Igual que le sucedió a Gregorio Samsa en "La metamorfosis" de Kafka, creo que me he transformado, no en un escarabajo, sino en un oso polar. Ustedes pensaran que he perdido el juicio, pero aguarden mi oportuna explicación. En mi infancia y juventud, ya prácticamente en la prehistoria, disfrutaba de las vacaciones de verano con devoción infinita. No se si es que entonces no hacía tanto calor como ahora o es que de niños ni sentimos ni padecemos el rigor del mercurio. Creo que sería esto último, pues mi hija de cinco años es capaz de taparse con una manta con 40 ºC a la sombra y no expresa ni la más mínima incomodidad. Lo cierto es que, con el transcurso de los años, me he vuelto más pejiguero y no aguanto el calor ni en su mínima expresión. Decidí instalar el aire acondicionado una noche infernal, en la que el termómetro señalaba a las 11 de la noche unos 36 ºC y tuve que emprender una desesperada huida a la montaña para mitigar los efectos de lo que aseguro era una condena anticipada al infierno. El aire acondicionado, que gran invento, un hito en la historia de la humanidad, algo solo cercano al poder divino sin el cual ahora no podría sobrevivir. En mi casa tengo instalado uno bueno en el salón comedor y otro más baratuno en mi antiguo despacho, ahora usurpado por mi hija que lo ha transformado en su dormitorio. Quedaron expulsados mi muñecos de Spiderman, Batman y la Guerra de las galaxias y fueron sustituidos por Barbies y Pin y Pon. Una verdadera conmoción.
Cuando comienza un día cualquiera de verano, lo primero que hago es encender el aire del salón, que prácticamente permanece en funcionamiento todo el día y parte de la noche. Con la cantidad de agua que produce podría llenar con suma facilidad el lago Sanabria. A la hora de la siesta tiro un colchón en el dormitorio de mi hija y puedo descansar bajo el chorro de aire fresquito, eso si, con el inconveniente de que le sirvo de mesa soporte a mi hija, que utiliza mi cuerpo vetusto para que anden sobre el mismo el deportivo rosa de la Barbie, muñecas y muñecos, sirviendo también como terreno para la ubicación de todo tipo de construcciones. Si a lo largo del día tengo que salir a la calle, inmediatamente me subo al coche y pongo el funcionamiento el climatizador, cuyas salidas de aire dirijo directamente a mi rostro. No tengo ningún problema con alergias o resfriados veraniegos, típica dolencia de tiquismiquis que niegan las bondades de semejante invento. Cuando tenía la mala costumbre de trabajar en un almacén, salía a primera hora de la mañana al mismo y el resto del día me atrincheraba en la oficina, en donde un aparato de esos con ruedas hacía su trabajo, aunque, de forma ruidosa. El peligro, no obstante, son los ascensores, autenticos hornos de tortura. Creo que si alguna vez quedara atrapado en uno de ellos, en pleno verano, sería capaz de transformarme en el increíble Hulk y salir con furia, rompiendo tabiques, columnas y demás materiales. ¿Para cuando ascensores equipados de aire acondicionado?; ¿a qué están esperando, a que ocurra alguna desgracia?. Cuando camino por la calle voy como si fuera un temeroso Frigo pie a punto de derretirse y busco desesperadamente un lugar en donde pueda salvarme in extremis. Empiezo a sospechar que en realidad soy un esquimal que fue secuestrado de pequeño por una tribu dominguera, amante de los chiringuitos y de los baños de sol, porque no hay cosa que me guste más que el frío invierno de lluvia y mesa camilla.
Cuando llega la noche me llevó el colchón al salón y allí duermo con el aire acondicionado hasta que lo apago sobre las cinco o las seis de la mañana, momento en que abro el balcón de la terraza para que entre algo de oxigeno natural. Si fuera un tipo adinerado pasaría todo el verano en Laponia. Desde luego me he convertido en un paranoico obsesivo del calor, por lo que he llegado a la conclusión que un día de algún verano cualquiera me levanté de la cama, me asomé al espejo y descubrí que me había convertido en un oso polar. Son cosas de la vida y hay que aceptarlas como son, de tal manera que entenderán que cuando alguien me pregunta que en qué creo, siempre responda: ¡En el aire acondicionado!. Se pueden imaginar el pánico que sentí un mes de Agosto de hace un par de años, cuando tuve una avería en ese aparato tan admirado y no venía absolutamente nadie a repararlo, que si no podemos hasta dentro de tres meses, que si estamos muy liados, que tal y que cual. Afortunadamente encontré a un técnico que vino esa misma tarde y que me lo arregló por un módico precio. Tengo el teléfono de esa alma caritativa en una caja fuerte custodiado por un grupo de feroces orcos.
