un claro ejemplo de como desperdiciar una buena idea y unos buenos efectos especiales, sacrificándolos al ridículo más absoluto. Los malvados son tan insoportables como sus propias interpretaciones, y John Lequizamo debería de haberse retirado de la vida pública por su nefasto papel de payaso-demonio

LOS CUATRO FANTÁSTICOS: Poco debemos decir de esta producción que no es ni mala ni buena, ni entretenida ni aburrida, es simplemente inocua, destacando solo por el atractivo de Jessica Alba y del único personaje con algo de carisma como es el de La Cosa. WATCHMEN es la antítesis por su densidad y complejidad dramática, que requiere varios visionados para abarcarla en toda sus implicaciones socio-políticas. Aquí los héroes no lo son tanto y, en algunas ocasiones, expresan su ambigüedad de forma violenta y malsana. Un ejercicio de estilismo y profundidad dirigido por Zack Snyder, que ya había mostrado su talento con "El amanecer de los muertos" y "300".
En definitiva, el cine de Superhéroes, ha entrado por la puerta grande, tal y como lo demuestra la larga lista de directores y actores de prestigio que han intervenido en este género, que, por otra, parte representa un filón que no se había explotado como hasta ahora. Puede ser una fuente de inspiración para un séptimo arte falto de ideas originales. Algunas producciones han quedado en el tintero, como Blade, film de máximo entretenimiento, o como V de Vendetta, extraordinario ejercicio de reflexión política, pero la mayoría han quedado reflejadas, aunque nunca es tarde para un segundo capítulo...

Por último, una magnífica noticia para todos los aficionados al género. Pedro Almodóvar ha realizado la siguiente declaración: "Nunca haré remakes, secuelas, precuelas ni películas de héroes, antihéroes o superhéroes."