Parecen ausentes, pero están ahí, forman parte de nuestras vidas, aunque su aparente silencio no sea nada más que el sutil presagio de una brisa o de un viento furioso. Paseamos entre ellos, catedrales retorcidas entre nudos, raíces y hojas, construcciones caprichosas de una naturaleza modesta que parece sonrojarse ante la genialidad de sus garabatos.
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ROBLE DEL ÁNGEL |
Sombras sobre la tierra, refugio de vida, eternos vigías del horizonte, hermanos enlazados entre ramas carnosas que se anudan como manos desesperadas, deseosas de huir de una soledad impuesta por raíces aletargadas sobre una tierra madre de esperanzas y acogedora de cuerpos sin aliento.
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ARCE JAPONÉS |
Lienzos sobre los que artistas ancestrales regurgitan colores que presagian las estaciones, el frío de los páramos, el suspiro cálido de una primavera o el dorado del letargo otoñal. La antesala del invierno les viste de una dignidad tan antigua como el manto que cubre la noche. Infinitos hasta el cielo, desafiantes en su osadía que otros imitaron en sus torres de Babel, para saber si encontrarían a Dios, a cualquier dios.
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BAOBAD |
Colosos apuntando igual que cirios espirituales, mástiles de un mar de arena que se pierde en el horizonte, invasores de paisajes fantásticos que emprendieron su particular batalla con príncipes de cuentos y sueños de rosas con espinas. Columnas que señalan un camino a ninguna parte, porque ellos son el camino.
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WISTERIA JAPONESA |
A veces derraman sus lágrimas entre una lluvia lánguida de nostalgia. Entre sus troncos se desliza la sangre ancestral que les concedió casi la inmortalidad, pero un caprichoso mortal les arrebató el secreto de la vida, entre astillas y lamentos esparció sus huesos desnudos sobre la tierra que les vio nacer, hundió su devastación en sus pétreos corazones desolados, les empujó hacía el fuego entre brasas de muerte. Una muerte que deja un olor a pútrido, a esperanzas perdidas, de lo que un día fue, del recuerdo de ancestrales refugios de vitalidad y belleza innata.
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PASEO DE LAS HAYAS (IRLANDA) |
Somos el viento, somos la noche, la tarde dormida entre susurros, el refugio eterno, los guardianes de los sueños, el paisaje derramado sobre la tierra, la torre de las vigilias sin tregua, el refugio de los miedos, testigos silenciosos de vuestros pasos, de vuestros pecados y aciertos, albaceas del futuro. Cuando ninguno de los hombres quede en pie y nosotros seamos espectros petrificados, en alguna parte y en algún instante volveremos a surgir de la nada y lanzaremos una vez más nuestros brazos al cielo, siempre al cielo, porque somos titanes, los últimos de la Tierra.
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SECUOYA (CALIFORNIA) |
Mr. Cahiers, otra bella entrada para estos magicos seres de la naturaleza, tan utilizados por la especie humana, la cual no se da cuenta de lo importante que es la forestacion. Cordiales saludos.
ResponderEliminarNuestro futuro está unido a ellos, somos parte del mismo mundo, aunque a veces parecemos olvidarlo.
EliminarSaludos
Llevo un año trabajando de jardinera y he aprendido un montón de cosas, curiosidades de esta gente, los árboles.
ResponderEliminarY también he aprendido que, por desgracia, en España nos olvidamos de que son seres vivos, y no me refiero a la gente, que también, hablo de los responsables de las ciudades, que los ponen en sitios donde no pueden estar o los podan sólo pensando en la estética, en el paisaje.
Mi profesor dice que el 95% de los árboles de Madrid están enfermos. Ahora se hace más caso porque las ramas están matando a gente al caerse, pero es debido a una dejadez de años y años...
Y eso que hoy parece existir mayor conciencia, porque hace algunas décadas se actuaba contra ellos sin la más mínima contemplación.
EliminarSaludos Doctora
Una entrada magistral, parece que no se enteran de nada pero ellos son guardianes de la sabiduría y del tiempo. Mucho hemos olvidado la divinidad consciente de los árboles y sus atributos etéricos. Los árboles están absolutamente conscientes de la raza humana.
