martes, 30 de marzo de 2010

I ROBOT

C3PO Y R2D2: Icono indiscutible de la saga galáctica de George Lucas, representan la parte humoristica más sofisticada que la bufonada del personaje infográfico de Jar Jar Binks que vendría después. Inspirándose en la pareja cómica Stan Laurel y Hardy, ambos androides, uno de protocolo y otro técnico en reparaciones y navegación, muestran sus personalidades opuestas, descargando toda su ironía, sobre todo en la primera entrega de la saga. Recordar que C3PO en España tenía el mismo doblaje que Woody Allen, lo cual reforzaba su carácter neurótico y pusilánime.

T800: El Cyberdyne System T-8OO es un organismo cibernético con endoesqueleto de titanio y tungsteno, recubierto de tejido humano que funciona con una célula energética de 120 años de autonomía. Con capacidad de aprendizaje, esta cualidad fue restringida por su creador, el mega sistema Skynet para, de esta forma, controlar de forma férrea a sus robots ejecutores. Una vez que se desprende de su apariencia humana, se nos muestra el verdadero rostro que se esconde tras la máscara, que no es otro que el de mensajero de la muerte, una muerte en forma de esqueleto metálico que no siente ni dolor ni remordimientos.


SONNY: Lo que resulta inquietante de este organismo cibernético es su capacidad reflexiva y libre albedrío. Cuando el personaje de Will Smith le pregunta "¿Puedes componer una sinfonía?, ¿puedes convertir un lienzo en una hermosa obra de arte?", Sonny le contesta "¿puede usted?".El film de Alex Proyas está basado en los relatos de Isaac Asimov, concretamente en las tres leyes de la robótica:
-Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
-Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
-Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
La virtud de Sonny es que puede elegir libremente cumplirlas o no y su actitud, al final de la película, puede ser el inicio de una verdadera rebelión.

ROBOCOP: Restos biológicos humanos fusionados con un exoesqueleto de titanio, recubierto con kevlar, a prueba de balas, y armado con una pistola semiautomática modificada Beretta 93R, transformaron al oficial de policía Alex Murphy en un robot en la lucha contra el crimen organizado en el viejo Detroit. Con esta premisa compone el director Paul Verhoeven un futuro no muy lejano, en donde los cuerpos de seguridad pertenecen a una corporación privada llamada OCP (Omni Productos de Consumo). El tono irónico se funde con la violencia explícita en un relato que cuenta como un hombre sin identidad, transformado en una máquina, puede reconstruir su pasado en base a fragmentos de su memoria. Muy interesante el papel de Clarence Boddicker, el criminal en potencia, ejercido por un actor como Kurtwood Smith que físicamente no parecía el más indicado.

EL PISTOLERO: Un parque de atracciones, llamado Delos, sirve como distracción a los turistas que pueden enfrentarse a robots y vencerles en el lejano oeste, hasta que un fallo en el sistema hace que los androides actúen por su cuenta y ya no se dejen matar, sino al contrario, ahora son ellos quienes dictan las normas, sobre todo un pistolero, recreación de Yul Brynner que retoma la apariencia de su personaje en "Los 7 magníficos" y que será un asesino implacable. Este es el interesante argumento de "Almas de metal", dirigida por el afamado escritor Michael Crichton en el año 1973.

ROBBY: El robot de "Planeta Prohibído" era manejado por un actor que llevaba un traje mecánico de 2,18 metros de altura y, además de poseer una gran fuerza, tenía la habilidad de fabricar gran diversidad de objetos. Fue protagonista de otros largometrajes y tuvo su pequeño momento de gloria en televisión, pero, sin duda, siempre recordaremos su participación en el film "Planeta Prohíbido", que, entre otras cosas, representa un salto cualitativo en el género de ciencia-ficción, en una historia inspirada en "La tempestad" de Shakespeare. Asistimos al enfrentamiento entre la técnica y los fantasmas del subconsciente, los mismos que hicieron desaparecer, en una sola noche, a la civilización de los Krell, justamente cuando habían alcanzado la perfección.

ASH: "Aún no habéis comprendido a qué os enfrentáis. Un perfecto organismo. Su perfección estructural sólo está igualada por su hostilidad. Yo admiro su pureza, es un superviviente al que no afecta la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad... No tenéis ninguna posibilidad, pero... contáis con mi simpatía." Estas desalentadoras palabras son las que el robot Ash, o persona sintética, dirige a los últimos supervivientes de la nave Nostromo en "Alien, el octavo pasajero"; claro que la contestación que obtienen por parte de Parker, el personaje interpretado por Yaphet Kotto, son bastante meridianas: "¡Desconecta esa puta mierda!".

WALL-E: En una Tierra abandonada por los seres humanos, debido al alto índice de desechos acumulados que la han vuelto poco recomendable, un batallon de pequeños robots de limpieza se dedica a compactar basura para restaurar el equilibrio en el planeta. Los años han pasado y el único robot que se mantiene aún en activo es Wall-e, que parece que ha desarrollado una personalidad propia, sensible y emotiva. Pixar da toda una lección de cine, sobre todo en la primera mitad de la película, donde sin la necesidad de diálogos se nos muestra toda una serie de impulsos emocionales a través de los ojos de nuestro pequeño amigo. La aparición de Eve, una robot exploradora hace que Wall-e experimente el verdadero amor. Especialmente emocionante es la escena que ambos robots contemplan la película "Hello Dolly", y el pequeño compactador de basura acerca su mano a su compañera cibernética.

