Lo confieso, ayer lloré como un niño desconsolado, pero no eran lágrimas de dolor ni de pena, eran motivadas por un alivio emocional de proporciones mayúsculas. Era el sentimiento descontrolado que se expresa cuando, después de mucha tensión, se alcanza un éxito que se nos antoja casi quimérico. Desde que este mundial arrancó hace ya casi una eternidad, todos los partidos disputados por España han sido titánicos, con sangre, sudor y lágrimas. No ha existido ni un solo momento de relajación, siendo una batalla continua, en donde no solo nos enfrentábamos a nuestro rival, sino también a los múltiples y taimados fantasmas del pasado. Habíamos ganado una Eurocopa, pero una Copa del Mundo, eso es algo que escapaba a nuestros más desenfrenados sueños. El partido de la final fue eterno, tanto como la odisea de Ulises en su particular reino de Hades, duro, difícil, en resumen todos los adjetivos de los que una gesta se viste con sus mejores y más dignas aspiraciones. Ese gol de Iniesta provocó que un país rompiese sin medida sus gargantas, que miles de banderas y de lágrimas ondearan en los corazones de hombres y mujeres, que nos narcotizara con sobredosis de alegría y pasión. Esa fiesta, esa expresión como pueblo, no estuvo organizada ni preparada por los que dirigen el trasiego político de este país. Fue el fruto de la espontaneidad de quienes tienen un sentimiento contagioso, algo más grande que cualquier pasión mundana. El fútbol, como alguien dijo una vez, es la cosa más importante de las cosas menos importantes. Entiendo y comprendo que a muchos no les guste, porque el veneno del deporte rey, del espectáculo más grande sobre la tierra, se tiene o no se tiene. Por eso es tan difícil explicar ese sentimiento tan singular, tan especial, tan sencillamente maravilloso. Es cierto, nuestras vidas seguirán de la misma forma dentro de unos días, con sus alegrías y sus tristezas, con sus éxitos y sus miserias, pero la inyección de felicidad que para muchos ha supuesto esta victoria sufrida merece la pena de ser vivida.
España ha reunido una generación de futbolistas irrepetible, una conjunción difícilmente igualable. Todos, repito hasta la saciedad, todos los que han estado en Sudáfrica son partícipes de ese mérito, tanto los que han jugado como los que no. Un portero épico, una defensa sobria y casi inexpugnable, un centro del campo genial, una delantera mortal, un entrenador sensato y humilde y un banquillo excepcional, con ese Reina, verdadera alma de esta selección y que, sin jugar ni un solo minuto de este mundial, ha demostrado lo importante que puede ser pertenecer a un grupo de hombres de tan descomunal honestidad.
Hemos vencido a muchas cosas, al ultraje del Mundial de Mussolini, al gol fallado por Cardeñosa, a la frustración del Mundial 82, al gol encajado por Arconada en Francia, al penalti fallado por Eloy, a la nariz rota de Luis Enrique, al arbitraje del nefasto Al-Ghandour y a todos y cada uno de los fantasmas del pasado. Del Bosque ha sido un caballero desde el principio al final. Es cierto que heredó un equipo campeón, pero ha sabido llevarlo con su carácter humilde y bonachón, pero además ha acertado en casi todos sus planteamientos y dirección de equipo. Eso sin contar con la más mínima simpatía de su predecesor, un Luis Aragonés que no ha sabido en ningún momento mantener un mínimo de elegancia profesional, más aún sabiendo lo que representa ser la cabeza visible de una selección como la española.
Son muchas las imágenes de este Mundial respecto a lo que concierne al equipo nacional. El gol absurdo de Suiza, el primer y magistral tanto de Villa, el rostro golpeado de Piqué, los penaltis fallados, el testarazo de Pujol, Torres roto, el golazo de Iniesta y las lágrimas de Iker. Al otro lado, los aficionados y su sufrimiento, su explosión ante la victoria de un mundial que se ha ganado pulgada a pulgada. Durante esta semana me he acordado mucho de mi padre, que era un aficionado moderado, pero que disfrutaba como un enano cuando las cosas rodaban bien. Tenía la cautela de quien ha contemplado muchas decepciones, y siempre hablaba de que el equipo rival era mejor que España, acertando en casi todas las ocasiones. Recuerdo su emoción cuando celebramos, codo con codo, los 12 goles a Malta, cuando el Buitre se salió en Méjico y cuando Maceda nos llevó a la final de la Eurocopa de Francia. Por eso, este triunfo es también para su memoria, para la de todos los que se quedaron en el camino. Cuando marcó Iniesta mi voz se rompió y el nudo en la garganta se derramó en un baño de lágrimas, que sólo obtuvo consuelo cuando me fundí en un abrazo con mi sufrida esposa.
