Hace mucho, mucho tiempo, cuando los dinosaurios andaban despreocupados por nuestro planeta... Bueno, realmente no hace tanto, aunque, recordar los momentos en los que el servicio militar era obligatorio, parece un ejercicio de retroceso en el tiempo algo notable para la vida de un simple mortal. Andaba yo por aquellos años realizando la popular mili y me encontraba destinado en unas oficinas, con múltiples funciones que realizar y el suficiente tiempo para lo que se denominaba por entonces "escaqueo", o sea el arte de hacer lo menos posible. Una de mis tareas era la de pinta monas, es decir ocuparme de los diseños y dibujos que los mandos me encargaban. Recuerdo aquella mesa estupenda de dibujante profesional en donde me pasaba el día haciendo monigotes y dormitando también, justo es reconocerlo. Era el encargado de la fotocopiadora y no eran pocos los que acudían con libros, planos y demás documentos. Un día apareció el soldado encargado de la biblioteca de oficiales y, después de realizar algunas fotocopias, arrojó de forma despreocupada un libro a la papelera. "¿Pero que haces?", le increpé, "¿cómo tiras un libro a la basura, estás loco?". El tipo en cuestión, con expresión anodina, me contestó: "Me han dicho que lo tire, está viejo". "¿Puedo quedármelo?", le pregunté, y, ante el encogimiento de hombros, entendí que le traía al pairo, así que no lo dudé y tome aquel libro como el que recoge a un perro apaleado y abandonado. En efecto, el libro tenía ya sus años, era concretamente una edición de 1955 de "Ciudades muertas, pueblos desaparecidos" de Gordon Cooper, un escritor y viajero escocés. El título en si mismo era una especie de presagio del destino que le podía haber esperado. En sus manchadas y gastadas páginas se podía adivinar el trascurso del tiempo, la experiencia vivida y, como en los buenos vinos, el poso de los años le convertían en una pieza humilde en su formato, pero grande en cuanto a su significado. Un superviviente que rescaté de una papelera y que desde entonces ha sido para mi un libro especial. Recuerdo como lo oculté en mi taquilla y, teniendo en cuenta que el único libro permitido era el "Manual del soldado" y, que de sorprenderme con un libro extraído de la biblioteca de oficiales, me podía traer más de un quebradero de cabeza, me sentí como en tiempos de la clandestinidad, como cuando tener un ejemplar de "El capital" podía ser un riesgo más que considerable en la España del franquismo.
Jo! No sabes cómo entiendo esta entrada. Los dos años que pasé trabajando en una recicladora de papel me llevé cantidad de libros y tebeos para casa. Había veces que no podía entender cómo la gente podía tirar ciertos libros...Aunque sí, supongo que sería porque estaban "viejos"; en fin...
ResponderEliminarUn saludo.
Un auténtico sacrilegio, incluso a mí me cuesta prestarlos...
EliminarNunca he tirado un libro a la basura, por muy malo que me haya parecido. De hecho aún conservamos en casa los libros de Barco de Vapor que leía de pequeña. Hace muchos años que no los abro, pero tirar un libro es como tirar comida, no se hace.
ResponderEliminarYo incluso guardo gran parte de los libros del colegio, incluidos los de matemáticas, que ya es un decir.
EliminarYo nunca he tirado un libro, y soy incapaz de entender como hay gente que puede hacerlo. Libros viejos, ja, los libros nunca son viejos, al igual que Cesar los libros no envejecen, maduran.
ResponderEliminarSaludos.
Los libros nunca son viejos, son veteranos en todo caso.
EliminarEstupenda historia Sr. Cahiers. Recuerdo que por aquello años le regalamos El retorno o La rebelión de los brujos, que leería en sus noches de imaginaria...
ResponderEliminarPor cierto, estupenda mis estancia en la Feria del Libro Antiguo de Madrid...había hasta antiguos ejemplares de aquella colección de Historias Selección de Bruguera...una delicia, amigo!!
Si, recuerdo también su insistencia por aquel libro de "Los gigantes y el misterio de los orígenes". Debe ser el único que he regalado, de los míos me refiero.
EliminarPor cierto, felicitaciones al Ath por su permanencia, con un poco de suerte nos vemos en año que viene en el nuevo San Mamés.
Como a tantos millones de españolitos la crisis también me alcanzó con el tiempo. Lo primero que pasó por mi mente fue desprenderme de muchas de las películas de mi extensa colección. Es curioso mirar atrás y comprobar que ni se me pasó por la imaginación vender mis libros... para mi son algo mucho mas personal, no me preguntes por el motivo porque lo desconozco.
ResponderEliminarJeje, de lo único que he tenido que deshacerme ha sido de las cintas de VHS, porque ya las iba sustituyendo por DVD, incluso así me daba cierta pena.
EliminarTirar un libro porque está viejo! Menudo sacrilegio! Los libros tienen alma y guardan las huellas de todas las manos por las que han pasado, no puede uno alegremente desprenderse de ellos, a mí me dolería el corazón, vaya.
ResponderEliminarHiciste bien en recuperarlo.
Besos
Desde luego, algunos desaprensivos serían capaces hasta de tirar a la basura el Códice Calixtino porque es muy viejo. Ver para creer.
EliminarPreciosa historia la que protagonizó este libro...
ResponderEliminarGracias, amiga Clementine, es una pequeña historia pero que merece ser contada.