MARIA: En un mundo dividido en dos partes irreconciliables, los obreros y la clase dominante, se fabrica un robot con la intención de suplantar a una mujer líder que puede cambiar el mundo. Moraleja de como la tecnología sin conciencia puede manipular el destino. María fue uno de los primeros robots del cine y se lo debemos al maestro Fritz Lang y a una película adelantada a su tiempo.: "Metrópolis".

GORT: Guardián de la paz, centinela perenne que vigila, ese es el presente otorgado por Klaatu, un extraterrestre preocupado por el clima de tensión bélica en pleno auge de la era nuclear. Cuando en la guerra fría, el cine intentaba advertirnos sobre el peligro del comunismo y la desconfianza se reproducía de forma vertiginosa, Robert Wise nos ofreció un argumento que nos señalaba de forma inequívoca el peligro de una guerra de consecuencias devastadoras. En nuestra memoria siempre quedará la famosa frase "Klaatu barada nikto" que servía para detener el afán destructor del robot Gort. Años después, San Raimi, rescataría esas mismas palabras para recitar un conjuro mágico en la película "El ejército de las tinieblas".


MOTOKO KUSANAGI: En el siglo XXI la Mayor Kusanagi, un cyborg con cerebro humano y cuerpo artificial, a cargo de la Sección Policial, investiga los hechos delictivos perpetrados por un delincuente cibernético llamado el "maestro de las marionetas", que en el fondo no es nada más y nada menos que todo un cumulo de conocimiento informático que ha tomado consciencia de si mismo y busca la forma de materializarse en un cuerpo físico. Este es el argumento de "Ghost in the Shell" del director Kokaku Kidotai que, por sus complicadas reflexiones metafísicas, requiere más de un visionado, para su correcta comprensión.


lunes, 29 de marzo de 2010

EL CINE Y LA PASION DE CRISTO


El cine encontró en la historia de Jesucristo suficientes dosis de interés, como para intentar componer su imagen de múltiple formas y maneras, sin embargo solo unos cuantos actores elegidos han permanecido en nuestra memoria.

JESÚS DE NAZARET (1977-Franco Zeffirelli): El actor, casi desconocido, Robert Powell encarnó a un mesías sacado de la imagen más tradicional que nos ha llegado hasta nuestros días. Su mirada magnética nos atrae y nos hace pensar que el auténtico Jesús debió de poseer una parecida. Película maltratada por la crítica, pero que en mi opinión cuenta con unas excelentes interpretaciones, a cargo de un elenco de actores de primer orden: Anne Bancroft, James Mason, Rod Steiger, Peter Ustinov, Laurence Olivier, Claudia Cardinale, Ralph Richardson, Anthony Quinn... Por cierto, la interpretación que Rod Steiger hace de Poncio Pilato es una de las mejores que se recuerdan.

LA PASIÓN DE CRISTO (2004-Mel Gibson): Acusada por algunos como una muestra innecesaria de cine gore, lo cierto es que nadie ha podido poner pega alguna a la factura impecable de este film, ciertamente duro, a veces de una crueldad insoportable, con un James Caviezel, que a pesar del sufrimiento extremo, es capaz de un par de pinceladas de humor, algo no demasiado habitual en el género.

LA ULTIMA TENTACION DE CRISTO (1988-Martin Scorsese): Nunca comprendí la encendida polémica que este film levantó en sectores muy católicos, pues lo que se narra es en realidad una tentación hipotética que no se llega a consumar. Willem Dafoe compone un Jesucristo humano y reflexivo.

BEN-HUR (1959-William Wyler): La figura del mesías aparece aquí siempre de espaldas a la cámara y obtenemos la grandeza que inspira, a través del gesto de los que lo observan, ya sea para recibir ayuda incondicional o para contemplar su calvario.

EL EVANGELIO SEGUN SAN MATEO (1964-Pier Paolo Pasolini): Un actor aficionado, Enrique Irazoqui, dio vida a esta neorrealista visión de un Jesucristo de aspecto tosco y poco carisma, pero que, tras un sereno visionado, se descubre más atrayente de lo que un principio nos pudiera parecer.

LA HISTORIA MAS GRANDE JAMAS CONTADA (1965-George Stevens): Max von Sydow da vida a un Jesucristo de visión pesimista en un entorno más parecido al de un western que a una película de corte religioso. Se potencia el lado divino del enviado en perjuicio de su humanidad que aparece distante y fría.

REY DE REYES (1961-Nicholas Ray): Con un actor ciertamente mediocre como Jeffrey Hunter, Ray, no obstante, nos ofreció su buen hacer en un film que pretende potenciar el lado irrefrenable del mensaje de Jesucristo.

