Ramón María del Valle-Inclán además de ser un excelso novelista y poeta fue también una figura de singular magnetismo, un personaje excéntrico y un bohemio sin parangón. Su vida está repleta de momentos insuperables, que se entroncan en la firme aplicación personal e intransferible del esperpento más transgresor. Asistente habitual de tertulias de café en donde solía coincidir con personalidades del calibre de Pío Baroja, Azorín o Benavente, superviviente de una economía personal de lo más precaria, pero dotado de una habilidad especial para la dialéctica y la verborrea más ingeniosa.
Solía pasear con una indumentaria de lo más extraña y sus encuentros no dejaban indiferentes a nadie. Una vez, mientras caminaba por Madrid, se cruzó con Pío Baroja y Unamuno, dos enemigos de estilo que se repudiaban entre sí. Se saludaron atentamente y después de caminar cordialmente se ensalzaron en una bronca descomunal en la que los gritos e insultos provocaron un escándalo considerable. Sobre su carácter Pío Baroja escribió lo siguiente: “Como se sentía dictador en su tertulia, tenía a veces riñas desagradables. Valle-Inclán se hallaba entonces en el apogeo de la altivez y de la impertinencia.” En otra ocasión, en una tertulia, aparentemente inofensiva, se discutía sobre un duelo que se había producido recientemente. Valle-Inclán se enfrentó a un joven escritor y periodista, Manuel Bueno Bengoechea, sobre el tema del honor y el asunto derivó en bronca, cuando el novelista gallego le amenazó blandiendo una botella y gritándole "¡Majadero, majadero!. Manuel Bueno le soltó un bastonazo en la muñeca, acabando Valle-Inclán en el hospital, donde se le realizó una cura de urgencia, cura, por cierto, muy deficiente que acabó por producirle gangrena y la posterior amputación del brazo. Inclán solía contar con su habitual humor que había perdido el brazo víctima del ataque de un fiero león o "cuando ordené a mi fiel criado que me lo cortara para elaborar un buen estofado". Sin embargo, ambos personajes terminaron por hacer las paces con las siguientes palabras del rey del esperpento: “Mira, Bueno, lo pasado, pasado está. Aún me queda la mano derecha para estrechar la tuya. Y no te preocupes, que aún me queda el otro brazo, que es el de escribir”. Manuel Bueno acabaría, años después, fusilado por un grupo de milicianos en 1936, recién comenzada la guerra civil.
Solía pasear con una indumentaria de lo más extraña y sus encuentros no dejaban indiferentes a nadie. Una vez, mientras caminaba por Madrid, se cruzó con Pío Baroja y Unamuno, dos enemigos de estilo que se repudiaban entre sí. Se saludaron atentamente y después de caminar cordialmente se ensalzaron en una bronca descomunal en la que los gritos e insultos provocaron un escándalo considerable. Sobre su carácter Pío Baroja escribió lo siguiente: “Como se sentía dictador en su tertulia, tenía a veces riñas desagradables. Valle-Inclán se hallaba entonces en el apogeo de la altivez y de la impertinencia.” En otra ocasión, en una tertulia, aparentemente inofensiva, se discutía sobre un duelo que se había producido recientemente. Valle-Inclán se enfrentó a un joven escritor y periodista, Manuel Bueno Bengoechea, sobre el tema del honor y el asunto derivó en bronca, cuando el novelista gallego le amenazó blandiendo una botella y gritándole "¡Majadero, majadero!. Manuel Bueno le soltó un bastonazo en la muñeca, acabando Valle-Inclán en el hospital, donde se le realizó una cura de urgencia, cura, por cierto, muy deficiente que acabó por producirle gangrena y la posterior amputación del brazo. Inclán solía contar con su habitual humor que había perdido el brazo víctima del ataque de un fiero león o "cuando ordené a mi fiel criado que me lo cortara para elaborar un buen estofado". Sin embargo, ambos personajes terminaron por hacer las paces con las siguientes palabras del rey del esperpento: “Mira, Bueno, lo pasado, pasado está. Aún me queda la mano derecha para estrechar la tuya. Y no te preocupes, que aún me queda el otro brazo, que es el de escribir”. Manuel Bueno acabaría, años después, fusilado por un grupo de milicianos en 1936, recién comenzada la guerra civil.
En otra ocasión, tras prohibir el dictador Primo de Rivera los partidos políticos y cualquier tipo de manifestación ideológica, Valle-Inclán se paseó en plena calle vestido de capitán carlista y enarbolando la bandera tradicionalista, lo que provocó que acabase con sus huesos en la cárcel, en donde se le oía vociferar: "¡Españoles, soy vuestro rey Alfonso XIII. Primo me ha encarcelado porque quiere que abdique en él! ¡Salvadme!". Solía esconderse de su casero en el armario y, a pesar de su penuria económica, tenía un criado que se sabía perfectamente como excusar al señor cada vez que se le buscaba por motivos de deudas.