EliminarFantástica su historia señor Cahiers, pero supongo que las personas que tiran libros, son las misma que tiran su tiempo haciendo cualquier cosa menos leer... y eso incluye tele basura, comida basura, ocio basura y posiblemente relaciones basura. Doy fe del fantástico fin de semana que ha pasado el Tirador en la feria del libro, pues algunos de esos ejemplares han recalado en San Marcos...Un fuerte abrazo Señor Cahiers y a toda su familia.
ResponderEliminarBesos: Amiga anónima.
Mucha basura es esa, Amiga Anónima, que en algunos casos y en pequeñas dosis no molesta. Otra cosa distinta es que sea lo que predomina, en ese caso si que es muy perniciosa. Más lectura y más potajes y cocidos, sería una buena medida. Por el dato que me da, logro identificarla. Espero verle por aquí más a menudo estimada Amiga Anónima.
EliminarFelicidades, Cahiers. Además de conservar los libros de la mili -yo no tuve tanta suerte- rescató uno de un destino fatal. Hace poco hice un gran descubrimiento en una librería de viejo, la recopilación "Historias para no dormir" a cargo de Ibáñez Serrador perdida durante alguna de mis mudanzas y con cuentos tan recomendables como "La pata de mono" de W. Jacobs.
ResponderEliminarYo, durante la mili, me dio por devorar novela negra: Chandler, Dasniell Hammett... Era un buen momento para leer.
Saludos. Borgo.
En eso de encontrar libros o cómics perdidos he tenido mala suerte y han desaparecido para siempre. Yo en las imaginarias leía "La rebelión de los brujos" y mucho "Jueves".
EliminarNo hay nada tan satisfactorio como un buen escaqueo cuando la situación lo permite, como lo fue en tu caso. Yo podría hablar de unos cuantos escaqueos (en el corrector me pone que se dice escaques, pero no estoy seguro de que el plural de escaqueo sea escaques) a lo largo de mi muy heterogénea, dura y conflictiva actividad laboral.
ResponderEliminarEntiendo lo que te pudo haber pasado por la cabeza con lo del libro y el cariño que le cogiste después. Hay gente que es sensible para unas cosas, y otra gente que no tanto. El que tiró el libro seguro que tenía poca sensibilidad para la lectura. De hecho, y si tuviera que apostar, yo creo que el muchacho ese no había leído un libro en su vida.
Un saludo, PEPE.
Yo siempre he oído "Escaqueo" y teniendo en cuenta que en la mili era algo que se perseguía denodadamente, seguro que es correcto, por lo menos en el lenguaje cotidiano. Ese tipo actuaba como un "mandao" y desde luego parecía poco sensible respecto al puesto que ocupaba. Cosas de la vida.
EliminarLo de tener que hacer la mili ya era una putada en si, pero encima tener que ver que tiran un libro a la basura sin darle mayor importancia que el hecho de tener que hacerlo la verdad es que es frustrante.
ResponderEliminarTe puede interesar más o menos lo que tiene un libro por contarte, pero de ahí a deshacerte de él es impensable, un libro es parte de nuestra cultura.
Y más teniendo en cuenta que pertenecía a una biblioteca que a buen seguro tendrían alguna utilidad.
EliminarMr. Cahiers, trabajo en una libreria, asi que le entiendo de sobra y mis mas sinceras felicitaciones; eso de tirar un libro me parece aberrante. Saludos.
ResponderEliminarSería como tirar un vino gran reserva, aparte de aberrante es ilógico.
EliminarHola Sr. Cahiers,
ResponderEliminarQue grande que eres maestro. De todas tus historias personales esta es la que más me ha llegado al alma. ¡¡ Tirar un libro !! Ya ni siquiera porque no fuera del agrado de los mandamases, no... sino sólo porque era viejo.
Tuviste mucho valor amigo bloguero. Tu acción además de valiente es de bibliófilo empedernido. ¿ Tirar un libro ?
Un abrazo muy grande Pepe.
*nota*: Te felicito tambien por tu buen gusto, "Mazinger Z" y "Alien vs Predator". ^_^ Que grande eres me reitero.
Gracias amigo UTLA por sus amables palabras, pero es lo menos que podía hacer contra ese Fahrenteit 451 cuartelero de ínfima categoría. Si le gusta Mazinger, no se pierda la próxima entrada. Un abrazo.
EliminarYo nunca tiraría un libro a la basura salvo que haya pasado por la trituradora de mi hija (menos mal que los tengo ubicados fuera de su alcance). Por otro lado hay libros de los que me desprendería sin ninguna pena y otros que no despertarían ninguna compasión de verlos arder. Eso sí, no seré yo el de la cerilla.
ResponderEliminarHay libros que conservo como un tesoro y otros que considero de usar y tirar (aunque nunca tire), comida basura.
El caso es que entre unas cosas y otras, dentro de poco tendré que elegir si se van algunos libros de casa (prometo buscarles nuevo hogar) o si por el contrario se tiene que ir algún miembro de la familia :P. Aunque en casa de mi hermano es mucho peor. Él ni siquiera tiene la segunda opción...
Recuerdo una historia corta titulada "El coleccionista". El personaje tenía un sótano climatizado a baja temperatura y con humedad controlada donde guardaba todos sus cómics y tesoros literarios. Un fin de semana se queda atrapado y como no se puede abrir desde dentro se ve obligado a ir quemándolos para no morise de frío. Cuando le rescatan el lunes, está irremediablemente loco.
Una historia terrorífica. Un abrazo, Cahiers.
Para mi sería complicado deshacerme incluso de libros muy "menores", de hecho no sería capaz de tirar ni tan siquiera revistas, tal y como lo demuestra que tengo guardadas 20 años de "Fotogramas". El problema es el espacio. Eso es otra historia. Saludos natsnoC.
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