JESUCRISTO SUPERSTAR (1973-Norman Jewison): Andrew Lloyd Webber nos ofreció, en forma de musical, su visión de los evangelios, visión, por otra parte, bastante respetuosa y nos regaló canciones ya inmortales sobre la figura del nazareno. La estética del film y su puesta en escena han quedado muy perjudicadas por el tiempo, y ese tono de contracultura Hippie absolutamente desfasado. ¿Alguien se atrevería a realizar un remake con una puesta al día?.

viernes, 26 de marzo de 2010

INES Y SU MUNDO INTERIOR

Hoy me van a permitir una licencia ,aunque el relato que les voy a contar les ponga en fuera de juego, tómenselo como un divertimento, una pausa entre la supuesta seriedad de este blog...

"Es inquieta y en la asamblea se distrae fácilmente, está pensando en sus cosas, en su mundo y no presta atención. Da la sensación que viene cansada o con sueño." Con estas palabras definía a Inés su seño del cole, pero es fácil comprender su comportamiento, ya que Inés, también conocida como monita o Inés por Dios, es una princesa rosa, en un castillo rosa, lleno de flores rosas, e ignoro ya si el príncipe  será   también rosa, o por fortuna ostentará un color más apropiado. Monita, además tiene una obsesión que no es otra que la disfrazarse continuamente, ya sea de princesa, de novia o de pastora, lo cual quiere decir un par de cosas, o bien su futuro se encamina a la profesión de agente secreto tipo Mortadelo, o quizás escoja ser una corista de prestigio, de las que se cambian la indumentaria entre acto y acto. Tampoco estoy muy seguro de sus aspiraciones, pues demuestra especial interés en la medicina, tal y como lo muestra su empecinamiento en realizar reconocimientos médicos a diestro y siniestro. Además, como paciente no tiene precio, pues permanece en un estado de serenidad ciertamente envidiable cuando acude al pediatra o a urgencias, debido a alguna fiebre pasajera, o como sucedió en una ocasión, cuando tuvieron que darle tres puntos en la cabeza y no derramó ni una sola lágrima. Supongo que es dura como el pedernal, porque cuando acude a su vacunación, entra y sale con la misma dignidad de quien sabe que pertenece a otra estirpe, mientras los niños que esperan su turno la miran con un medio gesto de mieditis-aguditis y otro medio de envidia cochina.
Aquellos famosos puntos fueron el resultado de una caída contra el canto de una puerta y es que, Inés, tiene otra afición desproporcionada, que no es otra que la de saltimbanqui y corredora de fondo. Entre sus habilidades se encuentran los saltos sin sentido, las volteretas alocadas, el impulso desmelenado desde un sofá, y una tendencia desmedida a correr, delante de sus progenitores, en distancias cercanas a la Maratón de New York o a la San Silvestre vallecana. Si ustedes ven alguna vez a unos pobres padres corriendo, desesperadamente, detrás de un pequeño mico, que ríe a carcajadas, sin duda la que corre, que se las pela, es Inés.
Dado su rasgo polifacético, cercano a un Leonardo Da Vinci, también tiene la habilidad de la interpretación, mostrada en infinidad de actuaciones teatrales improvisadas, teniendo como partenaires a alguna pobre muñeca, que no ha podido escapar a tiempo, o a los clics de playmobil, incapaces de correr medianamente bien, y que son sometidos a representaciones de auténticos dramas en los que la susodicha declama en voz alta, pidiendo ayuda para alguna desgracia o peligro e involucrando, casi siempre, a la policía de Connecticut, que no me pregunté por qué, pero ella asegura, que los cuerpos nacionales de seguridad son habitantes incondicionales de este estado localizado en la región de Nueva Inglaterra (USA). La primera vez que tuvo ocasión de disfrazarse de novia, su gesto melancólico, impactó de tal manera que pudo haber sido nominada a los Óscar, o por lo menos a un Goya.
Es aficionada al cine de terror, aunque la mezcla de miedo y fascinación que tal género le produce no le permite ver las películas al completo, pues se esconde y aparece según la tensión del momento. No obstante, su frase más repetida es "quiero ver dibujos en mi cuarto", y cuando lo pide, lo hace con la misma urgencia de quien va a realizar una operación a corazón abierto, o de quien pretende apagar el incendio del Coloso en llamas. Tiene obsesión por los monstruos, especialmente por el de los ojos saltarones, habitante de la cochera, sin cuya valiosa colaboración sería imposible que Inés saliera del coche cada vez que venimos de la calle. Porque otra cosa que define a Inés son sus famosas sentadas, que ya quisieran los anti-globalización, que consisten en "no me voy del parque", "no salgo del coche", "no entro en la ducha", "no salgo de la ducha", "no me quiero acostar" o "no me quiero despertar de la siesta".
La alimentación de monita consiste principalmente en la ingesta masiva de tortillas francesas, mucho pan y algo de pepi-cola. Come a diario en el cole, pero cuando sus papas la recogen y se sientan a la mesa de casita para menear el bigote, ella, cual pajarito cojonero, se sube al sofá o a la silla y picotea indiscriminadamente, siempre que no sea pescado o garbanzos. Tiene también la curiosa costumbre de realizar una especie de pista americana a lo largo del camino, que va del cole a su casa, consistente en saltar los bancos que encuentra a su paso, subida y bajada reiterativa de los mismos escalones, y sprint final hasta llegar hasta la puerta de su casita. Le gusta la lucha libre, y cuando le dice a su papi "vamos a duchar", o sea vamos a luchar, este se prepara para recibir un duro castigo, que ya pueden ustedes reírse del pressing catch.
A Inés le gustan los cuentos, los mapas, y acostarse muy tarde, hasta que su cuerpo no aguanta más y se acurruca junto a mamá, hasta que los párpados se cierran, abatidos por un día pleno de actividades. Tiene tendencia a levantarse a medianoche y trasladarse desde su cama hasta la de su mami. Alguna vez, me la he cruzado por el pasillo a eso de la tantas de la madrugada, mientras mascullaba algo referente a un ataque inminente de los marcianos o de vaya a saber usted de qué. Fue una consumada usuaria del chupete que, por imposición médica, se le retiró sin terapia previa, lo que provocó un síntoma de abstinencia de lo más virulento.
Monita es una aficionada a empuñar un micrófono y cantar a capela, le apasiona el baile y las piscinas azules, siente pasión por su abuela Tochi y por su prima, tiene un acuario con pececitos de colores y un lorito con muy mal carácter, le gusta dibujar y ayudar a poner la mesa. Esto es importante, porque a Inés le gusta hacer lo que tú haces, sea hacer la cama o montar un apartamento completo de Ikea. Cuando dice "¡yo payé, yo payé!", que en cristiano quiere decir "¡yo también, yo también!" significa que pretende participar en lo que se esté haciendo en ese momento, y no hay nada, en el universo conocido, que pueda impedirlo. Inés tiene casi cuatro años y mucho mundo interior, por eso no presta la suficiente atención en el cole. Inés es un hada rosa y también es el futuro.