En 1927 Joaquín Montaner, un escritor mediocre, estrenó en el Teatro Fontalba de Madrid la obra "El hijo del diablo". Valle-Inclán acudió al mismo con ánimo de venganza, pues Montaner había sido secretario del Comité Organizador de la Exposición Universal de Barcelona y no había seleccionado ninguna obra del dramaturgo gallego para el evento. Cuando la gente aplaudió al concluir la obra, Valle comenzó a gritar "¡Muy mal, muy mal!, lo que provocó su detención por parte de la policía. Mientras se resistía al arresto vociferaba: "¡Arresten a los que aplauden!".
Habitual presidente en varias tertulias y tormento de las nuevas promesas, en una ocasión un joven poeta, tras muchos ruegos, consiguió recitar su trabajo. Asustado, comienza su poesía ante el silencio de los presentes. En un momento de la actuación de rapsoda, Inclán suelta un rebuzno y ante la pregunta del joven de "¿quién ha rebuznado?", éste le contesta: "Nadie, es que hay eco". Acuciado por sus dificultades económicas se embarca en una aventura, al estilo "El tesoro de Sierra Madre" con su amigo Ricardo Baroja. Ambos organizan a caballo una expedición a las minas de Almadén en busca de plata, aunque lo único que consiguió fue dispararse accidentalmente un balazo en un pie.
Fue un contumaz enemigo de José de Echegaray, de hecho estuvo a la cabeza en un movimiento de repulsa por la concesión del premio Nobel al polifacético intelectual, y le declaró la guerra absoluta cuando surgió cierta sospecha de manipulación en unos premios literarios en los que Echegaray confabuló para que no se les concedieran a Valle-Inclán. Este se dedicó en una tertulia a despotricar del reciente premio Nobel y cuando observó que un hijo suyo se aproximaba manifestó lo siguiente: "Ese don José está obsesionado por la infidelidad matrimonial. Todas sus obras son autobiografías de un marido engañado". Cuando el vástago de Echegaray le increpó, manifestando que tuviera respeto, pues él era su hijo, Inclán le espetó "¿Está usted seguro, joven?", lo que provocó la carcajada general.
No cabe duda de que Valle-Inclán fue alguien de singular carisma, que, de haber vivido sus andanzas en la actualidad, hubiera sido lo que se denomina "un monstruo mediático" y estoy convencido de que tanto Fernando Fernán Gómez como Paco Umbral siempre quisieron ser el perpetrador del esperpento, o por lo menos lo intentaron.
Fue un contumaz enemigo de José de Echegaray, de hecho estuvo a la cabeza en un movimiento de repulsa por la concesión del premio Nobel al polifacético intelectual, y le declaró la guerra absoluta cuando surgió cierta sospecha de manipulación en unos premios literarios en los que Echegaray confabuló para que no se les concedieran a Valle-Inclán. Este se dedicó en una tertulia a despotricar del reciente premio Nobel y cuando observó que un hijo suyo se aproximaba manifestó lo siguiente: "Ese don José está obsesionado por la infidelidad matrimonial. Todas sus obras son autobiografías de un marido engañado". Cuando el vástago de Echegaray le increpó, manifestando que tuviera respeto, pues él era su hijo, Inclán le espetó "¿Está usted seguro, joven?", lo que provocó la carcajada general.
No cabe duda de que Valle-Inclán fue alguien de singular carisma, que, de haber vivido sus andanzas en la actualidad, hubiera sido lo que se denomina "un monstruo mediático" y estoy convencido de que tanto Fernando Fernán Gómez como Paco Umbral siempre quisieron ser el perpetrador del esperpento, o por lo menos lo intentaron.
Me parece poco menos que milagroso que hoy día alguien tenga la valentía de recordar y reivindicar a Valle-Inclán en un país donde la cultura autóctona se está yendo literalmente por el sumidero. Sus "Sonatas" me parecen de un lirismo inigualable y el esperpento más actual que nunca. Un saludo.
ResponderEliminarYo debería explorar más la literatura española, siempre me ha ido más la anglosajona. De aqui está mi devoción por todo lo que publica el poeta Luis Antonio de Villena y poco más. Igual un dia me atrevo con Valle-Inclán.
ResponderEliminarEL PASAJERO
ResponderEliminar¡Tengo rota la vida! En el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que lo obsede.
Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.
¿Dónde la verde quiebra de la altura con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde gozar de la visión tan pura
que hace hermanas las almas y las flores?
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?
Genio Y figura...
Saludos Pepe
Valle era aparte de un genio, una figura muy, muy, hispana, y además divertidísimo hablando, por que ceceaba, lo cual ya era casi desternillante...
ResponderEliminarMr. Cahiers, que personaje mas carismatico, esas tertulias debieron haber sido muy interesantes; hace un tiempo lei una autobiografia de Paul Naschy en donde contaba que cuando él era adolescente acompañaba a su tio a unas tertulias en donde acudia tambien Pio Baroja. Un saludo.
ResponderEliminarVamos, que era un pedazo de ca....
ResponderEliminarUn genio, en fin.
Saludos.
Figuras de una España que quizás nunca más tengamos,o parece que eso es lo que se pretende.
