lunes, 31 de octubre de 2011

DIA DE DIFUNTOS


Noviembre es el mes de la melancolía, entre lluvia y frío nos llega el tiempo de recordar a los que ya no están entre nosotros. Entre el ocre de las hojas muertas, el sabor de las castañas asadas y las tardes de café, nos vamos deslizando hacía el invierno, que resulta confortablemente cálido en el interior y agradablemente gélido, en paseos que cortan nuestra silueta entre el vaho de nuestras almas, síntoma inequívoco de que aún respiramos el impulso vital que nos sostiene. Supongo que será por esa sensación de adormecimiento, de la ocultación de la vida, de la hibernación de los espíritus elementales, por lo que es tiempo propicio de acordarnos de quienes reposan entre el frío mármol y la altivez del ciprés. Recuerdo, cuando era un niño, como mi abuela encendía en las noches de difuntos una especie de velas o lamparillas, que situaba en un cuenco con agua y aceite. Se decía que eran para los espíritus de los que se hayan en el purgatorio y aliviar su estancia en tan triste lugar. Aquellas luces de titilar suave producían sombras extrañas entre las tinieblas de la noche que me inquietaban sobremanera. Me torturaba la idea de que alguna de aquellas almas atrapadas en ese terrible purgatorio, realizara una visita inesperada ante aquel altar improvisado de tenues luces y sombras. No obstante, todo ese pánico injustificado era compensado por unos deliciosos roscos de azúcar que solía hacer mi abuela y de los que daba buena cuenta.
Después, realizábamos la visita de rigor al cementerio. Armados de flores, tijeras para cortar sus ramas, lo necesario para limpiar el nicho y alguna plegaria, nos encaminábamos por las concurridas calles del campo santo, verdadera ciudad de los muertos, con calles señalizadas y edificios sin vida, testimonio de soledades y abandonos. Tumbas olvidadas, entre el polvo y los matorrales de la indiferencia se alternaban con otras saturadas de flores y adornos, último vestigio de resistencia ante lo inevitable. No hay nada más lejano a la vida eterna que un cementerio, aunque hay que reconocer el encanto melancólico de la futilidad de la vida.
Ahora, como si fuera el mismísimo Miquel Zueras, les dejo la receta de los roscos de azúcar, un paseo por la fama y la gloria de tumbas famosas y, emulando a Marcos Callau, un poema de Neruda, "Solo la muerte".

Se echan cuatro huevos en un recipiente grande. Por cada huevo se añaden 4 cucharadas de leche, 4 cucharadas de azúcar, 4 cucharadas de aceite caliente, una ralladura de un limón, 2 sobres de soda del Tigre (el Tirador Solitario es un contumaz consumidor de esta soda y, durante un tiempo, nos agasajaba generosamente con unos vasos de semejante brebaje) y un sobre de levadura Royal. Después se añade la harina que admita. Esto quiere decir, la suficiente para que la masa resultante sea compacta y uniforme. Mi mujer le dio la receta a una amiga suya por teléfono y entendió "harina la Carmita" en vez de "harina la que admita". La pobre mujer se recorrió todos los comercios del ramo y en ninguna parte encontró la marca "Carmita". A continuación se mojan las manos en aceite y se van haciendo los roscos con la masa, se echan a freír en abundante aceite caliente y cuando estén doratidos se mojan en azúcar. Esta cantidad de ingredientes es para una generosa producción de roscos.


Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.



Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.



Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.


A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.



Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.


Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.







30 comentarios:

  1. Pedazo de entrada, Cahiers, eres un genio bloguero. Un beso.

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  2. ¡Vaya colección! La de Poe creo que apunta el primer lugar donde se enterró al escritor pero que el cadáver ya no se encuentra allí: Nevermore.
    Como bien dices, esta noche de difuntos en nuestra infancia, entre lecturas (yo me leía "El monte de las ánimas" siempre en esta fecha), escuchar cuentos o la consabida visita al cementerio, resultaba mucho más "desasosegante" que ahora, con tanto terror prefabricado. Ahora es mucho más lúdico y se ha perdido el concepto de memoria (memento mori) y recogimiento.
    Eso sí, los peques hoy se lo pasan... de miedo (sí, de nuevo la infantilización cultural de todo).
    Saludos.