ResponderEliminarSaludos.
Son parte de nuestra vida, han sido testigos de nuestra historia y eso es más que suficiente para obtener nuestro respeto.
EliminarGracias por el comentario y bienvenida a la Guarida.
Pepe te mereces una matricula de honor por esta entrada, es magnífica, tanto por las imágenes como por el texto que las acompañas.
ResponderEliminarLos árboles son parte de nuestra vida, y el cuidarlos es nuestra obligación, nos brindan su belleza, su sombra y su colorido.
No me atrevo a decir nada más porque tu ya lo dijiste todo.
Besos
Puri
Gracias Dulcinea por sus amables palabras y eso que, cuando me pongo poético, no estoy muy seguro de mí mismo, nunca se cuando puedo pasarme de pedante o cursi.
EliminarSaludos cordiales.
Cuanta belleza en palabras y fotos.
ResponderEliminarCuanto nos dan y que mal los tratamos.
Besos
Por lo menos ahora existe cierta conciencia sobre lo que significa, aunque no se si a la hora de ponerla en práctica se queda en sólo buenas intenciones y pocas acciones.
EliminarSaludos Inma
Me encantan los árboles.
ResponderEliminarTu texto es estupendo y las imágenes realmente buenas.
Un abrazo
Gracias Amalia, no hay nada tan relajante como respirar profundamente en medio de una arboleda y sentir el silencio.
EliminarSaludos
Me gustan mucho los baobad, son como árboles que un gigante arrancó y los volvió a plantar del revés, y cada vez que veo secuoyas recuerdo aquella bonita escena de "Vértigo" cuando James Stewart observa las líneas del árbol con los acontecimientos históricos señalados en su corteza.
ResponderEliminarUn bosque que me impresionó mucho fue el de Krasny Bor (Bosque rojo) en San Petersburgo, el colorido de sus hojas en otoño es fantástico.
Saludos!
Borgo.
Esa escena de "Vértigo" me encanta, ese poder onírico fascinante que transmite es inigualable.
EliminarUn abrazo
Preciosa entrada, la he disfrutado mucho, llena de belleza, tanto escrita como visual.
ResponderEliminarSaludos
:D
Me alegro que haya sido de su agrado, eso me da ánimos para explotar mi incipiente vena poética.
EliminarSaludos
Pero, pero, pero... ¡QUÉ PRECIOSIDAD DE ENTRADA!
ResponderEliminarMe chiflan los árboles, Cahiers. Y me encantan las imágenes que has elegido. Y, cómo no, tu maravilloso texto. Canastos.
Así que (aquí te lo anuncio) te tomo prestada esta entrada para mi Twitter. Mañana la incluyo :)
Toda suya amiga Clementine, y mire que, cuando me pongo poético, no se exactamente que terreno piso, pero me alegro que le haya gustado.
EliminarSaludos cordiales
Buen homenaje. A ver si los cuidamos mejor verdad?
ResponderEliminarSaludos.
Cierto, nuestro futuro va unido al suyo y más vale que sea esperanzador.
EliminarSaludos
Maravillosa entrada y bellas palabras con que decoras unas fotografías asombrosas de estos pulmones del mundo. Últimamente camino más a menudo por los bosques del Pirineo (es lo que tiene, pasear a dos perros que parecen no conocer el significado de la palabra "cansancio") y siento una profunda tristeza al comprobar la indiscriminada tala de árboles que tiene lugar en algunas zonas suficientemente escondidas y que debieran ser respetadas como nuestras propias vidas. Pero al fin, el ser humano no respeta ni su propia vida. No le pidamos ahora que respete el lugar gracias al cuál vivimos. Pero no quiero ensuciar de palabras tristes tu hermosa entrada. Te doy la enhorabuena Cahiers, Particularmente asombrosa me ha parecido la fotografía del Paseo de las Hayas en Irlanda. Sigo deseando, como una utopía, viajar allí. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Marcos, siempre que me pongo poético me pregunto si no me meto en terreno desconocido y me acuerdo de usted, de qué es lo que pensaría a leerlo.
EliminarUn abrazo