Si se dan una vuelta el día posterior a Reyes, observaran como, en torno a los contenedores de basura, se amontonan las cajas vacías de juguetes que nuestros más pequeños han recibido la noche anterior. Esto no falla desde hace muchos años, pero, en cambio, si hay una variable que se ha alterado considerablemente. La cantidad de cajas se ha incrementado hasta proporciones alarmantes.
Si realizamos un viaje imaginario a nuestra niñez, nos daremos cuenta como han cambiado las cosas. Cuando yo era pequeño recuerdo que, durante todo el año, eran pocas las ocasiones en las que me agasajaban con juguetes. Estaban descartados en el día de mi santo y en mi cumpleaños alguna cosilla podía caerme y, por supuesto, Papá Noel era un don nadie bastante tacaño que no soltaba ni un triste caramelo por el día de Navidad. Los Reyes Magos eran otra cosa bien distinta y solían ser moderadamente generosos. El resto del año me conformaba con el tebeo de los domingos y algún capricho de peseta de vez en cuando.
Hoy todo ha cambiado. Mi hija de cuatro años ha recibido en un par de años el doble de los juguetes que yo podría haber recibido durante toda mi infancia. Ahora que lo pienso, el doble creo que es una cantidad que se queda ostensiblemente corta. Primero, tenemos los caprichos de todas las semanas, concedidos de forma habitual por su abuela y su madre. Es raro el día que no aparece con cualquier trasto nuevo debajo del brazo, fruto de la famosa frase "te lo compro si te portas bien" o de esta otra "como te has portado bien, te lo compro", lo que en resumidas cuentas son dos factores que no alteran el producto. Los niños de hoy, si te acompañan a comprar cualquier cosa, siempre obtienen algún tipo de rapiña. No importa a que establecimiento te encamines, sea a una ferretería o a una carbonería, ellos siempre te van a sacar algo. Luego tenemos los cumpleaños de nuestros pequeños infantes. En realidad son fiestas en toda regla, en las que el resultado es, indefectiblemente, un saco descomunal de juguetes. En Navidades hay turno doble para los fabricantes de juguetes y nuestras casas se llenan hasta arriba de trastos, tanto el 25 de diciembre como el 6 de enero. Con suerte esperemos, que los comercios del ramo, no se saquen de la manga el día de Mamá Noel o el de los Reyes Magos de Occidente para cubrir ese hueco entre ambas fechas.
El resultado es que los niños están saturados de juguetes y muchos ni saben que hacer con tantas propuestas abrumadoras. De hecho, algunas veces, incluso se les olvida jugar con alguno de ellos y permanecen olvidados en sus inmaculadas cajas, esperando a que algún padre razonable reclame la atención de sus retoños respecto a ellos. Mi hija en concreto, ha pasado este año de todos sus juguetes y se ha dedicado a jugar alternativamente con la Nintendo ds y con las figurillas del Belén. Estas últimas han salido algo perjudicadas y no son las pocas que, debido a sus innumerables caídas, han perdido su cabeza o algún que otro miembro de sus diminutos cuerpos. El resultado de eso es una especie de belén mutante, repleto de figuritas con testas pegadas con pegamento e individuos y animales privadas de alguna pierna o brazo. Pero han triunfado sobre los clics de Playmobil, los Pin y Pon o los Barriguitas que observan azorados su inquietante futuro. Porque el futuro de los juguetes es muy similar al que se plantea en "Toy Story 3". O bien te compras una casa de dimensiones colosales, en las que ubicar la cantidad ingente y desproporcionada de juguetes o vas haciendo remesas de los menos utilizados y los envías al desván o al trastero.
En resumidas cuentas, lo que tenemos hoy en día son niños saturados de dibujos animados, videojuegos y juguetes. Al fin y al cabo, lo que obtenemos muchas veces es que nuestros hijos, los más imaginativos, terminan jugando con la caja de cartón mientras el juguete que estaba en su interior es desterrado al reino de la indiferencia. Por último, y para todos aquellos que tengan en mente regalar una mascota, les recomiendo un artículo publicado por el amigo Piedra en su blog titulado "Civilizando" (http://puertoparanoia.blogspot.com/2010/12/civilizando.html). No tiene desperdicio. Abuelos, tíos y Papás compulsivos, moderen sus hábitos consumistas y encarguen a los Reyes una cantidad razonable de juguetes y compensen la diferencia con juegos imaginativos, paseos por el parque y mucho cine. Si, ya se que esto último es barrer un poco para casa, pero no puedo evitarlo. ¡Felices y razonables Reyes!.
