lunes, 21 de junio de 2010

KUNG-FU CONTRA LOS CALAMARES A LA ROMANA


La historia que les voy a contar es totalmente cierta, y aquellos que tengan el estomago delicado o una sensibilidad muy a flor de piel absténganse de leer este relato. Sucedió cuando tenía aproximadamente 12 años. Un amigo de la infancia, me estuvo dando la paliza una semana entera para que fuésemos al cine de verano para ver "Kung-fu contra los siete vampiros de oro". Había tenido ocasión de ver un tráiler y estaba realmente impresionado. Me advirtió que daba un rato de miedo y que los vampiros luchaban contra unos tipos maestros del kung-fu. ¿Se puede pedir más para dos niñatos de 12 años?.
El día que habíamos quedado para ir al cine de verano para contemplar semejante maravilla, mi madre había preparado calamares a la romana, que por aquellos tiempos era mi plato favorito. Mi abuela siempre solía decir: ¡Niño no llenes el ojo antes que la tripa!... y qué razón tenía. Cuando sacaron la fuente de calamares mi cara se iluminó como un semáforo en ámbar e inmediatamente me abalancé sobre ellos como un auténtico depredador. Engullía sin masticar como una bestia surgida del infierno. Era como un tiburón atacando un banco de arenques, dando dentelladas a diestro y siniestro. Cuando el resto de la familia hubo reaccionado, ya era demasiado tarde, había devorado la fuente hasta sus últimas consecuencias y mi rostro hinchado y pringoso me delataba sin piedad. Mi padre exclamó: ¡El bribón de tu niño se ha comido hasta la fuente! y mi madre: ¡Niño, por Dios, te has comido los calamares de todos!. Yo no podía articular palabra pues mi estomago estaba tan inflado que probablemente me afectaba a las cuerdas vocales y solo balbuceaba: eg que taban mu guenos...
Inmediatamente, después de semejante tropelía, y para evitar más regañinas me fui a mi cuarto a dormir la siesta y poder realizar una digestión lo más relajada posible. Hay varios tipos de siesta que van desde la cabezadita hasta la siesta monstruo. Esta última dura entre dos y tres horas y caes en una especie de letargo pesado como el plomo, tienes pesadillas y te levantas sudado, con dolor de cabeza y desorientado, sin saber si es de día o de noche o si estás en tu casa o en Plutón. Bueno, aquel día mi menda se plantó una auténtica siesta monstruo, que combinada con la complicada digestión hicieron que me levantara ciertamente molesto.
Acudí al lugar donde había quedado con mi amigo que me estaba esperando con una bolsa de maní de unos 400 kilos, bueno es una cantidad exagerada, quizás serían 200 o 300, y sendas botellas de litro de coca-cola. Lo primero que me dijo: Llegamos tarde, hay que correr un poco. Mi amigo era un obseso del deporte y aquello de correr le encantaba. A mí me horrorizaba, siempre he sido de escasas carreras y nulo movimiento. El cine estaba en la otra punta de la ciudad y no nos llegaba el dinero para el autobús. De tal manera que emprendimos una especie de maratón, que en mi caso se dirigía al maldito infierno. Corríamos e ingeríamos maní a la misma velocidad, ya que habíamos llegado a la curiosa conclusión de estar libres de comida para ver la película lo más concentrados posible. A cada zancada, se iban centrifugando en mi estomago una peligrosa mezcla de aire, calamares, maní y burbujas de coca-cola. Comenzaba a no sentirme demasiado bien y el calor contribuyó a que la mezcla alimenticia fuera tomando forma, la forma de un volcán a punto de estallar.
Cuando llegamos al cine mi amigo me miró y me dijo: ¿Estás bien?, te veo azul. Creo que acerté a contestar entre resoplido y resoplido: Es...estoy bien... creo. La sala de cine estaba escalonada con cómodos asientos de hierro. Yo siempre he tenido la costumbre de sentarme cerca del pasillo, por si tengo la necesidad de salir corriendo, bien por una urgencia o porque la película sea muy mala. Cuando empezó la sesión ya me encontraba en un estado de deterioro ciertamente alarmante. Una angustia creciente se apoderaba de mí, como los vampiros de la pantalla de sus víctimas. Tengo especial aprensión a vomitar, lo paso realmente mal. Admiro a la gente que vomita con la misma facilidad que quien se bebe un vaso de agua. Lo hacen discretamente, se quedan relajados y a otra cosa mariposa. Este no es mi caso, yo me descompongo literalmente, mi cuerpo es desmontado y vuelto a montar aunque las piezas no encajen. Así que aguanto todo lo que puedo y más.
En medio del clímax de la película mi amigo volvió a preguntarme: ¿Estás bien?, te veo verde. En esta ocasión no contesté, porque en lugar de emitir un sonido coherente, una descomunal arcada sonó con estruendo en la sala. Porque otra de mis particularidades es que cuando vomito soy como un marrano en un matadero, pero con un amplificador de sonido incorporado. Las arcadas se sucedieron de forma estrepitosa y el público creyó que la sala estaba equipada con sonido surround, hasta que giraron la cabeza y contemplaron el espectáculo dantesco que allí transcurría. Los calamares iban saltando de escalón en escalón y, debido a que fueron engullidos sin masticarlos, aparecieron nuevecitos y relucientes, con sus patitas y sus alegres brincos. Mi amigo para evitar que los vómitos se contagiaran al resto de la sala y fuésemos linchados por el impresionado público, me tomo de un puñado y me llevó a los servicios en donde los cefalópodos volvieron resucitados y coleando al mar a través del alcantarillado. Al mirarme al espejo vi el verdadero rostro de un zombie. La tez marmórea, dos lagrimones me recorrían las mejillas, los pelos de punta y un ojo ensangrentado por el esfuerzo. Cuando la serenidad volvió a mi destruido cuerpo volvimos a la sala de cine y nos sentamos al otro extremo de donde habían transcurrido los truculentos hechos y pudimos ver terminar "Kung-Fu contra los siete vampiros de oro".
Fueron muchos los años en los que ni me acercaba a los calamares a la romana. Sentía pavor con su sola presencia. Pero poco a poco fue superando el trauma y pude comerlos, aunque siempre con una prudencia pudorosa. Cerca de treinta años después, una noche que estaba en un hotel de playa me sentí indispuesto y, a pesar de mis vanos intentos por evitarlo, no pude evitar vomitar. Si amigos míos, ese día había ingerido calamares a la romana. Pero lo más terrible, y les aseguro que es totalmente cierto, es que unos días antes me había hecho con una copia de "Kung-fu contra los siete vampiros de oro". Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me hice un juramento inquebrantable: ¡A Dios pongo por testigo que jamás mezclaré calamares a la romana con la película "Kung-fu contra los siete vampiros de oro"!.












