Siempre me parecieron fascinantes las historias que, de la mano de autores como Jack London o James Oliver Curwood, nos hablaban de la duras condiciones de los aventureros y los buscadores de oro de las tierras heladas de Alaska, de su terrible lucha por la supervivencia y de los animales de su entorno, sobre todo de los perros, que tiraban con cierta devoción de los trineos y que dejaron sus huesos diseminados por la nieve de un territorio tan hostil como fascinante. Ambos escritores nos dejaron historias extraordinarias que, por encima de todo, muestran a la naturaleza como despiadada y a la vez dotada de un hechizo ancestral magnético. Seguro que a todos no son familiares títulos como "El oso", "Kazán, perro lobo", "Colmillo blanco" o "La llamada de la selva", novelas que describen hasta el mínimo detalle los comportamientos y sentimientos de hombres y animales.
Leonhard Seppala y Togo |
Pero el destino no reservaba nada bueno para el involuntario impostor canino. Tras diversos homenajes y baños de multitudes, tanto Balto como el resto de perros fueron vendidos a un promotor de espectáculos y variedades y en tan sólo dos años acabaron con sus huesos en barracas de feria. Maltratados y mal alimentados, el destino se mostraba cruel con quien había sido el supuesto protagonista de una hazaña increible. Afortunadamente para Balto y sus compañeros, la suerte les sonreiría cuando un empresario, George Kimble, se apiadó de su lamentable estado y organizó una campaña para recolectar el dinero suficiente para comprarlos. Gracias al éxito popular de la acción promovida por Kimble, los héroes caninos acabaron sus días con dignidad en el zoológico de Cleveland, donde Balto murió a los 10 años de edad.
En cuanto a Togo, quedó lisiado para siempre, pero en cambio llevó una vida más apacible que su compañero Balto. Puede que el destino no lo eligiera para la gloria, pero le salvó de un trato injusto, lo que demuestra que, en algunas ocasiones, el anonimato es el mejor de los disfraces.
Bellísima historia que me ha recordado a Jack London y sus historias de perros guía y buscadores de oro. Estoy leyendo una historia fascinante: Astarté, el perro cazador de Anibal. Era negro con una mancha en el lomo y así Anibal podía distinguirlo en sus cacerías nocturnas. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarYa se sabe, tanto el caballo como el perro han ayudado al hombre a forjar parte de la historia y la que cuenta del perro cazador de Anibal será muy interesante.
EliminarNo conocía esto de Balto y Togo. Curioso.
ResponderEliminarUn saludo.
Hasta hace unos años solo conocía la historia de Balto y me sorprendió cuando apareció en escena Togo.
EliminarNo sabía yo que el Balto de los dibujos existió en realidad... Qué bonita entrada, Cahiers, me ha encantado. Aunque el impostor no fue precisamente el perro sino quien no contó en su momento bien la historia, lo suyo es que se hubieran repartido a pachas los honores Togo y Balto, hombre...
ResponderEliminarCierto, como digo fue un impostor involuntario y eso me recuerda aquella película de "Héroe por accidente".
EliminarCurioso post, no conocía la historia. Está claro que la vida da muchas vueltas, también la canina.
ResponderEliminarUn saludo
De eso no cabe duda, cuantas vidas caninas están ligadas al devenir de sus dueños.
EliminarMr. Cahiers, que gran historia esta, al igual que aquellos clasicos con los que abre su post, un saludo y muy buena posteada.
ResponderEliminarGracias, y aquellos clásicos tenían y tienen un encanto especial. Una buena forma de pasar el tiempo.
EliminarCuando he empezado a leer la entrada he dudado puesto que la dichosa historia de colmillo blanco la he visto, leído y releído mil veces y parecía que nada nuevo me iba a aportar: perros incansables, trineos y un ambiente hostil, pero me alegro de haber terminado porque no conocía la historia y me ha resultado bonita. Estoy de acuerdo con usted Mr. Cahiers, el anonimato a veces es lo más aconsejable. Fama y fortuna...... eso me recuerda algo.................no se. Y por cierto, ambiente gélido para un día de verano, acertado como siempre.
ResponderEliminarUn saludo.
No me molestaría, a estas alturas de la vida, en hablar de "Colmillo blanco", una historia ya muy manida, aunque en el cine no ha tenido demasiada fortuna. Por otra parte, aquellos hechos entre Balto y Togo sirven de simbología perfecta sobre la fama y el precio que hay que pagar. Y respecto al ambiente gélido, me temo que no me dejo sugestionar tan fácilmente en estas noches infernales de un verano que parece que comenzó hace mil años.
EliminarLa historia tiene todos los componentes para una novela de aventuras...e incluso cierto regusto final a lo Liberty Valance, no me negará usted!!
ResponderEliminarPues ahora que lo dice usted, es cierto, no había vislumbrado esa similitud con el western de Ford, pero algo tiene de aquella magnífica historia. Nos falta un malo a la altura de Lee Marvin.
EliminarJo, las historias de perros son mi debilidad, y no veas como lloro con las películas...qué bonita y qué triste, la Historia ha sido injusta con Togo pero la vida lo fue con Balto, yo también hubiera elegido anonimato.
ResponderEliminar1besico!
Pues si le gusta llorar con las películas de perros, no se pierda "Siempre a tu lado Hachiko".
EliminarSorprendente Sr. Cahiers. He visto la película de "Balto" y la de "Colmillo blanco" Es injusto que Togo realizara el trabajo y Balto se llevara la gloria pero, como dices, al menos el destino respetó más al verdadero héroe. Desconocía la historia.
ResponderEliminarLa historia es mas que conocida, es que mucha gente conoce mas historias porno, que estas historias de perros... y cuantas hay anónimas.... y recuerden que quien le dio la gloria a BALTO fueron los propios aldeanos... el pobre perro no tienen nada que ver.... para mi todos los perros que participaron en esa hazañas son héroes...
ResponderEliminarSin duda, y no fueron pocos los que dejaron sus huesos diseminados entre la nieve en aquellos tiempos duros de conquistas y hazañas imposibles.
EliminarYo amo Kazan, perro Lobo, leí la novela justamente cuando llego mi primer pastor alemán albino como a los 6 o 7 años de mi vida, jamas olvide esa historia y a su fiel compañera Loba
ResponderEliminarHoy me he convertido en lazarillo de uno de mis canes, es Un xoloitzcuintle de 7 años, que a los 5 años inicio a perder la vista, no sabia a ciencia cierta porque, pero hoy es mi orgullo, ya que entiende todo, y su percepción del entorno es grandiosa
También tengo en la manga otro Xolo, el que me dio prestigio en México, Cipactli, con el sacamos del closet para muchos al Xoloitzcuintle, hoy hay miles que caminan orgullosos en la calle con un xolo en la mano incluso a nivel mundial, Cipactli esta disecado dentro del Museo del Templo Mayor en la Ciudad de México