LA IZQUIERDA Y SU REFUNDACION

No se alarmen, esto sigue siendo La Guarida del Eremita y, aunque me haya alejado momentáneamente de la temática habitual, entiéndase por los habituales referentes cinematográficos, el abordar otros temas corresponde a las malas artes a las que se refiere el título de este blog. Hablemos pues de política, ese intrincado arte de complicar la vida cotidiana, reglamentándola y encorsetándola de una forma inequívoca. Vaya por delante que, desde el hundimiento del bloque comunista, el fin de las ideologías se ha manifestado con una clarividencia más que obvia. En mi opinión, hoy solo existen buenos o malos gestores. No hay grandes diferencias entre la izquierda y la derecha y, salvo matices, los programas políticos no son ni revolucionarios ni involucionistas. La izquierda puede ser, en intenciones, de carácter más social, pero tampoco creamos que se puedan emprender reformas que llamen en exceso la atención y la derecha, por otra parte, puede considerarse más cercana a los poderes fácticos, pero al final puede ser un prejuicio más que una evidencia.
Hay ciertas cosas que mi mente no alcanza a comprender. No entiendo como hay algunas formas de ejercer la política que pertenecen a la izquierda y otras a la derecha, cuando en realidad algunas de ellas pertenecen al sentido común y las contrarias a la estupidez mental, vengan de la parte ideológica que vengan. La política conservadora ha ido acompañada, en general, por el poder religioso católico que ha sido su apoyo incondicional. La izquierda, aparentemente laica, se ha sentido huérfana de algún apoyo espiritual y se ha refugiado, como compensación, en brazos de una falsa intelectualidad formada principalmente por gente del cine y la música. Han sido, generalmente, colectivos muy combativos y han hecho de la calle su propio nicho ecológico. En la guerra de Irak se hicieron sentir de forma muy contundente y, eso, en el fondo no tiene nada de censurable, es un ejercicio más de libertad democrática, se esté o no de acuerdo con sus reivindicaciones. Lo malo de esto es que, bajo la supuesta imparcialidad, se oculta una trampa, por otra parte, incoherente. ¿Cuántas veces la izquierda se ha manifestado en contra de los regímenes totalitarios de derechas?. Ustedes dirán que en numerosas ocasiones, pero yo preguntaría: ¿cuándo la izquierda tradicional será capaz de arremeter, sin cortapisas de ninguna clase, contra las dictaduras llamadas revolucionarias o de influencia comunista?. Ignoro qué clase de impedimento pueden tener los partidos progresistas para mirar a otro lado cuando se trata de ejercer presión sobre estos, por otra parte ya escasos, sistemas totalitarios, pero lo cierto es que es una estrategia que solo puede satisfacer a unos pocos malintencionadamente despistados. Actualmente, en España, es de rabiosa actualidad las reacciones que algunos han tendido cuando nos ha llegado la noticia de la muerte en Cuba de Orlando Zapata, tras una huelga de hambre. Espectaculares han sido las manifestaciones de un actor español, Willy Toledo, que, aparte de creer a pies juntillas las acusaciones de un régimen totalitario sobre el preso político en cuestión, afirma la siguiente estupidez insoslayable: “Considero que el estado cubano, con sus miserias y sus grandezas, es un modelo a seguir en muchos aspectos.” No, señor Toledo, no y mil veces no, jamás hay que justificar, bajo ningún concepto, a cualquier sistema totalitario, sea de la ideología que sea. Es evidente que en cualquier dictadura, puedan existir aspectos positivos, algunos por inercia, pero no se pueden pagar a tan alto precio. No obstante, no solo existen estas absurdas reflexiones por parte del progresista de turno, hay también un soterrado y oscuro barómetro que dicta las normas de cómo enfrentarse, de forma global, a determinados estados. La derecha es muy dada a la no beligerancia de aquellos que son de su mismo palo. Basta con recordar la estrecha amistad, que llegaba hasta la náusea, de Margaret Thacher con Augusto Pinochet, el gran garante de los derechos humanos en el cono sur. Este comportamiento de la ex-primer ministra británica ha debido de ser determinante, para que la FAES de Aznar le haya concedido el premio de la libertad. Por otra parte, la postura de EEUU respecto a Cuba es sobradamente conocida y su bloqueo es más que un símbolo de prepotencia, en esta ocasión, contraproducente. Esta postura del gobierno norteamericano no ha servido prácticamente nada más que para reforzar el régimen de Castro y ayudar a incrementar la pobreza del país. No obstante no existe la misma vara de medir para China, entre otras cosas, porque es un mercando potencial de primer orden y donde hay negocio no hay cortapisas ni éticas ni, simplemente, humanas. La izquierda debe por lo tanto seguir su propio camino, y si tiene que dejar al margen a ciertos sectores acomodados, a los que le gusta jugar a las causas perdidas, no tendrá más remedio que hacerlo.
