Fagocito había sido siempre un niño muy especial, tenía una sensibilidad que traspasaba su pequeño mundo. Cuando tuvo consciencia de quien era en realidad, comenzó a sentirse orgulloso de su herencia, de sus ancestros. Sus antepasados habían sido grandes luchadores que habían cicatrizado sus almas en mil batallas y refriegas, eran héroes de tiempos difíciles en los que la vida y la muerte luchaban encarnizadamente por salirse con la suya. Toda su familia había trabajado siempre en lo mismo y habían sido eficientes en su trabajo con un esmero impecable, aunque Fagocito eludía contar algunas historias en las que habían fracasado, en las que la adversidad impuso su ley. Como él mismo pensaba eran pequeñas manchas de un expediente impoluto.
Al igual que su abuelo y su padre tenía una gran responsabilidad, era el encargado del sistema inmunológico de aquel cuerpo que había nacido con él. Tenía largas reuniones con leucocitos, linfocitos y mastocitos en los que debatían estrategias y nuevas formas de trabajo. Las más duras negociaciones se tenían siempre con las células asesinas, dispuestas a disparar a todo lo que se movía, unas matonas de mucho cuidado con las que había que andar con pies de plomo.
Un día la alarma sonó imperiosamente en todo el sistema. Todos los equipos de contención y ataque se movilizaron para detener una infección que amenazaba con poner todo patas arriba. Cuando Fagocito salió de su despacho se encontró delante de él a un sujeto perfectamente trajeado que portaba un maletín. Le habló con cierta autoridad que le pareció algo molesta.
-Permítame presentarme, soy Don Amoxicilino Semisintético, pertenezco a la Compañía Penicilinas Reunidas S.A., a partir de este momento nosotros nos hacemos cargo de la situación, ustedes pasaran a la reserva y sólo intervendrán cuando se les requiera.
-¡Un momento, un momento, ese es mi trabajo y el de mis compañeros, cómo se atreve! - espetó Fagocito de forma furiosa.
-Órdenes de arriba, sentenció el sujeto de traje y corbata.
Él sabía que cuando una orden venía de arriba poco se podía hacer. En las alturas estaban los grandes jefes, los que tomaban determinaciones supremas y no se podía hacer nada. Era inútil.
Pasaron los años y, al principio, Fagocito y sus compañeros de trabajo parecían disfrutar de sus largas vacaciones. No tenían nada que hacer, siempre que habían una alarma aparecía Don Amoxicilino con su cara larga y su apestosa competencia. Pero con el tiempo sintieron un mortal abatimiento en forma de aburrida y deprimente existencia. Las horas pasaban, los días, las estaciones y nunca pasaba nada. Hasta que un día cualquiera de primavera, un monocito se presentó en su despacho algo alterado.
-Hemos detectado un elemento extraño. Al identificarle nos ha dicho que es un polen de gramínea que se ha colado sin querer, que es inofensivo. El tipo de la Compañía no se ha presentado, ¿qué hacemos?
-¿Inofensivo? Nadie se cuela en mi sistema sin consecuencias. ¡Moviliza a todos nuestros hombres y activa todo el sistema de armamento, se acabaron las vacaciones!- vociferó Fagocito.
-Pero, si es sólo polen, no parece muy peligroso...
-¡Tonterías, hay que darle un escarmiento, sube la fiebre, congestiona la nariz, los pulmones que provoque tos convulsiva y los ojos ya pueden lagrimear, es la guerra!
A partir de aquel momento, Fagocito fue feliz, porque sabía que cada primavera terminaba con su letal aburrimiento, era como liberar adrenalina en un parque de atracciones brutal.
¡Me chifla!
ResponderEliminarGracias Clementine, me chifla que le chifle.
EliminarSaludos
Buenísimo Cahiers!!! He vuelto atrás en el tiempo porque bien pudiera haber sido este el argumento para otro episodio de "Érase una vez el cuerpo humano". Genial, amigo. Abrazos.
ResponderEliminarSi, desde luego, ya tampoco puede evitar, mientras lo escribía, acordarme de aquella serie tan buena y didáctica.
EliminarUn abrazo
Interesante. ¿No hay una película con esa temática?
ResponderEliminarPues sí, hay una serie de televisión, "Érase una vez el cuerpo humano" y una película de animación titulada "Ósmosis Jones".
EliminarSaludos Demiurgo
Muy bueno, me ha encantado, a propósito abusamos mucho de los antibióticos hoy en día. Ahora van a estrenar una pelí de Pixar que me ha recordado tu relato, "Del revés". Que nostalgia lo de Érase una vez el cuerpo humano, me encantaba ver a la sangra transportando el oxigeno.
ResponderEliminarSaludos
:D
Esa película de Pixar tiene muy buena pinta y, por lo visto, ha sido toda una sensación en el último festival de Cannes.
EliminarSaludos Ana
Qué casualidad, 29 años llevaba viviendo ajena a las alergias y este año por primera vez me ha venido. En principio parecía un constipado normal, pero estaba totalmente afónica, aunque no me dolía la garganta ni al hablar ni al tragar. Como veía que no se me pasaba fue ayer al médico y me ha dicho eso, que soy alérgica. Me ha mandado unas pastillas muy pequeñas que se llaman Ibis (y que de momento no me están haciendo ningún efecto) y ale.
ResponderEliminarEl Fagocito de mi cuerpo es un tanto inútil, la verdad...
Según los médicos la alergía es algo que te alcanza tarde o temprano, no importa la edad que tengas. En cuanto al efecto de los medicamentos, su efecto es a largo plazo, no espere que la alergia desaparezca así sin más, además que cada año será un síntoma diferente el que le atormente. Es una maldición.
EliminarSaludos Doctora
Interesante Pepe y muy ilustrativa . Los interiores de nuestro sistema inmunitario es algo que estamos atrofiando con la falta de responsabilidad de las farmacéuticas que se empeñan en vendernos de todo aunque no haga falta.
ResponderEliminarA veces solo es cuestión de tiempo la mejoría , pero nosotros queremos que nos curen rápido y por eso se abusa de los medicamentos.
Un abrazo Pepe.
Puri
Si, en efecto, y eso unido a que muchas veces no cumplimos con el plazo de los tratamientos, a la larga, es otro inconveniente a tener en cuenta
EliminarUn abrazo Dulcinea
Amigo Cahiers, me ofrezco voluntario para dibujar Fagocitos, Amoxicilinos y pólenes variados. A este relato le vendría bien una versión ilustrada.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Pues adelante, para mi sería un placer publicarlo en la entrada, todo un lujo amigo Miquel.
EliminarSaludos
Mr. Cahiers, muy buena clase de ciencias. Cordiales saludos.
ResponderEliminarBueno, es una teoría que escuché una vez y me pareció que sería fácil de explicar si se le daba la apariencia de un cuento.
EliminarSaludos Belknap