ResponderEliminarTodo un personaje Valle Inclán. No sé por qué me da que era bastante suspicaz ;-D
ResponderEliminarUn saludo, PEPE. Entrada muy agradable de leer.
Hasta la próxima.
Pablo: Es evidente que en materia divulgativa los medios están sumidos en un periodo de regresión.
ResponderEliminarCabrero: Siempre es bueno volver a lo nuestro, aunque el concepto de universalidad sea absolutamente comprensible y recomendable.
Alimaña: Buen comentario, adecuado y pertinente.
Tirador: Lo de cecear me imagino que sería un motivo para zaherirle en tertulias, sobre todo cuando las cosas se ponían tensas.
Belknap: Ya me hubiera gustado incorporarme a hurtadillas en una de esas tertulias...
Licantropunk: Un genio con muy mal genio.
Piedra: Puede ser, la idiotización parece ser una prioridad.
Javier: Supongo que sería terrible tenerlo de enemigo, pero también un honor.
Genio y figura hasta la sepultura, conocía algunas anécdotas, pero no tantas.
ResponderEliminarSr.Nocivo: Y existen otras tantas, pero no confirmadas, que quizás sean leyenda más que otra cosa.
ResponderEliminarSi sería listo Valle Inclán que murió en enero del 36 evitando la guerra civil. Era todo un personaje que se inventó a sí mismo pues sobre el incidente en el brazo hay hasta quince versiones diferentes. Me encanta su poema dedicado a las drogas, recuerdo este fragmento de memoria: "¡Oh, marihuana! verde neumónica, cannabis babilónica, abres el sésamo de la alegría, cáñamo verde, kif de Turquía." Saludos. Borgo.
ResponderEliminarGenio y figura este Valle-Inclán. Y qué razón llevas con lo de Paco Umbral quien, para mí, fue el digno sucesor del escritor gallego.
ResponderEliminarMiquel: Pues probablemente lo hubiera pasado realmente mal. Lo que vino a partir del 36 no era lo más indicado para alguien con su personalidad inconformista y provocadora.
ResponderEliminarMr.Lombreeze: Paco Umbral hizo una representación cercana al esperpento con aquel episodio de "Yo he venido a hablar de mi libro".
"¡Arresten a los que aplauden!" Lo he pensado en alguna película, créame. Pero con mas tacos. Creo que me hubiera caido muy bien ese señor.
ResponderEliminarMenudo personaje. No sé por qué me ha venido a la cabeza otro caradura irreverente (aunque creo que su literatura tiene muy poco en común). Hablo de James Joyce, y te recomiendo, amigo Cahiers, el espectacular cómic "Dublinés" de Alfonso Zapico. Imprescindible.
ResponderEliminarGenial la entrada, he aprendido y la he disfrutado.
Sin duda Uno de los grandes escritores que ha dado este pais.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena por el post.
Lucifer: Si,jejeje, eso es cierto, cuanto espectáculos se merecen que encierren a los que aplauden.
ResponderEliminarnatsnoC: Gracias y tomo nota de esa recomendación de un cómic que parece muy didáctico e interesante.
Atticus: Creo que esa combinación de genio y figura hace mucho más atractivo a cualquier personaje historico. Saludos y gracias.
Algunas anécdotas están muy bien (la de "soy vuestro Rey Alfonso...", la de "arresten a los que aplauden.." o la última con el hijo de Echegaray (aunque menudo capullo era Valle-Inclán, por cierto).
ResponderEliminarLa que no he entendido muy bien es la primera. ¿Se enzarzaron (no ensalzaron) en una bronca los tres, o los otros dos contra Valle? Porque Unamuno mira que también era (lo de "venceréis, pero no convenceréis" me parece buenísmo).
Un saludo.
Ah! Lo de capullo lo digo porque aunque lo del hijo me ha hecho mucha gracia... hay que ser un poco cabroncete para soltarlas así, ¿no?
ResponderEliminarDavid: Es que Valle-Inclán era tremendo y alguna veces con muy mala intención. Se ensalzaron (de exaltar o avivar los sentimientos) en una batalla dialéctica en la que se enzarzaron con insultos y reproches. Me imagino que sería un dos (Unamuno y Baroja) contra uno (Valle-Inclán). Aquello de Unamuno con Millán Astray fue tremendo, sobre todo cuando le dijo algo parecido a "Millán Astray quiere una España a su imagen y semejanza, una España mutilada..."
ResponderEliminarGenial personalidad, escritor mayúsculo. Todavía clama al cielo que dos escritores carpetovetónicos y coetáneos suyo como Benavente y Echegaray tuvieran el Nóbel y él no.
ResponderEliminarQuimérico: Injusticias seguro que fueron, pero es que esto de los premios siempre tiene ciertas dosis de arbitrariedad. Carpetovetónico es una palabra que me gusta y que se usa muy poco.
ResponderEliminarJajaja... palabreja contemporánea al susdicho, una lástima que ella en sí misma haya quedado anticuada.
ResponderEliminarQuimérico: Pues nada, estimado amigo, habrá que ponerla de moda otra vez.
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