Si ya se que ha sido un artículo algo chorra, pero podía haber sido peor, podría haberles colgado unos cuantos vídeos de "Verano Azul".
Diga que sí, Cahiers. Yo es que no puedo con el pegajoso calor de Barcelona. En mi pueblo (L´Escala) al menos por la noche estamos fresquitos y no como aquí. Me gustaría que viera mi entrada "Misterio de verano" del 25 de julio de 2009 donde cuento un misterioso asunto sobre el calor. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMás razón que un santo Sr. Cahiers, aunque hubiera deseado que hubiera ilustrado el post con algún dibujo de los suyos.
ResponderEliminarYo nunca olvidaré el terrible verano de 2010, donde estuve apunto de perecer en una buhardilla, ideal en invierno, un infierno en verano...desde entonces, como cantaba Miguel Ríos, prefiero vivir en la carretera y llegar por la tarde al paraíso tropical...
Si quiere que le diga la verdad, cara de "osito" si que tiene... Jejeje...
ResponderEliminarEstos calores son infernales, y supongo que por Granada la cosa será a peor... Venga a Barcelona! Aquí los "ositos" no lo pasan tan mal!!
Para ser un artículo chorra me lo he pasado muy bien. Además, me ha encantado identificar los gustos y formas de actuar de varios miembros de mi familia en tu relato, y eso de conocer algo más a los míos a través de las vivencias de otros -Pepe- me encanta.
ResponderEliminarMe pasa practicamente lo mismo con los domingos playeros, me disgustan y cansan, en eso soy la oveja negra de mi familia (por cierto, otro estupendo y graciosísimo post).
En cuanto a la infancia, no me explico como pasaba tantas horas a remojo, la verdad. ¡Qué habilidad y agudeza la de tu hija, usándote como mesa!
Saludos y buen domingo (espero que no playero)
Pues en mi humilde morada creo que usted lo pasaría mal, porque nuestro sistema de aire acondicionado se basa en algo tan antiguo como en el abrir las ventanas y esperar, la mayoría de veces sin éxito, que corra el aire y entre algo de fresquito para calmar los calores.
ResponderEliminarLa verdad es que tengo suerte de ser más friolero que caluroso, aunque el calor húmedo de Barcelona es muy fastidioso. Nada que ver con el calor seco y más soportable de otros lugares de la península.
Yo en lo que creo que me he convertido es en un oso perezoso, porque me quedo en casa clavado y cada vez me cuesta más salir para tomar algo, ir a la playa (no suelo pisarla más de una o dos veces en todo el verano) o festejar en horas nocturnas.
Saludos ;)
"Verano azul" está muy visto y este artículo no jeje. Y yo sin aire acondicionado, Pepe, ¡si es que no puede ser! Creo que cuando somos niños el mundo se detiene jubilosamente en verano y no sentimos siquiera el calor que hace en las calles. Estamso felices porque estamos de vacacones...santillana. Bueno no, mejor d evacaciones a secas. Cuando crecemos la cosa cambia, desde luego. Un abrazo de un twister a un frigopie.
ResponderEliminarGran entrada Pepe, no te disculpes que no es nada chorra. Te comprendo al 100% y te envidio otro tanto, yo vivo en un cuarto sin ascensor y sin AC, sobrevivimos gracias a las gloriosas corrientes de aire que se forman cuando abrimos de par en par la galería y la puerta de la miniterraza y en la habitación un ventilador de techo que es una maravilla. Me he reído mucho con tu peculiar fobia al calor, realmente a mi me pasa lo mismo, en invierno si tienes frío te tapas y listo pero en verano (por lo menos en Palma) ni duchas frías ni ostias, sólo el AC funciona.
ResponderEliminarUn abrazo Pepe Oso.
Los que no aguantamos aires acondicionados (no es que me pase a mí, sólo es una posibilidad que pongo como ejemplo) porque nos lloran los ojos y nos gotea la nariz somos unos tiquismiquis, vale, ¿y los que no aguantan 37ºC en verano, como hay que llamarles? ;-P Fuera coñas: yo, como tú, siempre fui más de frío que de calor, de hecho me gustaba mucho la época invernal, pero con los años esa percepción fue cambiando; eso tampoco significa que aguante demasiado bien 5 días seguidos a 35-40ºC.
