lunes, 29 de noviembre de 2010

PERDER EL TIEMPO

A Holly Martins le encantaba perder el tiempo, de lo contrario ni el mismo se explica qué hace en un tren camino de una derruida Viena en blanco y negro. Tampoco llega a entender muy bien que le impulsa a seguir viaje. Su amigo de la infancia, Harry Lime, le ha propuesto un cambio de vida, un nuevo giro a sus expectativas. Holly le tiene un extraño afecto, mezclado con cierto aire de desconfianza. Cuando eran niños Harry siempre hacía las trastadas, pero era él quien siempre pagaba las consecuencias. Su amigo tenía la extraña habilidad de salir siempre airoso en todas las circunstancias. Era un tío listo, de los que llegan tan lejos que al final se salen del camino. En su país, Holly, es un escritor de novelas del oeste. Es una especie de salvoconducto para vivir modestamente y, muy de vez en cuando, incluso es reconocido por algún admirador. Harry no le dio demasiados detalles de su propuesta de una vida mejor y más fácil, tan sólo le animó a que emprendiera viaje para alcanzar nuevos horizontes.


Cuando llegó a la estación no había nadie esperándole. No fue una decepción y menos para quien escribe novelas baratas. Tenía la incertidumbre de que su amigo se la jugaría y, esa sospecha, le producía cierto desasosiego con aires de molestia pasajera. Cuando llegó a la dirección que Harry le había facilitado, el portero del edificio le explicó con un inglés incipiente que su amigo había salido de entierro, pero que no volvería ya que iba dentro del ataúd. Para Holly aquello fue una sorpresa, pues de los cientos de faenas que se imaginaba, la última que pensó es que su amigo tendría la mala deferencia de morirse y dejarlo en semejantes circunstancias en una ciudad que ahora parecía más siniestra que nunca.


Cuando acudió al entierro se fijó con inusitada curiosidad en los asistentes, sobre todo en ella. Tenía la mala costumbre de enamorarse con demasiada facilidad. Eso le llevaba, en numerosas ocasiones, a sufrir decepciones mezcladas con alcohol y con un estado de melancolía que le irritaba pero que tampoco evitaba. Era una mujer hermosa, de mirada triste y figura enigmática. Le llamó la atención también un tipo extraño, aspirante a vampiro, con un perrito en los brazos que le produjo cierta desconfianza. No había reparado en dos militares que observaban el sepelio en la distancia, una distancia sospechosa de algo más que de la simple condición de mirones. Desde aquel día, los dos militares, el insistente Mayor Calloway y un admirador de sus novelas, el sargento Paine, no dejarían de acosarle sobre los turbulentos negocios de su amigo Harry. Sabía que su amigo no era trigo limpio, pero no estaba dispuesto a ensuciar su nombre después de haber dejado este mundo.


Pasaron los días en aquella Viena que intentaba levantarse de su duro castigo y Holly pudo averiguar que Harry había sido atropellado delante de su casa, siendo ayudado por dos amigos y por un misterioso tercer hombre, que nada pudieron hacer por salvar su vida. Naturalmente también entabló una amistad creciente con aquella misteriosa mujer que había conocido fugazmente en el sepelio de su amigo. Anna trabajaba en un teatro, ganándose la vida y tratando de permanecer desapercibida por miedo a ser deportada. Era la amante de su amigo Harry y, a pesar de su desaparición trágica, procesaba un amor incondicional por él. Esto era un problema para Holly quien, inevitablemente, había despertado una pasión incontenible por aquella mujer que, por el momento, se hacía inalcanzable. En aquellos días de paseos entre las ruinas de Viena no había dejado de incrementarse su admiración por ella. Le dijo que la amaba, que haría cualquier cosa por ella, sería un payaso, daría volteretas, todo lo que quisiera, pero nadie puede vencer la memoria de un muerto. Su amigo le había derrotado desde el más allá. Para Anna, Harry Lime, aquel hombre misterioso y carismático, era todo y Holly sabía que había perdido.



Pero Harry no había muerto. Presionado por las fuerzas de ocupación por sus actividades delictivas había simulado su muerte. Cuando Holly lo descubrió concertó una cita con él. Subidos en una vieja noria, Harry Lime le habló con la crudeza de quién está por encima del bien y del mal, de quién ve a los demás como simples insectos, cuya vida no tiene más importancia que un reloj de cuco. La versión del mayor Calloway fue bien distinta y le enseñó los estragos que su amigo había provocado al vender penicilina adulterada en el mercado negro. Le hizo acompañar a un hospital en donde podría constatar el horror de sus actividades. Holly no quería delatar a su amigo de la infancia, pero aquello era algo más que una travesura del pasado. Ahora podría vencerlo, destruir su imagen ante Anna y aparecer como el hombre honesto que él sería para ella. Una mezcla de culpabilidad y de esperanza que se debatía en su mente, le apresuraba a un final que abocaría en una traición. Y lo hizo, acabó para siempre con Harry Lime. Fue abatido en las alcantarillas de la ciudad, acosado como un perro, memoria perdida de un pequeño aspirante de genio, barnizado con la crueldad de quién no respeta la vida de los demás.