Una de las máximas de la izquierda española es impulsar una política educativa de buenas intenciones, pero, como se dice vulgarmente, el infierno está lleno de buenas intenciones. Tal desarrollo se basa en el hecho de que la educación debe ser obligatoria y, por lo tanto, la consecución de la misma debe llegar a la meta de la forma que sea. No obstante, no todos somos capaces de seguir un ritmo constante y del mismo nivel. Para corregir este problema, las administraciones socialistas han querido forzar la igualdad entre buenos y malos estudiantes, dándoles a estos últimos la posibilidad de pasar de curso, aunque sus notas académicas no lo recomendasen en absoluto. Esta actitud se basa en la bonhomía y la supuesta honradez del mal estudiante, que debe optar por la posibilidad de repetir curso o pasar al siguiente sin ningún tipo de lastre. Que el peso de la decisión recaiga sobre los padres tampoco parece una solución demasiado coherente, en un sistema educativo en el que los profesores han perdido su status y se enfrentan cotidianamente a unos progenitores que los ven como enemigos de sus hijos. Miren, yo nunca fui un estudiante brillante y el poco esfuerzo que realizaba por aprobar los exámenes, lo hubiera arrojado a la basura si me hubieran ofrecido la posibilidad de pasar de curso sin ningún tipo de problema. Creen ustedes, por ejemplo, que me hubiera pasado un verano entero estudiando matemáticas, intentando comprender la lógica del número e, si hubiera tenido la posibilidad de pasar de curso. Lamentablemente, los alumnos por falta de madurez y los padres por falta de responsabilidad anulan el bien intencionado concepto de tales iniciativas. Todo esto ha contribuido a empobrecer la enseñanza de forma preocupante, teniendo como daños colaterales a los alumnos, cada vez peor preparados y a los profesores, vilipendiados y maltratados hasta extremos intolerables. La educación franquista era de la misma rigidez que la vara que servía al maestro para infligir castigos desproporcionados al alumno. Hemos pasado de un extremo a otro sin emplear la lógica del término medio, y es momento de dejar las cosas en su lugar. Hay que devolver, de forma urgente, la autoridad al profesor, no una autoridad desmedida e injusta, sino ecuánime y vigilada. Hay que dar al alumno voz en las aulas y exigirle esfuerzo y dedicación, sabiendo, en todo momento, que sólo la obtención de buenos resultados les posibilitará el pase a un nivel superior. A los padres hay que inculcarles la responsabilidad inexorable de educar a los hijos en la valoración del esfuerzo, la empatía y otros conceptos cívicos que han sido abandonados a su suerte por una generación, que consideró que era más importante ejercer de amigo que de padre. La izquierda debe liberarse también del complejo que le supone impartir autoridad a quien debe, en este caso por la necesidad inherente de una tutela de quienes aún no están formados como plenos individuos. Sé que para algunos esto puede representar una suerte de autoritarismo, pero utilicen la lógica, no podemos obtener individuos libres y respetuosos de la sociedad si los abandonamos a su libre albedrío o ¿acaso la educación obligatoria es un concepto recesivo?.
Otro lastre de la izquierda democrática es su concepto timorato de la aplicación de la justicia. ¿Es progresista el uso de leyes laxas?. Sinceramente creo que no, y el hecho irrefutable de mostrar susodichas taras creo que se debe al complejo de un país que, durante cuarenta años, fue sometido a las leyes perversas de una dictadura de principios tan rígidos como el acero de una olla a presión. Esto ha tenido como consecuencia que en la aplicación de penas nos hayamos quedado cortos y que se pueda decir, sin tapujos, que en España sale a cuenta ejercer una carrera delictiva. Además en un país sometido a la presión terrorista, esto no ha hecho más que empeorar aún más las consecuencias, teniendo también como lastre una ley del menor que ha protegido a individuos con una carga criminal, en algunas ocasiones, insoportable. No tengamos miedo al manejo de la justicia con todas sus implicaciones y, sobre todo, no pensemos en ningún momento que tal decisión es propia de una ideología o de otra, sino más bien la consecuencia lógica de un sentido común que debe obligar a una sociedad a su propia protección. Protección, por otra parte, que no debe pasar por encima de las libertades ni de los derechos humanos. No creo que compaginar ambos conceptos sea una quimera imposible de alcanzar.
En España el PSOE tiene un problema añadido y es que en las comunidades autonómicas, especialmente las conocidas como históricas, el partido socialista es independiente y actúa como asociado de su matriz central. Esto que podría ser una ventaja, se convierte en un escollo importante, sobre todo en materia de soberanía y competencias. Es un riesgo ciertamente contrastado el hecho indiscutible que, en más de una ocasión, los intereses de unos y otros son contradictorios, dando la sensación de ser una asociación forzada por pura estrategia política. Sería bueno, pero poco probable, que el PSOE fuera capaz de presentar un partido único en todo el territorio nacional, dando cohesión a su política y evitando discordancias que fomentan la inseguridad.
No sé si se trata de una refundación en toda regla, pero es evidente que, para algunos, existen toda una serie de imposiciones caprichosas que hacen de la izquierda menos competitiva y, sobre todo, más ineficaz. Todo ese lastre que se ha convertido en una forma de entender la política, ha convertido el concepto de ser progresista en casi una broma. Hagamos pues un ejercicio de reflexión y concedamos a la política su virtud máxima, no la del arte de la complicación y el enredo, sino el de la utilización más simple del sentido común y la lógica.