ResponderEliminarPor cierto: la postura de la chica de blanco de la publicidad de Fujitsu es un tanto sugerente, aunque puede que tampoco esté tan mal mezclar necesidades: la de un calentón viendo la foto de la maciza y la de enfriarlo con el aparato Fujitsu ;-D
Un saludo, PEPE, y agradabilísimo y simpático post. Ciao.
A mí el invento éste del aire acondicionado me ataca sin piedad a la garganta, lo que me convierte en una tiquismiquis, eso sí, a mucha honra. Con lo que no, no tengo aire acondicionado en mi casa, por mi propio bien. Eso sí, aguanto perfectamente el calor, en mi caso es el frío el que me hace sufrir.
ResponderEliminarMiquel: He leído esa historia del 2009 y es cierto que existe ese tipo de personaje, en mi caso un enemigo declarado.
ResponderEliminarTirador: Recuerdo aquel verano, a la salida del bar Ruylo, como miraba usted inquieto el termómetro del coche con aquellos invariables 32 ºC a las 11 de la noche y su pánico a pasar una noche más en la buhardilla del infierno.
Lazoworks: Tendré que ir y así ajustaré cuentas con usted por llamarme osito...
A-B-C: Bienvenida al rebaño de ovejas negras enemigas del domingerismo playero indiscriminado.
Pliskeen: En mi casa se juntan muchas noches en que no entra nada de aire, y es son muchas las que se superan los 30 ºC y es imposible conciliar el sueño. Yo también soy oso perezoso, bueno mejor dicho eremita, no lo puedo remediar.
Marcos: Desde luego yo le puedo asegurar que de niño jamás tuve la sensación de tener demasiado calor. Es como si me hubiera transformado, con la edad, en otra persona.
Worc: Que bonito el invierno, tapadito con mantas, todo oscuro, sin ruidos de la calle y a dormir de un tirón y que poco dura, pardiez!
Javi: Yo comprendo que existan algunos a los que el aire acondicionado les sieta mal, pero me resultaría bastante problemático coincidir con alguno de ellos. Conflicto de prioridades. El problema principal, aquí en el sur, es que esos 35 o 40ºC se extienden más allá de 3 o 4 días, ultimamente más de dos meses. Esa chica del Fujitsu provoca otro tipo de calor mucho más sano y recomendable.
Clementine: Como en aquella famosa película le diré que "nadie es perfecto".
Cahiers, me halagas enormemente con tu comentario. Así da gusto ser tiquismiquis...
ResponderEliminarPepe, pertenezco a tu especie seguramente. Ademas mis casi dos metros de estatura, incipiente barriga, junto a mi pelo casi blanco me incitan a pensar que soy una reencarnacion de un oso polar. Jamas me senti tan agusto que cuando visite Islandia. Odio el calor pero la familia obliga.... Mi mujer y los dos ninos estan en su salsa mientras yo me refugio bajo la sombrilla de un chiringuito playero... en este preciso momento.
ResponderEliminarUn abrazo pero sin aprieto jajjaja
Clementine: No hay nada mejor que una frase sacada de la filmografía de Wilder.
ResponderEliminarAlimaña: Será que nacimos en lugares poco indicados, y es que Alimañas y Eremitas son de otro planeta, del planeta helado de Hoth, de "El imperio contraataca" como mínimo.
¿Aire acondicionado?, no me suena, ¿será algún tipo de champú?.
ResponderEliminarEn Galicia tenemos el eterno debate, ¿Qué es peor, el frío invernal o el calor estival?. Mi respuesta: los resfriados que cojo en las dos épocas.
Jeje, muy bueno. Como dice un gran amigo, a mi lo que me pasa es que he reducido notablemente mi rango de funcionamiento. Con el termómetro delante, tengo comprobado que por debajo de 24º paso frío. Y no quiere decir que noto fresquito, no. PASO FRÍO. A lo 22º necesito abrigarme considerablemente.
ResponderEliminarY por encima de los 26º empiezo a sudar. A los 28º empieza el suplicio. Y eso que dicen que los de sangre caliente nos adaptamos a la temperatura ambiente. Y una mierda...
Pero, y aunque no soy un gran fan del aire acondicionado, estoy contigo. El calor, cuando ya no sabes donde esconderte, es insoportable. El frío es más fácil de contrarrestar.... hasta cierto punto, que el frío húmedo de por aquí es una putada.
Kinski: Ya veo que es usted un agnóstico del aire acondicionado. Ya le mandaré un par de discípulos para que le hagan cambiar de opinión.