Es una desmesura insultante. En mi casa, el amigo Noel no pierde el tiempo y pasa de largo. Mi heredera está siendo acostumbrada a volver al hogar con las manos vacías en un 90% de las ocasiones y los días como Reyes, cumpleaños o santo, obviamente, son los días en los se concentran los regalos.
ResponderEliminarY no pasa nada. Mi hija ni es azul por no tener regalos en Navidad ni rabia hasta desangrarse porque no le compramos el último libro de Pocoyo (lo adora la tía. Lo curioso es que yo también) cada vez que lo pide. Al final, todo es cuestión de las energías que uno quiera gastar en educar a sus hijos-
Yo jugaba con las cajas de zapatos, se lo juro. Hacía naves espaciales y una especie de transformers a los que llamaba "cajaformers" o algo así (de hecho, me lo curraba un montón por que parecía una caja normal y corriente, pero gracias a los cortes que le hacía por los laterales, se desplegaban unos brazos, unas piernas y la cabeza y tal. También le hacía otro corte en la barriga que se abría y en el que metía un trozo de cartón con forma de aguila para emular a uno de aquellos robots. ¿Se acuerda? Eso si, mis padres estaban deseando que tirase las cajas ya que ocupaban más espacio que los Gi-joe o los He-mans).
ResponderEliminarBueno, que le traigan pocas cositas a usted y muchas cositas a mi nuera!!
Que vaya bien, Sr. Cahiers!
Pues la verdad es que posiblemente los que odiamos a Papá Noel sea porque no lo disfrutamos y los que abusan de un jugueterío indiscriminado puede que intenten comprar todo lo que en su tiempo les negaron o aun no existía y no pudieron probar.
ResponderEliminarTotal que al final los juguetes suelen hacerles mas ilusión a algunos padres que a los propios críos y otras son una esperanza de mantener a la jauría distraída. Pero que donde se ponga una buena caja de zapatos que ofrece infinitas formas de transformación sin peligro de regañina, que se quiten todas esas chufas que una vez sacadas de la caja y pasado el asombro de la perfección con que están echas, el crío se pregunta ¿y como se juega con esto?
P.D. Pepe, gracias por la referencia y a ver si alguien se conciencia a favor de los bichos.
¿Cajas de zapatos?, la caja de una nevera. Eso si que proporciona diversión... y vivienda.
ResponderEliminarLo estoy comprobando con mi sobrina.
ResponderEliminarPara mi, Papa Noel siempre fue una colonia o una cassette. Hoy en día, en cambio, no hay mucha diferencia entre éste y los Reyes Magos.
La cantidad de regalos que recibe mi sobrina es apabullante, y luego no juega ni con la mitad. O juega durante un tiempo y luego ya lo deja abandonado.
Pero es que durante el año, no hay semana que no se le compre algo (y la abuela, es decir, mi madre, es muy culpable de ello). De este modo, creo yo que no se valoran tanto los regalos y apenas se diferencia el resto del año de las Navidades (salvo por el hecho de duplicarse o tripiclarse las cantidades)
Tinen todo lo que piden, y eso tampoco es bueno, porque con el paso del tiempo, uno se da cuenta que no puede tenerlo todo, y que la vida no le va a regalar nada. Creo que en estas fechas se puede ser generoso, pero sin pasarse. Y durante el resto del año, evitar los caprichos, que a este paso no diferenciarán el cumpleaños de un día cualquiera.
Siempre digo que tenemos a mi sobrina muy malcriada. No valora lo que tiene.
Saludos ;)
P.D.: Yo he intentado regalarle juegos educativos o que le hagan usar un poco el coco. Tiene 200 mil muñecas (aprox. xD), y estoy harto de ver cómo quedan relegadas a la más absoluta marginación.