Este Mundial ha sido para España como una gran película, llena de misterio, emoción y sufrimiento. Pero el final ha sido como el de los grandes clásicos. Hemos ganado, aunque aún no damos crédito, y además hemos contemplado un beso final, la hermosa imagen de Iker Casillas besando a su compañera, la magnífica Sara Carbonero y eso, créanme, ha hecho también justicia, justicia poética.
Una de las mejores películas que he visto... Y con beso final, como bien dice...
ResponderEliminarLo reconozco. No me gusta el fútbol, pero anoche sufrí como nunca. Lo vi enterito y no daba crédito al juego sucio de Holanda. No creí que eso pudiera suceder en una final. Recé al final para que al menos las patadas tuvieran su justa recompensa y....marcó Iniesta. Un alivio y,lo mejor...el beso final. Ciertamente, mereció la pena...aunque sigo odiando el fútbol.
ResponderEliminarNo sabía si estaba en el blog de Marca o de As (es broma). No es mi "género cinematográfico" favorito ni de lejos (cuando era crío, tal vez...pero con los años me he aficionado a otras cosas). Pero bueno, me alegro por esas lágrimas ya que no son de tristeza. De todas formas, Pepe, a pesar del mensaje de tu post, me quedo con "nuestras vidas seguirán de la misma forma dentro de unos días, con sus alegrías y sus tristezas, con sus éxitos y sus miserias"... que es algo en lo que no solemos pensar. Un saludo.
ResponderEliminarEstupenda reseña la que has escirto, Pepe... me has vuelto a emocionar. Confieso que ayer rompí a llorar con Iniesta y Casillas. No se puede rodar, en efecto, una película más perfecta. Los españoles respondímos a la violencia, la brusquedad y la falta de ideas con elegancia, con un juego precioso, con toque y con sabiduría...con unos chavales que juegan como los ángeles. Recuerdo hoy a mi abuelo, que tantas veces siguió a la selección (incluso durante su estancia en Buenos Aires, fue a verla a La Bombonera en un amistoso) y me imagino cómo hubiera gritado de alegría con el gol de Iniesta.
ResponderEliminarSufrí como un condenado a muerte viendo como sacudían sin piedad estos holandeses, con la condescencia de ese árbitro arbitrario. Me convertí por casi dos horas en un manojo de nervios que se quedó vacio con el gol de Iniesta. Y no lloré... ya no me quedaban fuerzas para eso. Espero no volver a vivir experiencias tan agónicas por algún tiempo,esto no puede ser muy saludable... (Aunque afortunadamente como bien apunta Pepe, esta vez y por fin, todo tenga un final feliz con un beso casi cinematográfico)
ResponderEliminarMr. Pepe Cahiers, permitame felicitarle a ud. y a todos los españoles, ¡ Viva España ! Un saludo.
ResponderEliminarLazoworks: Además con un guión que se improvisaba como en "Casablanca".
ResponderEliminarBlue Day: ¿Cómo es posible que alguien que odie el fútbol sea capaz de sufrir viendo un partido épico?. Le veo con una lucha interna, libérese de su odio y abandone el lado oscuro de la fuerza.
David: Yo creo que todo el mundo sabe que, todo esto, ha sido unas vacaciones de un par de días de sus problemas, pero el fútbol es muy grande, tanto como para sacar a las calles de Madrid a un millón de personas. Creo que este país se lo merecía y después de todo, lo que quedará será una página muy importante en la historia del deporte.
Marcos: Es que han sido muchos años de fracasos y decepciones y, por desgracia, algunos no pudieron llegar a vivirlo.
Alimaña: Todos hemos envejecido y es cierto que, cuando terminó el partido, nos quedamos con la tensión por los suelos.
Belknap: Se lo agradezco amigo Belknap.
Le reconozco que no soy muy futbolero, pero de vez en cuando disfruto de algún partido, aunque ninguno había sido tan emocionante como los jugados por España en este mundial. También he de reconocer que debo tener el patriotismo algo atrofiado, pero me alegro que este mérito deportivo haya subido un poco la baja autoestima del país y más en estos momentos de crisis.
ResponderEliminarTres momentos a destacar: 1 el cómico encuentro entre la reina, la prensa y un Puyol casi a punto de morir de vergüenza ataviado únicamente con la toalla. 2 La reina, el príncipe y su esposa celebrando el gol que le daría a España la copa mientras, a su lado, el príncipe Willem-Alexander de Holanda se frotaba el rostro en claro signo de decepción. 3 El apasionado beso de Iker a Sara Carbonero, quien debe haberlo pasado mal después de ser objeto de polémica por el resultado del primer partido de España en la copa.
Ha sido un post precioso, merecido homenaje a una gesta impresionante.