jueves, 25 de marzo de 2010

EL ARTE DE LUIS ROYO


Una prueba irrefutable de que Teruel existe, es que en este lugar en concreto nació uno de los genios de la ilustración gráfica. Luis Royo tiene la capacidad innata de dibujar como los grandes maestros y sus obras plenas de mujeres sensuales y hermosas nos trasladan a un mundo post-apocalíptico lleno de sombras y de temores. Lástima que no se haya prodigado en el mundo de la historieta, aparte de sus trabajos iniciales, por cierto muy lejos de la calidad artística que Luis Royo atesora en sus manos. He aquí una muestra de su inmortal arte.



















lunes, 22 de marzo de 2010

FUTBOL VIRTUAL

Mi amigo y yo somos dos negados del fútbol. Eso no lo podemos discutir. Mis más lejanos recuerdos de la práctica de tal deporte, me trasladan hasta mi más tierna infancia, cuando en la calle de mi barrio todos los chavales jugábamos a darle patadas a un balón de plástico. Ya por entonces se veía a la legua que mis habilidades con el balón eran bastante limitadas, las más limitadas en un millón de kilómetros a la redonda. Por aquello de la tierna juventud y demás zarandajas, lo cierto es que tampoco llamaba la atención, era uno más de aquella algarabía. Incluso, una vez, fui el capitán de un equipo de fútbol. Cuando tenía aproximadamente 7 años la panda del barrio organizó un entramado deportivo, con dos equipos, el juvenil formado por los más mayores y el infantil, formado por mí y por otros negados del fútbol de mi edad. Con las abreviaturas de los nombres de nuestros colegios fue bautizado con el estrambótico nombre de “División Visma C.F.”. La imaginación infantil es capaz de cualquier cosa, y nosotros hablábamos de federarnos y otros sueños de altura que terminaron el día que fuimos a cierta compañía de bebidas para pedir equipaciones y nos corrieron a gorrazos. Nuestro historial fue bastante efímero y contamos como bagaje deportivo un único enfrentamiento con un grupo de salvajes de otro barrio y, por lo tanto, enemigos indiscutibles. Después se terminaron las vacaciones de verano y nunca más se supo de aquel legendario equipo.
En mi primera etapa de estudiante de bachillerato seguía pasando desapercibido, puesto que mi práctica del deporte rey se limitaba a unos simulacros de partidos, que consistían en echar un balón al patio de recreo y soltar a una marabunta de niñatos para que le atizaran al mismo sin orden ni concierto. El claustro de profesores observaba que mi técnica en el dominio del balompié era similar a mi trayectoria académica, con lo que decidieron expulsarme del centro. Al cambiar de instituto se aproximaba inexorablemente el momento en que se descubriría mi verdadera y trágica pericia. Los primeros días de clase en el nuevo centro, oía que, de vez en cuando, alguien profería el grito de “Athletic”. En esos momentos, llegué a pensar que tal vez estuviera en Lezama o que había una concentración inusual de aficionados a tal equipo. Pero, al cabo de dos o tres días, descubrí que detrás de aquel nombre se escondía un tipo infusorio y con gafas, que recibía el extraño alias de “Athletic”. Imagínense por un momento a alguien al que llamen “Sporting”, “Rayo”, “Real” o “Gimnástica”. Cuando llegué a conocer a este individuo en profundidad, descubrí que era una enciclopedia viviente del fútbol. Desde que nos conocemos, cada hecho o dato de su vida es ubicado en el tiempo y en el espacio gracias a algún dato deportivo. Por sus características no parecía, desde luego, ningún fenómeno físico. Debo recordar un hecho absolutamente doloroso, y es, que mi colega y yo tenemos el dudoso honor de suspender, por primera vez en la historia del centro académico, la asignatura de educación física por negarnos categóricamente a realizar un ejercicio que, a nosotros en particular, nos parecía extremadamente peligroso.
No obstante, a pesar de estos antecedentes, nadie podría sospechar lo que ocultábamos. Y llegó el día y la hora señalada de nuestro descubrimiento. Todo comenzó cuando se organizó un torneo de fútbol en el que todas las clases debían formar un equipo. El único motivo que encuentro para que se nos ocurriera la insensatez de vestir de corto, es que en nuestra clase no había suficientes jugadores debido a la abrumadora presencia de chicas. El equipo titular estaba formado por todos los compañeros y, lamentablemente, yo. Mi amigo era, a priori, el único suplente, y digo a priori porque las cosas tomarían después un rumbo lamentable. Un individuo al que apodaban “Hulk”, se erigió, sin consultar con nadie, como capitán del