Genial entrada. No puedo estar más de acuerdo contigo. El niño de hoy no valora en absoluto un juguete en concreto, cómo va a hacerlo si está acostumbrado, por lo general, a que le den todos sus caprichos cuando él quiere... Es una pena, porque los amontonan casi sin estrenarlos, con la cantidad de niños que hay en el mundo a los que les haría felices tan sólo uno de esos juguetes. Yo también cambiaría tantas maquinitas, que les vuelve además autistas del resto de la gente, y tanta televisión sin control por utilizar más su imaginación, algunos ni saben lo que es eso, jugar más en grupo y sobre todo, leer, que también les hace falta a muchos.
ResponderEliminarYo, desde luego, no cambiaría mi infancia a este respecto por la de ninguno de estos niños. Se la cambiaría, precisamente, a ellos.
Yo también tengo dos hijas y hay mucho de cierto en lo que dices.
ResponderEliminarLos niños se acostumbran a recibir regalos de continuo y en las "ocasiones" como son Reyes o papa noel el volumen de estos se dispara o se "disparata".
Bajo mi punto de vista mi consejo es "moderación pero sin pasarse de moderados" que a nosotros algún airgamboy o un Titín de más tampoco nos hubiese penado ¿No?
Los reyes deben ser un gran momento para los críos, sobretodo para los más pequeños que aún creen en la magia, y sólo ver sus caras de satisfacción y emoción ya merece y mucho la pena.
Eso sí intentar seleccionar los regalos y reconducir a los regalantes. Nosotros optamos por vetar los videojuegos, los juguetes de gran volumen (esto más por cuestiones de habitabilidad) y por exigir al menos un 25% de los regalos en lectura (comics, cuentos o libros).
Cada uno debe encontrar su formula.
Por cierto no se a vosotros pero a mi me parece que los juguetes, al igual que la tecnología, es proporcionalmente mucho más barata hoy en día que en nuestra infancia (I´m born in 1973). Y eso hace que el consumo del producto sea más masivo.
Un saludo Pepe y felicidades que me ha gustado tu entrada.
Donde pone Titín lease: Tintín
ResponderEliminarGenial entrada amigo! Cuanta verdad hay en ella... Los niños de hoy no saben disfrutar de todos los juguetes que reciben porque, simplemente, son demasiados. Todavía tengo en mi recuerdo la imagen de mi sobrina jugando con el envoltorio de su regalo y dejando éste abandonado a su suerte en mitad del salón. Y a una compañera de trabajo que todavía sigue envolviendo algún regalo de nuevo al año siguiente de haberlo regalado y se sorprende cuando los niños ni se dan cuenta de que ya lo tenían. Yo todavía puedo decir que cosas me trajeron los Reyes cada año en mi infancia. ¿Podrían hacer lo mismo los niños hoy?
ResponderEliminarUn saludo Mr.Cahiers
Por cuestiones familiares a mi esto de los regalos se me acabaron siendo un crió, aunque es cierto que mi padres trataron de darme todo lo que pudieron. Pero si es cierto que en la actualidad se les da todo a los críos, a veces por motivo y otras sin motivo, y aquí esta el problema. Hay que darles algún regalo de vez en cuando, pero con cuidado para no malcriar.
ResponderEliminarEl consumismo o "La comercialización de la Navidad" como ya se proclamaba en "Miracle on 34th Street" de George Seaton, en 1947. Realmente recuerdo mi niñez con cariño, especialmente, en esta fecha de la noche de Reyes. Yo me acostaba desacostumbradamente temprano y los nervios no me dejaban dormir. Recuerdo también qu Papá Noël solo dejaba una pequeña chuchería en mi ventana, el día de nochebuena. Después, el calendario escolar propició que él se encargara de todos los regalos, sustituyendo definitivamente a los Reyes. Bueno Pepe, feliz noche. Si te traen carbón, que sea dulce. Un abrazo.
ResponderEliminarTarquin Winot: Bienvenido a la Guarida y, respecto a lo que cuenta, creo que ese es el camino correcto. Gran invento Pocoyó.
ResponderEliminarLazoworks: Pues yo con las cajas de zapatos le hacía un agujero en medio y le ponía una gomas elásticas y me hacía una guitarra. Yo siempre fui del Geyperman.