ResponderEliminarnatsnoC: Pues usted lo tiene peor que yo. Lo mio se soluciona trasladando mi domicilio al polo, pero lo suyo es difícil de solucionar. ¿Dónde encontraríamos un lugar en el que se mantuvieran constantes esos 25 ºC?.
El calor dispara los instintos asesinos. Acuérdate de "Un día de furia" o "Fuego en el cuerpo". Así que keep cool!!
ResponderEliminarSaludos.
Cómics + cine= la combinación perfecta. A partir de ahora estaré visitando tu blog con frecuencia. El mío, además de cómics y cine también incluye algo de arte. Ahí va el link por si te animas a visitarlo: www.artbyarion.blogspot.com
ResponderEliminarNo quiero darle envidia, sino manifestar que le comprendo perfectamente. Mi humilde y destartaldo apartamento de alquiler tiene, sin embargo, un lujo imprescindible: aire acondicionado en todo el p**o apartamento, Salón, cocina y dos dormitorios. Mi mujer enciende el aire el 01 de Junio y lo suele apagar a mitad de septiembre... Tengo un cuñado que trabaja instalando y reparando aires aconcidionados. Lo mimo mucho durante todo el invierno...
ResponderEliminarI Love Verano Azul, es una de mis 10 series favoritas sin lugar a dudas.
Tranquilo, mi post de hoy duplica el nivel de chorradismo de éste. Joder, estamos en Verano, no vamos a escribir de metafísica.
Mr. Cahiers, que articulo tan interesante el suyo, vengase a la Argentina que esta haciendo, al fin, un lindo inviernito y que seguro, lamentablemente, ya pronto termina. Por mi parte, ultimamente los veranos los vengo aguantando bastante bien, debo ser uno de los pocos mortales que puede dormir por las noches con solo la ventana abierta sin necesidad de ningun cachivache electronico y, muy de vez en cuando, enciendo el ventilador de techo. Un saludo.
ResponderEliminarDe chorra nada oiga, me parece un artículo muy adecuado para los calores que nos agobian sin piedad alguna.
ResponderEliminarLicantropunk: Y no me extraña, el calor produce una pérdida masiva de paciencia.
ResponderEliminarArion: Me paso en un momento por su blog y sean muy bienvenido a la Guarida.
Mr.Lombreeze: Pues si que me da envidia, usted tiene la creme de la creme de los aires acondicionados. Muy grande "Verano azul" y esa mítica muerte de Chanquete o esa primera regla de Bea.
Belknap: Qué bien que esten ustedes aún en invierno y también le envidio que sea capaz, en verano, de dormir sólo con la ventana abierta. Ojalá yo pudiera...
Sr.Nocivo: Gracias, querido amigo, sabía que contaba con su apoyo en un tema tan crucial como el que nos ocupa.
Gracias por tu visita. Ya soy seguidor de tu blog.
ResponderEliminarSaludos.
De chorrada, nada que algunos vivimos de la climatización. :P
ResponderEliminarLo de los vídeos de "verano negro", si que nos habría dejado helados a más de uno.
Arion: Nos seguimos pues en la blogosfera.
ResponderEliminarPiedra: Noble arte, sin duda, vivir de la climatización, un signo inequívico de la civilización.
Esta entrada es para aquellos que comprendemnos exactamente de lo que hablas, y a los que el verano se nos convierte en una tortura insoportable.
ResponderEliminarNo tengo aire acondicionado, aunque mi piso no es el problema, en su mayoría está orientado al Norte, con lo que sus problemas vienen con la factura de la calefacción.
Mi drama llega cuando monísima pongo un pie en la calle y empiezo a deshacerme cual cucurucho. Lo has definido bien, parezco una loca paranoica, porque al movimiento compulsivo del abanico uno los resoplidos, y unos tics maniáticos para sobrevivir. Como no tengo coche y voy a todas partes andando o en tren, salgo con tiempo suficiente para ir andando a paso de tortuga, que nada excite mis glándulas sudoríparas, y cambiando de acera las veces que haga falta para ir en busca de las zonas con sombra. Si alguien me gasta la bromita esa de "Los bombones por la sombra, que al sol se derriten" me cago en sus muelas, no estoy yo para chascarrillos.
Besos
Pues mi piso debe estar orientado al infierno, porque creo que hay ventanas por las que no debe ni entrar el oxigeno. Deberíamos firmar un manifiesto por la llegada de una nueva glaciación.
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