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  3. Menudo comienzo más lírico para, después de un copioso almuerzo, seguir con poesía.

    Y curiosa mezcla de lápidas la que ha escogido.

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  4. La muerte es parte de la vida aunque a veces parece que vivamos pensando que somos inmortales. Pero a ratos la muerte nos roza y hasta nos llega a mirar de frente como esa gran señora que es y entonces no nos queda más remedio que aceptarla, ser conscientes de la fugacidad de la vida, notar más que nunca el aire que se cuela por nuestros pulmones como signo de vida sin fin y acompañar los días de agradecimiento por seguir viviendo. Gran entrada

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  5. Bonita prosa, da gusto leerla. Y las poesias también.

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  6. Me alegra comprobar que nuestros recuerdos y vivencias son similares, lo que me ha dejado cierta nostalgia.
    Difícil que no se pierda todo entre disfraces de jelowin del corte ingles y golosinas del MacDonal.

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  7. Cierto Sr. Cahiers, esa "ciudad de los muertos" también llamada "Camposanto" tiene algo de lejanía hacia el mundo en el que nos encontramos ahora. He recordado con tu texto, tiempos de antaño, con mi abuela y esos deliciosos roscos de azúcar (gracias por emular a Miquel y darnos la receta) Y el poema de Neruda, una joya de un maestro. Es bueno recordar que no sólo cantó al amor Pablo Neruda y aquí se demuestra. Y ojalá yo pudiera emular estos versos. Un abrazo!

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  8. Me gusta Noviembre, me gusta el otoño...me gusta la noche de difuntos, el día de los santos...y esta entrada es una estupenda forma de señalar esta noche.

    Un abrazo, amigo.

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  9. Época de supersticiones. Por aquí por Galicia sabemos algo de eso, y de brujas ;-)
    Gracias por la receta de las rosquillas de tu abuela. Con el desayuno tienen que estar buenas para darles, como tú, buena cuenta (vaya si me gusta esa expresión ;-D )
    Hasta otra, PEPE. Feliz Halloween.

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  10. Yo estuve leyendo El Monte de las Ánimas de Bécquer la otra noche, un relato breve y directo!

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  11. Felicidades Pepe, No se podría encontrar un mejor día para homenajear a estos insignes señores. Ellos abandonaron las corazas que le unían a la Tierra, aunque su impronta nos seguirá hasta el fin de los días.

    Saludos

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  12. Una entrada llena de poesía y sensibilidad que hace reflexionar que celebrar el día de difuntos con espantos, brujas y trasgos es más propio de las densas brumas en los bosques seprentrionales, mientras que en nuestro cálido y soleado sur siempre ha sido un día que invita al paseo al aire libre en los camposantos, lugares que dene ser de recuerdo y no de olvido. Un saludo.

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  13. jajajaja Me he partido con la anécdota de la harina. Fantástica receta y entrada. Muy poética en su composición y musicalidad. Perfecta para días como estos.
    Otra poeta que escribía mucho sobre el tema era mi querida Emily Dickinson

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  14. Ha redactado una bonita entrada, con esos recuerdos de la infancia y el poema de Neruda.

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  15. Mr. Cahiers, le envio un ¡ Feliz halloween atrasado ! y buen post. Saludos.

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  16. Clementine: "Return of the Clementine", me alegro de verle de nuevo por la Guarida.

    Licantropunk: Los niños se lo pasan bomba aunque sea a costa de contaminar una fiesta tan distinta como es el Día de difuntos.

    natsnoC: Lo cierto es que me ha salido una entrada algo rara, un pastiche de lo más ecléctico.

    Layna: El día en que devolvamos a la muerte toda su naturalidad perderemos parte de nuestro temor.

    Lorenzo: Gracias, siempre es bueno recordar a Neruda.

    Piedra: Esa batalla está casi perdida, pero resistiremos todo lo que se pueda.

    Marcos: Todos en mayor o menor medida tenemos recuerdos de estas fechas tan significativas. A parte de eso, quizás no sea Neruda, pero si que es un magnífico poeta.

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  17. Tirador: Y yo que me alegro de que le guste, querido amigo.

    Javier: Estos roscos, cuando se ponen duros, se echan en un tazón de chocolate caliente para que se pongan más blandos y están riquísimos.