Nota aclaratoria: Cualquier parecido con el chiste de los garbanzos de Paco Gandía es simple coincidencia.

19 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, Pepe!...lo que me he reído. A mí tambián me ha molestado bastante eso de vomitar. Lo del ojo ensangrentado me ha recordado una noche de Jack Daniel's en la que había decidido no volver al mundo. Casi llevé a cabo mi proposición. Al día siguiente dos ojos rojos se abrieron a un nuevo sol. Las manchas rojas tardaron en desaparecer al menos una semana. Ay, la juventud y el desamor... mal cóctel.

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  2. Esto es un trauma en toda regla, de esos que te marcan para siempre, y que además no puedes olvidar porque las personas que lo vivieron contigo te lo recuerdan continuamente como si fuese una anécdota de lo más divertida.

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  3. ¡Ja,ja,ja,! Esa historia forma ya parte del imaginario colectivo de Pepe Cahiers y de todos sus amigos, familiares, deudos y parientes...
    Eso sí, tiemblo que en una próxima entrega relate alguna historia surrealista del Tirador...

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  4. La verdad es que compartimos dos pasiones: los calamares a la romana y la peli "Kung Fú contra los 7 vampiros de oro" con mi admirado Peter Cushing que fue por cierto la última sesión que vi en el famoso cine Capitol de Barcelona. Borgo.

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  5. me deja sin palabras, hoy me he hecho con la bolsa grande de "Calamares Hacendado" tendré que vigilar lo que pillo del videoclub.. Gracias por compartir esta peculiaridad metabólica viscosa con nosotros.