Piedra: Es todo una sobredosis de consumismo que a mi, personalmente, me resulta un tanto agobiante.
Kinski: Con esas cajas grandes de los electrodomesticos se construían auténticos refugios.
Pliskeen: Bueno, creo que estamos absolutamente de acuerdo. Suscribo sus palabras.
Clementine: En mi infancia se jugaba también mucho en la calle. Eso también se ha perdido en cierto modo.
David: Esa ilusión de la que hablas es lo único positivo de estos desmadres. A mi hija le hemos tenido que dar los regalos esta noche, porque estaba histérica y no podía aguantar hasta mañana.
Blue Day: Me creo lo que dices. De hecho, mi hija tiene aún un regalo sin abrir desde Navidad y lo tiene todos los días a la vista y ni caso.
Sr.Nocivo: El problema es que se sienten abrumados y no saben ni por donde empezar. Saturación pura y dura.
Marcos: Recuerdos esas noches largas en que apenas se podía dormir, esperando las primeras luces del día, para ver que te habían dejado los Reyes. ¡Qué tiempos aquellos y cuanto ha llovido!
Yo he disfrutado y disfruto mucho de la noche de Reyes, que además coincidía con el cumpleaños de mi padre; en ese sentido la presencia de Santa Claus más que testimonial era inexistente.
ResponderEliminarLo que ocurre con los regalos no deja de ser el reflejo de lo distinto que es hoy todo en relación a lo que era hace 25 años; el nivel adquisitivo, el mercado hace más fácil ese consumismo, y nos encanta volcar en nuestros sobrinos/hijos todo el cariño en forma de regalos, y claro eso es muy tentador y quizás demasiado fácil...
Tirador: Desde luego, Papá Noel ha sido un invento de estos último años para hacer caja y, en principio, no me parece ni bien ni mal, pero perder la cabeza abrumando a los niños con montañas de juguetes, tanto este día como el de Reyes es, como usted dice, muy fácil para algunos, pero se tiene que imponer cierta racionalidad.
ResponderEliminarCierto. Pero, ejem, mientras haya dinero para gastar, el problema no es tan problema. Lo jodido es que no lo hubiera. No defiendo que se cree una cultura del consumismo arrollador no me malentienda, creo que un regalo bueno es mas que suficiente porque se valora mucho más, pero en general las actitudes de consumo en este pais son tan irresponsables en general que lo de los regalos me parece lo de menos.
ResponderEliminarLe he regalado a mi hijo una maquinita de pinball muy bonita, con sus patas, marcador digital, sonidos... reuerdo que cuando era un poquito mayor que él, me los fabricaba con clavos y gomas sobre un tablero de madera. Dos pinzas de la ropa servían de palas.
ResponderEliminar¡Joer como ha cambiado el cuento! Me di cuenta que los reyes eran los padres cuando me traían chalecos de rombos y jerseys a lo Evo Morales... claramente confeccionados por mi propia madre
Lucifer: Eso es evidente, si hay capacidad economica se produce estos impulsos consumistas, pero creo que es consentir y abrumar a los niños. Es simplemente una cuestión de racionalidad.
ResponderEliminarAlimaña: Qué bueno, recuerdo perfectamente esos pinballs caseros, como las patinetas que te construías con una madera y cuatro cojinetes.
A mi Papa Noel tampoco me dejó nunca nada. ¡Lo malo es que luego apenas tenía un día para disfrutar a fondo! Eso no sé si será bueno o malo, pero era frustrante un rato largo.
ResponderEliminarSaludos
Ayer- 7 de enero- Barcelona amaneció con las calles repletas de cajas vacías de juguetes, montañas de ellas. Me produjo un efecto algo inquietante pues me recordó aquel relato de Cortázar en que una ciudad se despierta un día con enormes pilas de ropa amontonada por las calles sin que nadie sepa de donde procede. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMöbius: Ese es uno de los inconvenientes de los regalos de Reyes, que al día siguiente hay que ir al cole.
ResponderEliminarMiquel: Inquietante será el día que aparezcan en la basura las cajas, pero con los juguetes nuevos aún en su interior.