    El Cabrero: Buena elección y se puede completar con "Don Juan Tenorio", cuya representación era antes indispensable y ahora algo olvidada.

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  18. Se me olvidaba , reivindicar una vez más esa delicia llamada El Tigre, sólo comparable al agua de litines...
    ¡espléndida!

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  19. Alimaña: Al fin y al cabo es como la inmortalidad o el hecho de no ser olvidados, que aunque no es lo mismo, algo es algo.

    Pablo: Ultimamente más cálido que de costumbre, pero pasear por el cementerio puede ser una experiencia más que plácida.

    A-B-C: Mira que si después de todo existe esa harina llamada Carmita...

    Sr.Nocivo: Gracias y eso que creía que me había quedado algo pedante.

    Belknap: Igualmente para usted y tenga cuidado con el truco o el trato.

    Tirador: Ya me parecía extraño que no me hubiera hecho referencia de semejante delicia y de tan rancio abolengo.

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  20. Y yo me alegro de que me veas de nuevo también. Me gusta ese título a mi nombre, parece que he hecho algo importante en la entrega anterior. ¿Es que tengo una saga?

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  21. No dejara usted nunca de sorprenderme. Que si guisos, que si poesía...
    Y los agujeros de los roscos como los hace? Que utiliza para perforar la masa? Yo es que soy muy burro y solo se me ocurre de un modo que me reservo, jeje..
    Bueno, una entrada muy conmovedora y divertida. Ahora mismo voy a ver si encuentro un poco de harina Carmita, de esa que dice su señora.

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  22. Qué entrada más completa. Y con el hambre que tengo qué bien me vendrían esos roscos.
    La tumba de Johnny Ramone es cojonuda, qué crack. La de Negrete me parece un poco ostentosa. Cuando yo me muera mandaré que construyan una pirámide y me entierren dentro con todas mis riquezas. Eso sí es ostentación.

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  23. Clementine: A usted le correspondería una saga clásica, por ejemplo la de "El padrino" o la de "Rio Bravo", "El Dorado" y "Rio lobo".

    Lazoworks: Es que ya no se ni de que hablar y me saco de la manga temas de lo más extraños. Lo del agujero puede ser lo que la imaginación disponga. El procedimiento que usted tiene en mente puede matar dos pájaros de un tiro.

    Einer: No hay nada mejor que una buena pirámide con sus trampas y maldiciones.

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  24. Sinceramente me ha fascinado este post... hace tiempo que la muerte me genera un interes enorme, la tanatologia del forense es mi mayor interes en la medicina... Coincido con la de Edgar Allan Poe, no se, su oscuridad me ha traido a la mente a Vincent el corto de Burton.

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  25. Mr.Dupin: La muerte siempre nos ha producido ese sentimiento tan turbador, esa mezcla entre el miedo y la fascinación.

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  26. Muy interesante el post, no me había dado cuenta que soy un año mayor que uno de mis autores favoritos: Poe.

    Saludos,

    www.artbyarion.blogspot.com

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  27. Ah no, leí mal. O sea que solamente estuvo enterrado allí por 26 años. Me corrijo, entonces.

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  28. Magnífica entrada, Cahiers, me ha tocado fondo y prometo ponerme con esos roscos de azúcar tan apetecibles a pesar de que los dulces no son mi especialidad, soy un cocinitas vago que prefiere pasarse por la pastelería. Eso sí: cuando me llegue la hora quiero una tumbita como la del Ramone. Saludos. Borgo.

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  29. Arion: Hoy debo estar algo espeso, porque debo entender que es usted coetáneo de Poe????

    Miquel: Lo cierto es que la elaboración de dulces es un poco engorrosa y también los compro en la pastelería para ahorrar trabajo. Esa tumba de Ramone está muy currada.

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  30. Preciosas anécdotas, Pepe. También mi abuela encendía esas velitas, y ella y todas sus vecinas las compraban por el nombre de "mariposas", que supongo sería una marca, como el "Colón", nombre genérico que ella le daba a todos los detergentes. Y sí, también la acompañaba yo a poner flores y limpiar los nichos de sus padres y de su tía. Lo que no consumíamos en Todos los Santos eran dulces señalados, o no lo recuerdo yo. Borrachuelos tal vez, no sé.

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