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  6. Gensanta! Parece un relato de Chuck Palahniuk. Eso sí, he dado un respingo cuando relacionabas tus males con "Kung Fú contra los 7 vampiros de oro": esa película me produjo buenas pesadillas el día que la vi en televisión, allá por el año 81 más o menos.
    Saludos.

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  7. Marcos: Todos hemos pasado por esas noches de alcohol, hasta que llega un día en que dices "hasta aquí hemos llegado".

    Sr.Nocivo: No le quepa la menor duda que este tipo de historias son continuamente recordadas en todas y cada una de la reuniones de amigos.

    Tirador: Ya sabe todos tenemos un pasado y alguna historia absurda que contar...

    Miquel Zueras: Mientras no mezcle ambas cosas todo irá bien.

    Lucifer: Yo empezaría por comerme solo la mitad de la bolsa y, en cuanto al título maldito, es posible que cada uno tengamos el nuestro.

    Licantropunk: Nunca me habían comparado con Palahniuk. Quizás sea el momento de fundar "El club de la lucha de los cefalópodos".

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  8. Jajajaja, gracias Pepe por compartir la anécdota con todos... Habría que haberte visto mirándo la ruina humana en que te habías convertido delante del espejo jojojo... ... mi hermana estuvo a punto de morir por culpa de un trozo de calamar atravesado en su garganta. Fue en un bar, el camarero saltó la barra como si de un gimnasta de anillas se tratase y se lo sacó con unas pinzas cuando ya estaba casi inconsciente... peligrosos son los cefalópodos si no se mastican bien

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  9. Si, hay que tener cuidado amigo alimaña, parecen tan inocentes con sus formas anilladas y sus patitas, pero esconden un peligro ciertamente mayúsculo.

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  10. Pero ¿qué le sentó mal? ¿Los calamares, la peli, la siesta, su amigo?...

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  11. Por cierto, Cahiers: Bram Stoker escribió "Drácula" tras una indigestión de cangrejos. ¿No escribió ninguna obra después de la ingesta de calamares? Borgo.

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  12. ¡Qué historia tan buena! Y su forma de narrarla merece un apartado en el mejor de los monólogos. Y su amigo ¿volvió al cine con usted?¿o a algún sitio? A mi me parece que el tirador solitario ha desvelado con su comentario que sabe algo más de la historia de lo que parece. ¿Tendremos nuevas anécdotas por su parte o por la de otros...?Eso del pasado es la pura realidad. Genial como siempre compañero.

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  13. dvd: Bueno, supongo que la mezcla de todo fue algo explosiva. Bienvenido a la Guarida.

    Miquel: Por aquella época mi inspiración literaria era tan aguda como mis digestiones.

    Blue Day: Creo recordar que fuimos unas semanas después a ver "Tarántula" y no pasó nada peculiar. El Tirador tiene su propia historia y, por mi parte, tiraré del baul de los recuerdos para ver si tengo alguna otra experiencia rocambolesca que contar.

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  14. Mi estimado Pepe Cahiers, muy buen relato el suyo, que recuerdo, por mi parte yo tambien tengo recuerdos de vomitonas, pero en un cine nunca, un abrazo y desde ya le digo que me diverti mucho, pero mucho con su recuerdo, bueno, me voy a cenar, un gran saludo.

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  15. Muy bien amigo Belknap, cene usted con cuidado, que algunos alimentos los carga el diablo.

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  16. Tu definición de lo que es la siesta monstruo es genial jajajaja. Y exacta.
    Te recuerdo que la película de los 7 vampiros de oro es la que más miedo me ha dado en mi vida como ya dije en mi blog hace poco.
    Creo que es hora de hacer un remake, los 7 calamares de oro.

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  17. Pues, estimado Mr.Lombreeze, no sería mala idea una nueva versión de esta película, una nueva puesta al día con los efectos digitales de hoy.

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  18. JAJAJAJAJAJA......Esta es una de mis historias favoritas señor Cahiers y aunque la he oído unas mil veces siempre conseguimos que por aclamación termine contándola al estimable público. No conocía la segunda parte la verdad y eso si que me ha sorprendido supongo que debe ser algo freudiano o jungiano o simplemente de tipo estomacal. Bravo señor Cahiers todos amamos esa historia.
    Atentamente.
    Amiga Anónima.

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  19. Gracias amiga anónima y ya sabe: ¡Cuidado con las mezclas peligrosas!

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