equipo, quizás por su talante dialogante y sosegado... Nuestro mariscal, demostrando su incuestionable mando, dio las oportunas explicaciones a mi amigo sobre su suplencia, argumentándole que yo era un tipo con unas cualidades de fortaleza y seguridad apropiadas. Como ven la cosa no se podía poner peor. Y llegó el día de nuestro ansiado debut. El partido no empezó nada mal y, sorprendentemente nos pusimos con un dos a cero gracias a sendas internadas de nuestro único jugador que parecía saber lo que hacía. Pero la cosa cambió en un santiamén cuando el equipo contrario reaccionó y en tromba se dirigió a nuestra portería, encontrándose a un único defensa. Ya se pueden imaginar quien se quedó en la retaguardia, pues yo, naturalmente. De pronto, una avalancha se aproximaba hacia mí y quedé absolutamente barrido del mapa. Cada vez que intentaba despejar el balón le propinaba una patada al aire, ante el estupor del público, la indignación de mis compañeros y el terror de nuestro portero. En vista del cariz que tomaba el partido, nuestro afable capitán me sacó a empujones del campo y viendo que nuestro único suplente no reaccionaba, quizás debido al pánico del momento, en un cúmulo de sonidos guturales y alaridos de extremada violencia le gritó: ¡ Sal ya tonto-pollaaaasss... ! Esta invitación a jugar resultó escasamente tranquilizadora para nuestro amigo que, lejos de solucionar los problemas, provocó un continuo ir y venir de cambios entre él y yo. Cuando el partido ya se daba por perdido, las iras de mis compañeros se dirigieron a un jugador del equipo rival al que llamaban “El Tato”; fuera por casualidad o porque aquel infeliz hombre era el individuo más alto de nuestro rival deportivo, lo cierto es que “Hulk” y compañía cosieron a patadas a aquella criatura, desahogando así toda su ira y violencia más brutal. Tal fue el ensañamiento que, a partir de entonces, cuando vemos un partido de fútbol especialmente violento, lo calificamos con la expresión coloquial de “darle al Tato”. El partido acabó 7 a 2 y cuando creíamos que el equipo había ya eliminado su agresividad gracias a “El Tato”, observamos despavoridos que sus ojos inyectados en sangre se dirigían inquisitorialmente hacia nosotros. A partir de ese momento una cascada de insultos e improperios fueron arrojados sin piedad sobre nuestros encendidos oídos; Desde “cabrones” hasta “mariquitas”, todo el vocabulario más soez que existe en nuestro idioma fue dedicado calurosamente hacia nuestras personas. Pero el colmo de este asunto, y lo que precipitó mi salida voluntaria del equipo, fue el comentario que hizo una profesora de latín ( que nunca daba latín) que comentó que “ el fútbol es cosa de hombres”. Ese día colgué las botas para siempre y aunque mi colega continuó en el equipo, especializándose en marcajes pegajosos, su carrera tampoco llegó muy allá.
Es un hecho indudable que la vida continua y nosotros la contemplábamos a través del retrovisor alejados ya definitivamente de la práctica del deporte rey. Algunas personas piensan que el fútbol es algo superfluo. En nuestra modesta opinión es algo más grandioso, más épico, sobre todo el desafío de la competición. A lo largo de nuestra amistad hemos competido en cualquier cosa: ajedrez, tenis de mesa e incluso al milloncete. Todo evento relacionado con algún juego, por estrambótico que fuera, era analizado y documentado hasta el más mínimo detalle. Pero seguíamos siendo meros espectadores de nuestro juego favorito. Todo eso cambió un día, que vagabundeando por unos grandes almacenes mis ojos se posaron en algo deseado por mí pero que dormitaba en mi subconsciente: una consola de videojuegos. Era un armatoste simple con poca capacidad de memoria y escasa calidad de gráficos. Pero no importa, era la autentica señal divina que nos situaba a las puertas del máximo entretenimiento que jamás habíamos soñado. El siguiente paso era evidente: encontrar un juego de fútbol. El primero fue bautizado con el peculiar apelativo de “Los Bebettos” debido a que los jugadores de este videojuego eran achaparrados muñequitos. A este juego siguió otro creado por “Jaleco” y un poco más desarrollado gráficamente que el anterior. Fundamos una especie de Federación de fútbol de consola y nos pusimos los nombres artísticos de “Barbarians” para mi amigo y “Atlético Nipón” en primera instancia y después definitivamente “Sporting Tiburón” para mí. Aunque se jugaron muchos partidos y fueron documentados de forma adecuada, no se llegó a realizar ninguna liga completa y aquellos datos se perdieron lamentablemente. Aquellas