Holly ha vuelto al cementerio. Se celebra el segundo entierro de Harry Lime, aunque esta vez es de verdad. En una fría y húmeda mañana, espera el milagro. Anna ahora lo desprecia. A pesar de conocer la verdadera naturaleza de quién amaba, ni un ápice de su corazón ha abandonado el amor incondicional que le procesaba. Holly espera. El mayor Caloway le dice: "Pierde usted el tiempo". El le contesta: "¡Me encanta perder el tiempo!". Espera, silencioso y abatido, espera en un largo camino abrazado por grises árboles. Anna camina desde el infinito, pasa junto a él como quien atraviesa una delgada capa de niebla e indiferencia. No le mira, no se vuelve, sigue caminando hacia el horizonte y deja atrás la sombra de un hombre sin esperanzas.



13 comentarios:

  1. Antes de que venga Mr.Lombreeze diciendo que es su película favorita o algo parecido...
    Buen texto. No hay aquí spoilers que valgan, que quien no haya visto este clásico...
    ¿Por qué las tías se prendan de los peores?
    Hazme caso, Holly. No merece la pena si es tan ciega. Sobra la h en "ha sufrir".
    Buenos días.

    ResponderEliminar
  2. Buenísimo Pepe, enhorabuena. Me han encantado esas definiciones de Vien "en blanco y negro" o esa ciudad "que intenta levantarse de su propio castigo". me ha gustado mucho este relato. Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Genial tu relato. Te podrías dedicar a esto.
    A mí me encanta esta película. Toda. La dirección, el guión, la fotografía, la música, el reparto... Ese ambiente mágico, en definitiva.
    Me la volveré a ver, una y mil veces.

    ResponderEliminar
  4. Nunca un reloj de cuco dio tanto juego...

    ResponderEliminar
  5. Muy buena recreación, Cahiers. Me encanta ese final, los productores presionaron para que se viera el típico Happy End pero Reed (tío de Oliver)se salió con la suya.
    Y bueno... aparte del reloj de cuco yo destacaría de Suiza también el chocolate con leche. Borgo.

    ResponderEliminar
  6. David: Espero no haberle fastiado el final a nadie, aunque como bien dices, a estas alturas quién no lo sabe ya.

    Marcos: La verdad es que cuando lo escribía me acordé de usted y me dije: estoy haciendo un relato al estilo Callau.

    Clementine: Hay películas que requieren visionados continuos porque siempre te ofrecen algo nuevo. Junto a esta, Casablanca y Rebeca también son ideales para verlas una y otra vez.

    Mobius: Cierto y los Borgia también.

    Miquel: Pues menos mal, porque el final es de una belleza estupenda. Además del chocolate, también hay buenos bancos y no de los de sentarse.

    ResponderEliminar
  7. Qué hermoso post para la mejor película de la Historia del Cine.

    ResponderEliminar
  8. Gracias amigo Lombreeze, ya me había comentado David que era una de tus favoritas.

    ResponderEliminar
  9. yo siempre pongo esta "adaptación" como ejemplo de un trabajo bien hecho. cambiando el final del libro -que acaban juntos- nuestro protagonista se vuelve -para el espectador, digo- aun más kantiano si cabe. más héroe.
    cojonudo además que escriba novelas mediocres.
    una de mis favoritas, sí.
    un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Hola!!

    Permiteme presentarme soy Adriana, administradora de un sitio web, visité tu blog y está genial,
    me encantaría poner un link de tu blog en mi sitio y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
    Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
    Exitos con tu blog.
    Un beso
    Adriana
    Adriana8802@hotmail.com

    ResponderEliminar
  11. Egoitz: Afortunadamente el final creo que es inmejorable y sencillamente antológico.

    Adriana: Puede usted proceder con ese link. Gracias por su visita.

    ResponderEliminar
  12. Hace tiempo le dedicamos una entrada a esta obra de Sir Carol Reed. Y mantengo que el final es uno de los mejores de la historia del cine.

    ResponderEliminar
  13. Parece, amigo Ethan, que en ese tema hay un consenso generalizado.

    ResponderEliminar