ResponderEliminarYo me quedé sin voz a los tres segundos de marcar nuestro querido Iniesta, y es que fueron muchísimos minutos de angustia y sufrimiento.
¡Qué gran satisfacción!
Efectivamente nuestras vidas seguirán igual, después de unos días, pero unas horas de felicidad completas merecen mucho la pena, si todo un país ha olvidado sus miserias y problemas durante un tiempo, aunque breve, es un logro que no muchas veces se consigue.
¡¡Gracias a nuestros chicos!!
Ciertamente, amigo Nocivo, son todo recuerdos que formaran parte de la leyenda de un momento histórico.
ResponderEliminarGracias estimada Gelen y coincido con tu opinión, este país se merecía un momento como este.
España 1 - Karatekas Holandeses 0
ResponderEliminarGanaron los que se lo merecían. Ganaron los mejores.
Lo cierto es que yo no soy muy futbolero (sólo veo el Barça-Madrid y los de la selección), pero esas dos horas de partido estuve de los nervios.
El gol de Iniesta fue toda una explosión de júbilo.
Un equipo grande, lleno de talento y humildad.
Ganó España y ganaron el buen futbol y la deportividad.
Saludos ;)
Cuando eramos niños y estas en el patio del colegio, y eliges el nombre de un jugador, por si por arte de magia su nombre te fuese a transmitir su agilidad y destreza,siempre recordare que casi todos los niños decian nombres de jugadores extranjeros, jugadores que llegaban a nuestra liga, a base de talonario.
ResponderEliminarCuando se elegia como se iba a llamar el equipo, todos decian Real Madrid, Barcelona, unos pocos Atletico de Madrid, y los de menos Milan, etc...
Ahora soy mayor, ya no escojo nombres en el patio del colegio, ni me peleo por ser Maradona, Futre, Hugo Sanchez, Romario etc..., pero tengo una alegria muy grande en el corazon, y es la de pensar, que cuando mi hijo, este en ese patio, con sus compañeros, seran por unos minutos, Chavi, Iniesta, Puyol, Casillas, Navas, Reina, Alveloa, Llorente, Silva etc...
Nada más que por eso, el futbol vale la pena.
Firmado:
El azote de Estepona.
Yo reconozco que el fútbol no es mi fuerte, nunca me ha gustado demasiado. De hecho, los únicos partidos que he visto en este mundial han sido la semifinal y la final de España. Pero, a pesar de ello, me alegré mucho por la victoria de España, de verdad que se lo merecían. No rompí a llorar como dicen otros, pero realmente dije ¡Bien! Ha sido un sueño bonito, tanto tiempo buscándolo para al final encontrarlo. Los chicos de nuestra selección son humildes y amables, y Casillas uno de los mejores (el broche final de la historia es pura sinceridad y emoción por su parte).
ResponderEliminarRecuerdo mi primer partido de la selección. Era 1972, mes de Octubre, el rival Yugoslavia, y se iniciaba la fase previa para el Mundial de 1974 en Alemania.
ResponderEliminarHe visto en esos 38 años a grandes selecciones, muchísimas frustraciones, también grandes, aunque pocas alegrias, pero nunca podría sospechar que llegaría el día que mi selección fuera campeona del Mundo, y no sólo eso, sino que jugaría como la Holanda de 1974, que no tiene nada que ver con la Holanda de 2010, y eso sí, en esa España de 1972 el portero suplente del eterno José Ángel Iríbar era un tipo simpatiquísimo que respondía al nombre de Miguel Reina...
Aún no he encontrado la clave para que estas cosas me emocionen (sólo soy capaz de pensar "estos cabrones millonarios todavía se van a llevar 100 kilos más!!").
ResponderEliminarPero disfruté viendo feliz a tanta gente en toda España. y eso al fin y al cabo es lo que cuenta...
Pliskeen: España ha hecho el mejor fútbol y por eso es un título más que merecido.
ResponderEliminarAzote de Estepona: Estoy con usted amigo, las futuras generaciones tendrán una referencia que nosotros, por desgracia, no tuvimos. Estos jugadores ya son leyenda. Como decía un locutor de radio cuando marcó Iniesta: ¡Ya eres inmortal!.
Cendrero: Ciertamente ese beso de Casillas cerró una noche perfecta.
Tirador: Pues ya puede usted respirar tranquilo y fumarse un buen puro, un panter si es posible, que ya lo hemos conseguido.
Quimerico: Siendo una verdad como un templo lo que usted dice, lo que ocurre es que, los que somos forofos del fútbol, en un partido como el de la final, en lo último que pensamos es en el aspecto económico.
En efecto amigo Antonio, yo cada vez que lo recuerdo se me pone la piel de gallina. ¡Qué noche de tensión y gloria!
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