competiciones eran solamente la puerta de entrada a algo más grande y espectacular. Algo que empezó a tomar forma en un mes de noviembre del año 1.993, cuando tomando unas pintas de cerveza en uno de mis incontables cumpleaños, mi colega apareció con una revista debajo del brazo: “Súper juegos”. Lo que descubrimos en el interior de la misma fue sencillamente espectacular. A doble página nuestros ojos contemplaron por primera vez el juego “Fifa international soccer” de EA Sports. Esa misma noche, y a altas horas de la madrugada, se convocó un gabinete de emergencia y el teléfono sonó alarmantemente en la casa de mi amigo. Era un servidor que comunicaba la decisión de cambiar de soporte, era la irrupción ya imparable de la “Mega Drive”, y la adquisición inmediata del juego que cambió para siempre la forma de entender el entretenimiento.
El cambio de soporte originó la extrema necesidad de deshacerse de la consola ya obsoleta. Era evidente que había que amortizar, en la medida de lo posible, la nueva inversión, procediendo al inicio de la búsqueda de algún incauto al que endosarle el muerto, cosa que sucedió y que inició un proceso de trapicheos, negocios y demás chalaneos encaminados a colocar la mercancía vieja por nuevas tecnologías. Una vez adquirida la Mega Drive y el FIFA 93, iniciamos el encendido del aparato en cuestión y nuestros ojos vieron por primera vez el poder de fascinación de los genios de EA Sports. Gráficos increíbles, tomas espectaculares, sonido del público con sus correspondientes cánticos y, sobre todo, la posibilidad de cambios tácticos y estrategias. Esto último nos permitió afrontar, de una manera drástica, el desafío del fútbol práctico que en el pasado nos había supuesto nuestro particular fracaso. Lo que nos negó la naturaleza nos lo dio la tecnología. Por primera vez entramos de lleno en la verdadera competición y, también, por primera vez, no se perdió la documentación, conservándose las ligas y sus correspondiente clasificaciones.
El siguiente cartucho de EA Sports no aportó nada nuevo y tuvimos que esperar al FIFA 95 para ver auténticas novedades. La más importante era la utilización de los nombres reales de los jugadores, aunque los gráficos y el modo de juego seguían la tendencia del primer FIFA.
Todo principio tiene un final y la Mega Drive empezaba a mostrar síntomas de agotamiento frente a los nuevos soportes, que no eran otros que la Saturno y la celebérrima Play Station. Es justo reconocer los servicios prestados y la Mega Drive nos proporcionó horas y horas de diversión. Hasta tal punto derrochamos tiempo jugando que, recuerdo con nostalgia cuando se resentían los dedos de tanto apretar los mandos y, esto, ocasionaba que fuera una autentica tortura intentar desabrocharse los botones de la camisa. Hubo quien, para jugar con más comodidad, utilizó un guante de motorista para combatir el dolor.
En aquella época se nos presentó un dilema: Saturno y el juego World Soccer o Play Station y FIFA de EA Sports. Hoy se sabe cual decisión hubiera sido la correcta, pero entonces no estaban tan claro y un mal asesoramiento, por parte de algunas personas muy impresionables, nos llevó al error de adquirir un soporte que hoy está más que enterrado. Por primera vez cambiamos de marca de juego. El World Soccer tenía muchas virtudes: gráficos excelentes, animación muy elaborada y narración del partido en inglés. Sus dos defectos: los nombres de los jugadores no eran reales y hubo que ponerlos manualmente uno por uno y, el principal y no menos importante, la falta de chispa o se quiere de alma.
En cuanto tuvimos la oportunidad de adquirir el FIFA para Saturno lo hicimos y la magia volvió. Este juego aportaba la singularidad de la narración de los partidos de los chicos del programa radiofónico “Carrusel Deportivo”. El soporte de Sega no daba más de sí y acabó desapareciendo de la faz de la tierra. Así pues, llegamos a la consola actual, la nunca suficientemente valorada Play Station en sus diferentes versiones.
Por circunstancias de la vida, un día se dio por terminada la competición, aunque en el fondo de nuestros corazones siempre esperamos que en el futuro vuelva, si no con la misma intensidad, si con la misma ilusión. ¿Y qué queda al final? Pues queda una multitud de vivencias: horas de juego hasta las tantas de la madrugada, comida a domicilio, alegrías, enfados, pasárselo bien y, sobre todo, la consolidación de una vieja amistad y poder afrontar nuestro deporte favorito jugando a ser entrenadores, como si de una fábrica de sueños se tratase.